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━━━━𝕮𝖆𝖕 𝟎𝟖

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𝟎𝟖━━━━new stage

Dione estaba muy nerviosa, como nunca en su vida y odiaba eso. Odiaba ponerse nerviosa pero era algo inevitable, teniendo en cuenta de que de la noche a la mañana su vida había dado una vuelta de ciento ochenta grados. Ahora ya no sería la Dione fría y supremacista que la mayoría de gente odiaba, ahora sería ella misma y eso le aterraba. No porque tuviera miedo de ser aceptada, eso le daba igual, sin embargo, ante tal cambio varias cosas tomarían cursos diferentes que seguramente causaría un gran revuelo en todo Hogwarts.

Durante la noche ella no había dormido mucho, y no porque no tuviera sueño, sino porque había estado preparando decenas de papelitos, que con un hechizo, llegarían a todas las víctimas de sus burlas. No eran muchas personas, pero no estaba orgullosa de haber hecho sufrir a ninguna de ellas.

No solo fue agotador hacer todos los papeles, además fue un poco extraño al principio por la presencia de James, que se había ofrecido a ayudarle a hechizar los trozos de papel al ver la buena acción que quería hacer Dione para disculparse. Los tuvieron que escribir uno a uno debido a que estaban personalizados para cada persona.

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Dione esperó a que todos se retiraran a dormir tanto a su propia casa como a sus respectivas habitaciones. Había transformado varias hojas del suelo del jardín de los Potter en varios folios de papel, los cuales comenzó a cortar ella y varias tijeras hechizadas. James apareció a los pocos minutos de haber empezado a recortar las hojas. La vió con el labio inferior entre sus dientes superiores concentrada en recortar las láminas lo más rectas posibles, gesto que a James le pareció adorable y divertido a la vez. Había bajado al oír ruidos, pero lo último que se esperaba encontrar era esta escena. Se acercó a ella sigilosamente al ver que no había notado su presencia con intención de asustarla.

—Ni lo intentes, James. No eres tan sigiloso como te piensas, no eres un ninja. —él ladeó la cabeza con el ceño fruncido a la vez que se acercaba para sentarse en frente de Dione.

—¿Nin... que? —preguntó confuso.

Ella dejó de cortar de golpe y lo miró incrédula.

—¿Eres amigo de nacidos de muggles y mestizos y ninguno te ha dicho lo que es un ninja? —James negó con la cabeza.

Estaba sorprendido porque ella no se refirió a los mestizos y nacidos de muggles por el mote tan despreciable que usaban ella y sus 'amigos'. Definitivamente le costaría bastante acostumbrarse a esta nueva Dione. Le agradaba mucho más que la anterior, a pesar de que todavía le quedaba mucho más por conocer sobre ella.

—¿Qué haces? —indagó curioso.

Ella se quedó unos segundos debatiendo en su interior si contárselo o no. Sin embargo, decidió que lo haría, de todas formas en unas horas todos esos pequeños papeles llenarían el gran comedor durante el desayuno.

—Es mi manera de disculparme con los que me he burlado durante todos estos años. No son muchos, pero cada uno de ellos me hace sentir culpable. —su voz se había vuelto un susurro, lo había hecho de manera inconsciente, pero eso no pasó desapercibido por James, se puso serio de repente.

—Con razón. —murmuró James sin pensar mucho en lo que había dicho.

Ella lo miró de mala manera y él se disculpó enseguida. Estuvo pensando unos segundos cuáles serían las palabras adecuadas. A pesar de que a veces fuera un estúpido —cosa de la que era consciente—, sabía en qué situaciones se requería tener más delicadeza. Nada más faltaría que no la tuviera, después de todos estos años siendo regañado por Remus y por sus padres cuando decía comentarios insensibles sin darse cuenta.

—Entiendo que quieras disculparte, pero no deberías sentirte culpable por mucho más tiempo, es un sentimiento no puedes evitar, pero no te sientas así mucho tiempo más. Porque tenías un motivo de peso para hacer todas esas cosas. Creeme que yo también lo hubiera hecho con tal de proteger a Sirius, Remus, Hydra o a Peter.

Dione se quedó sorprendida. Nunca había visto a un James tan serio, y diciendo unas palabras tan certeras. Era algo evidente que seguirán sorprendiéndose al seguir descubriendo cosas nuevas el uno del otro. Les quedaba mucho por aprender de la persona que tenían enfrente, algo que les daría más sorpresas de las que esperaban. Dione no supo qué decir así que le sonrió levemente y volvió a lo que estaba haciendo.

—¿Quieres que te ayude? —volvió a dejar de recortar el papel y lo miró con las cejas alzadas— No me mires así. Yo también tengo mi corazoncito. —se puso la mano en el pecho fingiendo inocencia. Dione se mordió el labio para evitar reír.

—Bien, a ver qué tan habilidoso eres con las manualidades. —se burló extendiéndole un papel y una tijera.

—Cariño, estás manos pueden hacer maravillas —ella se rió al encontrarle el doble sentido a esa frase—. No he dicho ninguna mentira. —le guiñó el ojo.

—Callate y corta el papel.

—Solo obedeceré a la segunda. —le señaló con las tijeras en mano.

Dione resopló con una sonrisa. A pesar de que al principio no sabía que decir se sintió bastante cómoda con él, era algo que no podía controlar. No diría que le transmitió paz porque James era muy parecido a un terremoto incontrolable y eso hacía todavía más divertida su presencia. Por esa razón tardaron más de lo necesario, no hablaron de nada personal, pero las burlas y las risas ralentizaron bastante el trabajo.

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Después de haber dormido un par de horas, Dione decidió que ya era hora de levantarse y prepararse. Dumbledore llegaría en unos minutos para llevarlos a Hogwarts. Debido a la hora que era, él accedió a que ella, su hermana, Sirius, Hydra y James, se quedaran a dormir en la mansión Potter con la condición de que a primera hora los llevaría a Hogwarts para continuar con sus clases.

Un poco más segura de sí misma, esperó junto a los demás que el director viniera. A los pocos minutos ya estaban en la entrada de Hogwarts, y sin necesidad de llamar las puertas se abrieron dándoles paso al interior del castillo. Cada quien se fue a su habitación a ponerse su respectivo uniforme y para suerte de todos, nadie notó que no estuvieron durante la noche.

Poco a poco los estudiantes de Hogwarts se despertaban y se dirigían al Gran Comedor para desayunar. Dione estaba fuera del salón esperando a que Dumbledore le abriera las puertas después de que todos los papeles firmados por ella llegaran a sus destinatarios. Él estaba de acuerdo en ayudarla con esto, después de todo lo que ella había arriesgado por la Orden del Fénix, era un pequeño favor para empezar la deuda que tenía con ella.

El director tocó varias veces su vaso con una cuchara para llamar la atención de todos los presentes. Alumnos y profesores dejaron de hablar.

—Atención por favor. Quería comunicarles que hoy una alumna ha decidido hacer un acto de redención ante todas las personas que recibieron malos tratos verbales de su parte y me ha pedido que antes de entrar entregue unas notas a dichos alumnos. —decenas de papelitos salieron volando de su varita cayendo delante de las personas a las que iban destinadas.

Para sorpresa de James, quien la había ayudado a escribir esos papeles, él y sus amigos recibieron uno. Crystal, Hydra y Estela también habían recibido uno a pesar de que ellas conocían y aceptaban el motivo por el que lo hacía. Muchas voces y exclamaciones de sorpresa salían de las bocas de los estudiantes, y las preguntas de los profesores hacia el director debido a su inconsciencia con lo que estaba sucediendo.

Las puertas se abrieron y Dione comenzó a caminar aparentando toda la seguridad que podía, se paró en la mesa de Gryffindor, y para sorpresa de todos, justo delante de Hydra. El perro y el gato sonriéndose como si nunca hubiera pasado nada, nadie daba crédito a lo que sus ojos veían. Hydra ladeó una sonrisa esperando a que Dione hablara.

—¿Y bien? —preguntó Hydra burlándose de ella.

—Oh vamos déjalo y levántate para darme un abrazo. —cogió a su amiga de las manos y la obligó a levantarse y una vez de pie Hydra no dudó en abrazar fuertemente a su mejor amiga.

Más murmullos se hicieron presentes y los Merodeadores las miraron con una pequeña sonrisa. A pesar de que se enteraron ayer de la amistad de ambas y de que todavía se les hacía extraño que fueran mejores amigas, les hacía feliz que ahora Hydra estaba más alegre. Incluso Sirius desconocía de su amistad después de que ella se fuera también de casa. A lo lejos, Crystal y Estela miraban orgullosas a su amiga.

—Di, siéntate con nosotros. —le ofreció Hydra, pero Dione declinó su oferta.

—No creo que a nadie le haga mucha gracia que yo me siente en esta mesa. Además, todavía tengo que entregar otro papel. Lo quiero hacer personalmente, porque es la persona que más burlas ha recibido de mi parte, incluso más que Remus.

Ella asintió sabiendo perfectamente a quién se refería. Caminó hasta el otro extremo de la mesa, justo enfrente de los Merodeadores, donde se encontraba una chica pelirroja, que al igual que todo la escuela, seguía los pasos de la nueva Dione. Y por eso se sorprendió que después de las últimas palabras que había dicho la Slytherin, se hubiera parado detrás de ella. No era un secreto para nadie que Lily Evans era la que más burlas había sufrido por parte de Dione.

Sacó el papel del bolsillo interior de su uniforme y se lo entregó. Lily dudó unos instantes en cogerlo pero finalmente lo hizo para después desdoblarlo. Intentó leerla sin expresión alguna pero falló completamente al leer las palabras que la Slytherin le había escrito.

—¿De verdad? ¿Este es el motivo por el que nos molestabas? —preguntó con desconfianza.

Todavía no confiaba mucho en ella, si después de seis años sufriendo insultos de su parte, esperaba que la perdonara tan rápido, lo llevaba claro. En cambio, Dione entendía su postura; nadie en su sano juicio se creería tan rápido a alguien que la ha menospreciado tanto tiempo. Ella iba a responderle, sin embargo, su hermana se adelantó y desde la mesa de Hufflepuff llegó al lado de Dione. Chiara la abrazó por la cintura y su hermana la rodeó por los hombros.

—Sé que después de tantos años insultándote puede ser difícil de creer, pero creeme que mi hermana haría cualquier cosa por mí al igual que yo por ella. —en los ojos de la menor de las De Armas había tanta admiración y amor hacia su hermana mayor, que a los que estaban alrededor les pareció una escena enternecedora.

—Aún que no lo pareciera, era muy difícil para mí meterme contigo. Eres una bruja muy talentosa y de las mejores de tu generación diría yo. —ahora sí que nadie podía procesar las palabras dichas por Dione. Lily meditó unos segundos sus siguientes palabras.

—Bien. Tus palabras parecen sinceras, y tu hermana sé que no mentiría con algo así. Yo te perdono —Dione sonrió ligeramente al igual que su hermana—. Pero no esperes que seamos amigas. —le tendió la mano y la rubia la aceptó sin decir palabra alguna.

Tenía sentido lo que la pelirroja decía. Y no esperaba que en algún momento fueran amigas, ni mucho menos, no después de lo que le había hecho pasar. Crystal y Estela se miraron la una a la otra y asintieron estando de acuerdo. Ambas se levantaron, para sorpresa de sus amigos que se sentaban a su lado, y se acercaron a Dione que estaba a punto de irse por la puerta principal. Como los amigos de Crystal y Estela no sabían de su estrecha relación con Dione, tenían que fingir que su trato entre ellas era insignificante, y que apenas se conocían más que por los insultos que recibían de la Slytherin.

Dione les pidió explícitamente que no contaran nada a sus amigos, y como por aquel entonces todavía fingía ser la anterior Dione, no debían saber nada por seguridad de todas. Lo último que querían era mentir a sus mejores amigos, sin embargo esperaban que si algún día se lo contaban, comprendieran porque lo habían hecho.

Al estar en frente de ella, ambas extendieron su mano como son de paz. Nadie se había sorprendido de que la alegre Crystal si la perdonara, después de todo lo único que transmitía era luz y sabía ver lo mejor de las peores personas. Por el contrario, en el caso de Estela si les sorprendió, porque las que la conocían sabía que era bastante rencorosa.

Dione aceptó el gesto y se dió la vuelta para salir del gran comedor. Todo el mundo comenzó a hablar y comentar lo que acababa de pasar, e incluso los que los habían recibido, enseñaban los papeles a sus amigos todavía muy sorprendidos. Algunos se la creían, otros pensaban que era una hipócrita, y eso era algo que Dione sabía sin necesidad de escuchar a la gente.

Comenzó a caminar hacia la torre de astronomía y al llegar sacó su paquete de cigarrillos y se encendió uno.

Le dio la primera calada.

Sabía que su antiguo grupo de 'amigos' reclamarían las explicaciones que se "merecían", y ella estaba preparada par ello. Sabía que todas sus acciones, por muy buenas intenciones que tuvieran, tendrían sus consecuencias y ahora no sería la excepción. Estaba lista y no estaba dispuesta a dejarse menospreciar por esa gente, estaba preparada para atacar devuelta si era necesario, porque no pensaba dejar que nadie la hiciera sentir menos de lo que ella era. Estaba preparada para no dejarse intimidar y cerrar por fin esa relación tóxica con aquella gente que solo querían ser sus amigos por conveniencia.

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