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━━━━𝕮𝖆𝖕 𝟎𝟗

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𝟎𝟗━━━━an apology

Al contrario de lo que había creído Dione, su antiguo grupo no le dirigió la palabra durante los días siguientes. Era muy extraño para ella que eso sucediera, pero siendo sinceros, le daba completamente igual. Ahora pasaba más tiempo con sus verdaderas amigas y Regulus, inconscientemente se había hecho más cercana a los Merodeadores, y al fin podía estar con su hermana en público. Además de que ahora era dueña de la mayoría de los fondos de su familia, ya que siempre una pequeña parte del dinero se lo quedaban los antecesores del legítimo heredero, para poder vivir lo que les quedaba de vida. Todo iba mejor, pero sabía que esto solo era la calma antes de la tormenta, porque todo esto no había acabado.

Era consciente de que sus padres (y probablemente el Señor Oscuro), querrían vengarse de ella por haberlos traicionado. También había una mínima probabilidad de que estuviera en busca y captura por orden de Lord Voldemort. Pero siendo sinceros, ella no creía ser tan importante. Por eso decidió pasar más tiempo con los que consideraba su familia por si no llegaba a viva a finales del año, era mejor prevenir que curar. No quería arrepentirse de no haber estado lo suficiente con sus seres queridos.

—Ey Di, te estoy hablando. —Regulus chasqueó los dedos frente a ella. Al parecer se había quedado mirando a un punto fijo de la pared sin darse cuenta. Reaccionó pestañeando varias veces y prestó atención a su amigo.

—¿Qué? Perdona no he escuchado lo que decías. —arrugó la nariz con arrepentimiento.

—¿No me jodas no me había dado cuenta? —Dione suspiró con pesadez ante el sarcasmo del menor de los Black.

—Te preguntaría lo que me estabas diciendo pero sé que me responderás 'ya nada'. —dijo imitando la voz del chico.

—¡Yo no hablo así! —Regulus le lanzó un cojín del sofá. Eran los únicos en la sala común de Slytherin debido a las altas horas de la noche.

—Sí que lo haces —él le sacó la lengua infantilmente—. Bueno, yo voy con las chicas ahora, he quedado con ellas y me vienen a buscar. ¿Vienes? —se puso de pie y Regulus la imitó.

—¿Yo? ¿qué pintó ahí?

—Tú eres mi mejor amigo y ellas son mis mejores amigas —respondió obvia. Regulus la miró con la ceja alzada—. Va, Reg, por favor —colocó sus manos alrededor del cuello del chico y lo miró haciendo un puchero—, así las conoces.

—¿No conozco a mi hermana? —preguntó levantando una ceja. Dion sopló rendida.

—Pero a Estela y a Crystal no. No voy a seguir insistiendo, ¿vienes o no? —se cruzó de brazos esperando una respuesta. Regulus suspiró.

—Está bien, vamos.

Dione saltó ligeramente con emoción, agarró la mano de su mejor amigo y lo guío hasta la salida de su sala común. Para llegar cruzaron el pasillo conjurado el encantamiento lumos. Al llegar al muro que separaba la sala común del resto del pasillo de las mazmorras, dijeron la contraseña para salir de allí. Una vez fuera se encontraron con Hydra, Crystal y Estela esperando a Dione. Se sorprendieron al ver a Regulus, pero no tuvieron tiempo de hablar ya que De Armas les dijo que se lo explicaría todo al llegar a la Casa de las Luces.

Él se extrañó ante la mención del lugar, pero al ver la mirada de su mejor amiga decidió que ya preguntaría al llegar.

Vieron a un prefecto de Ravenclaw hacer su ronda por el pasillo, por lo que era hora de que Hydra sacara provecho de su título de prefecta. Todos veían como la Gryffindor convencía al chico de que hiciera su ronda por el otro extremo del castillo, que ella se encargaría de esta zona. Después de un poco de insistencia, logró convencerlo. Volvió al pasillo donde estaban sus amigas para indicarles que ya podían salir.

Siguieron su camino, y al doblar una esquina chocaron con algo, más no vieron nada delante suyo. Hydra, sabiendo lo que sucedía sacó su varita.

—¡Accio! —un objeto invisible a la vista de todos llegó a su mano revelando lo que se escondía detrás de él. Los cuatro Merodeadores restantes estaban frente a ellas bastantes sorprendidos.

—¿Chicos? —preguntó la melliza de Sirius.

—¿Hydra? —cuestionó su hermano de vuelta.

—James —murmuró Dione sin un rastro de sorpresa en su voz.

—Dione —exclamó con incredulidad.

—Sí y yo soy Regulus. ¿Alguien más quiere presentarse? —cuestionó con sarcasmo, cruzándose de brazos.

—Oye. ¿Alguien más está viendo a chicas de diferentes casas con el hermano de Sirius o me estoy volviendo loco? —preguntó James sin moverse, en un susurro no muy disimulado a sus amigos.

—No James, tú ya vienes así de fábrica. —Dione se burló de él.

—Mierda, me ha llamado por mi nombre y no Potter; creo que está enfadada. —ella se frotó la sien algo cansada.

Esta era la situación más rara en la que estas nueve personas se podrían encontrar. Nadie sabía cómo reaccionar o qué hacer, ni siquiera qué explicación dar. Estela, la única que tenía la mente en marcha en ese momento, dio un paso al frente llamando la atención de los presentes.

—¿Qué tal si hablamos esto en un lugar donde no puedan encontrarnos y castigarnos? No lo sé, a lo mejor es una idea mía bastante loca. —preguntó con sarcasmo, a la vez que habría la puerta de un aula vacía, situada a su lado.

Todos entraron a la habitación quedando en un completo silencio. Estela, Dione y Remus iluminaron sus varitas para buscar velas, las cuales encender para tener algo de iluminación. Dione encontró la primera, y la encendió con el zippo. Estela encendió la que ella encontró con su varita y Remus hizo lo mismo. Colocaron las tres velas en un pupitre y se situaron alrededor de éstas.

—Vale, para empezar... ¿Qué narices hacéis vosotros juntos? —James fue al grano.

Los cinco se miraron entre sí, asintieron con la cabeza estando de acuerdo y Dione habló.

—Ellas son mis mejores amigas, él es mi mejor amigo y he decidido que se conozcan. —se encogió de hombros para restarle importancia, sin embargo, sabía que no era un tema de poca relevancia. Los cuatro Merodeadores abrieron la boca sorprendidos.

—¿Desde cuándo?

—Desde hace casi dos años. —respondió Crystal.

—¿¡Qué!? —exclamaron los cuatro leones.

—¿Y no se te ha ocurrido decírnoslo en algún momento? —preguntó Sirius mirando a su hermana con enfado, ella rodó los ojos.

—No os lo he contado por el mismo motivo que tu y yo no les contamos al resto sobre el plan de Dione. ¡Por la seguridad de todos!

—¿Por la seguridad de todos? Por favor Hydra. ¿En qué peligro nos expondrías si hubieses contado sobre vuestra amistad? —se mofó James.

—Pues porque surgió antes de que yo dejara la farsa atrás. Y porque ahora seguramente el Señor Oscuro querrá vengarse por haberle traicionado y no iba a ponerlas en riesgo también por ser cercanas a mí. —contestó Dione algo molesta y sin pensar mucho en lo que decía. Esa confesión dejó a todos los presentes bastante sorprendidos.

Ella no les había contado sobre la presencia de Lord Voldemort en su casa para hacerle la marca tenebrosa. Y no lo había dicho porque no quería preocuparles, sin embargo, ahora se le había escapado y ya no había vuelta atrás. Se maldijo internamente por no haber sido más cuidadosa con sus palabras.

—¿Qué? Eso no nos lo habías contado. —le reprochó Regulus. Ella se sentó en un asiento del pupitre y escondió su rostro entre sus manos.

Estela se agachó y cogió sus manos para que la mirara, más no dijo nada para que ella se tomara su tiempo para revelarlo. Dione evitó su mirada, y por accidente se encontró con la de James, que emanaba preocupación. Suspiró cerrando los y volvió a dirigir su vista a la de Estela. Aclaró que él apareció justo después de firmar la herencia, y que sus padres querían que se hiciera la marca tenebrosa ese mismo día, además dejar claro que logró escapar a casa de los Potter antes de que se la hicieran.

—¿Pero no se suponía que debías hacértela al terminar Hogwarts? —cuestionó Sirius confundido.

—Al parecer quisieron adelantarlo. Pero hui antes de que me la hiciera. Lo he traicionado, y al igual que mis padres, querrá venganza. Aparte del poder, eso es lo que más lo corrompe.

—Haber, no es algo que me sorprenda pero ¿Cómo sabes eso?

—Porque soy una infiltrada de Dumbledore. Y nadie sospecharía que una niña de trece años diera el chivatazo de las misiones de los mortífagos.

—¿Pero no se supone que nadie que no sea mortífago puede estar en esas reuniones?

—¿Y vosotros cómo paseáis por los de noche sin ser descubiertos? —le respondió Dione con otra pregunta, indicando el uso de una capa de invisibilidad para su infiltración en esas reuniones.

Le hicieron un par de preguntas más sobre los encuentros de los mortífagos, las cuales no respondió, alegando que no quería recordar lo que había visto en estas. Era impresionante la cantidad de asesinatos y torturas se habían realizado en su casa durante algunas de esas concentraciones. Y había que recalcar que la mansión De Armas solo es uno de los muchos de los puntos de encuentro de los seguidores de Voldemort. Después de ver el primer homicidio, se dio cuenta de que la estabilidad mental era un lujo que no podría permitirse nunca más.

Para su suerte tenía a sus amigos y a su hermana, porque sabía que si se quedaba sola se sumiría en la completa locura.

• . ·• 🐍 • . ·•

Vieron la hora que era, las dos y media de la madrugada.

La mayoría quería irse a dormir, así que decidieron volver a sus respectivas salas comunes. Justo antes de salir, Sirius tomó el brazo de Dione. Ella se giró con el ceño fruncido, y al ver su expresión, les dijo a sus amigas que siguieran sin ella, que tenía una conversación pendiente.

Volvieron a entrar en el aula en el que habían estado, y cuando Sirius cerró la puerta ella lo miró sin expresión en su rostro y de brazos cruzados. Él predijo que haría eso, la conocía lo suficiente como para saber el comportamiento de Dione en cada circunstancia. No le sorprendió que lo tratara con frialdad y con una actitud distante, porque aunque no le gustará reconocerlo, había heredado más cualidades de sus padres de las que ella quisiera admitir. Ella últimamente se estaba mostrando más amable y alegre para compensar el daño que había hecho, pero siendo sinceros echaba de menos su anterior forma de ser, exceptuando claramente los menosprecios hacia la gente. Pero ya había pasado un mes y eso se había acabado. Ya era hora de que ella también tuviera la libertad de ser quien era realmente.

Sirius creía que no había estado tan nervioso en toda su corta vida, porque con el pasar de los años, la mirada de Dione intimidaba cada vez más; teniendo que añadir lo rencorosa que era ella. Y por si fuera poco, el silencio no era precisamente el más cómodo del mundo. Él estaba esperando a que ella dijera algo, pero no pensaba decir nada, por lo que durante unos minutos se sumieron en un bucle interminable de mudez que Sirius decidió romper.

—Sé que esto va a ser muy difícil de conseguir de tu parte, y que sinceramente yo no lo merezco, pero quería pedirte, después de tanto tiempo, unas sinceras disculpas.

La expresión de Dione no se movió ni un milímetro, y aún así, él sabía que ella estaba esperando que él reconociera lo estúpido que había sido y argumentara por qué debería merecer sus disculpas. Pensó que parecía demasiado terrorífico lo bien que conocía a Dione y viceversa. Suspiró mirando hacia abajo para luego levantar la mirada y fijarla en la de ella

»Bien, tú ganas. ¡Fui el mayor imbécil de todos los tiempos! ¡Lo sé! Pero vamos, Di. No puedes seguir enfadada conmigo para siempre.

—¿Ah no? Pruébame. —Sirius tragó en seco al ver la penetrante e intimidante mirada que Dione le estaba dedicando.

—Dione, por favor... —le suplicó.

Dio varios pasos para acercarse a ella, pero la slytherin retrocedió. Sin embargo, chocó contra un pupitre y maldijo en su interior. Él se acercó e intentó poner sus manos en sus hombros pero ella las apartó de un brusco movimiento. A pesar de lo que aparentaba en ese momento, ya había conseguido perdonar a Sirius, pero había sido complicado hacerlo. Él le había hecho daño, porque la había traicionado y abandonado, y eso era lo último que te debía hacer un mejor amigo

»Sé que lo que hice no estuvo bien, que eso me convierte en una persona horrible, pero por favor, ¿no te das cuenta que llevo seis años intentando conseguir tu perdón? Sé que eres rencorosa, ¿pero tanto? Incluso durante un curso entero te escribía una maldita carta cada mes para que me perdonaras —Dione levantó una ceja ante esa confesión—. Porque las iniciales R.E, siento decirte que no significaban Evan Rosier, esas cartas no eran una disculpa de tu querido amiguito por el que me sustituiste —escupió con algo de rabia, Dione sonrió de lado burlándose de ello—. Su significado es...

Ramé eterno lo sé —murmuró borrando su sonrisa y sacando un collar que escondía en su pecho bajo su camiseta.

Era una cadena dorada de la cual colgaba un pequeño aro con el centro vacío y con la palabra eterno escrita en el borde. Sirius se sorprendió al ver el objeto colgado de su cuello, creía que ella ya se habría deshecho de él. Ramé tenía un significado que definía a la perfección la amistad que tenían antes de su distanciamiento. Esa palabra da el significado a algo es caótico y hermoso al mismo tiempo, al igual que su relación.

—Todavía lo conservas. —murmuró sacando el suyo donde la palabra ramé se apreciaba en el centro de un círculo.

Eran dos collares que si los juntabas formaban uno solo.

—Te perdoné en cuarto año Sirius —dijo mirándolo a los ojos—. No mentiré; me dolió muchísimo que te fueras. Pero lo hice, logré perdonarte.

—No recuerdo haber recibido el mensaje —comentó con ironía—. Espera. ¿tardaste dos años en perdonarme? —Dione ignoró la última pregunta.

—Por aquel entonces no podía relacionarme contigo así que no pensaba arriesgar mi plan por aceptar unas simples disculpas.

—¿Unas simples disculpas? —preguntó ofendido.

Ella rodó los ojos a la vez que cruzaba sus brazos.

—No seas dramático. Te he perdonado y eso es lo que importa ¿no?

Le rodeó y se dirigió hacia la puerta, pero él le agarró delicadamente del brazo para frenar su paso. Ella se giró esperando a que él hablara.

—Entonces... ¿volvemos a estar como a los diez años? —su esperanza se desvaneció al oír una carcajada salir de la boca de ella.

—¿Me traicionaste y esperas que volvamos a tener la misma amistad que cuando éramos niños? —tan directa como siempre, pensó Sirius soltando su brazo— Lo siento cariño, las cosas no funcionan así. Mira te lo voy a aclarar: ahora mismo estás en el nivel de una amistad como la que tengo con James, Remus y Peter. Y si quieres recuperar mi confianza y volver a ser mejores amigos vas a tener que currártelo mucho, porque no te lo pondré fácil.

—¿Eso quiere decir que hay posibilidad de ser los de antes? —ella asintió y salió del aula, dejando a Sirius con un sabor agridulce en el cuerpo.

Dione caminó con una pequeña sonrisa en sus labios. Porque a pesar de que no lo admitiría jamás en voz alta, sí que quería volver a estar como antes. Pero después de lo que le hizo no pensaba ponérselo nada fácil.

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