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8: Mentir a quien amas

"La mentira es un triste sustituto de la verdad, pero es el único que se ha descubierto hasta ahora"

Elbert Hubbard


Desde que somos pequeños nuestros padres nos enseñan que mentir es algo pérfido, que la mentira es mala, y aún así haciendo caso omiso a sus consejos todos terminamos mintiendo de una forma u otra, ya sea por algo bueno o malo, todos terminamos haciéndolo.

Ya sea por hacerle daño a alguien o quitarte la culpa de encima , o tal vez por mejorarle un poco la vida a una persona, o esconder algo que sabes que dolerá.

Aquí es donde entran las mentiras piadosas, proferidas con intención benevolente, con el objetivo de tratar de hacer más digerible una verdad tratando de causar el menor daño posible. Y lastimosamente estas son las peores, porque cuando la persona se entera suele sentirse engañada y traicionada.

Algunos mienten tanto que se vuelven expertos; Jungkook creía que él lo era en esos momentos, donde observaba a Jimin dormir con rostro pacífico, luciendo como un inocente ángel, tan precioso como etéreo.

Desde niño el siempre fue muy directo y honesto en cuanto sus sentimientos y pensamientos, tal vez por esa razón nunca le agradó a sus compañeros de clase, a pesar de su atractiva apariencia todos lo rechazaban por su lengua filosa.

Ahora, mirando dormir a Jimin, se sentía un hipócrita, pues estaba faltando a todos sus valores. Desde la salida al río Han con Jimin su relación había avanzado tanto que ahora se sorprendía a sí mismo cuando aprovechaban cada rato que tenían juntos para explorar la cavidad bucal del contrario, en cualquier esquina compartían besos y caricias sin importar las miradas maliciosas de la gente. Aún no había podido decirle a Jimin que el moriría en unas pocas semanas, la culpabilidad le llegaba a veces tan fuerte, que terminaba llorando con la cabeza en el regazo de Taehyung o de su hermano, recibiendo caricias consoladoras de ellos.

Tenía miedo, estaba aterrado de que Jimin lo supiera y se alejara de él. Finalmente se había dado cuenta de que amaba a ese chico de cabello castaño y ojos azules, se había clavado tan profundo en su corazón que si llegaba a alejarse de él temía terminar destrozado, pues para ese momento no se imaginaba una vida sin Park Jimin a su lado.

Justo como había soñado minutos atrás, había despertado agitado debido a la pesadilla que había tenido.

—¿Por qué me mentiste? ¿Tan poco importante soy para ti para ocultarme algo así? —Jimin estaba frente a él con los ojos llenos de lágrimas, reclamándole el hecho de haberle escondido que tenía cáncer terminal.

—¡No! ¡Todo lo contrario Jiminie! Tenía miedo de que no quisieras verme más, por eso no te dije —intentó acercarse a él pero el otro rehuyó de su toque como si tuviera lepra.

—¡¿Tan cruel y resentido crees qué soy cómo para abandonarte en un momento así?! —exclamó con enojo hacia el menor—. Que conste que si me voy ahora es porque me mentiste, preferiste mantenerme a tu lado engañándome antes que decirme la verdad, eso no se hace Jungkook, no ilusionas así a una persona que dices querer.

—¡Yo te amo Jiminie!

—Pues yo ya no Jungkook, te odio —espetó marchándose del lugar.

—¡No, Jimin espera! ¡No te vayas por favor! ¡No me dejes! —cayó al piso sollozando con fuerza, rogando para que el castaño volviera y lo abrazara.

Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras observaba el rostro pacífico del chico. Pasó su mano con suavidad por su mejilla, admirando los delicados rasgos del mayor. Nunca se cansaría de decirlo, Jimin era un chico precioso, podía pasar horas mirándolo y no se aburriría nunca.
Se acercó, dejando un beso en su mejilla, ocasionado que el ojiazul comenzara a despertar, estirándose perezosamente y soltando un gran bostezo.

—Buenos días dormilón —saludó el pelinegro con una sonrisa al ver lo lindo que despertaba el más bajo, definitivamente era una bolita de ternura.

—El mejor de todos debo decir —respondió coquetamente, levantando la cabeza para besar cortamente los labios del menor.

—¿Solo eso? —curstionó alzando las cejas cuando vió al castaño reír travieso—. Te encanta provocarme Park.

Tomó las mejillas de Jimin, pegando sus labios en un suave y tierno beso, moviendo sus belfos con delicadeza sobre los contrarios. Era un beso muy tranquilo, por lo que el ojiazul no muy conforme comenzó a profundizarlo, colando su lengua en la cavidad bucal del pelinegro, quien siguiendo el ritmo que había impuesto el mayor, se puso encima de su cuerpo, apoyándose en sus brazos. Sintió como las manos de Jimin se colaban bajo la camiseta del pijama y acariciaba con suavidad su piel.

Sus besos se deslizaron hacia la mandíbula y cuello del más bajo quién jadeaba en voz baja, definitivamente no quería que Jin los escuchara. Llevó sus grandes manos a los muslos del ojiazul, apretándolos suavemente y acariciándolos con devoción.

Se detuvo cuando Jimin, al intentar quitarle la camiseta, divisó una marca morada en su abdomen, acompañadas de otras más pequeñas hacia el pecho.

—¿Qué es eso? —preguntó con tono preocupado.

—Es...un hematoma —respondió finalmente soltando un suspiro—. Es normal, me viene sucediendo desde hace unos meses.

—Jungkookie tú...¿acaso tu enfermedad está empeorando? —preguntó, pero realmente temía saber la respuesta de esa pregunta—. Estás más delgado y ahora esos hematomas, hace unos días tuviste fiebre, siento que entre más pasa el tiempo más empeora tu condición.

—Los hematomas son normales Jimin, el doctor dijo que era bastante probable que me salieran varios en el cuerpo —explicó, intentando calmar al mayor para que no siguiera preguntando. Cada vez le costaba más mantener sus mentiras.

—Bien, si tú lo dices —concedió un poco dudoso aún, a pesar de eso no quiso seguir presionando al menor, quería confiar en él.

—Vamos, de seguro Jin ya preparó el desayuno —se levantó, siendo seguido por Jimin poco detrás.

Ambos bajaron las escaleras con las manos entrelazadas, viendo a los padres de Jungkook —los cuales habían vuelto de Busan el día anterior—, mirarlos sorprendidos, ninguno de los dos tenían idea de lo mucho que había avanzado la relación de los dos chicos.

—Ustedes dos...¿están juntos? ¿Son novios? —preguntó sorprendido el papá del pelinegro.

—Sí

—¡No! —dijeron ambos al mismo tiempo.

Jimin miró a Jungkook con el ceño fruncido pero este solo miraba a sus padres intententando buscar las palabras correctas para explicarles lo que sucedía entre ambos.

—No —profirió austeramente—. No somos novios.

Jimin negó levemente con la cabeza soltando un bufido y subió las escaleras a paso firme. Jungkook miró a sus padres y hermano por un momento para luego correr tras Jimin. Cuando entró a su cuarto vio al ojiazul colocándose su camiseta para marcharse.

—Jimin espera —intentó tomar su mano pero el castaño se lo impidió—. ¿Por qué te enojas? Solo dije la verdad, no somos novios.

—Lo sé Jungkook, lo tengo más que claro —resopló mirándolo con el ceño fruncido—, solo estaba bromeando, pero al parecer para tí es inconcebible que seamos novios ¿no?

—¡Pero solo dije qué no estamos juntos!

—¡No es lo que dijiste Jeon, es la forma en que lo dijiste! —exclamó señalándolo—. Nos besamos, caminamos tomados de la mano, incluso he estado durmiendo aquí los últimos días, pero hablan de noviazgo y lo niegas tan impetuosamente que me molesta.

—Jimin...

—Nos vemos otro día Jungkook.

Se despidió frívolamente bajando las escaleras con rapidez, siendo perseguido por el menor, que intentaba detenerlo. Al bajar las escaleras se encontró con la mirada analizadora de los padres del pelinegro, que solo observaban sin meterse en el asunto.

—¿Jimin no te quedarás a desayunar? —preguntó Jin al ver al mayor con intenciones de marcharse.

—No Jin hyung, debo irme a trabajar —mintió y se despidió rápidamente de todos para luego marcharse.

—¡Jimin! —Jeon se dispuso a seguirlo pero su madre se lo impidió, sujetándolo del brazo con cuidado, no quería dejarle marcas como las que tenía en el abdomen por jugar con Seokjin.

—Dejalo que refresque. Ahora está enojado, puedes buscarlo mañana —suspiró resignado y subió las escaleras rumbo a su cuarto.

Pasó sus manos por su rostro con frustración viendo el techo del cuarto, acostado en su cama. No dejaba de pensar en Jimin, debía hacer algo para que el mayor lo perdonara. No quería que todo lo que habían avanzado hasta ahora se echara a perder por una tontería como esa.

Jimin se había vuelto una parte indispensable de su vida, solo habían sido un par de días pero se sentía correcto el despertar a su lado, solía quedarse mirándolo por mucho tiempo antes de que el castaño despertara para ir a su trabajo, velando su sueño y admirando sus lindos rasgos.

—¿Jungkook puedo entrar? —unos toques se escucharon en la puerta, seguido de la voz de su hermano.

—Pasa —dijo sin dejar de mirar el techo.

Jin entró mirándolo con los labios fruncidos, caminó hacia la cama, sentándose cautelosamente a su lado.

—Kook aún no has desayunado nada, hice pancakes, tus favoritos —dijo acariciando el cabello ondeado de su hermano menor.

—No tengo hambre hyung —comentó sin ánimos.

—¿Qué sucedió con Jimin?

—Se enojó conmigo, ahora no se qué debo hacer para que me perdone —se sentó en la cama, mirando por primera vez a su hermano—, todo sería mucho más fácil si él lo supiera la verdad.

—Sé que te asusta decirle, entiendo tu temor Kook, pero Jimin es un chico increíble, puede que se enoje, pero si le dices de seguro no se alejará de ti, él te quiere hermanito.

—Yo también lo quiero hyung, mucho.

—¿Por qué no lo invitas a una cita? Te pones sexy y le llevas un ramo de rosas y te aseguro que no se podrá negar —murmuró en tono divertido.

—¿Crees qué en verdad funcione? —preguntó con sus grandes ojitos brillando de emoción.

Jin solo había visto esa mirada una vez, el día en que Jungkook les dijo que finalmente tenía un amigo en la escuela. El pelinegro nunca fue muy expresivo, pero ese día que llegó de la escuela no pudo ocultar la emoción que le causaba que finalmente alguien no lo rechazara y lo buscara para jugar.

—¡Por supuesto qué sí hermanito! —exclamó cruzándose de brazos—. Hablas con el antiguo rompecorazones en sus tiempos de universidad.

Ambos rieron por el tono que usó el mayor. Jungkook paró de reír y abrazó a su mayor con fuerza, estaba agradecido de tener a Jin en su vida, su hermano era su lugar seguro, y a pesar de no decírselo seguido lo amaba muchísimo.

—Gracias por todo hyung, en verdad.

—¡Ohh Kookie, te estás volviendo un conejito tierno por culpa de Jimin, creo que es la cuarta vez que me abrazas en 24 años! —se burló, correspondiendo el abrazo del menor.

—No te acostumbres, no lo volveré a hacer —ambos soltaron una carcajada.

—Jungkook sabes que siempre puedes contar conmigo, en serio —se separó para mirarlo a los ojos—, siempre estaré a tu lado apoyándote y ayudándote en todo lo que pueda.

El Jeon menor lo miró con los ojos cristalizados y se lanzó a sus brazos, apretándolo con fuerza nuevamente.

—¡Te amo hyung! —sollozó de forma baja, no queriendo que su hermano notara que lo había conmovido.

—También te amo mi pequeño donseng.









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