Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

UNICO

Siempre odié tu regla de los diez segundos.

Acepté cumplirla porqué te amaba y estaba jodidamente ciego.

Tú mismo me dijiste que no debía tener miedo de mostrarme tal y como soy. Pero entonces, ¿por qué no querías tomar mi mano en público?, ¿por qué no podía abrazarte fuera de nuestro apartamento?, ¿por qué te molestabas tanto y me apartabas cada vez que besaba tu mejilla?

Realmente no lo entendía.

Para entonces aún te amaba y confiaba demasiado en ti; me atreví a preguntarte qué ocurría.

Recuerdo a la perfección cómo me miraste, cómo tu mandíbula se tensó, cómo me echaste la culpa por "querer demasiada atención" y sobretodo, recuerdo aquella mano tuya que "por error" impactó en mi mejilla.

¿Lo peor? Lo peor es que te creí.

Como dije antes, te amaba demasiado como para alejarme, por lo que llegamos a aquél acuerdo de los diez segundos.

"Solo podrás tomar mi mano en público durante diez segundos"

"Solo podrás abrazarme en público durante diez segundos"

¿Cómo pude ser tan imbécil? De igual manera acepté, pues, aunque odiara esa regla, no quería tenerte lejos.

Seguí dicha regla y todas las que impusiste después, pero cada vez las seguía menos.

Y no, no fue porque yo me estuviera revelando o algo así.

Simplemente comencé a dejar de seguir la regla de los diez segundos porqué dejé de abrazarte, dejé de tomar tu mano, dejé de besarte...

Dejé de hacer todo eso porqué me fui dando cuenta de la estupidez que era seguir con aquello.

No sé en que momento comencé a tenerte miedo. Ya no quería acercarme a ti.

De vez en cuando me sorprendías preguntando qué me ocurría, algo se removía en mi interior al saber que seguías preocupándote por mi, pero no iba a contestarte.

Me di cuenta de algo: Era más fácil fingir una sonrisa que enfrentarte y decirte la verdad.

▪︎▪︎▪︎

Recuerdo aquella mañana en la que desperté y tú no estabas a mi lado. Me pareció extraño, el día anterior lo habíamos hecho; te fuiste sin decirme nada.

Reconozco que lloré bastante ese día, pues tras meditarlo un poco, me di cuenta que no recordaba la última vez que dijiste que me amabas mientras lo hacíamos.

De hecho, ¿Cuándo fue la última vez que dijiste que me amabas?¿Cuándo fue la última vez que sonreímos sinceramente?

Yo quería ser feliz a tu lado, lo juro.

Pero ya no sabía cómo.

No sabía qué hacer.

También recuerdo el día que me contaste que ibas a un bar con tus amigos. No sé por qué  pedí acompañarte, ya que me dijiste que no; siempre me decías que no.

Volviste la mañana siguiente, ebrio y con marcas de labial rodeando tu cuello, y yo no te dejé entrar al departamento.

Quise pedirte que me hicieras llorar con la verdad. Prefería eso a tus mentiras que simplemente acababan destruyendo mi ser cada vez más.

Por alguna razón tenía la esperanza de que recapacitaras y al dejarte entrar me pidieras disculpas.

Ah, realmente fui un idiota.

Al entrar me golpeaste como jamás habías hecho. Con los años junto a ti me acostumbré a esos golpes flojos que me dabas de vez en cuando, pero ese día fue demasiado.

Todo comenzó  a ser demasiado, vivir se sentía demasiado.

No sé en que momento esos cuchillos comenzaron a llamarme la atención.

Tampoco sé por qué me continué cortando, realmente la sensación que me otorgaban las heridas no me gustaba, pero no podía detenerme.

Esto se me ha ido un poco de las manos.

El frío viento golpeando mi nuca y  el rápido bombeo de mi corazón por el miedo a las alturas me lo indica.

Solo un paso.

Un paso sería suficiente.

¿A dónde iré? Realmente no lo sé, pero no quiero estar aquí ni siquiera un segundo mas, de eso estoy seguro.

No puedo volver a casa con mi familia, la vergüenza no me lo permite, les dije e hice tantas cosas horribles, alejé a mis amistades por ti. Ahora no tengo a nadie.

Reconozco que me gustaría volver a escuchar tu voz de nuevo. Ya no me importa si lo que sale de tu boca son insultos o un "te amo".

Creo que ya nada de lo que digas tiene efecto en mí.

Ya no puedo quererte.

No puedo amarte.

No quiero.

Debería estar enfermo para hacerlo.

Mierda, ¿Por qué estoy llorando?

Me escapé contigo porque fuiste el único en comprenderme, todos me advirtieron, pero me enamoré tan rápido de ti...

Ahora lo veo claro, me equivoqué contigo.

Eres un maldito cobarde que me dijo que no tuviera miedo de mostrarme tal y como soy, pero  en realidad ni siquiera eres capaz de sostener la mano de tu pareja más de diez segundos en la calle, ¿cierto?

Te odia

Taehyung


Taehyung dobló la hoja de papel dos veces antes de dejarla en el suelo junto al bolígrafo que había utilizado, y colocó sus zapatos encima para que la carta no saliera volando.

Respiró hondo, volviendo a ponerse en pie al borde del edificio, sintiendo el frío suelo bajo sus pies.

La calle se encontraba solitaria, algo oscura pues era de noche, la luz de la luna era lo único que la iluminaba.

Abrió sus brazos y cerró los ojos, disfrutando un poco del aire que corría hacia el vacío, como si lo alentará a caer. Solo un paso sería suficiente para terminar con ello.

—¡Taehyung! —Abrió los ojos  y volteó de golpe, encontrando a un pelinegro tembloroso, extendiendo sus brazos hacia él —. No lo hagas.—dijo entrecortadamente.

El castaño giró completamente hacia él y rió —¿No quieres que lo haga?

—Taehyung, no seas idiota, ven aquí.—dijo jungkook con la voz temblorosa.

—¡No quiero ir contigo! —gritó.

El pelinegro comenzó a caminar hacia él—. Taehyung, no te estoy pre...

—¡Si avanzas un paso más voy a aventarme! —declaró. Vio el pánico invadir el rostro de Jungkook que se quedó inmovil.

—No lo hagas, por favor, no lo hagas —murmuró con un nudo en la garganta y sus ojos aguándose.

—Dime, ¿por qué no debería, Jungkook...?

—Tae, yo...

—Te doy diez segundos —declaró, viendo como las lágrimas comenzaban a salir de los ojos del pelinegro, atónito.

—No—dijo suplicante el contrario.

—¿No? —preguntó, reteniendo sus impulsos de llorar.

—Diez segundos no... Diez segundos no son suficientes.—murmuró con voz rota.

—Veo que lo comprendes —respondió en un sollozo el castaño, volteando de nuevo hacia el vacío.

—¡No lo hagas!

Silencio.

—¡Mierda, Tae! —Sentía que su garganta se desgarraría.

Taehyung cerró sus ojos y dejó que el viento lo guiara.

Un paso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro