Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9✉️

┌──────❥──────┐

CURIOSIDAD

└──────❥──────┘

Diana Cavendish Pov

«Tan cerca...» Estaba cada vez más cerca de tenerte otra vez. Faltaba poco; muy poco. Me sentía muy nerviosa, mis manos no habían dejado de temblar desde que ingresé a mi hogar. Mi cabeza daba muchas vueltas y, sinceramente tenía miedo de averiguar lo que te sucedió, puesto que... si una persona que conocía o desconocía era el responsable de que te hubieras ido de mi vida y hayas pasado tanto sufrimiento, sin dudar lo desaparecería del miserable mundo donde estaba.

La importancia de que fuera alguien reconocido o que tuviera un buen dinero, era nula. Podía pagar mi fianza y salir de la cárcel si llegaran a descubrir mi acción, era simple. Sin embargo... ¿Cómo te lo tomarías? No me interesaba las opiniones de los demás, o si mi legado era manchado, simplemente me importaba la tuya.

No me gustaría que pensaras diferente de mí y dudaba de que me creyeras si luego contaba mi versión de la historia, aunque... con magia era sencillo que lo hicieras.

«No debería estar pensando en esto. ¿Por qué estoy planificando la muerte de alguien? Eso es... poco humano.» Al menos, sabía que mi enojo estaría por las nubes, literalmente. Esa emoción tomaría el control total de mi cuerpo y necesitaría de mi amada mujer para que me detuviera antes de que cometiera una total locura.

Mi mente la sentía dañada, en otras palabras, perdí la capacidad de controlar lo que pensaba hace mucho tiempo. Como, por ejemplo: los recuerdos de mi hermosa esposa que aparecían imprevistamente, hasta cuando me encontraba realizando una operación y, al intentar concentrarme nuevamente lastimaba... lastimaba mucho. Deseaba tanto dejar de sentir dolor; poder descansar en las noches sin ninguna preocupación en mi mente, pero era imposible.

Mi rutina en esos diez años había sido: despertarme, tomar o comer en el desayuno, almorzar de lo que mandaba a comprar, terminar mi trabajo y volver a casa a beber para intentar despejar mi malestar e intentar aliviarlo, pero eso no funciona en lo más mínimo.

Tomar alcohol hacía que mis pensamientos pudieran dispersarse sólo unos segundos, y luego de ingerir otras copas más los recuerdos venían, uno tras otro sin control, atacándome sin piedad. Las lágrimas no demoraban en surgir, mi corazón reaccionaba y quejidos de dolor se escapaban de mi boca.

"Akko."

"Akko..."

Eran las palabras que más repetía. Aun me preguntaba... ¿Cómo era que seguía con vida después de tanto dolor? ¿Cómo había podido soportar eso por diez años enteros? Lo único bueno que había hecho en ese tiempo, fue mejorar mi magia y gracias a la búsqueda de los objetos aprendí cosas nuevas.

El hechizo me tomó cinco años de preparación, pero antes de eso me sentía tan devastada que algunas cicatrices, causadas por mi persona, cicatrizaron en mi piel; no me molesté en quitarlas.

Aun recordaba cómo era antes: feliz, sonriente, serena, un poco carismática, muy comunicativa con las personas que me rodeaban y.... capaz. Era muy capaz, ¿En qué sentido? Sentía que podía lograr o hacer tantas cosas con esa persona especial a mi lado, que deseaba poder entregarle el mundo entero si era posible.

Evidentemente el dinero traía esa felicidad a las necesidades que uno requería para complacer lo que verdaderamente te hacía feliz. En mi caso, era mi mujer. La única mujer que había querido con tanto amor en toda mi vida, apartando a mi progenitora.

Cuando ella falleció a mi edad de cinco años no me quedaba absolutamente nada, sólo una hoja que decía a quién pasaría sus bienes y liderazgo, eso era lo único que tenía en ese entonces. Nadie e incluso los invitados que venían a esos bailes me dirigían mucho la palabra. Simplemente se acercaban y me hacían una serie de tres preguntas para luego retirarse y seguir con esa "celebración" en mi mansión.

Siendo sincera, no me molestaba en lo más mínimo que fueran así conmigo, puesto que estaba acostumbrándome a no recibir absolutamente nada. Hasta mis siguientes cumpleaños fueron suspendidos para "ahorrar" ese dinero y darle la oportunidad a mi tía y primas de que lo gastaran en ropa.

La ropa, era una obsesión que tenían. No podían aguantarse en no comprar una prenda nueva. Recordaba aun que cuando las acompañaba por obligación de Daryl, sus expresiones de emoción se plasmaron en sus rostros al ver un sencillo vestido a la venta. Sin embargo, extrañamente las entendía.

Ellas, al ver una nueva prenda que no tenían en su gigantesco armario lo compraban de inmediato, y aun después de todo ese tiempo seguían haciendo lo mismo. Honestamente era increíble el tamaño de su guardarropa en su "hogar". «¿Dónde cabe tanta ropa en un solo sitio?» Y eso no era lo peor. Lo peor era que, las que no utilizaban no las botan, o las donaban a esas personas que no podían darse ese lujo de andar comprando lo primero que vieran y le pareciera favorables.

En mi larga vida después de los siete años, era donde empezaba a vivir una "tortura". No lo llamaría de esa manera, sinceramente. Diría que... empecé a vivir mis años de soledad hasta que ingresé a la academia Luna Nova. Mis dos primeras amigas sólo se acercaron a mí por interés. El apellido Cavendish era muy reconocido en esos tiempos. Y no quería decir que actualmente no lo fuera, sino que ahora era reconocido por el apellido rompe empresas.

No tenía algún aprecio por Daryl, ni por mis primas. Eran simples seres humanos que estaba manteniendo obligatoriamente. Y honestamente me gustaría mucho poder dejarlas y que vivan por su cuenta, pero debía cuidar de la "reputación" de mi apellido; sin embargo, de ahora en adelante no pensaba aguantar otro grito de parte de una mujer mayor que no me había entregado más que molestias. Ella, no estaba de acuerdo con mi relación, ni con mis acciones. En conclusión, nunca estaba conforme con mis decisiones.

Recordaba a la profesora Croix, una de las mejores en la magia moderna. De ella aprendí muchas cosas que me beneficiaban actualmente, ya que la tecnología había avanzado tanto en la actualidad que era necesario utilizar la magia de otra manera para que el mundo pudiera "aceptarla". Todo en ese mundo necesitaba una "aceptación" y eso era lo que más me disgustaba.

¿Desearía estar muerta? Por supuesto. Tenía más de una razón para quererlo, pero no para estarlo, aunque eso era sólo por mi apellido, nada más. Si tuviera la oportunidad de quitarme la vida, lo haría sin dudar. Sin embargo... sentía que ese momento podía llegar tarde o temprano; más temprano que tarde. Al saber ese hecho me ponía un poco ansiosa y temerosa.

Pensar en el suicidio no calmaba mi malestar; lo empeora. Me había cansado de buscarle en mi cabeza una solución para tranquilizar ese dolor que crecía cada vez más y más.

¿Cómo no me había dado un infarto aun? Tal vez porque tenía la fortuna de haber nacido correctamente y no como mi madre que sufrió de una enfermedad tardía que la condujo a una muerte temprana. Murió a los treinta.

¿Qué estaba haciendo echada en el patio de mi casa observando un cielo nocturno sin constelaciones? Sencillo, dejando fluir nuevamente mis pensamientos en esos recuerdos que sólo me causan esa emoción de sufrimiento de la cual no me había acostumbrado después de diez años.

¿Me encontraba ansiosa de hacer el penúltimo hechizo? Sí, aparte de eso me sentía muy nerviosa. Posiblemente el ultimo me mostrara lo que verdaderamente sucedió... Y en una parte de mí, sentía que no estaba lista como para saberlo, pero a la vez deseaba hacerlo. Mi corazón lo imploraba o, mejor dicho, todos mis sentidos lo imploraban, aunque no me sintiera verdaderamente preparada. Verla sin vida otra vez, no era algo que me gustaría.

Sin embargo... juraba que haría pagar al responsable.

.

.

.

Recordaba aquella cita no asistí debido al trabajo. No entendía porque el hechizo me mostraba esos tipos de recuerdos; estaba consciente de que fui una estúpida por no haber ido. Ese suceso había ocurrido antes de la discusión "fuerte" que tuvimos unos días después en nuestro hogar.

Akko se encontraba sola en el restaurante mirando a cada momento el celular. Su pie derecho encima del izquierdo se movía de manera inquieta y su rostro demostraba frustración y tristeza. Un camarero de piel blanca, cabello azul y ojos verdes, se le acercó para conocer su pedido, pero... Akko dijo: "Espero a alguien". Esa palabra la repitió como cinco veces desde que estaba otra vez escondida esperando una oportunidad.

Sabía cómo acaba eso y no me gustaba imaginar ver de nuevo como discutimos esa vez por lo mismo. Me acerqué nuevamente de manera sigilosa con una apariencia de un ratón, para después, dejar la carta en sus pies y hacer lo que hice en el pasado previo. Regresé a mi lugar anterior y la observé atentamente.

Sinceramente, Akko se alistó muy hermosa para la ocasión, pero... lastimosamente no asistí y acabé arruinándolo todo, otra vez.

Akko tomó el sobre con el ceño fruncido. Y antes de abrirlo y leerlo en ese momento con ese semblante enojado, el camarero de nuevo llego y la interrumpió.

—Lo siento. ¿Va a pedir algo?

—No, me retiraré.

El hombre asintió y Akko abrió la carta. Estando lista para regresar, noté algo que me llamó mucho la atención.

Un pequeño papel dejado por el hombre relució más que el sobre que tenía mi mujer en la mano. Eso me creó curiosidad; mucha curiosidad. El camarero sonrió y luego se despidió. Akko, seguidamente tomó la hoja y la examino.

Pasaron unos minutos donde seguía sin entender la situación, y antes de que comenzara a unir los puntos, desaparecí de aquel lugar.

.

.

Encontrándome en el salón con el anillo en la palma de mi mano, empecé a recordar exactamente lo sucedido en esa noche, intentando darle sentido a lo que había visto.

La había invitado a una cita; hice una reservación en el mismo restaurante donde le propuse matrimonio, pero... después de unas largas tres horas estando en la sala de operaciones, tomé mi celular y contemplé las llamadas perdidas y mensajes sin contestar de mi querida esposa.

Luego, llegué a casa pensando en cómo disculparme y decirle correctamente lo que estaba haciendo en ese momento, e imploraba que lo entendiera. Sin embargo, lo único que recibí fue una mirada de decepción y molestia.

"Lo siento, Akko."

"Mañana saldré y llegaré tarde, al igual que tú."

Esas palabras... ahora me causaban un revoltijo de emociones que no me agradaba para nada. Además de ese papel; ese maldito papel que relucía más que la carta en su mano.

Esta vez... el hechizo me había llevado a un recuerdo de Akko, ya que cuando aparecí estaba a un costado del lugar y debía encontrar una entrada. Desconocía lo que había sucedido por su parte hasta el momento. Pero... ¿Acaso era un tipo de señal que me había dado? ¿Qué era tan importante ese pedazo de papel?

"Akko, pensaba..."

"Me hubieras al menos avisado de que no vendrías."

"No podía, estaba ocupada haciendo..."

"Ya no importa. Buenas noches."

Esa noche no cené absolutamente nada por ese desanimo que me pegó de repente, aparte de los nervios que tenía encima antes de entrar a mi hogar. Sabía que estaría enojada, pero no creí que... fuera tanto ese enojo; sabía también que las cosas estaban empeorando por mi culpa.

Jugué con el anillo en mi mano rememorando más de lo ocurrido en aquella noche y lo que pasé en aquel restaurante. Suspire profundamente recargándome en el sillón.

Estaba consciente de que en esa noche... mi mente no descansaría y mi cuerpo... no dormiría.

----------

Fin del Cap. 9 (Curiosidad)

Contenido de la carta:

┌────────────────❥────────────────┐

Me encanta estar contigo, no hay nadie más a quien quisiera darle mi tiempo. Eres la única persona que dibuja esas sonrisas en mis labios; eres la única mujer a la que amo con todo con mi corazón.

Me hace muy feliz despertar por las mañanas y ver tu hermoso rostro adormecido cerca del mío. Tu respiración lenta me crea un sentimiento reconfortante que me llena de paz.

No sé si lo sabes, o no sé si has sentido el rozar de mis dedos por tu mejilla mientras descansas con seguridad a mi lado. Me encanta trasmitirse esa sensación y que puedas disfrutar de ella.

Sin embargo... mi amor, mi único amor. Te he fallado.

No sabes cuánto pesar cargo en mi corazón al saber que no pude protegerte como decía; que no pude cuidarte como te prometí que lo haría; y que no pude... darte lo que más deseabas.

Pero ten por seguro que cuando te haga volver a mis brazos, cumpliré cada uno de ellos sin dudar.

Porque te amo. Te amo demasiado.

Y por ti... estoy arriesgando todo lo que tengo.

└────────────────❥─────────────────┘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro