𓆩♡𓆪 reason four.
2019, Noviembre 11.
Corea del Sur, Seúl.
—¿Sigues pensando en eso?—la voz de Kang Soomin resonó en la quietud de mi habitación, sacándome de mis pensamientos.
Estaba acostado en mi cama, con mis gatos dispersos a lo largo de mi fisionomía, formando una especie de constelación felina. Desde mi encuentro con Jung Wooyoung, había estado fuera de ritmo, mis nervios en un constante estado de agitación. No quería arruinar mi amistad con Lee Felix, mi amigo desde la infancia. No obstante, mantenerme alejado de su ex, se está volviendo cada vez más difícil, especialmente ahora que éramos compañeros de un proyecto en la universidad.
El estrés de lidiar con mis propios sentimientos, el miedo a cómo podría reaccionar Felix, y la dificultad de tomar decisiones me estaba agobiando. Así que, en mi desesperación, he recurrido a mi mejor amiga, Soomin. Aunque ella también era amiga de Felix, siempre ha estado más cerca de mí. Tal vez porque pasaba más tiempo con él de lo que le gustaría, ya que ambos asistían a la Universidad Avanzada de Yeouido. Por demás de que a la rubia no le caía para nada bien el comportamiento de mi amigo.
—No puedo dejar de pensar en ello, Soo—admití, mirando el techo de mi cuarto—. No quiero arruinar mi amistad con Lixie, pero tampoco puedo evitar mis estúpidos y extraños sentimientos por Micha. Y ahora que somos compañeros en el proyecto del corto, es aún más difícil mantenerme alejado de ella.
Kang Soomin se quedó en silencio por un momento, pensativa. Sus brazos cruzados hicieron chocar sus pulseras de metal, un recordatorio constante de su estilo rockero. Constantemente vestida de negro, con maquillaje oscuro que parecía que nunca se quitaba completamente.
—Es mejor que se lo digas tú, si no quieres que se entere por otra persona.
—Pero...—me quejé, haciendo un gesto de sufrimiento y fingiendo un llanto. Eso logró que Dori, mi gata, se subiera sobre mi pecho, ronroneando en un intento de consolarme.—Sería muy raro que cada vez yo sea la persona que mencione a su ex, debería de ser al revés. La idea es que no piense que ella me gusta.
—¿O sea qué sí te gusta?—contraatacó Soomin, con una sonrisa juguetona en su rostro.
—¿Qué? ¡No!—me defendí, sentándome en la cama y colocando a Dori entre mis muslos, acariciándola para calmar mis nervios.
Soomin esbozó una sonrisa, entrando completamente en mi habitación. Se apoyó contra uno de mis muebles, sus brazos todavía cruzados y sus ojos vagando por mi habitación.
Después de un momento, ella suspiró y me observó directamente.
—Mira, Ho—comenzó Soomin, su tono se volvió serio—. La honestidad es la mejor política en situaciones como estas. Si realmente no quieres que Felix piense que te gusta Micha, entonces necesitas ser franco con él. No tienes que confesarle que te gusta Micha, pero sí debes decirle que estás trabajando en un proyecto con su exnovia y que eso te hace sentir incómodo. Es mejor que se entere por ti y no por rumores o malentendidos.
Hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras correctas. Aproveché ese momento para decirle que era todo lo contrario, aunque fue muy silencioso que ni siquiera se dio cuenta.
—Es que no me incomoda...—murmuré.
—Y si realmente te gusta Han Micha, entonces, necesitas ser honesto contigo mismo sobre tus sentimientos. No puedes huir de ellos para siempre. Es natural sentirse atraído por alguien, incluso si esa persona es la ex de tu amigo. Pero también debes respetar los sentimientos de Felix.—movió su mano con la mirada en algún punto.—Si decides seguir tus sentimientos por ella, asegúrate de hablar con Lee Felix primero. No querrías que se enterara de la peor manera posible.
Concluyó su consejo con una mirada comprensiva, dejando claro que, sin importar lo que decidiera, ella estaría allí para apoyarme. No pude decir nada más, ya que tenía que ir a mi turno en el bar. Así que recogí mis pertenencias, me puse un abrigo y salí del edificio, con Kang Soomin a mi lado.
Cuando salimos al exterior, la primera nevada del año comenzó a caer sobre nosotros. Los copos de nieve flotaban lentamente hacia el pavimento de la calle, cubriendo todo con un manto blanco. La rubia de mi mejor amiga, emocionada por la primera nevada, comenzó a chillar y a saltar de alegría. Su entusiasmo era contagioso, sin embargo, también un poco embarazoso. Los adultos que pasaban nos miraban con curiosidad, probablemente preguntándose por qué una mujer adulta estaba saltando y chillando en medio de la calle como si fuese una niña de 7 años.
—¡Kang Soomin!—la reprendí, haciendo señas de que la mataría si no dejaba de hacerme pasar vergüenza. No obstante, ella solo se rio y continuó saltando y entendiendo sus brazos al aire, dando vueltas. Su alegría por la nieve superando cualquier vergüenza que pudiera sentir.
Pese a mi amenaza, no pude evitar sonreír ante la felicidad de Soomin.
A veces, su espíritu alegre y despreocupado era justo lo que necesitaba para recordarme que, sin importar los problemas que enfrentara, siempre había razones para ser feliz. Y en este momento, con la nieve cayendo a nuestro alrededor y Kang Soomin saltando de alegría, decidí que, sin importar lo que decidiera hacer sobre Micha y Felix, lo enfrentaría con la misma alegría y determinación que Soomin mostraba ante la primera nevada del año.
—¡Alégrate también, Honnie!—Soomin corrió hacia mí, su risa resonando en el aire frío. Antes de que pudiera detenerla, apoyó su rostro contra mi mejilla, sabiendo muy bien lo mucho que detestaba ese tipo de contacto físico con ella.—Debes estar contento de que hayas estado con tu mejor amiga en la primera nevada del año. ¡Debes de estar emoci...!
Su voz se desvaneció de repente y se alejó de mí con tal rapidez que casi tropezó. Juraba que me hubiese reído si eso llegaba a suceder, diría que sería uno de mis mejores días. Sabiendo los horribles días que estaba teniendo últimamente. Empero, decidí seguir su mirada frenética, notando la figura familiar de Bang Chan a lo lejos y fue cuando comprendí su distancia.
—Agh...—mascullé.
—Oh por Dios, ese es Bang Chan...—murmuró, su tono de voz llena de admiración—Está tan guapísimo... Si tan solo supiera que hemos estado juntos en la primera nevada...
—Menos mal... —murmuré, aliviado de que su atención se hubiera desviado de mí, pero ofendido con ese comentario.
Cada vez que Kang Soomin veía a Chan, se convertía en una adolescente enamorada, baboseando y cambiando su personalidad con la esperanza de captar su atención. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, nunca parecía tener éxito. La rubía está prácticamente hipnotizada, sus fanales fijos en Bang Chan mientras él caminaba por la calle cubierta de nieve con un par de amigos suyos. Su rostro estaba iluminado por la luz de las farolas, haciendo que pareciera aún más atractivo. A pesar de mi molestia por su comportamiento, no pude evitar sentir un poco de simpatía por ella. Después de todo, Bang Chan era increíblemente guapo y tenía un encanto innegable.
—Ya vámonos, Soo.—ordené, tirando del brazo de mi mejor amiga para alejarnos de la acera.
Pero Kang Soomin protestó, soltando un gemido dramático y fingiendo llorar mientras luchaba contra mi agarre. Estaba claro que no quería dejar de espiar a Bang Chan desde detrás de las paredes, aunque literalmente no fuese así. Su obsesión está llegando a niveles exagerados y yo estaba perdiendo la paciencia. Durante todo el trayecto hasta el bar donde trabajaba, tuve que soportar sus comentarios y suspiritos por Chan. Llegó un punto en que juré que si no se callaba, la lanzaría del auto.
—Pero...—la interrumpí.
—¡Ya cállate, Soomin! ¡Por Dios! ¿Tanto quieres estar con él? ¡Pues házlo! ¿No te animas? ¡Bien! Hablaré con Jisung para que me diga si está disponible o no—exclamé, harto de escuchar sus quejas. Después de un momento, añadí, más calmado—: Chan es amigo de la hermana de Jisung, quizás sabe algo.
Soomin esbozó una sonrisa perversa, acercando su mano a mi brazo de una forma que sencillamente podía significar que quería algo a cambio de la información que acababa de darle. Mientras buscaba un lugar para estacionar, ella habló de nuevo.
—¿Sabes qué, Ho? Creo que sí es buena idea que salgas con Han Micha.—comentó repentinamente.
Mis fanales se estrecharon al darme cuenta de sus verdaderas intenciones. Murmuré una serie de insultos en voz baja, lo suficientemente bajos para que Kang Soomin no pudiera oírlos. No quería ofenderla, no obstante, estaba empezando a irritarme con las cosas que está diciendo. No podía creer que estuviera intentando manipularme para conseguir lo que quería. Le lancé a Soomin una mirada significativa, una que claramente decía que era hora de que se bajara del auto. La rubia captó el mensaje y, aunque parecía que tenía más que decir, se mordió la lengua. Le prometí que le diría si Bang Chan estaba disponible o incluso interesado en salir con ella, y con eso pareció quedar satisfecha.
Luego de despedirse, Soomin cruzó la calle hacia la tienda de instrumentos musicales donde trabajaba. La observé durante un momento antes de entrar al bar para comenzar mi turno. Al ingresar, el familiar aroma de cerveza y comida frita me recibió. El bar yacía moderadamente lleno, con la mayoría de las mesas ocupadas y la música sonando a un volumen agradable. El gerente, un señor robusto con una barba espesa y un sentido del humor seco, me saludó con un asentimiento de cabeza. Le devolví el saludo y después me dirigí al vestuario para cambiarme. Me deslicé en el uniforme del bar, una camisa negra con el logo del bar en el pecho y unos pantalones vaqueros oscuros. Una vez vestido, salí del vestuario, listo para enfrentar otra noche en el bar.
2019, Noviembre 12.
Corea del Sur, Seúl.
Desde que recibí aquel mensaje de esa persona con la que pensé que nunca volvería a tener contacto, me sentía como un manojo de nervios. Quería que nos reuniéramos en un lugar que solía ser nuestro refugio cuando éramos pareja. Era un establecimiento único, una mezcla de cafetería y biblioteca, pero en lugar de libros, está lleno de mangas. Además, siempre transmitían animes en la televisión, algo que a Lee Felix le encantaba. Yo solía pasar mi tiempo allí dibujando para la empresa para la que trabajaba en ese entonces. La comida era otro de los atractivos del establecimiento, con platos de diversas culturas que siempre lograban deleitarme.
Sin embargo, volviendo al presente, me encontraba frente a dos de mis mejores amigos, quienes se habían posicionado como barreras en mi camino, tratando de impedir que me reuniera con mi ex. Chan tenía un rostro serio, sus cejas estaban fruncidas y sus manos están metidas en los bolsillos de su abrigo. Supuse que su mal humor se debía a la noticia que uno de nuestros amigos le ha dado y al hecho de que la primera nevada del año comenzó a caer. Por otro lado, Chael no dejaba de observarme, sus manos enguantadas gesticulaban enérgicamente, mientras que hablaba. Sus labios esponjosos, rosados por el frío, se movían sin cesar, pronunciando palabras que apenas podía oír debido a mi nerviosismo.
—Es una horrible idea, Micha.—comentó Bang Chan, su voz grave y seria.
—Pero solamente vamos a hablar, Chan.—le recordé, luchando contra el impulso de empujarlos a un lado y entrar.—Ustedes saben muy bien que jamás volvería a estar en una relación con él.
La tensión era palpable, como una cuerda estirada al límite. Sabía que mis amigos simplemente querían protegerme, pero también sabía que necesitaba hacer esto. Necesitaba ver a Felix y averiguar por qué había vuelto después de tanto tiempo. No obstante, cuando dije esas palabras ambos chicos se dedicaron una mirada cómplice, y al momento en que sus miradas fueron a la mía ambos tuvieron la misma reacción. Es por eso que rodé los ojos, siendo consciente de que los comentarios que vendrían a continuación era por mi propia culpa.
—Has dicho eso varias veces, ¿quieres que te cuente qué pasó después?—replicó Chan, manteniendo su postura de guardia de seguridad que más odiaba y su mirada severa.
—Micha, solo queremos que estés bien. Sabes que si entras ahí, Felix dirá sus diálogos de siempre y tú caerás rendida a sus pies—Chael hizo una mueca, a lo que Chan asintió, respaldando su comentario—. Además, no puedes negar que te gustaría que él quiera volver contigo.
Las últimas palabras de Lim Chael golpearon mi ego. No pude negar la verdad en sus palabras. Supongo que la mirada que les lancé fue suficiente para que Bang Chan se diera cuenta de mi determinación, porque abrió los faroles con sorpresa y se hizo a un lado, permitiéndome el paso hacia la entrada del local donde me estaba esperando mi ex. Sin embargo, Chael no se movió. Parecía realmente decidido a evitar que cometiera otro error con respecto a mi antigua pareja.
—Déjala, Chael.
Chael suspiró, luego se volvió hacia mí, sus ojos llenos de preocupación y cariño.
—Recuerda que mereces ser amada y respetada. No dejes que las palabras dulces de Felix te hagan olvidar eso. Eres fuerte, inteligente y valiosa. No necesitas a alguien que solo te quiera cuando le conviene. Mereces a alguien que te quiera siempre, en los buenos y en los malos momentos.—aconsejó suavemente.
Las palabras de Chael resonaron en mi mente, cada una de ellas golpeando con la fuerza de una verdad que he intentado ignorar. No pude evitar sentir un nudo en la garganta al darme cuenta de cuánto se preocupaba por mí. Siempre era el que intentaba mantenerme lejos de los problemas, el que se llevaba los golpes por mí, el que siempre estaba allí cuando necesitaba a alguien.
No pude resistirlo más. Me acerqué a él, sintiendo cómo la tensión se disipaba de mi cuerpo a medida que me acercaba. Extendí los brazos y lo rodeé con un abrazo, apoyando mi cara contra su pecho. Mis brazos rodearon su cintura, aferrándome a él como si fuera mi salvavidas en medio de un mar tempestuoso. Podía sentir su sorpresa inicial, no obstante, después de un momento, Lim Chael correspondió al abrazo, sus brazos envolviéndome con un calor reconfortante. En ese momento, me sentí pequeña, como una garrapata aferrándose a él. Empero, también me sentí segura, protegida. Sabía que, sin importar lo que sucediera, Chael estaría allí para apoyarme, al igual que el resto de mis mejores amigos.
Hasta que el frío del invierno parecía menos severo, la nevada menos intensa. Todo se desvaneció hasta que solo quedamos Chael y yo, abrazados en medio de la calle, mientras que el mundo seguía girando a nuestro alrededor. Pero en este instante, tenía algo importante que hacer. Así que, con una sonrisa amarga, me separé de Chael, asintiendo con la cabeza para hacerle saber que entendía sus preocupaciones. No era ninguna ingenua, era plenamente consciente del daño que Lee Felix me causó en el pasado. Solamente que ahora mismo necesitábamos enfrentar nuestros problemas y resolverlos de una vez por todas, para poder seguir adelante sin resentimientos ni rencores.
Por lo tanto, me alejé de mis amigos y entré en el establecimiento, mis ojos recorrieron el lugar en busca del familiar rubio con pecas que probablemente estaría en alguna esquina, absorto en un manga. Y entonces, lo vi. Allí yacía, con su melena rubia despeinada en una pequeña coleta, su rostro salpicado de pecas y vestido con ese uniforme que siempre me parecía tan extraño que tuviera que usar en su facultad. A medida que me acercaba, el mundo parecía ralentizarse, como si cada paso que daba hacia él hiciera que el tiempo se detuviera.
Y cuando nuestras miradas se hallaron, sentí un estremecimiento recorrer mi fisionomía. Sus bellos faroles eran del color del café, llenos de una calidez que todo el tiempo me había atraído. Es aquí cuando sentí que mi corazón latía un poco más rápido, como si estuviera enamorándome de nuevo. Sin embargo, tuve que sacudirme la cara de tonta y concentrarme en la realidad de la situación. Salí de mi mundo de fantasía y me enfocé en la expresión de Felix. Tenía el ceño fruncido, y su postura era rígida. Dejó el manga que estaba leyendo en la mesa de madera y me miró directamente. Su lenguaje corporal era claro: no estaba contento de verme. No obstante, por alguna razón, me había citado aquí. Con un gesto de sus ojos, me indicó que me sentara frente a él.
—Seré directo contigo, no llevará menos de 5 minutos.—comenzó Felix. Su voz era más grave de lo que recordaba, y su tono era frío, distante.
—Te escucho.
Me había sentado frente a él cuando me hizo aquella seña con sus ojos, dejando mi abrigo reposar sobre mis muslos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y no pude evitar recordar la última vez que nos vimos, cuando arruiné la fiesta de su mejor amigo. Esperaba que esta vez fuera diferente, que pudiera tener una conversación con él sin que terminara en un desastre. Pero la mirada en sus luceros, esos luceros que una vez han brillado con cariño hacia mí, ahora solo reflejaban frialdad e indiferencia. Eso me hizo darme cuenta de que mi esperanza de una reconciliación amistosa era más un sueño que una realidad.
Cada palabra que salía de los labios de Lee Felix era como un golpe directo a mi corazón. Su tono era frío, distante, como si estuviera hablando con un extraño y no con la persona con la que una vez compartió risas y secretos por dos años y más. Cada frase, cada palabra, cada sílaba, parecía estar diseñada para alejarme, para poner una barrera entre nosotros. Podía sentir cómo mi corazón se rompía un poco más con cada palabra. Era como si estuviera viendo cómo se desmoronaba un castillo de arena, cada grano de arena una pieza de los recuerdos que habíamos construido juntos. La tristeza me golpeó como una ola, inundándome con un dolor agudo y punzante que me dejó sin aliento.
Mis manos temblaban en mi regazo, y tuve que apretarlas en puños para controlar el temblor. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me negué a dejar que cayeran. No iba a darle a Felix la satisfacción de verme llorar, no ahora, no después de cómo me había tratado. Insinuando todas esas cosas de mí cuando se suponía que me conocía. Sin embargo, a pesar del dolor, sabía que tenía que enfrentar esto. Mi primera reacción ante sus palabras fue expulsar una risa sarcástica ante esa confirmación de su parte, como si estuviese 100% seguro de que yo había hecho eso con su mejor amigo de toda la vida cuando no era así.
—¿Sabes...?—murmuré, mis ojos fijos en mis muslos, incapaz de mirarlo a la cara. Sabía que había rodado los ojos, su paciencia claramente agotada.—Juraba que me has citado aquí porque querías hablar de nosotros, y tal vez darnos otra oportunidad.
—¿Es una broma?
—Pero veo que nunca vas a cambiar, Felix. Así que ahora doy por terminado cualquier sentimiento que tuve por ti en algún momento.—de inmediato alcé la voz, para que sepa que estoy hablando yo.—De verdad espero que estés bien y que puedas cambiar esa horrible personalidad que tienes. Ojalá que encuentres a alguien que pueda soportarte, porque yo ya me cansé.—me levanté de la silla con una dignidad que no sabía que tenía.—Y la única razón por la que no te estoy tirando este café en la cara después de todo lo que me acabas de decir es porque está caliente y no quiero arruinar lo único bonito que tienes.
Con esas palabras, me di la vuelta y me alejé, dejando atrás el lugar que una vez fue nuestro refugio. Pero en el segundo en que puse un pie fuera del local, sentí una mano agarrándome del brazo y dándome la vuelta. Me encontré cara a cara con Felix, su rostro a centímetros del mío.
—No me vuelvas a poner una mano encima.
Fueron mis últimas palabras con un tono frío a la persona que me había enamorado en su momento. Podía notar el enojo en sus ojos, un reflejo del mío propio. El aire entre nosotros yacía cargado de tensión, cada uno de nosotros mirando al otro con una mezcla de ira y tristeza. Hemos llegado a un punto de no retorno, nuestras palabras y acciones han trazado una línea que ninguno de nosotros podía cruzar. Y en este mismo momento, supe que tomé la decisión correcta al poner fin a cualquier esperanza de reconciliación. Por lo que me solté bruscamente, alejándome de él.
2019, Noviembre 13.
Corea del Sur, Seúl.
—Quita esa cara, Ho.
Me instó Soomin desde el otro extremo de la isla de cocina en la casa de Felix.
Nos encontrábamos en la residencia de mi mejor amigo, en medio de una de sus típicas fiestas de viernes por la noche. Felix decidió organizar una reunión para aliviar el estrés de la universidad que nos estaba agobiando a todos sus amigos y estudiantes. Pero la razón por la que Kang Soomin me pidió que cambiara mi expresión era porque, al entrar a la casa de Lee Felix, me ha recibido su hermano, Kang Yeosang, con una cara que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar. Tras dejarme ingresar a la casa, Yeosang tomó de la mano a su novia y se han alejado, dejándome solo con Wooyoung, quién elevó sus cejas y se marchó.
No obstante, eso no era todo. Para empeorar las cosas, la mayoría de mis amigos, que también eran amigos de Lee Felix, me miraban como si fuera un intruso, un invasor en su territorio, como un jodido robanovias. Y si eso no fuera suficiente, la noche anterior, mientras sacaba la basura del bar, había presenciado una escena que me dejó sintiéndome como un completo idiota: Felix, compartiendo un momento de telenovela y complicidad con su exnovia. O al menos eso era lo que mi mente había interpretado.
Ahora mismo, me sentía atrapado en un torbellino de emociones, lidiando con la culpa de tener sentimientos por la exnovia de mi mejor amigo y la incertidumbre de no saber si ellos aún tenían una relación. Todo esto me dejó con un nudo en el estómago y una sensación de incomodidad que no podía sacudir. Cada risa, cada conversación, cada mirada compartida parecía ser una cruel burla de mi situación. Y a pesar de los esfuerzos de Soomin por distraerme de mi sufrimiento, que era únicamente mental, no podía evitar sentirme como un extraño en un lugar que una vez consideré un segundo hogar. Me encontraba apoyado en la isla, con mi mano en la barbilla, en una pose que probablemente dejaba mi trasero a la vista de cualquier transeúnte.
Fue entonces cuando la presencia de una de las novias de los hombres que alguna vez consideré amigos desde hace varios años se hizo evidente. Con un movimiento fluido, abrió la nevera y sacó un pack de cervezas. La chica de melena larga y castaña me dedicó una media sonrisa antes de hablar.
—No le hagas caso a Yeosang, Minho-ssi. A veces puede ser un idiota.—comentó Im Seoji. La novia de hace 3 años de Yeosang. Ella se acercó a la isla de la cocina— Y tú deberías saberlo muy bien. Son amigos.
—Éramos...
—Oye...—Soomin me regañó, echándome una de sus caras malas.—Hazle caso, porque tiene mucha razón.—intervino la rubia, pero ignoré su comentario para concentrarme en la figura de su cuñada de 23 años.
—Sabes que Kang Yeosang siempre le hace caso a los chismes de Woo. Encima, no creo que tengas esas intenciones con las novias o exnovias de nadie. Menos de Felix. Solo porque sean compañeros en un proyecto universitario no significa que vayas a involucrarte con ella en un ámbito amoroso o sexual. Él es tu mejor amigo, carajos, jamás le harías algo así.—explicó Seoji.
Sus palabras resonaron en mi cabeza, haciéndome sentir aún peor. Porque, a pesar de todo, estaba sintiendo exactamente lo contrario. Kang Soomin me lanzó una mirada llena de comprensión, sabiendo perfectamente la incomodidad que estoy sintiendo. Seoji se alejó de la cocina, dejándome solo con mi mejor amiga. El silencio que siguió fue incómodo, cargado de palabras no dichas y sentimientos no expresados. Y a pesar de que sabía que mi amiga se encontraba tratando de hacerme sentir mejor, no podía evitar sentirme como un completo idiota. Ya que no podía negar lo que sentía. Y eso me hacía sentir como el peor amigo del mundo.
—Tienes que ser sincero con él, Lee Minho. Antes de que esos dos—levantó su cabeza, señalando con la mirada a los dos amigos que hoy me habían ignorado.—le digan algo a Felix.
—No puedo. Porque ni siquiera sé lo que siento, ¿entiendes?—me cubrí el rostro con las manos, negando con la cabeza—Además, ayer... Ayer los vi muy juntos, Soo, y estoy seguro de que van a volver a estar juntos.
—N-no creo.
Ambos nos sobresaltamos al escuchar una voz de repente en nuestra conversación. Ella se bajó de la mesada rápidamente, y los dos nos volvimos hacia la misma dirección, con los ojos bien abiertos por la sorpresa. Las puertas de los armarios de la cocina se abrieron de golpe, revelando a uno de mis amigos, Hwang Hyunjin, en un estado de ebriedad evidente, sosteniendo una botella de soju.
—¿Jinnie? ¿Qué estás haciendo ahí?
—¿Y quién demonios es ese?—preguntó Soomin, acercándose cautelosamente a la isla de la cocina.
—F-Felix me invitó. Pero solo porque Innie también es su amigo—balbuceó Hyunjin, intentando salir del armario y ponerse de pie. Claramente, su estado de ebriedad no le permitía mantener el equilibrio, así que me acerqué para ayudarlo—. Gracias, hyung.
—¿Por qué estás tan ebrio?—pregunté, sosteniéndolo para que no se cayera.
—Es que... parece que sí me enamoré de Hong Minyeo y duele... duele verla con mi mejor amigo, hyung...—sus palabras salieron en un susurro, y pude ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas.
La confesión de Hyunjin me dejó sin palabras. Sabía que se hallaba lidiando con sus propios sentimientos, pero escucharlo admitirlo tan abiertamente me impactó, ya que anteriormente me había dicho que no le daba mucha importancia a la noticia de que Hong Minyeo haya vuelto con su ex. Y en este momento, me daba cuenta de que no era el único luchando con sentimientos complicados y situaciones difíciles. Antes de que pudiera decir algo más, mi amiga se despidió rápido y salió de la cocina, dejándonos a Hyunjin y a mí solos. Ayudé al chico castaño a sentarse en una de las sillas, luego fui a buscar un vaso de agua para él, considerando la cantidad de alcohol que consumió. Una vez que pareció un poco más relajado, intenté iniciar una conversación sobre lo que había sucedido, pero las palabras me fallaron.
—Escucha...—empecé, pero Hyunjin me interrumpió con una media sonrisa.
—No necesito un consejo, hyung...—anunció, aún con el vaso entre las manos.—Ya sé lo que tengo que hacer. Pero con respecto a tu situación, n-no creo que Lee Felix y Han Micha vuelvan a estar juntos. Yo estuve presente cuando se reunieron en ese local, y las cosas que él le dijo no fueron nada buenas. Ella terminó todo con él. Parecía en serio.
Sus palabras me dejaron atónito. El aire en la cocina se volvió pesado, lleno de la tensión no resuelta y las revelaciones inesperadas. El rostro de Hyunjin está serio, sus fanales brillaban con una mezcla de determinación y tristeza. Su confesión anterior sobre sus sentimientos hacia Minyeo aún resonaba en mi mente, y ahora esta nueva información sobre Felix y Micha añadía otra capa de complejidad a la situación. La luz de la cocina se reflejaba en su faz, acentuando las sombras y las arrugas de preocupación en su frente. Sus palabras están cargadas de emociones no dichas. Podía sentir la tensión en el aire, como una cuerda estirada al límite.
Por un momento, nos quedamos en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La revelación de Hyunjin había cambiado las cosas, añadiendo una nueva dimensión a la ya complicada red de relaciones y sentimientos que nos rodeaban. Y aunque no me encontraba seguro de cómo procesar todo esto, una cosa era segura: las cosas iban a cambiar, para bien o para mal. No obstante, no era el minuto para estar hablando sobre aquello, no en la casa de mi mejor amigo, y mucho menos cuando habían dos hombres que me querían comer vivo.
—Te llevaré a casa, vámonos.
Atajé el cuerpo del castaño, ayudándolo a pararse de la silla donde se encontraba sentado. Él puso de su parte para que llevarlo sea mucho más fácil, simplemente que en el camino me crucé al rubio, nos observó más que confundido por lo que estaba viendo y le tuve que decir que iba a llevar a Hyunjin a su departamento, por ende, yo también me tenía que ir de su fiesta. Sin embargo, pude darme cuenta de una pizca de emoción incómoda que tenía mi mejor amigo en su cara, solo movió su cabeza en afirmación, abriéndome la puerta de la salida como ayuda. Con Hyunjin acomodado en el asiento del copiloto, me dispuse a rodear el auto para tomar el volante, las llaves de su vehículo pesaban en mi mano. Fue entonces cuando noté a mi mejor amigo, Felix, parado a cierta distancia. Su expresión era inescrutable, pero hay algo en su mirada que me decía que quería hablar.
—Oí lo que Seoji te dijo en la cocina...—comenzó, y yo hice una mueca. No había querido que se enterara de esa manera, lo que solo añadió a la incomodidad que ya sentía—Y quiero que sepas que confío en ti, Minho. No tienes que hacerle caso a lo que ellos digan de ti, no te conocen como yo.
Sus palabras me dejaron sin aliento.
Pese a todo lo que está sucediendo, Felix todavía creía en mí. Eso me hizo sentir un poco mejor, sin embargo, también aumentó la presión que ya sentía. Sabía que pronto tendría que enfrentar la realidad de mis emociones hacia su ex. Así que tomé una decisión. A partir de mañana, haría un esfuerzo consciente para entender mis verdaderos sentimientos por la mujer. Y una vez que tuviera claridad, hablaría con Lee Felix al respecto. No podía seguir ignorando la situación, no cuando estoy afectando a tantas personas a mi alrededor. Con ese pensamiento en mente, me subí al auto, eché un último vistazo al pecoso, y arranqué el vehículo. La noche fue larga y llena de revelaciones, empero, sabía que el verdadero desafío aún estaba por venir debido a que una de las tantas razones fue a mi mente de inmediato: «Cuarta razón es que podrías hacer que te veas mal ante otros amigos y conocidos. Podrían pensar que no respetas las relaciones de tus amigos.»
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