Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: Expulsión (A)

La señora Hoult ya ha reunido a nuestros padres en su despacho. Antes de que las clases empezaran, ya estaban limpiando y ordenando el despacho y ahora estaba exactamente igual que antes. Salvo por cierta vaca. Aún no han llamado a los de control de animales. Connor ha insistido en que no lo hicieran, que la vaca era de sus padres. 

Ahora, Connor y yo estamos sentados en el pasillo. Yo muevo mi pierna a gran velocidad, intentando pensar en cualquier otra cosa que no sea en la cara de mis padres cuando se enteren de lo que he hecho. O en la expulsión que seguramente nos pondrán. Y en lo que podría pasar si la directora o el centro presentan cargos contra nosotros. 

Me tiro suavemente del pelo, como señal de nerviosismo y me muerdo la parte interior de la mejilla. Ashley, te lo advertí. ¡Vamos! ¿En verdad crees que este es momento de reproches? Lo hecho, hecho está. Y ya lo estoy pasando lo suficientemente mal como para escucharte. ¿No te das cuenta de que en un día solo has tomado malas decisiones? ¿Disculpa? Primero, aceptas ayudar a este tipo. Segundo, montas una escenita para "defender a tu hermana". Tercero, montas otra escenita en casa peleándote con tu hermana por celos. Cuarto, mientes a tu padre diciendo que estabas con Madison, cuando en realidad estabas con Connor. Quinto, vuelves a pelearte con tu hermana y la echas de casa. Sexto, te escapas de casa. Séptimo, allanas el instituto y la lías en el despacho de la señora Hoult. Octavo, llegas a tu casa pasada la medianoche. ¿Tú estás loca? Oye, oye. No todo eso ha sido mi culpa o ha sido malo. El segundo punto, era por ayudarla. ¡Y me obligaste tú a hacerlo! El cuarto punto me lo dijo mi madre. Con respecto al quinto punto... ¡yo no la eché de casa! Esa fue completamente su decisión. Y... con respecto a lo demás, no sé qué decir. Sí, vale, la he cagado. ¿Y qué? No puedo volver atrás en el tiempo, voz interior. 

—Ashley, de veras que lo siento —murmura el castaño a mi lado—. Si hubiera sabido esto... Yo... Joder, Ashley... No sé qué decirte. Asumiré la culpa, por supuesto. Pero...

—Connor, déjalo. Fue culpa de ambos. Yo accedí —le interrumpo. 

—Connor Sinclair y Ashley McMiller, pasen al despacho, por favor —nos dice la directora con un tono gélido. 

Al entrar, veo a la vaca junto a los que deben ser los padres de mi compañero y un joven de unos veintipocos y tengo que contener la risa. No es momento para eso. Por suerte o por desgracia, todas mis ganas de reír se van cuando veo la expresión de mis padres. Mi madre me mira apenada y alicaída. Conozco esa cara. Está decepcionada. Por su parte, mi padre me está fulminando con la mirada. La vena de la frente está a punto de explotar, por lo que sé que en cuanto salgamos del despacho va a empezar a gritar. Empiezo a notar un nudo en el estómago y siento que voy a vomitar. Además, estoy a punto de volver a echarme a llorar. 

Me siento, temblando e intento mirar a mis padres lo menos posible. 

—Les he contado a vuestros padres lo que me encontré al llegar a mi despacho. Como representante del centro, he decidido no presentar cargos. 

Cuando pronuncia la última frase, puedo respirar tranquila, con lo que me doy cuenta de que había estado conteniendo la respiración. 

—Sin embargo, no creáis que os vais a librar de una penalización. Si bien es cierto que nunca antes habíais tenido un mal comportamiento, anoche os pasasteis. Así que, por mucho que me siente mal ver a dos de alumnos de conducta casi impecable con un castigo, ambos debéis saber que os lo merecéis. Por contraparte, es cierto que esta es vuestra primera gran travesura, así que el castigo será bastante poco severo. 

»El día de hoy seréis sancionados con una expulsión de un día y cuando volváis, estaréis diez días castigados por una hora al término de las clases. Tendréis al profesor Wilson como vigilante. No podréis hablar, salir del aula o levantaros del asiento. ¿Entendido?

Asiento con la cabeza muy rápido, deseando que todo esto se acabe. 

—¿Qué deben hacer durante la expulsión? —pregunta mi padre, conteniendo la rabia. 

—Simplemente, cumplir con los deberes que los profesores han mandado y dar la materia que sus compañeros vayan a dar. Está todo en las hojas que voy a dar ahora. 

La mujer se levanta y nos da a Connor y a mí una carpeta con varios folios. 

Cuando al fin salimos del despacho de la directora, mi padre me agarra fuerte del brazo y tira de mí sin dirigirme ni una palabra. Veo a Madison por el pasillo, quien me mira con un interrogante en los ojos, pero no le digo nada. Verónica también me mira con curiosidad, pero pronto su mirada se vuelve fría y enfadada. Genial, Ashley. Mira lo que has conseguido. ¿Quieres dejarme en paz?

Llegamos a casa y en cuanto entramos por la puerta, noto cómo toda la tensión y la ira se acumulan. 

—¡¿Qué está mal contigo?! —me grita mi padre. 

—Calder... —murmura mi madre, con tono conciliador. 

—¡Nada de "Calder", Eufemia! ¡Nuestra hija se está descarrilando! Primero, consigue que Verónica desaparezca de casa por todo el día, después ella misma se fuga y ahora... ¡Ahora mira lo que ha pasado! 

—Verónica se fue porque quiso —susurro, sin ser capaz de mirar a mi padre a los ojos. 

El rostro de mi padre se vuelve oscuro, sombrío. 

—Así que no influyó en absoluto que su hermana empezase a tratarla mal o que no se sintiese cómoda en la casa. 

—No puedo creer que me eches la culpa de sus propias decisiones —digo, dejando de murmurar. Estoy empezando a enfadarme. ¿Por qué tienen a Verónica tan idealizada?

—Ashley... —me advierte mi madre con tono de reproche. Parece que solo quiere que la pelea termine lo antes posible. 

—Ashley, tu comportamiento últimamente me tiene harto. Estarás castigada hasta que se me olvide esto, o hasta que cumplas los 18, lo que ocurra antes. En serio, Ashley, jamás me hubiese esperado esto de alguna de mis hijas. ¡A tu cuarto!

Voy a decir algo más, pero decido que la mejor opción es callarme y obedecer. 

—¡Y dame el teléfono! —me grita él cuando ya estoy en mi habitación. 

Estoy enfadada, decepcionada y me siento sola. Así que reacciono con más temperamento del que debería. Cojo mi móvil y lo arrojo al pasillo, sin importarme que se rompa. 

Creo que es buen momento para empezar los deberes que me han mandado. Además, así conseguiré que el tiempo pase algo más rápido. 

—Ash... —me llama mi madre con voz dulce. Sé que está dolida conmigo y decepcionada. Pero, al menos, ella no intenta hacer que me sienta peor. 

Me giro, intentando mantener la calma. 

—Tu hermana ya ha llegado y vamos a comer. 

—¿Y queréis que me vaya para que podáis ser una perfecta familia feliz? —suelto, sin poder contenerme. Estás actuando de manera infantil e inmadura. ¿Quieres dejar de culpar a los demás por tus errores? —Perdón, mamá. Ya bajo.

Recojo las cosas y las coloco encima de mi cama. Primera mitad del día, superada. Supongo. Ahora toca la peor parte. Estar con mi padre y Verónica en la misma habitación. ¿El plan? Quedarme callada y quieta. Solo comer y no mirar a nadie, salvo a mi madre. 

Bajo las escaleras intentando hacer el menor ruido posible. Cuando llego al comedor, están los tres sentados. Mi padre no me dirige la mirada. Mi melliza tampoco. Mi madre, por su parte, me mira con pena, y vuelve a concentrarse en su plato. Yo me siento junto a ella y me sirvo comida. 

—¿Qué tal hoy en clase, Verónica? —pregunta mi padre. 

—Como siempre, a decir verdad. Aunque, bueno, ya que sabéis que estoy medio con alguien, tal vez debería hablaros de él. 

No la miro, pero sé que me está mortificando con los ojos. 

—Nos encantaría escucharte, cariño —dice mi madre, tan agradable como siempre. 

—Levi es... diferente. Es un "chico popular". Ha estado con algunas chicas antes que conmigo. Tiene muchas pretendientes y todo lo que dictan los clichés. 

Me doy cuenta de que el tono de mi hermana se está volviendo dulce y esperanzado. Realmente le gusta Levi. 

—Pero es más que eso. Es realmente divertido. Con él siempre te ríes. Además, es espontáneo, carismático y... atrayente, de alguna forma. No solo porque sea guapo, que lo es. Es, más bien, porque tiene una personalidad fuerte y magnética. Quizás no sea el chico más dulce o más responsable o el del expediente perfecto... Pero creo que es bueno para mí. Me hace reír, y salir de mi zona de confort. Y se preocupa por mí. Ayer, salí de casa enfadada y dolida. Pero él estuvo conmigo hasta que me animé. 

Escuchar cómo habla de su perfecta relación con Levi solo hace que mi malestar aumente. Vamos, no me seas cría. ¡Vamos! ¡Es mi hermana con el chico que me gusta desde niña! Tengo derecho a estar mal. Puede, pero estás empezando a victimizarte cuando la que ha actuado de forma incorrecta has sido tú. Y aún no te has disculpado. 

—Verónica, ¿podemos hablar? —pido, murmurando cuando termino de comer. 

—¿Así que ahora quieres que hablemos? —me espeta, con un tono gélido. 

Le lanzo una mirada de disculpa, pero no sé qué más puedo decirle. Así que, simplemente me levanto y voy a fregar mi plato. 

Una vez en la cocina, oigo los pasos de alguien que llega. 

—Está bien, hablemos. 

¿Cómo no? Verónica, la perfecta, McMiller. Ashley, no seas así. 

—Lo primero, no te lo decía a ti cuando dije lo de "¡Cállate, estúpida!" Hablaba conmigo misma y con mis pensamientos —empiezo. 

—¿Por qué dejaste de hablarme? ¿Por qué le contaste a papá lo de Levi? Pensaba que éramos hermanas que, en el fondo, se llevaban bien. Si bien es cierto que papá no me ha castigado ni nada, podría haberlo hecho y lo sabías. 

—Estaba dolida —es mi única explicación. Después de todo lo que ha pasado hoy, siento que iba a explotar. 

—¿Por?

Verónica se cruza de brazos, esperando una respuesta por mi parte. 

—Porque tú sabías que a mí me gusta Levi desde niños. Y me enteré por otros que estabas con él. ¡Ni siquiera me lo contaste tú!

—¿Y? Es mi vida. No tengo que ir contándotelo todo. Pero... ¿aún te gusta? Me contaste eso hace como... ¿3 años? Yo pensaba que se te había pasado. Además, ¿cómo te va a gustar si ni siquiera lo conoces? Ha podido cambiar desde que erais niños, lo sabes, ¿no?

—Ya, sí, tienes razón. Hablar contigo ha sido una mala idea, perdona. En resumen, siento no haberte hablado y haberte tratado mal ayer. No hiciste nada malo. Fui yo. 

Salgo de la cocina, aún más dolida que ayer. Me ha hecho sentir como una estúpida. Como si mis sentimientos fuesen de mala calidad o algo así. Me siento fatal. Solo quiero que este día acabe. 

***




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro