━━━━𝕮𝖆𝖕 𝟏𝟏
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𝟏𝟏━━━━the custody
Dione desaparecía cada fin de semana y nadie sabía por qué. Solo Dumbledore, Regulus, los Merodeadores y sus tres mejores amigas sabían el motivo de sus ausencias los dos mejores días de la semana.
Y es que Dione estaba luchando por conseguir el mejor regalo de cumpleaños para su hermana Chiara. Cada fin de semana, sin falta y con el permiso de Dumbledore, ella asistía al ministerio para poder ser, al fin, su tutora legal hasta que su hermana cumpliera la mayoría de edad.
Porque aunque se hubieran escapado, sus padres todavía tenían la patria potestad de Chiara, y por ende, al terminar su quinto curso, la menor debería volver con sus padres, y eso era algo que Dione no estaba dispuesta a permitir. Ahora que era mayor de edad, y había escapado del mandato de sus padres, podía conseguir ser su tutora legal. Por lo que estaba dispuesta a luchar con uñas y dientes para liberar a su hermana de lo que todavía la ataba a las personas que hicieron de la vida de ambas un infierno.
Ella era libre; ahora le tocaba a su hermana serlo. Porque si no fuera por ella, Dione no conocería otro sentimiento que no fuera la ira. Chiara la salvó de convertirse en una persona incapaz de sentir amor, por lo que era su turno de salvarla de la mínima probabilidad que había de que sus padres le quitaran cualquier sentimiento que la menor conocía.
Después de unas largas horas en el ministerio Dione se apareció en la puerta de Las Tres Escobas por la tarde. Durante el verano de 1975, unos meses después de cumplir los diecisiete años, Dione, con el permiso de sus padres, se sacó la Licencia de Aparición en el ministerio, aprobando a la primera con un notable éxito.
Entró en el local permitiendo descansar su cuerpo en un taburete frente a la barra. Se sacó su gabardina negra y la apoyó sobre un banquillo situado a su lado, al igual que su maletín. A pesar de estar exhausta, la sonrisa no abandonaba su rostro. Después de varios juicios, trámites y papeleos, había logrado la custodia de su pequeña hermana.
Creyó que el proceso sería más duradero dado que pensaba que sus padres no darían el brazo a torcer, que lo harían solo por evitar que sus hijas se salieran con la suya y no por querer realmente a Chiara, porque la consideraban la desgracia de la familia incluso por delante de Dione; quien fue su mayor orgullo durante dieciocho años. Pero para su suerte —y gracias a su gran astucia— terminaron cediendo, indispuestos a que ninguna de ellas continuara en el árbol genealógico y ensuciaran más el apellido que portaban desde su nacimiento. Porque no había nada que una buena advertencia no pudiera arreglar.
Aún así no le daría la noticia hasta su cumpleaños, dentro de prácticamente un mes.
Le pidió al barman una cerveza de mantequilla. Sin duda era su bebida favorita, después del café, claro. Ella creía que tenía una obsesión con esa bebida alta en cafeína, pero le daba igual, era adictiva, y eso era motivo suficiente para no dejar de tomarlo.
Al terminar la bebida pagó y después de abrigarse y agarrar el maletín, salió de Las Tres Escobas y apareció en la entrada de Hogwarts con el permiso que el director le había concedido. Las puertas se abrieron solas y caminó por los pasillos. No habían muchos alumnos, los cuales seguramente estarían repartidos por todo el castillo, descansando después de una larga semana.
Llegó hasta la estatua de la gárgola y pronunció la contraseña que Dumbledore le había obsequiado para entrar cuando volviera del ministerio. Se subió a uno de los escalones los cuales la llevaron hasta una puerta de madera. Con un solo golpe la puerta se abrió para que pudiera adentrarse en el gran despacho del director. Dumbledore la recibió, sentado en una silla tras su escritorio.
Dione le comunicó las buenas noticias al director del colegio. Y finalmente, le comunicó la decisión que había tomado en cuanto a la Orden del Fénix.
—Acepto.
Y sabiendo que Dione era conocedora de los riesgos a los que se exponía, le explicó que le daría a conocer el lugar y la fecha exacta el mismo día de la reunión para evitar riesgos, y que se le comunicaría de una manera que solo ella podría ver el mensaje, al igual que cada miembro de la Orden.
El profesor le extendió un pergamino sin nada escrito en él y le indicó donde debía firmar. Escribió su firma con una pluma que llevaba consigo y al finalizar el trazo las letras se fundieron con el pergamino y desaparecieron completamente de su vista, dejando, de nuevo, la hoja en blanco. A Dione no le sorprendió que el papel estuviera hechizado dada la confidencialidad con la que contaba la Orden del Fénix.
Mientras caminaba por los pasillos con destino a su habitación, le vino a la mente ese último encuentro que había tenido con los que alguna vez consideró sus padres.
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Dione finalmente entró en la sala de espera para el juicio que había solicitado para llevar a cabo la demanda que había impuesto contra sus padres para conseguir la custodia de su hermana.
En la solicitud había alegado que la ausencia diaria de sus padres no había sido un buen ámbito de vivienda para ella y no lo sería para su hermana, además de los abusos verbales que recibía por parte de ambos progenitores. Aún así, sabía que ellos negarían los hechos, y que contratarían al mejor defensor para evitar que Dione consiguiera su propósito.
Hizo contacto visual con el matrimonio De Armas, los cuales ya estaban sentados a la espera de su llamada para iniciar el final del proceso. Porque este juicio podría ser el decisivo, el que determinaría quién tendría finalmente la custodia de Chiara De Armas.
Con intenciones bajo la manga, Dione se sentó al lado de sus padres con una silla de distancia para colocar su maletín. No los miró en ningún momento, y ellos tampoco a ella. La tensión la podría notar incluso una niño de cuatro años. Fue directa al grano. No le veía nunca sentido a alargar las cosas para evitar que el golpe fuera más fuerte cuando, dijeras lo que dijeras previamente, afectaría de la misma forma.
—Más os vale no complicar las cosas y ponerme esto fácil si no queréis que cuente al mundo mágico vuestros trapos sucios.
—¿Es una amenaza? —le preguntó su padre sin siquiera mirarle.
—Tómalo como quieras. Pero estáis advertidos. Y sabéis que soy capaz de hacerlo delante de este mismo juez. —se levantó y salió de la sala para dirigirse a los servicios y refrescar un poco su nuca.
Porque, aunque no lo admitiría, sus padres le causaban más terror que incluso el Señor Oscuro.
Ellos, a pesar de querer evitar que Dione se saliera con la suya, terminaron cediéndole la custodia con la razón de que ninguno tenía tiempo de hacerse cargo de una adolescente actualmente. No podían permitirse entrar en una polémica como aquella teniendo en cuenta los rumores que recorrían por el mundo mágico sobre que ellos eran seguidores de Lord Voldemort. No querían enfadar a su jefe, y aunque matar a Dione en el baño hubiera sido una muy buena opción, ellos serían los principales sospechosos, y no debían estar involucrados en ningún crimen; al menos si querían seguir con vida.
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Llegó a su habitación y decidió tomar una ducha. Se puso ropa más cómoda y escribió en un diario la buena nueva. El mensaje se reprodujo en el diario de Regulus, porque esa era la única forma de comunicarse en las paredes de Hogwarts, a parte de sus escapadas nocturnas al baño de las niñas, para poder charlar sin ser descubiertos.
Eran dos objetos que a Dione le habían llevado varios meses (por no decir casi un año) terminar de darles la última pincelada. Porque esos dos diarios estaban repletos de hechizos que los cubrían para que nadie descubriera lo que aguardaban en su interior. Solo la primera página estaba destinada para sus conversaciones con Regulus, y el resto de las hojas eran para anotar las pociones y hechizos que ella creaba. Le encantaban las materia de Encantamientos y la de Pociones. Y su amor por esas asignaturas la llevaron a crear este diario y los hechizos que este contenía. Solo tenía una poción y un hechizo terminados dado la dificultad que tenía crearlos.
Cerró el diario con un hechizo y salió de su sala común para dirigirse a la sala común de Gryffindor. Subió hasta la habitación de James, Remus, Peter y Sirius, donde había quedado con ellos y con Hydra para que les contara lo que había sucedido en el juicio. Al confirmar que no había nadie a su alrededor, tocó tres veces a la puerta, se concentró y vio cómo cada vez la puerta le parecía más grande, al igual que todo a su alrededor. Miró hacia abajo y vio como sus manos ya no eran humanas, sino que ahora estaban sustituidas por unas patas pequeñas cubiertas de una piel diferente a la suya.
Su cuerpo había sido transformado por el de un gato esfinge de piel blanca con tonos grisáceos alrededor de sus ojos y hocico.
Desde que cumplió sus dieciséis años le interesó y emocionó ser una animaga. Sin embargo, por aquel entonces le quedaba un año completo para poder tener la mayoría de edad y poder ser una animaga legal. Y algo de lo que Dione carecía era paciencia. Por lo que investigó el proceso y se animó a hacerlo. Sabía las consecuencias de ser una animaga ilegal, pero ella era consciente de que era lo suficientemente astuta como para no ser descubierta. Además de que ser una animaga ilegal tenía más ventajas que serlo y que estuviera registrado por el Ministerio.
¿Era algo irresponsable de su parte? Obviamente. ¿Conocía las consecuencias de ese acto? Claro que sí. ¿Le daba completamente igual? Efectivamente.
La puerta se abrió y Dione reconoció a Peter. Pasó entre sus piernas sin que se diera cuanta. Pero los que sí se habían percatado de su presencia fueron Hydra, Remus, Sirius y James. Todos, excepto Hydra (quien la reconoció enseguida), miraron al animal con extrañeza. Dione saltó en las piernas de su mejor amiga y se tumbó para que la mediana de los Black le acariciara su cabeza.
—¿Desde cuándo tienes un gato? —le preguntó su hermano, señalando al animal.
Hydra miró al gato y este le devolvió la mirada. Dione rascó una vez con sus pequeñas garras en la pierna de su mejor amiga y después dio un golpe con su pata en el mismo lugar. Ella levantó la mirada para observar a sus amigos y hermano.
—Desde hace un año y medio.
Durante unos segundos los cuatro chicos se quedaron en silencio.
—¿Y eso te lo ha dicho el gato? —Hydra asintió como si eso hubiera sido la cosa más común del mundo.
Dione saltó al suelo y se metió bajo la cama donde James estaba sentado en el borde de esta. Él miró bajo la cama y vio al gato lamiendo su pata. Después se sentó de nuevo en el colchón dejando esta vez sus piernas colgando y comenzando una conversación con sus mejores amigos.
A Dione se le ocurrió una buena broma para gastarles con el fin de vengarse por la jugarreta que le hicieron tres años atrás. Podía ser muy rencoroso de su parte, pero le cortaron el pelo muy corto, casi a ras del cuero cabelludo. Y nadie se podía meter con su cabello y salir ileso. Por aquel entonces lo dejó pasar para devolverles la jugada en el momento perfecto, y pensó que esta era una gran oportunidad.
Volvió a su forma humana y lentamente arrastró su mano y agarró el tobillo de James para rápidamente transformarse de nuevo en un gato. Su víctima saltó hacia adelante y gritó como si de una película de terror se tratara.
—¿Cornamenta, que ha pasado? —le preguntó Peter.
Él no respondió. Rápidamente miró debajo de la cama y se encontró con el gato de Hydra lamiéndose una pata. James se quedó en shock. Él había jurado sentir una mano agarrando su tobillo. Comenzó a balbucear y Remus se acercó a él, se agachó a su lado y colocó sus manos sobre los hombros de su amigo.
—¡James! —chasqueó los dedos frente a la cara de su amigo logrando que él reaccionara y lo mirara a los ojos— ¿Qué ha pasado, tío?
—Al-algo me ha agarrado el tobillo. ━━susurró confundido.
Sirius lo miró con el ceño fruncido y se agachó para mirar bajo la cama. Vio al gato e intentó acariciarlo, sin embargo, Dione le arañó la mano con una pata, por lo que él retiró rápidamente la mano.
—Ahí solo está el gato, Cornamenta. Y tiene muy mala leche. —resopló sobando su herida que para su suerte fue superficial y no sangraba nada. No obstante, sí que le quedaría una cicatriz durante varios días.
—Te lo habrás imaginado. —le dijo Remus a su amigo.
—Mishi tiene mucho carácter, y no deja que cualquiera le acaricie. —respondió Hydra a la queja de Sirius con una sonrisa que emanaba burla.
Dione salió de debajo de la cama y caminó con elegancia en su forma animaga y saltó sobre el colchón de James. Acercó su mano a la cabeza de la gata con precaución y al ver que no le hacía nada comenzó a acariciarle la cabeza. La felina se acurrucó a su lado y dejó que le acariciara. Sirius miró al animal bastante ofendido y vio como ella lo miraba. La gata le sacó la lengua y Sirius abrió la boca con sorpresa y a la vez con ofensa.
—¿Cualquiera? Soy tu hermano —ella simplemente se encogió de hombros a la vez que se levantaba y se sentaba en el regazo de Peter, con la mirada de pocos amigos de Sirius sobre él—. Las manos donde pueda verlas.
Peter levantó las manos de la cintura de Hydra, pero ella las volvió a colocar sobre sus caderas.
—Peter las puede poner donde quiera siempre y cuando yo le deje, no tú.
James silbó con impresión y Remus volvió a su cama y cogió un libro para leer, pero sin quitar la sonrisa de burla de su rostro.
—Cuánta tensión. —murmuró el azabache de gafas redondas.
Dione saltó al suelo y rascó la puerta con una de sus patas. James entendió el mensaje y le abrió la puerta. Salió de la habitación y esperó a que pasaran varios minutos para volver a llamar a la puerta de la habitación, ya en su forma humana.
—Hola Di. —le saludó James al abrirle la puerta a la Slytherin. Ella solo rodó los ojos.
—Solo yo puedo llamarle así, Cornamenta. —le amenazó la mediana de los hermanos Black.
Finalmente entró y se acomodó en la habitación. Hydra la miró con complicidad cuando se sentó en la cama de James, como había hecho minutos antes en su forma animaga, y ella solo resopló con molestia antes de acomodarse y comenzar su relato.
Les contó resumidamente lo que había sucedido en el ministerio y todos celebraron el logro que consiguió Dione en cuanto a la custodia de Chiara se refería.
Y a pesar de que todavía quedaban muchos asuntos por resolver (como la guerra que se estaba batallando fuera de las paredes de Hogwarts), el castillo tenía el nivel de seguridad tan alto como el de Gringotts, por lo que aprovecharía al máximo su estadía en el colegio, antes de salir afuera y enfrentar la cruda realidad que cubría a todo miembro del mundo mágico.
aquí dejo otra vez memes sobre el cap😀
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