10✉️
┌────❥────┐
FINAL
└────❥────┘
Diana Cavendish Pov
«Esta será la última carta... No debo fallar. No debo... no debo... no debo dejar que algo salga mal.» Sea lo que sea que viera en ese momento, tenía que contenerme como fuera posible y no echar a perder todo.
—Lo siento, Diana.
«Estoy nerviosa, muy nerviosa.» Mis manos temblaban debajo de mi escritorio y mi mente sólo le daba vueltas a lo que haría en esa noche. Y eso que aún no había hecho el hechizo y no me encontraba dentro del nuevo, pero antiguo recuerdo. Inevitablemente no podía controlar la emoción y las ansias que me causaba. Sin embargo, en mi expresión no se demostraba.
—¿Estás escuchándome?
«Cierto...» Amanda estaba frente a mí en ese preciso momento acompañada de Andrew. Ahora sabía cómo había conseguido mi número el tipo de cabello castaño. Ellos dos vinieron juntos para convencerme en detener las acciones de mi tía. Honestamente, no quería saber nada de eso. Sólo deseaba que anocheciera lo más rápido posible para irme.
—Por supuesto —dije manteniendo mi expresión neutra y mis manos escondidas bajo la mesa.
—Diana, ¿Podrías hacer algo? Por favor.
—No.
—¿Por qué no? —dijo Amanda con un poco de molestia—. Era tu amigo; éramos amigos.
—Nunca fue mi amigo. Era el amigo de mi esposa —aclaré—. Y tú... —dije dirigiendo mi mirada hacia Amanda—. ¿Qué te ofreció para que vinieras a disculparte y pedirme que lo ayude?
Sus intenciones eran más que obvias... Y no tenía el tiempo para lidiar con una conversación que me parecía completamente absurda. Necesitaba terminar las consultas y expedientes que tenía en mi escritorio antes de irme a casa. Lo que menos quería era que cuando volviera a mi hogar tuviera un montón de papeles acumulados de tareas que no había hecho.
Supongo que ese era un sentimiento por ser la mejor estudiante de la academia Luna Nova.
—¿Por qué piensas que me ofreció algo?
—Han pasado más de diez días que no me has dirigido la palabra.
—Te dije que me esperaras.
—Demoraste. ¿Crees que mi tiempo no vale? —contesté enseguida juntando mis manos para calmar el temblor—. Ninguno de ustedes dos ganaran algo de mí. Pierden su tiempo intentándolo.
—No lo creo —habló Andrew—. He averiguado lo que has estado haciendo.
«¿Que?»
—¿Qué haces todas las noches, Diana? —le continuó Amanda.
—¿Cómo te atreves a hacerme esa pregunta? —le dije indignada.
—Has estado de luto más de diez años —agregó Andrew.
«Diez años exactos, no más. ¿Acaso no llevaban la cuenta? Y se hacían pasar por amigos de mi esposa. Que patéticos y que falta de información.» Si querían acusarme o amenazarme de algo que lo hicieran bien, pero nada de lo que dijeran me iba a intimidar.
—¿Intentan manipularme? ¿Tan bajo has caído, Hanbridge? —le pregunté conservando mi semblante serio.
—Necesito que hagas lo que te estoy pidiendo. Me hiciste llegar a estos extremos —acusó.
Arqueé una ceja, para después posicionar mis manos entrelazadas en mi abdomen al sentirlas más tranquilas.
—Solo habla con tu tía, no es algo difícil.
—Lo es —aseguré virando otra vez a verla.
—¿Le tienes miedo?
—No, pero no quiero iniciar un nuevo problema.
Suficiente con los mentales y sentimentales e incluso los del trabajo que tenía. Daryl y mi parte estábamos en "paz" por el momento, y deseaba que eso durará mucho más. Lo menos que quería era que viniera a mi casa esa misma noche a reclamarme por algo o decirme lo que haría sin mi autorización debido a un problema que ella misma comenzó, aunque lo segundo era poco probable que ocurriera, aun así, no quería ver su rostro.
En conclusión, no deseaba dirigirle la maldita palabra y tampoco deseaba que ella lo hiciera también.
—Lo que haga mi tía, no es de mi incumbencia —añadí agarrando dos hojas de mi escritorio.
Después de que había acabado con mi hora de "almuerzo", vendrían unas personas buscando una recomendación médica para su hijo enfermo. Y así, sucesivamente vendrían más para ser atendidas personalmente por mí.
En mi hora de almuerzo la iba a tomar para calmar mis pensamientos de lo que haría en esa noche. Sin embargo, la visita repentina de Andrew y Amanda me había tomado un poco por sorpresa, lo admitía. Creía que Andrew dejaría de insistir después de no haberle contestado ninguna de sus llamadas y bloqueado su número, e incluso había hecho lo mismo con Amanda luego de no haber recibido nada de ella por más de tres días.
—Mi padre está en aprietos y le ha pedido disculpas más de una vez.
«Y ha perdido la poca dignidad que le quedaba.» Eso lo sabía gracias a los medios y a las personas que me avisaban con anticipación lo que tramaba mi bella familia.
—No debe ser tan difícil querer conversar con ella.
«Y aquí vamos otra vez...». Suspiré y despojé mis lentes para acariciar mis cienes.
—¿Que te prometió? Para que andes lamiéndole los zapatos, Amanda.
—Hacer regresar a mi esposa.
«¿Terminaron?» La miré no muy sorprendida. «Tomó mi consejo». Aunque no había sido mi intención acabar con ese matrimonio.
—¿Y cómo supones que haga eso?
—Bueno...
—No me interesa —le interrumpí con desdén—, e igual que no me interesan sus intentos de manipulación. Retírense —ordené.
Silencio. En ese pequeño silencio donde sólo se escuchó el aire de mi habitación, logre oír un pequeño chasquido de molestia hecho con la boca. Y de repente, una exclamación alta me sacó de mi lugar.
—¡Le diremos a todos que te acuestas con tus empleadas!
«¿Qué?» La miré descolocada.
—Lo hemos descubierto, Diana —dijo Amanda—. ¿Diez años de luto? ¿Quién puede durar tanto en ese estado? Era obvio que escogerías a alguien para satisfacer tus ganas.
«¿Disculpa?» Fruncí mi ceño. «¿Por quién me están tomando?»
—Si no quieres que esa verdad salga a la luz, entonces ayúdanos para ayudarte.
«Esto es ridículo y una clara pérdida de tiempo.» Era momento de ponerlos en su lugar.
—¿Crees que soy como tú, Amanda? ¿Crees que sólo por salir conmigo unas cuantas veces puedes hacer como si me conocieras? —Reí con amargo por ese invento estúpido y mi enojo inevitablemente empezó a incrementar. «No engañaría a Akko, nunca.»— Esa conclusión tan patética que sacaron de mi vida únicamente me ha creado molestias. Así que... antes de que lleguemos a más, retírense.
—No nos iremos, hasta...
—...Hasta que tengamos lo que vinimos a buscar —concluyó Amanda.
«¿Estas personas que están actuando como unos niños de cinco años creen poder sacar algo de mí?», me pregunté causando que riera internamente de lo patéticos que se veían.
—Pueden irse al carajo los dos —dije sin cuidado, cansada de tanto palabrerío.
Seguidamente presioné un botón rojo coloqué bajo la mesa. Y sin pasar tres minutos, la seguridad de mi hospital llegó a mi oficina.
—Sáquenlos —ordené.
«Esto se acabó.»
.
.
—¡In tergum...! —exclamé extendiendo mis brazos a los lados—. ¡Tempus!
Parpadeé varias veces acostumbrándome a la luz del sol, para después divisar en que recuerdo me encontraba ahora. Observé mi entorno estando en un callejón de un barrio que desconocía en su totalidad. Saqué mi varita y dije un hechizo en voz baja para cambiar mi apariencia y achicar la carta para, así, llevarla en mi boca.
El animal que escogí había sido un Husky siberiano cachorro, al desconocer el lugar donde me encontraba. Avancé con cautela teniendo el sobre. Salí del lugar y de inmediato Akko pasó ante mis ojos, pero en el otro extremo de la calle. Ella estaba caminando con seguridad mientras hablaba por celular. Con cuidado, crucé mirando los lados y seguí su andar con cautelarían.
—Sí, lo voy a ver. Le dije que iría a tu casa. No creo que sospeche.
«¿Sospechar? ¿Con quién está hablando?». Estaba confundida, pero aun así no me detuve.
—Sí... Te llamo luego, he llegado. Y Lotte, gracias por cubrirme.
«¿Lotte?». Me oculté rápidamente en unos arbustos observando a la vez como subía los escalones de una casa amarilla y tocaba el timbre. Pasaron tan sólo unos minutos y un hombre de cabello azul y ojos verdes le abrió la puerta con una sonrisa en su rostro.
Arqueé una ceja reconociendo al instante quien era aquel hombre. La puerta se cerró cuando Akko ingresó y busque apresurada otra entrada, encontrando una en la puerta trasera del hogar. Al estar dentro, escuché sus pasos en el segundo piso y nuevamente los seguí con sigilo.
Ellos entraron a una habitación dejando la puerta abierta.
—¿Estás solo?
—No hay nadie en casa.
—Bien, hagamos esto rápido —dijo Akko.
—Las cosas no han ido bien en tu matrimonio, ¿no es así?
—No vine para hablar de eso.
—Lo sé, lo sé —soltó entre risas.
«¿Qué?» No estaba entendiendo nada. ¿Qué hacía Akko en el hogar de ese hombre? Sacudí mi cabeza y dije un hechizo para cambiar mi apariencia a la de un Huron albino y, así, entrar con más facilidad sin ser vista. Sin embargo... la sangre se me heló al instante y mi corazón se detuvo con los miré. La carta calló de mi boca y mi cuerpo... padeció por completo dejándome... completamente anonadada.
Los labios de ese hombre se movían con firmeza contra los de... mi mujer. Sus manos se deslizaron hasta su cintura y levantaron su camisa con prisa. De inmediato empezaron a desvestirse frente a mis ojos. Akko quedó completamente desnuda y el joven ansioso se colocó un preservativo. Seguidamente lo que nunca imaginé que... sucedería dentro de mi relación por conocer bien a la persona que tanto amaba; pasó.
Los observé... Los observé tan... atentamente con el corazón en mi garganta y las lágrimas fluyendo sin control. Akko gemía y decía su nombre con tanto... anhelo mientras él la envestía con fuerza. Un escalofrió desagradable viajó por todo mi cuerpo causando que colocara una mano en mi boca para contener un grito de dolor... El dolor que había empezado a consumirme.
«No puede ser... No puede ser. Como ella... No puedo creerlo, no puedo creerlo. Akko no sería capaz. ¡No sería capaz! ¡Esto es una ilusión! ¡No es real!». Más lagrimas salían de mis ojos azules. «¡No es real! ¡Maldita sea, no es real!».
"Mi amor... mi único amor."
«¡No, no, no, no, no!»
"Bienvenida a casa, Diana."
«¡NO ES REAL! ¡Por favor... por favor! ¡POR FAVOR!»
"¡Si quiero! Te amo mucho."
«Por favor... por favor...»
"Me gusta el placer, y tú me entregas uno muy bueno."
«¡¿Entonces dime porque él te está tocando?!». Agarré mi cabeza con fuerza y retrocedí saliendo de la habitación. Sus gemidos aun los escuchaba con claridad. «¡Dime por qué! ¡MALDITA SEA! ¡AKKO, NO!»
"Te extrañé."
«No... No... ¿En qué momento...? ¡¿En qué momento?!»
—No te detengas...
«No... no... ¡No! ¡No! ¡No! ¡NO!».
De repente, el recuerdo cambió y la carta que había dejado caer estuvo frente a mí. Debatida con mi patas temblando y mis lagrimas mojando el suelo frio, los observé con el corazón roto. Ladeé mi cabeza a un lado no estando muy consiente debido a ese dolor que incrementaba en mi pecho; destrozándome y consumiéndome sin piedad.
Imaginé inconscientemente los pedazos de mi corazón caer, para luego perderse en un abismo.
Miré mis manos ahora no peludas y contemplé las gotas de mis lagrimas caer en mis palmas. Levanté la mirada observando otra vez como Akko ingresaba a aquella casa y sucedía lo mismo. Sentí como una mano se posó en mi hombro, sin embargo no me limité a ver quién era; no obstante, en un delirio nuevamente me puse a imaginar que era aquella sombra que se había hecho pasar por Akko cuando iba a llevar conmigo la séptima carta.
Lentamente mis brazos caídos fueron levantados y otra vez... el lugar cambio, estando ahora en mi casa con la carta flotando frente a mis ojos.
Mi mente estaba en blanco. Las palpitaciones de mi corazón parecían haber desaparecido, al igual que ese sentimiento de tristeza que poco a poco se convertía en... ira. Una ira que parecía incontrolable.
—Akko, prometo que devolveré esos días libres. Te amo y sé que he estado...
«No... no quiero escuchar esa conversación, por favor», pedía con imploración.
—También te amo.
«Mentira... Eran mentiras». Sus palabras no habían sido más que mentiras. «¡Maldición!». Había estado lamentándome por diez años... «¡DIEZ AÑOS MALDITOS AÑOS!».
—Mira... —susurró alguien cerca de mi oreja y obedecí mirando en donde apuntaba su dedo.
El lugar donde me encontraba ahora era la cocina y el tiempo... avanzó con rapidez frente a mis ojos. Lo último que observó hizo que mi corazón se apretara fuertemente contra mi pecho no dejándome respirar adecuadamente.
—No... —negó Akko con sorpresa y temor.
Despaciosamente guie una mano a mi pecho, mientras intentaba... respirar adecuadamente. El dolor que estrujaba mi adolorido corazón, hizo que mojara más mis mejillas. Las siguientes palabras que escuché saliente de sus labios, me hicieron abrir mis parpados de par en par.
—Positiva... Salió positivo.
«Estaba embaraza... Akko, estaba embaraza.» Ella se había embarazado, pero no de mí.
Caí de rodillas apoyando mis manos en el suelo a la vez que asimilaba todo lo que habían visto mis ojos. Todo se sentía... destruido; los sentimientos esperanzados, las ansias, emoción y anhelo empezaban a desaparecer. Y mis ojos eran un mar de lágrimas.
«Ella... me lo ocultó. Todo este tiempo... Yo... Yo...»
—¡¡¡Ah!!! —grité agarrando con fuerza mis cabellos.
—Mira... —volvió a susurrar, pero me negué; me rehusaba a mirar más.
Mi labio inferior fue atrapado por mis dientes al sentirlos temblar y, seguidamente ese enojo... Esa furia en mi interior hizo que golpeara repetitivamente el suelo mientras gritos salían de mis labios.
—¡No, no, no, no, no! ¡Maldición!
La sombra, obligatoriamente, levantó mi cabeza y me hizo verla. Akko... caminó con un pedazo de vidrio en sus manos, se adentró a la habitación y gritó en un llanto desesperado. Observé como intentó llamar a alguien, pero nadie respondió al instante y nuevamente gritó.
Con lágrimas mojando sus mejillas se enterró el pedazo de vidrio en su abdomen, causando que poco a poco se desangrara en el suelo de la habitación hasta morir.
Contemplé con una expresión de tristeza y cansancio... como lentamente su alma se iba lentamente de su cuerpo. Y cuando dejó de respirar, cerré con dolor mis ojos no soportándolo.
.
.
Abrí con lentitud mis parpados encontrándome en el presente. Las gotas de lluvia empezaron a mojar mi vestimenta y cabello. No las sentí hasta que salí por un momento de mi pequeño trance para observar cómo caían en el suelo.
Extendí mi palma mirando como ahora algunas caían en ese lugar e, inevitablemente mi mente empezó a recordar en cámara lenta lo que había visto... provocando que nuevamente ese dolor se hiciera presente y se convirtiera ahora... en furia; ese sentimiento me llenó de una completa ira que mis extremidades ardían intensamente.
Levanté la cabeza estando fuera de mi misma topándome con las luces de mi hogar encendidas. Mi ceño se frunció, mis dientes se apretaron y mis puños se cerraron con fuerza.
Las luces... estaban encendidas.
---------------
Fin del Cap. 10 (Final)
Contenido de la carta:
┌────────────────❥────────────────┐
En serio te extraño. Eres lo más especial e importante que tengo en mi vida. ¿Puedes entenderlo? ¿O deseas que te lo demuestre? Lamento haberte dejado sola, pero me alegro que las cosas hayan mejorado y funcionado otra vez entre nosotras.
Espero recompensarte todo ese tiempo que la pasaste sin mi compañía, porque pienso darte toda la atención que te mereces, mi amor.
Eres lo que más amo y quiero en este mundo.
Ten por seguro que daré todo de mí, para hacerte feliz. Porque tu felicidad no la compra el dinero, ni las joyas o buenos bienes.
Yo te hare feliz, lo prometo.
Gracias por darnos otra oportunidad.
└────────────────❥─────────────────┘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro