𓆩♡𓆪 reason one.
2019, Julio 10.
Corea del Sur, Seúl.
El estruendo de la música se filtraba a través de las puertas cuando llegué a la fiesta de alguno de los compañeros de la universidad de mi amigo Lee Felix. Las luces parpadeaban en un arcoíris de colores, bañando su jardín en un resplandor etéreo. El aire está saturado con la risa y el olor dulzón del alcohol. Llegué tarde, un compromiso anterior me había retrasado, empero, finalmente me encontraba aquí, en medio de la fiesta.
Mientras me abría paso entre la multitud, buscaba a mis amigos más cercanos, o al menos a la persona que me convenció de venir, mi mejor amigo. Sin embargo, cuando llegué hasta nuestros amigos estuvimos hablando un par de minutos, me pude dar cuenta de que gran parte de ellos ya se hallaban más que ebrios, solamente que tenía la duda de dónde estaba Felix debido a que fue quién me ha rogado para que viniera a este intento de despedida.
—¿Dónde está Felix?
Después de largos minutos de oír las conversaciones de mis amigos, decidí intervenir. Mis palabras cortaron el aire, silenciando las risas y las bromas. Uno de ellos, claramente sorprendido por mi presencia, giró su cuello para mirarme. Su mirada está nublado por el alcohol, quiero suponer. Era su cara la cual se contorsionó en una expresión de sorpresa y confusión al verme de pie a su lado.
Pese a su estado de embriaguez, pude ver el miedo en sus ojos. Era como si estuviera viendo a un fantasma, su piel se había vuelto pálida y su respiración se ha vuelto irregular. Pero, ¿por qué se asustaría de mí? No obstante, en ese mismo momento, todo empezó a tener sentido. Tanto que comenzó a toser dramáticamente al no poder abrir la boca para no responder una simple pregunta que le había hecho.
—Por allí.
—Pero no le digas nada—mencionó Soomin, mi mejor amiga. Logrando que su compañero de cuarto no me dijera nada y siga con los ojos en el pavimento verde—. Se nota que la está pasando muy bien.—bromeó a carcajadas.
Anteriormente, los rumores estuvieron circulando cuando estaba entrando a esta casa, susurros de infidelidad que se deslizaban entre los universitarios como serpientes en la hierba. Pero elegí no creerlos, no hasta que tuviera la prueba frente a mis ojos, solo que las palabras de Kang Soomin lo único que logra hacer es confirmar esos rumores. Por demás de que mis luceros van a donde ella está viendo y fue cuando lo vi. Mi mejor amigo, en el centro que se formó en la pista de baile de este universitario, con una chica que no era su novia.
Mi corazón se retorció en mi pecho, una punzada de dolor que me dejó sin aliento, ya que todos mis amigos sabían lo que no toleraba la infidelidad por la misma razón de que me lo han hecho. Empero, me obligué a mantener la boca cerrada. No era mi lugar decir nada, no era mi lugar interferir. Él tendría que enfrentar las consecuencias de sus acciones por sí mismo. A pesar de la revelación, tomé la decisión de que no iba a dejar que esto arruinara mi noche. No podía permitir que las acciones de mi amigo afectaran mi disfrute de la fiesta. Así que levanté la vista, tomé un trago de mi bebida y me sumergí en la fiesta. Me perdí en la música, dejé que las luces parpadeantes borraran la imagen de mi amigo y la chica de mi mente.
—¡Vamos por más soju!
La voz de Jung Wooyoung se elevó por encima del rugido de la música, que ahora vibraba con una intensidad aún mayor. Realmente no tenía ganas de adentrarme en esa fastuosa mansión. Sabía que si me permitía un momento de descanso en alguna esquina tranquila, mi cuerpo se rendiría al cansancio, apoyándose contra la pared y durmiendo hasta que la sensación de agotamiento se disipara.
Pero no tuve más opción que seguir a Wooyoung, uno de mis amigos más cercanos, hacia el interior del laberinto de habitaciones en busca de las bebidas que nuestros amigos han estado solicitando. Mientras esperaba a que Wooyoung terminara su charla con la hermana del anfitrión, mi mirada comenzó a vagar, recorriendo la casa que está llena de estudiantes universitarios disfrutando de la fiesta, perdiéndose en la risa y las conversaciones.
Finalmente, el chico de cabello negro regresó a mi lado, las botellas de soju en sus manos reflejando las luces de la fiesta. Sin embargo, su mirada yace fija en un punto en la distancia, su expresión tensa. Siguiendo su mirada, también miré hacia adelante.
«Maldición». Fue lo primero que pensé cuando vi lo que había captado la atención de Jung Wooyoung.
—Creo que Felix está metido en un lío, hyung. ¿Deberíamos intervenir?—preguntó el menor, su voz apenas audible por encima del estruendo de la música, las botellas de soju aún en sus manos.
Allí estaba ella, la pareja de Felix, inmersa en la calidez de la casa, intercambiando risas y anécdotas con un círculo de personas. Principalmente mujeres, parecía completamente inconsciente de que yacía en la misma fiesta donde su novio, en este preciso instante, se encuentra en la pista de baile, compartiendo un baile cargado de intimidad con otra mujer. Me encontré sin palabras, sin saber qué transmitirle a Wooyoung, el joven de fanales oscuros, a mi lado. Aunque no era mi conflicto lo que está a punto de desplegarse, no podía evitar sentir un atisbo de empatía por ambos.
Felix es mi mejor amigo y nuestra amistad se remonta a años atrás. No deseo dejar de respaldarlo, incluso cuando toma decisiones desacertadas. Pero por otro lado, no puedo evitar ponerme en los zapatos de su novia. Conozco muy bien el aguijón de la traición y desearía poder ahorrarle ese dolor. Empero, al mismo tiempo, quiero que ella descubra por sí misma lo que su novio está haciendo a sus espaldas. Sin embargo, antes de que pudiera pronunciar una palabra más, mi mejor amiga, Kang Soomin, apareció a nuestro lado, instándonos a regresar al patio.
—Ya...—la voz de Kang Soomin se arrastró, sus ojos reflejaban el cansancio que pesaba sobre ella—Simplemente déjalo, Ho.
No respondí.
Me limité a seguir bebiendo de mi botella, el líquido ardiente bajando por mi garganta. Nos encontrábamos sentados en unos asientos individuales en el patio trasero que parecían que con un mal movimiento caeríamos al suelo, y donde la fiesta seguía en pleno apogeo. Soomin decidió quedarse a mi lado cuando el resto de nuestros amigos se han dispersado para bailar y mezclarse con los demás invitados. No obstante, parecía que la rubia notó mi malestar, mi descontento con la escena que habíamos presenciado hace un momento.
—¿Acaso dije algo?
—No, pero tu mirada lo dice todo—declaró, colocando su botella de soju en el césped y volviéndose hacia mí con una expresión seria—. No es la primera vez que hablamos de esto, tú sabes cómo es Felix.
—Sí, pero nunca pensé que realmente llegaría a hacer algo así.
—Pero lo está haciendo, Minho.
—¡Y eso es lo que me hace sentir tan mal!—exclamé, la frustración burbujeando dentro de mí, todavía con la botella en mi mano izquierda. Bebí un poco antes de volver a hablar—No quiero ser ese amigo cliché que encubre a su mejor amigo para que la novia no descubra que es una auténtica Antílope Gran Kudú.
La última frase salió de mis labios con un amargor que no había pretendido. Sencillamente que era la verdad. No quería ser el que ayudara a Lee Felix a engañar a su novia de años, a ser el que le permitiera comportarse como un animal conocido por sus cuernos largos y retorcidos, un símbolo de engaño y traición. Y el hecho de que estoy haciendo exactamente eso me hacía sentir una mierda de persona, porque todos nosotros éramos muy conscientes de cómo era Han Micha con el idiota de nuestro amigo Felix.
Soomin me miró durante un largo momento, sus ojos llenos de comprensión y simpatía. Luego suspiró, su aliento creando una pequeña nube en el aire frío de la noche, al parecer en cualquier instante la primer gota de la madrugada caería. O es lo que siempre sucedía cuando la temperatura bajaba.
—Lo entiendo—dijo suavemente, su tono de voz apenas audible por encima del ruido de la fiesta—. Pero no es tu trabajo controlar las acciones de Felix. Él es un adulto y debe asumir la responsabilidad de sus propias decisiones. No puedes cargar con esa culpa.—luego, con un movimiento lento, se inclinó hacia adelante y recogió su botella de soju, dándome una mirada significativa antes de tomar un sorbo—Y en cuanto a Micha—continuó, limpiándose la boca con el dorso de la mano—, ella es fuerte. Si algo sucede, sabrá cómo manejarlo. No subestimes su capacidad para cuidarse a sí misma.
Sus palabras, aunque reconfortantes, no borraron completamente la culpa que sentía. Empero, me recordaron que, al final del día, cada uno de nosotros es responsable de nuestras propias acciones. Y aunque dolía ver a mis amigos en una situación así, tenía que recordarme que no era mi lugar intervenir. Al final del día, solo podía esperar que las cosas se resolvieran por sí mismas. Pero entonces, mi mejor amiga y yo fuimos testigos de cómo la novia de nuestro amigo lo había descubierto en plena acción, observamos como es que ella se encontraba más que sorprendida por lo que sus ojos estaban viendo.
Y entonces se marchó de inmediato.
2019, Octubre 17.
Corea del Sur, Seúl.
Tuve que reunir toda mi paciencia para no perder los estribos, pero al recordar de quién se trataba, algo me decía que era mejor alejarme. Así que eso fue exactamente lo que hice, me perdí en los pasillos de la universidad, dejando que el entorno académico disipara mi mal humor antes de tener que regresar a la biblioteca. Sin embargo, mientras que deambulaba, vi a una chica correr hacia los baños del segundo piso. Murmullos y sollozos suaves llegaban a mis oídos, despertando mi curiosidad. Me acerqué, siguiendo el sonido de los lamentos que, aunque contenidos, eran innegablemente desgarradores.
—¿Por qué me está pasando esto a mí...?
Escuché un susurro. Por lo que miré a ambos lados, buscando a alguien, preferiblemente una mujer, que pudiera ingresar a ese baño y ayudar a la persona que parecía estar sufriendo una crisis existencial, o lo que fuese que le estuviera pasando. Empero, el corredor se encontraba desierto, no había nadie a la vista, menos el sexo que yo estaba buscando. Con una sensación de aprehensión, me acerqué al baño de mujeres.
—Ehm... ¿Estás bien?—pregunté con cautela, mi voz resonando en el silencio del baño.
No hubo respuesta inmediata, simplemente el sonido de sollozos sofocados. Me quedé allí, en la entrada del baño de mujeres, sintiéndome fuera de lugar pero incapaz de dejar a alguien en evidente angustia. Después de un momento de indecisión, di un paso adentro, mi mirada buscando la fuente de los lamentos. La preocupación anudada en mi pecho, esperaba poder ofrecer algún tipo de consuelo, no obstante, a pesar de la extraña situación en la que me hallaba, entonces la escuché.
2019, Octubre 17.
Corea del Sur, Seúl.
—¿Segura qué estás bien?
Era la quinta vez que mi hermano me hacía la misma pregunta. Le dediqué una mirada neutra, una que transmitía amablemente que de verdad estaba bien y que no necesitaba que estuviera sobre mí todo el tiempo. Pero en cierta medida, me sentía culpable por querer decirle esas palabras, porque Jisung ha estado a mi lado en cada uno de mis ataques de ansiedad desde que presencié aquella escena con mi ahora exnovio.
Han pasado tres meses desde que rompimos cualquier lazo amoroso y sexual. Me cansé de los juegos de Lee Felix, sin embargo, no podía negar que todavía sentía un profundo amor por él. Habíamos mantenido una relación de casi dos años y medio, hemos hecho muchos planes para el futuro, realmente creía que él me amaba y que sentía algo profundo por mí de la misma manera que yo lo sentía por él.
Pero solo me vio la cara.
Así que después de despedirme de mi hermano, me dirigí a mis siguientes clases como lo hacía todos los días. Más tarde, una sensación extraña comenzó a molestarme en la parte baja de mi abdomen, era una señal clara de lo que estaba por suceder y por dentro me estoy muriendo porque el miedo comenzó a invadirme por completo. Por lo tanto, salí de la clase, rebuscando en mi bolso una toalla femenina mientras corría hacia el baño del segundo piso, empero, recordé que la última que me quedaba se la he prestado a una compañera.
—¡¿Por qué me odias tanto, Dios?!—exclamé, más enfurecida que angustiada, y comencé a correr con más determinación hasta llegar al baño de mujeres.
Entonces, cuando finalmente me encerré en uno de los cubículos del moderno baño público de la universidad, me bajé los pantalones con la ropa interior incluída, y fue en ese mismo momento cuando el estrés me ha invadido por completo el cuerpo y mente.
—¿Por qué me pasan estas cosas a mí...?—murmuré en un sollozo, la frustración y la impotencia se mezclaban con la vergüenza y el miedo.
Me encontraba sola, con el celular sin batería, sin una amiga, sin recursos, y en medio de una crisis. Todo lo que podía hacer era esperar que la situación mejorara, o al menos que alguien pudiera ayudarme. Fue en ese instante preciso que percibí el sonido de la puerta del baño abriéndose y unos pasos pesados acercándose. Escuché una voz que, sorprendentemente, me resultaba familiar y supe de inmediato que no pertenecía a ninguna mujer.
Indudablemente, el destino parecía tener algo en mi contra.
—Ehm... ¿Estás bien?—preguntó aquella voz masculina. Me quedé en silencio por un segundo, sin querer añadir más humillación a la que ya estaba experimentando. Pero si no aprovechaba ese momento, probablemente me quedaría atrapada allí hasta que oiga una voz femenina.—¿Hola?
Fruncí el ceño, porque allí reconocí a quién pertenecía esa voz. Creo que solté un sollozo aún más fuerte porque sabía que el destino me está jugando una mala pasada. ¿De todas las personas, tenía que ser el mejor amigo de mi ex? ¡Espero que no diga nada porque sino moriría de la vergüenza!
—¿Mi-minho? ¿Lee Minho?—interrogué, con una vergüenza palpable, mientras que cubría mis ojos con las palmas de mis manos.
Creo que fue en ese momento cuando los pasos se acercaron un poco más. Casi podía jurar que se había detenido justamente frente a la puerta del cubículo donde me encontraba.
—¿Han Micha, eres tú?
—Ujum...—articulé, derramando más lágrimas.
—¿Estás bien...? ¿Qué sucedió?
—Es qu... Es que...—intenté calmarme antes de hablar de nuevo.—Tuve un pequeño percance y no traigo nada de repuesto.
Parecía que él no comprendía a qué me refería. Su tono de voz se volvió titubeante, hasta diría que era capaz de acercarse mucho más a la puerta para poder averiguar lo que sucedía.
—¿Percance?
—Un accidente.
—¿Debería llamar al enfermero?—se escuchó nervioso.
—Me bajó la regla.—confesé directamente, no sé de dónde saqué las fuerzas para decirle eso al mejor amigo de mi ex. Empero, era lo mejor antes de que pueda llamar a alguien más.—Y no tengo más toallas femeninas, ni mucho menos ropa. Así que...
No obstante, antes de que pudiera terminar mi frase, él me interrumpió.
—Ya vengo. Espérame.
Pero de todos modos, por dentro pensé: «¿A dónde más iría si estoy manchada? Si salgo así sería la comidilla de todos estos universitarios.» Únicamente que el tiempo parecía avanzar a un ritmo lento, o eso era lo que yo percibía. Unas risas de mujeres resonaban en el baño, sus voces llenas de alegría y despreocupación. Hubiera aprovechado esa oportunidad para pedirles ayuda, no obstante, se fueron tan rápido como llegaron, dejándome de nuevo sola en mi angustia.
Empecé a pensar que Minho no volvería, que probablemente estaría contándole a sus amigos lo que me está sucediendo. Seguramente estarían riéndose de mí. Esa idea me hizo soltar otro sollozo, mis manos cubriendo mi rostro, cuando la puerta del baño se abrió de nuevo unos pasos se acercaron al cubículo donde yacía. El sonido de los pasos se detuvo justo frente a mi puerta, y me quedé en silencio, esperando. La incertidumbre y la vergüenza se mezclaban en un torbellino de emociones, intensificando mi angustia, pero a pesar de todo, una pequeña parte de mí se aferraba a la esperanza de que Lee Minho realmente hubiera vuelto para ayudarme.
—Micha...—la voz de Minho resonó desde el otro lado de la puerta del cubículo—No sabía exactamente qué tipo de toalla femenina necesitabas, así que... traje un poco de todo.
El tono de su voz tenía un matiz de incertidumbre, como si estuviera pisando terreno desconocido. Y, en cierto modo, lo estaba.
—Tengo aquí algunas toallas de la marca White, que son bastante populares. También traje unas de la marca Lilian, que son orgánicas y dicen que son muy suaves. Y unas de Secret Day, que son ultra delgadas y discretas.—continuó, su voz llena de duda. Parecía que está leyendo cada paquete—También encontré unas toallas de la marca Yejimiin, que son herbales y supuestamente ayudan a aliviar los cólicos...
Su voz se apagó, como si estuviera esperando mi reacción. Podía imaginarme a Lee Minho, parado frente a la puerta del cubículo con los brazos llenos de paquetes de toallas femeninas, completamente fuera de su elemento. A pesar de la situación, no pude evitar sonreír un poco ante la imagen.
—Y... bueno, traje un par de paquetes de tampones, por si acaso. No sabía si los usas, pero pensé que sería mejor estar preparado...—su voz se desvaneció por un momento, como si estuviera luchando con algo más que quería decir—¡Ah! También... bueno, pensé que podrías querer cambiarte. Así que, traje un par de boxers de la tienda. No tenía suficiente dinero para comprarte un pantalón de repuesto, pero espero que estos te sirvan. Son míos, los llevo siempre en la mochila por si acaso.
Creo que era su voz la cual sonaba aprehensiva, como si estuviera preocupado de que su oferta pudiera ser demasiado extraña o embarazosa. Pero en realidad, su pensamiento y consideración solo me hicieron sentir más agradecida. Aun cuando, la situación era incómoda, el esfuerzo de Lee Minho por ayudarme me hizo sentir un poco mejor. A pesar de todo lo que pasó con su mejor amigo parecía que podía contar con él, incluso en las circunstancias más inusuales.
—En seri...—él me interrumpió en medio de mi agradecimiento.
Eso había causando que las palabras se atropellaran torpemente en mi boca. Las palabras quedaron suspendidas en el aire, a medio camino entre la sorpresa y el alivio.
—Lo dejaré aquí, en la puerta y te daré privacidad.—indicó Minho. El sonido de algo aterrizando suavemente contra el piso resonó, seguido por el eco de sus pasos alejándose.
Luego, el sonido de la puerta del baño abriéndose y cerrándose de nuevo me indicó que Minho se ha ido. Con cautela, abrí la puerta del cubículo, asomando la cabeza para asegurarme de que me encontraba sola. El baño estaba silencioso, salvo por el zumbido suave de las luces fluorescentes. Cuando estuve segura de que estoy sola, extendí la mano y arrastré la bolsa marrón hacia dentro del cubículo. Cerré la puerta con un suave clic aún sentada en el inodoro para examinar el contenido de la bolsa.
Hay una variedad asombrosa de toallas femeninas. Además de las toallas, había un par de boxers de algodón y unos pantalones grises. Ambos eran claramente masculinos, sin embargo, están limpios y parecían cómodos. Pese a todo, me sentía agradecida. Agradecida por su ayuda, por su comprensión y, sobre todo, agradecida por su amabilidad. En medio de una crisis, Lee Minho demostró ser una verdadera buena persona, aun cuando, era el mejor amigo del idiota de mi exnovio.
Y por eso, a pesar de la vergüenza y la incomodidad del momento, me sentía increíblemente afortunada de que haya estado ahí. Así que después de limpiarme por completo y guardar las telas manchadas en la misma bolsa que me han traído, salí rápidamente del baño en la espera de poder agradecerle cara a cara, empero, él ya no se hallaba más ahí.
2019, Octubre 17.
Corea del Sur, Seúl.
Me sentía extraño con la situación que acababa de suceder, mis manos estaban metidas en los bolsillos de mi pantalón y mi mirada está perdida en el pavimento de la universidad. No sabía que sería capaz de hacer algo así por la exnovia de mi mejor amigo. Sabía que no debería estar haciendo eso, porque yo era el mejor amigo de Felix, no de Han Micha.
Exhalé un suspiro cansado, levantando la cabeza para observar a uno de mis amigos sentado en una mesa de madera fuera del edificio de la universidad. Crucé el patio, acercándome cada vez más al estudiante de 19 años con el nuevo tono de cabello en un castaño, que tenía una media sonrisa en su rostro, como si algo divertido hubiera sucedido, aunque tenía que admitir que me sorprendía verlo en este edificio debido a que él no estudiaba en esta universidad.
—¿Tú qué haces aquí?
—Le presté mi cámara de cine digital a un amigo que va a esta misma universidad—respondió, su sonrisa se ensanchó un poco más al notar mi expresión de sorpresa. La cámara de cine era su orgullo y alegría, un regalo de su abuelo que ha trabajado en la industria del cine. Que la estuviera prestando era una gran muestra de confianza—. Pero déjame decirte, hyung, que no sabía que se podía hacer compras en medio de tus clases.
—¿Compras?—cuestioné, frunciendo el ceño en confusión. No recordaba haber hecho ninguna compra recientemente, por demás de que no sabía porque sacó eso a la conversación.
—Sí, compras—respondió, riendo entre dientes—. ¿O cómo llamarías a lo que acabas de hacer? Eso de ir y viniendo constantemente al baño de las chicas.
Sentí cómo el calor subía a mis mejillas al darme cuenta de lo que estaba hablando. Claro, he olvidado por un momento la compra rápida que había hecho para Han Micha.
—Ah, eso...—balbuceé, rascándome la nuca—No es lo que piensas, Hyunjin. Solo estaba ayudando a una amiga en apuros.
Él se rio aún más, casi escupiendo el café caliente que se encontraba entre sus manos.
—¡Ayudando a una amiga en apuros! Eso suena aún más sospechoso, hyung.—dijo, todavía riendo.
A pesar de su broma, no pude evitar sonreír. Aunque la situación fue incómoda, me alegraba haber podido ayudar a Han Micha.
—Bueno, supongo que cada uno tiene su propia forma de ayudar a los demás.—dije, encogiéndome de hombros.—Además, es la exnovia de mi mejor amigo. Jamás haría algo indebido.
La sonrisa de Hyunjin se desvaneció de su faz, reemplazada por una expresión seria. Parecía recordar la charla que habíamos tenido hace un par de meses. Volvió a mirarme, sus piernas balanceándose ligeramente debido a que yace sentado en el borde de la mesa de madera.
—Cierto... Tus razones...—murmuró, su voz baja y pensativa.
Por un momento, el aire entre nosotros se volvió tenso. Recordé nuestra conversación, la seriedad en su voz actuar y voz cuando le advertí sobre involucrarse con la ex de su mejor amigo.
—Sí, mis razones.—respondí, mirándolo a los ojos—Solo estaba tratando de que hagas lo correcto.
La mirada de Hyunjin se suavizó, aunque aún hay un rastro de disgusto. Sin embargo, parecía comprender mi perspectiva.
—Siempre te he conocido como alguien que actúa con rectitud, hyung. Pero agradezco esas mismas razones porque al final no lo hice.—dijo, su tono lleno de una emoción no expresada.
—¿No...?—interrogué, inclinándome hacia él con curiosidad. Él asintió.
—Justo cuando estaba a punto de hacerlo, Innie vino y me dijo que se enteró de que Minyeo iba a salir con alguien más y me confesó que la extrañaba...—murmuró, su voz se desvanecía y su mirada está fija en el suelo.—Así que guardé silencio. Ellos retomaron su relación.
Podía visualizar la tristeza en sus ojos, pero Hyunjin rápidamente la ocultó con una sonrisa forzada, como si lo que acababa de revelar no le hubiera afectado en absoluto.
—¿Estás bien, Jinnie?
—¡Estupendo, hyung! Ella está en buenas manos. Y estoy contento por ti, tu comportamiento de esta tarde habla mucho sobre ti, tu generosidad, está bien que hayas ayudado a la ex de tu mejor amigo. Sabemos que tus intenciones son buenas.—respondió, su sonrisa se ensanchó un poco más.
Le devolví la sonrisa en agradecimiento. A los pocos segundos, un chico se acercó con la cámara de cine digital de Hwang Hyunjin. Después de despedirme de ellos, me volví para regresar a mis clases.
2019, Octubre 19.
Corea del Sur, Seúl.
—Escuché que hace unos días ayudaste a Han Micha.
Salí de mis pensamientos al escuchar la voz de Felix. Nos encontrábamos en su habitación, jugando a la última versión de PlayStation. Los joysticks vibraban en nuestras manos mientras nos enfrentábamos en un emocionante partido de fútbol virtual.
—Sí, es cierto—admití, manteniendo la mirada fija en la pantalla. Ignorando el hecho de que pensaba que se lo tomaría a mal—. Se encontraba en una situación complicada y necesitaba ayuda.
Felix asintió, sus faroles aún concentrados en el juego. Aunque su rostro permanecía serio, pude notar un ligero brillo de agradecimiento en su mirada, ya que de vez en cuando lo veía de reojo.
—Gracias por eso, hyung.
Sonreí, sintiendo un alivio palpable ante su reacción. No sabía cómo Lee Felix iba a reaccionar al enterarse de que había ayudado a su exnovia, pero me alegraba ver que lo había tomado bien.
—No hay de qué, Lix.—respondí, todavía un poco sorprendido por su agradecimiento.
Había asumido que ha dejado de pensar en Han Micha, especialmente después de verlo moverse tan rápidamente con otra persona después de su ruptura. A la mañana siguiente, me hallaba almorzando con mis amigos, compartiendo anécdotas y riendo como si nada hubiera pasado. No obstante, la expresión confusa en la cara de Jisung me hizo girar la cabeza para ver qué estaba mirando.
—Mierda... Seguro viene a regañarme...
—¿Por qué? ¿Qué has hecho ahora?—preguntó Wooyoung, masticando su comida con curiosidad. Dejando escapar una risa.
—Olvidé pasar por ella ayer. Se tuvo que quedar a dormir en casa de su amigo. Mi mamá también me regañó por olvidarme de ella.—Jisung rodó los ojos y tomó un sorbo de su bebida.
Seguí su mirada y vi a la hermana melliza de Han Jisung acercándose a nuestra mesa. Hannie se levantó, preparándose para el regaño que venía, según sus propias palabras. Solamente que su hermana no dejaba de mirarme, incluso cuando llegó a nuestra mesa.
—Minho, ¿podemos hablar? Por favor.
Sentí un nudo de nervios en el estómago y miré a mis amigos, que reflejaban mi propia ansiedad. Debido a que probablemente estarían pensando las peores cosas, y no quería que eso fuese así, por lo que les hice una señal de que quitaran esas expresiones de sus caras. Me levanté y me acerqué a ella, alejándonos de la mesa pero sin salir de la cafetería.
—¿Querías decirme algo?—pregunté, intentando mantener la voz calmada.
—Sí, la otra vez quise agradecerte por lo que hiciste por mí...—susurró, bajando la mirada—Pero tú ya no estabas más, y después no te encontré por ninguna parte del campus. Hasta ahora...
La sinceridad en su voz me hizo sentir un poco incómodo, sin embargo, también me llenó de alivio. He estado preocupado por cómo se sentiría después de lo que ha pasado, y me alegraba saber que estaba bien.
—No hay de qué, Han Micha.
Ella levantó la mirada, sus ojos llenos de gratitud. Por un momento, sentí una conexión con ella, una comprensión mutua que trascendía nuestras palabras. Por eso fruncí mi rostro.
—Gracias, Minho.—expresó, su tono dulce pero decidido—Valoro mucho lo que hiciste por mí. Además, quiero entregarte tu pantalón. Te aseguro que está limpio, apenas llegué a casa lo lavé para devolvértelo.—rápidamente mostró una bolsa frente a mis ojos.
Mis cejas se alzaron en sorpresa. Esbozé una sonrisa tenue, tomando la bolsa de sus manos. Pero en ese instante, nuestras manos se rozaron, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Por un instante, todo a mi alrededor pareció congelarse, y solamente podía ver su rostro apenado, sus fanales clavados en los míos y sus mejillas teñidas de un rosado suave por el contacto.
—De nuevo, gracias. Nos vemos. Y por favor,—bajó un poco su cabeza—dile a mi hermano que sí lo estrangularé cuando vuelva a casa.
Solto una risita, retirándose de mi presencia para que pudiera regresar a la mesa con mis amigos. Mientras ellos seguían inmersos en su conversación, abrí la bolsa y encontré mi pantalón gris. El aroma de la lavanda fresca me envolvió, y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
No obstante, la voz de Wooyoung interrumpió mis pensamientos.
—¿Qué fue eso? Eso fue bastante inusual...
—Me devolvió algo. Nada más.—respondí, intentando sonar despreocupado.
—¿Desde cuándo son tan cercanos?
—No lo somos, Wooyoung. Solo la ayudé en una circunstancia y ella me devolvió mi pantalón. Nada más que eso.—expliqué, un poco inquieto por su insistencia.
—¿No son amigos pero tiene una prenda tuya?
—Oye...—intervino Jisung, frunciendo el ceño—Es mi hermana, ¿qué te pasa? Minho solo la ayudó en un momento difícil. Si alguien merece una explicación, soy yo. ¿Desde cuándo te comportas de esta manera? Ella es la ex de Felix, no tuya.
—Oigan...—interrumpí, sintiéndome avergonzado por la charla que están teniendo.
—No es eso, Han. Solo me pareció peculiar...
—Y si fuese así, doy mi consentimiento. Prefiero que él esté con ella a que el idiota de Felix. Maldito...—murmuró Han Jisung, recordando lo que Felix le ha hecho sentir a su hermana.
El ambiente se tensó, sencillamente que he aclarado que nada de lo que sucedió fue con otras intenciones. Sin embargo, Felix estaba al tanto de la ayuda que le hice a su exnovia, solamente que mientras me marchaba para mi casa una sensación extraña me invadió por completo. No podía sacar de mi cabeza la sonrisa que me había dedicado, el gesto de haber lavado mi pantalón y el cómo se sintió el choque de nuestras pieles.
«¡Agh!»
Mi piel se erizó al imaginarme en una situación que no me convenía en lo absoluto. Así que mi mente lo único que pudo pensar fue en lo siguiente: «Lee Minho, solo piensa en la razón número uno y se te pasará.» Eso fue exactamente lo que había hecho para dejar de pensar de esa forma en Han Micha.
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