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Prólogoღ

Diana Cavendish Pov

«Una vez me dijiste que nuestro amor sería para siempre.» Esa vez me encontraba armando una pequeña pizarra que compraste. No sabía para que la querías o que uso le darías, pero con tal de verte feliz teniendo las cosas que deseabas, era suficiente para mí. Las instrucciones que venían eran simples, no me costó mucho armarla y terminé en contar de pocos minutos.

Mis recuerdos viajaban a esa vez donde la mayoría de las veces te recogía en casa de tu amiga cuando acababa con mi trabajo; recordaba también las veces que te ponías triste porque repentinamente tenía que irme debido a una llamada de urgencia. Las llamadas que requerían de mi presencia de inmediato no podía ignorarlas, puesto que, el lugar donde trabajaba era de mi pertenencia; y debía dar una buena imagen.

En las madrugadas muy poco recibía esas inesperadas llamadas, pero ocurrían. No quería levantarte y simplemente te dejaba una nota antes de irme con prisa. Despertar en la media noche no lo consideraba sano, pero era mi deber salvar la vida de una persona con mala salud o causa de accidentes.

Sucedieron ocasiones en la que te levantabas y me pedías adormecida que no fuera, sin embargo sabías que no podía obedecerte; no obstante, siempre te lo recompensaba después; ya fuera con una salida, cena juntas u obsequios.

Me encantaba estar en tus brazos; me encantaba las caricias que dejabas en mi cabello cuando estábamos acostadas. Tus labios me regalaban una sensación que amaba y añoraba todos los días. Tu cuerpo desnudo bajo las sábanas me entregaba una hermosa vista al despertar. Y tú sonrisa... alegraba mis días pesados.

Hasta el momento, aún en mi memoria ya se el día en que te conocí. Éramos jóvenes e inexpertas en el tema del amor, sin embargo tú lo demostrabas mejor que yo. Estudiábamos en distintas academias, y cuando visitaste la mía por primera vez no te presté la más mínima atención.

El linaje de los Cavendish para mí en ese tiempo lo consideraba más importante que cualquier otra cosa. Debía seguir los pasos de mis ancestros y no necesitaba alguna distracción que me desviara de mi camino.

No obstante llegaste tú, con tu típica sonrisa a saludarme. Eras una bruja de otra academia perteneciente al equipo rojo, y yo era la bruja destacada del equipo azul en mi academia gracias a mi buen desempeño en la magia.

Preguntaste, de repente, por mi nombre, desconcertándome por un momento. «¿No lo recuerda?». Me había presentado antes de dar la bienvenida a todas esas estudiantes que estaban de visita en nuestra institución mágica.

Mi silencio te llenó más de curiosidad y empezaste a contemplarme de arriba abajo, creándome incomodidad. Era extraño como había perdido un poco la compostura por tu repentina aparición, pregunta y mirada. Nunca en mi vida alguien me había dejado tan desconcertada, pero dentro de mí, sentía igualmente curiosidad. Te di una rápida mirada, y luego hablé provocándote un pequeño sobresalto, haciendo también que tus ojos volviesen a mirarme.

Tu estatura no se comparaba a la mía. Eras probablemente unos cinco centímetros más baja. Tu cabello era largo de color castaño, tenías esferas color rubíes y piel pálida. Mientras contemplaba tus rasgos faciales, adiviné fácilmente de donde provenías, aunque antes de examinarte lo sabía con exactitud al estar enterada de donde era la academia que visitaba la mía.

En mi vida, imaginé que estaría casada a los veinte con un hombre de alta cuna escogido por mi tía. No me molestaba ese hecho y posibilidad, porque no estaba interesada en el sentimiento romántico que unía a las personas y hacía que cometieras actos imprudentes sin tener conocimiento. Estar junto a alguien que seguramente no llegara a enamorarme, no me importaba en lo más absoluto. Solo deseaba poder llenar de orgullo mi apellido.

Mi magia era incomparable. Eso lo di a demostrar a todas esas estudiantes que anteriormente exploraban la academia, menos a las otras alumnas pertenecientes a ese lugar, aunque algunas se encontraban.

La directora me había escogido personalmente para dar la bienvenida e hice esa pequeña demostración de cómo funciona lo que toda bruja hace, pero un poco diferente al ser de academias distintas.

''¡Estuviste asombrosa!'', exclamaste en los pasillos mientras te acercabas a mí. No entendía el por qué seguías hablándome. No era que me molestara, pero se me hacía extraño que una persona, aparte de mis "amigas", continuara dirigiéndome la palabra. La mayoría de las veces las conversaciones que tenía duraban más con aquellas personas de clase alta que deseaban mi atención.

''Gracias'', te respondí con cordialidad y una expresión bastante seria que te hizo bajar los brazos. «¿Por qué extendió sus brazos?», me pregunté con extrañez. Luego de eso, no le di tanta importancia a esa acción y me despedí nuevamente con esa diminuta simpatía que nos identificaba a las dos.

Un día, parecías desanimada. Te encontrabas sentada en el patio de la academia con varios rasguños en tus brazos, rodillas, codos y rostro. Tu varita estaba frente a ti y algunas lágrimas bajaban por tus mejillas. Al sentir mi presencia, me miraste con sorpresa e intentaste ocultar tu pequeño lamento. Arqueé una ceja y contemplé una vez más tus heridas.

''¿Que tratas de hacer?'', te pregunté con curiosidad, sin embargo, mi expresión no demostraba aquella emoción de preocupación que pensaste que tendría. Arrugaste el entrecejo e hiciste un puchero que me creo confusión. ''Intentaba hacer un hechizo. No resulto.'' Explicaste con sencillez en un murmuro acompañado de un poco de vergüenza. ''¿Cuál es tu nombre?'', te consulté, al no habérmelo dicho con anterioridad en nuestras pocas veces que nos dirigíamos la palabra.

Te sonrojaste, parpadeaste sorprendida y sonreíste de manera nerviosa. Aquellas expresiones y cambio de humor, me desconcertaron. «¿Una persona puede tener tantos cambios?». Todo de ti, era algo nuevo para mí. No le di muchas vueltas al principio porque no me encontraba interesada en hacerme tu amiga. Difícilmente conseguí las que me acompañaban la mayoría del tiempo. Además, ellas fueron las que se acercaron a mí, ya que por mi parte jamás me hubiera acercado a ellas.

Cada noche desde que volviste a tu academia no faltaba un mensaje tuyo a través de una bola de cristal que conseguiste para mí. Claramente tenías otra, y con entusiasmo me dijiste que nos comunicaríamos por ese medio. Honestamente no me encontraba de acuerdo con esa idea, pero al ver la emoción plasmada en tu rostro acepté con agradecimiento y un leve asentimiento.

Descubrí que eras una chica obstinada. Cuando una idea entraba en tu cabeza era difícil quitártela.

«¿Qué fue lo que me atrajo a ti?». Era lo que me preguntaba cada noche que empezaste a invadir mis pensamientos. «¿Por qué cada vez que ahora hago mis deberes apareces en mi mente?». Tenía que averiguarlo, porque esa causa de distracción en mis estudios, me molestaba.

Tus eras una distracción que debía eliminar.

Dejé de contestarte aquellos mensajes. Llevaba un mes sin responderte, pero lastimosamente para mí, las cosas no cambiaron. Al contrario, empeoraron. Debía admitir que me agradaba el hecho de que aun a la distancia deseabas comunicarte conmigo, y ese sentimiento confortable que se creaba por esa intención, fue convirtiéndose en un malestar que luego, sorprendentemente, no soporté.

Al revisar la esfera de cristal, tenía un total de treinta mensajes de tu pertenencia. Todas las noches dejabas uno. Cumpliste con tu palabra, sin embargo, yo mas no cumplí con la mía. «¿Somos amigas? ¿Por qué quiere ser mi amiga? ¿Qué fue lo que le llamó la atención de mí? Aparte de ser hermosa, claro.»

A veces me adulaba a mí misma por mi belleza natural. Me encantaba pasar mis dedos por mi cabellera ondulada totalmente cuidado. Cuando me miraba en el espejo me quedaba encantada de mi propio reflejo. «Soy hermosa», pensaba encerrada en mi baño privado. Sin embargo, esa belleza, aunque la tuviera, empezaba a valer poco.

Nuevamente te vi en persona, estabas acompañada de la profesora Ursula y, amigablemente le dirigiste la palabra. Sentí un pequeño malestar al imaginar que primero fuiste a verla a ella y no mi persona. Pero no iba a dejar que esa diminuta molestia se reflejará en mi rostro. Te saludé; te sonreí tenuemente; y me despedí con normalidad.

''¿Me extrañaste?'', me consultaste en el tiempo libre que había conseguido para estudiar los siguientes exámenes. Estabas interrumpiendo mis estudios y eso era algo que, aparte de molestarme, me fastidiaba. No obstante, sentía que no podía enojarme contigo, ya que dedicaste previamente tu tiempo en esos mensajes que no había leído. Y también... porque después de un mes ignorándote, me di de cuenta que en ningún momento abandoné tu mente; mientras que yo intentaba borrarte de la mía, tú nunca lo hiciste. Era extraño, pero agradable.

''¿Terminaste tu recorrido con la profesora Ursula?", te pregunté con cierta molestia en mi voz. Me confundí de inmediato al haber salido de esa manera mi pregunta. No tenía intenciones de responderte de esa forma, pero simplemente... sucedió. Sentí que otra vez mi compostura estaba siendo destruida; que el control que tenía de mí misma estaba disminuyendo. Fruncí el entrecejo, pero tu sonreíste, causando que cualquiera pisca de enojo que tenía desapareciera al instante.

«¿Qué es esta sensación que me crea al mirarte sonreír?».

En esa noche, te dedicaste a explicarme como pudiste venir a mi academia, e incluyendo los logros que has obtenido en la tuya. Gran parte de la información ya la conocía, pero honestamente no había pensado en cómo conseguiste venir. Tal vez porque no me importaba mucho, pero también cabía la posibilidad de que quizás lo más importante era que estabas aquí, regalándome esa sonrisa y mirada entusiasmada.

''Esto se está volviendo costumbre, ¿no crees?'', te dije estando rodeada por tus brazos otra vez. Tu calidez al principio hizo que mi cuerpo reaccionara de una manera extraña; algo incomoda. Mis amigas no me abrazaban; nadie lo había hecho desde hace años. Los invitados nobles nunca saludarían con un abrazo, siempre eran apretones de manos o simples reverencias. Cada uno tenía una costumbre diferente, pero los que había conocido jamás me envolvieron en sus brazos como tú lo hacías cada vez que venías a la academia acompañada de la profesora Ursula. Era extraño, pero luego empecé a acostumbrarme.

Inconscientemente empecé a acariciar tu cabello, mientras descansabas en mi regazo. Había pasado un año desde que te conocí y poco a poco inocentemente me fuiste pareciendo... linda. Dejé que mi mente pensara en ti. Además de que, no me gustaba llevarle la contraria por causaba estragos en mis aprendizajes.

Antes de acostarme a dormir, recordaba esos abrazos que me entregabas. Y entre la suavidad de mis almohadas, un sentimiento acogedor de extraña calidez me ayudaba a descansar con placidez.

El aroma de tu cabello, la tenuidad de tu piel, tu sonrisa que demostraba sincera felicidad, tus ojos que brillaban cuando me mirabas y tus yemas recorrer cada parte de mi rostro. Causaron que mi corazón latiera con fuerza, e involuntariamente empezara a disfrutar como examinabas mis rasgos faciales. ''Eres hermosa. Que digo, eres perfecta'', fueron tus palabras cuando terminaste.

Había recibido muchos halagos a lo largo de mi vida, pero el tuyo... significó mucho más. Aun desconocía el porqué de tus palabras me trasmitían esa sensación acalorada en mi pecho y una pequeña inquietud en mi vientre. Pero me sentía a gusta. Me complació mucho que alagaras mi belleza.

''¿Qué...? ¿Qué haces?'', me preguntaste nerviosa cuando coloqué mis manos en tus pómulos. De inmediato, estos se tornaron de un color carmesí que me tomó por sorpresa. No sabía el motivo, ni su significado, pero mi respuesta no se hizo esperar. ''Lo mismo que hiciste conmigo''. ''No soy tan bonita como tú'', dijiste enseguida. «¿Entonces por qué me pareces demasiado hermosa?», pensé mientras contemplaba y disfrutaba de la suavidad debajo de mis yemas.

Te convertiste para mí en la mujer más hermosa que alguna vez tuve. No sólo empecé a amar tu físico, si no también tu corazón. ¿Así se sentía el amor? ¿Era posible que yo amase a una persona? A la única persona en vida y fallecida actualmente que seguía teniendo mi afecto, era mi madre. No imaginé un día en el que me hallara queriendo a alguien más después de su ida: perderla me dolió tanto que, hasta el momento, la seguía extrañando.

Sin embargo, más te extrañaba a ti en ese momento. «¿Es eso normal?». Habían pasado diez años desde tu ida y aún seguía amándote. Me envolví en el alcohol; no había tocado a otra mujer; me había provocado heridas que, si las vieras, te decepcionarías de mí. Pero... ¿Quién puede vivir no estando con la persona que amó con todo su corazón?

Diez años... Diez años y aun no podía superarlo.

Quería que me sonrieras como solías hacerlo en cada momento del día. En las mañanas era especial, me regalabas un beso acompañado de un ''buenos días'' con tanto... cariño. Quería que tus brazos me concedieran esa calidez que sólo tú me trasmitías. Deseaba escuchar otra vez tus exclamaciones de amor cuando lo demostrábamos en nuestras noches; deseaba aún más sentir tus labios contra los míos y escuchar las palabras: ''buenas noches'' de tu voz cansada antes de dormir.

¿Recordabas aun nuestro primer beso? Me habías puesto muy ansiosa y nerviosa. Sentir esos sentimientos que me llevaban a las nubes por una mujer, era indescriptible y confuso. No obstante, al sentir nuestros labios juntos estando en mi habitación a media noche, aclararon mis pensamientos; aclararon también mis sentimientos y dudas. Fue como si todo mi mundo gris, tomara color y forma al instante. Brillabas ante mis ojos y tu mirada deseosa con una pequeña sonrisa contenida me causó ternura.

No demoramos en besarnos otra vez. Revivir esa sensación y querer disfrutarla en las pocas horas que teníamos.

Cuando pasaron los años, estaba dispuesta a darlo todo por ti. Ocurrieron muchos problemas con mi familia a base de mi decisión, pero no iba a perderte. Me había enamorado apasionadamente y no quería dejarte; por muy egoísta que sonara. Tú me creabas esas emociones positivas y mejorabas mis días.

Pero... lo que más temía sucedió.

Los problemas se habían resuelto con los días. Eras mi esposa; eras mi vida entera. Me encontraba ansiosa de verte luego de haber tenido un día ajetreado lleno de trabajo. No podía esperar más para darte las buenas noticias. Había conseguido días libres para visitar a tu familia, ya que eso era lo que más deseabas para navidad.

Desde que nos comprometimos empezaste a vivir conmigo y casi ya no los veías. Los extrañabas y entendía cómo te sentías. Era tu familia, después de todo.

Entré a nuestra casa. Te llamé por tu apodo como de costumbre, pero no contestaste. Supuse que habías salido y volverías dentro de un rato. Caminé con tranquilidad hacia la cocina con la garganta seca. Parpadeé confundida cuando pisé y observé vidrios rotos en el suelo. Volví a llamarte y registré el salón en tu búsqueda. Sin embargo, no te encontré. Desesperada, me aproximé a pasos apresurados a la habitación mientras tu nombre salía de mis labios repetitivamente.

Me extrañé nuevamente al encontrar la puerta de nuestra habitación abierta. No había observado lo que se hallaba en el suelo hasta que bajé la mirada.

La desesperación, agonía, dolor y miedo, fueron las emociones primordiales que identificó mi cerebro. Con la luz del sol empezando a ocultarse, contemplé con temor tu camisa de lana tan blanca como tu bella piel, totalmente empapada de tu propia sangre. Mi corazón se detuvo y mis pulmones empezaban a quedarse sin aire, acompañado de un escalofrió que viajó por cada parte de mi cuerpo. Y posiblemente mi rostro se encontraba demasiado pálido.

Tu cabello castaño cubría parte de tu rostro, pero podía verse como más sangre salía de tu comisura. Negué con mi cabeza, tratando de salir de ese trance que me había dejado como una roca; traté también de no hacerme una idea apresurada. Me acerqué con rapidez y te rodeé con mis brazos. Coloqué dos de mis dedos en tu cuello buscando algún pulso, pero, lastimosamente, no encontré ninguno. Estabas fría y la sangre parecía haberse secado hace una hora.

Habías muerto hace una hora.

Examiné tu rostro apagado con tus parpados cerrados. Mordí mi labio inferior con fuerza al sentirlo temblar por contener esas lagrimas que imploraban en salir. Pasé mi dedo pulgar por tus labios descoloridos y, lentamente acerqué los míos depositándote un pequeño beso.

Como era de esperarse, empecé a llorar. Mis abundantes lagrimas cayeron en tu pecho y mi mano libre que sujetaba tu mano fría empezó igualmente a temblar. "Akko... Akko..." decía entre lamentos y repetía en mi mente.

Días después me puse a investigar a todas las personas que nos rodeaban y todos parecían no haberse involucrado. Lo aseguré, con ayuda de un hechizo que no tenía alguna falla. El hechizo era exacto y seguro.

Nuevamente el tiempo paso con naturalidad y poco a poco comencé a cansarme de todas las cosas en mi entorno. Volver a casa ya no era igual que antes; extrañaba todo de ti. Y aun lo hacía. Todas las noches me colocaba un traje de color negro con una corbata roja parecido al que utilicé en tu funeral. Siempre decías que te gustaba verme con estos tipos de trajes y a mí me gustaba complacerte.

Actualmente habían pasado diez años desde tu muerte donde la pasé bajo el sabor del alcohol para desahogar mi malestar y calmar mis pensamientos y, así, lograr dormir. Era imposible conciliar el sueño sin tu compañía. Las pesadillas eran muy constantes. Además, de que era aún más difícil no pensarte cada día de mi vida; era difícil no dejar de desear tu calor corporal cerca de mi cuerpo.

Te extrañaba tanto, que no había podido dejar de pensar en ti.

Con la poca conciencia que me quedaba en esas noches donde me consumía el alcohol, escribí diez cartas con mis más sinceros y profundos sentimientos hacia ti. Tenía intenciones de quemarlas luego de encontrarlas encima de mi escritorio, para tal vez así, conseguir dejar atrás ese dolor que me desgastaba y consumía todos los días que permanecía aún con vida.

Sin embargo, una idea mejor que estuve llevando a cabo hace cinco años atrás, me convenció y me entregó un nuevo propósito.

Al fin logré conseguir todos los materiales requeridos; logré obtener también la experiencia en la magia que necesitaba; y logré crear un lugar solamente para nosotras. Las cartas, serían utilizadas para cuando te viera nuevamente en esos recuerdos de nuestro pasado. Te las entregaría una por una, sin que te dieras cuenta.

Uno de esos recuerdos me llevará al momento que anhelo. Y cuando vuelva... deberás tener las diez cartas en tus manos. Eso me dará a entender que el hechizo funcionó en su totalidad. ¿Qué pasaría si solo consigues tener cuatro? ¿O la mitad? No lo sabía, pero no pensaba en fallar.

Yo pienso... He intentaré, traerte de vuelta. Porque esta vida sin ti, no lo vale para mí. Eres y serás mi único amor, Akko.

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Bienvenidos sean a esta pequeña mini historia. Como siempre antes de comenzar, aclarare algunos puntos importantes.

🌹1)- Diana tendrá 39 años.

🌹2)- Esta será una mini historia con alrededor de 10 capítulos, más un epílogo, un especial de 6 mil palabras y dos finales alternativos. Sin embargo, estos finales alternativos y algunos datos más de la historia que saldrán al final no se subirán en Wattpad. Estos finales y otras cosas podrás leerlos únicamente en Gumroad.

🌹3)- Esta historia es NSFW y ANGST. Si no te gusta las historias de este tipo, puedes dejar de leer esto hasta aquí y continuar leyendo otras historias que sean de tu gusto. Sin embargo, si quieres probar una historia ANGST, puedes leer este si gustas.

🌹4)- Esta idea de la historia fue inspirada en una que se subió por: Esmeralda Turcios. En un grupo de Diakko en Facebook. Sin embargo, esta historia podría decirse que es totalmente diferente a su idea principal. La he acoplado y amoldado a mis ideas. Algunos datos fueron puestos, pero no todo es igual. Se podría decir que es una adaptación, y que esa idea me inspiró a crear esta.

🌹5)- Los capítulos tendrán portadas. Ya no habrá link de canciones de YouTube. Por ejemplo:      

Si quieres acompañar los capítulos con alguna música o canción de tu reproductor, estas en todo tu derecho.

🌹6)- Lo único que se subirá de esta historia, es el prólogo como ya leyeron y el epílogo.

🌹7)- Antes de que decidas leer esta historia, debo advertirte que contiene temas delicados que pueden afectarte si estas pasando por un mal momento, por eso pondré esto:

Así en grande para que se lea MUY bien y con una imagen con edición sencilla. Uwu

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Si quieres saber más información de como funcionara de ahora en adelante las historias que vaya publicado. Puedes ir al final del One Shot- Corrupta de Diakko, o ir a mi nuevo libro titulado "Vamos a conocernos" e ir directamente a la sección titulada: Preguntas#3. 

Sin más que decir, espero disfruten de esta historia que he preparado con todo cariño para ustedes.

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