
━━━━𝕮𝖆𝖕 𝟎𝟏
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𝟎𝟏━━━━you don't know anything
El estómago de Dione rugía como el de un dragón que llevaba días sin comer. Se notaba que no había cenado, simplemente no le apeteció hacerlo. Así que decidió saciar su hambre y se dirigió hacia las cocinas de Hogwarts en plena madrugada evadiendo a los perfectos, que hacían su ronda por los pasillos, evitando que cualquier alumno estuviera fuera de su habitación. Tenía la suerte de tener su propia habitación por ser Premio Anual porque así no tenía que estar pendiente de si despertar a sus compañeras de cuarto. Al llegar al cuadro del frutero, le hizo cosquillas a la pera de la pintura como le enseñó Estela.
Al entrar saludó a los elfos que habían, los cuales se ofrecieron a servirle algo pero ella se negó, prefería servirse ella misma. Después se dirigió a la despensa y abrió una caja donde descubrió varias magdalenas de chocolate. Salió mordiéndose el labio apreciando el aroma que desprendían esos bollos y los dejó sobre la encimera.
—Dime Zeely, ¿puedo comerme una de estas? ¿o están reservadas para alguien?
—Es nuestro postre, pero puedes comerte las que quieras. —respondió temerosa la elfa.
—Oh no, es vuestra comida y a mi no me gustaría que me quitaran la mía. Pero gracias por ofrecérmelas Zeely. —agradeció mientras las guardaba donde las había encontrado.
—De nada señorita De Armas. —Dione se agachó a la altura de la pequeña elfa con una mirada severa que asustó al pequeño ser.
—Ya hemos hablado de esto Zeely, llámame Dione, tú sí tienes ese derecho. —dijo regalándole una pequeña sonrisa.
—Está bien Dione. —sonrió tímida, y Dione se levantó para ir de nuevo a la despensa y coger unas galletas, recibiendo una respuesta afirmativa por parte de Zeely para que se las pudiera comer.
Se sentó en uno de los taburetes y mordió una de las galletas, al saborearla abrió los ojos sorprendida. Estaban realmente deliciosas.
Escuchó un carraspeo a sus espaldas y se giró encontrándose con la sonrisa ladina de Sirius y los rostros sorprendidos de los merodeadores. Se atragantó con la galleta por la sorpresa y el Black fue sobarle la espalda mientras se reía de su reacción.
—Ya sé que soy atractivo, pero no hacía falta que te atragantaras. —Dione lo miró con una ceja alzada y después alzó ambas cejas con incredulidad a la vez que se levantaba del asiento cogiendo otra galleta y guardando el resto nuevamente en la despensa.
—¿Cuánto tiempo lleváis aquí? —preguntó volviendo a donde estaban los chicos mordiendo la nueva galleta que había cogido y sentándose de nuevo en el taburete.
—Desde que estabas entablando una amistad con la elfa. —respondió Sirius que era el único que tenía la suficiente confianza con la ojiverde, que rodó los ojos nuevamente.
—Ese comentario confirma que no te echo de menos en las cenas entre nuestras familias Sirius —le sonrió falsamente y se dispuso a salir de la cocina y volver a su habitación.
—¿Ya no soy ni cariño ni cielo? —preguntó con una falsa ofensa, haciendo que sus mejores amigos lo miraran sorprendidos.
Ella frenó su paso y se mordió la lengua para no soltarlo todo delante de quienes no les incumbía su historia.
—¿Salisteis juntos? —James parpadeó varias veces aturdido.
—Tú no te metas. —le ordenó Dione a James.
Él estuvo a punto de responder, pero Remus lo frenó y habló antes de que Potter provocase un conflicto innecesario.
—No hace falta crear un enfrentamiento.
—¿Ahora vas de Santo? Que hipócrita de tu parte. —Dijo con burla. Y el licántropo la miró con confusión.
—¿Perdón?
—Di, basta —ella miró a Sirius con impresión—. Tus padres no están, no tienes que portarte así con la gente. —esta vez la mirada de la chica mostraba incredulidad.
—No hables de lo que no sabes.
—Sé más de lo que crees. Sabes que entre ella y yo no hay secretos. —Dione entendió a quién se refería y sabía que la mataría en cuanto la viera.
Mordió su labio inferior tratando de no alzar el tono de voz.
—Mira, no sé lo que te ha contado, pero seguro que no sabes ni la mitad de lo que ha sucedido. Así que te repito, no hables de lo que no sabes. —la calma en su voz erizó los vellos de los presentes.
Giró sus talones y salió de la cocina. Se dirigió a su habitación con bastante enfado. Solo rezaba por qué Sirius no le fastidiara con la información que Hydra le había contado. Lo que tenía muy claro es que las ganas de asesinar a su mejor amiga no le faltaban.
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Sirius caminaba de un lado a otro ante la atenta mirada de su hermana y los merodeadores. Les debía explicaciones a sus amigos sobre lo que había pasado la noche anterior, pero no podía hacerlo ya que si lo hacía volvería a traicionar a Dione y eso era lo último que quería hacer.
Hydra sabía porqué su mejor amiga estaba enfadada con él.
Sirius se fue sin avisar a absolutamente nadie, simplemente dejó una nota insultando a todos excepto a sus hermanos y mejor amiga. Su hermana supo perdonarlo porque en parte entendía porque lo había hecho, sin embargo también comprendía porque Dione no lo hacía. A ella sí la había perdonado, Hydra si le había dado a conocer sus intenciones de huir del legado de los Black y por eso no tenía rencor alguno por ella –su hermano no lo sabía por petición de la chica Slytherin–, en cambio Sirius era otro tema...
Los cuatro ya estaban empezando a cansarse de ver al animago dar vueltas por la habitación sin decir absolutamente nada.
Su hermana suspiró rodando los ojos. —Sirius basta, no sé en qué estás pensando pero sabes perfectamente que no puedes dar explicaciones, al menos por ahora.
—¿Estás diciendo que no nos contaréis absolutamente nada? —protestó Peter y como respuesta los hermanos negaron con la cabeza.
—Eso no es justo, somos vuestros mejores amigos, pensaba que no había secretos, que confiabais en nosotros. —exclamó James levantándose enfadado.
—No vayas por ahí James, porque esto no solo le concierne a Sirius, si no también a De Armas —respondió Hydra.
—¿Y? Deberías saber que podéis confiar en nosotros, somos familia —Remus también estaba algo molesto, podían confiar y ellos lo sabían.
—Y confiamos en vosotros, os confiaría mi vida.
—Entonces que te lo impide Orion. —espetó James todavía más furioso.
Le enfurecía demasiado que Sirius no le estuviera contando lo que ocultaba, él le había confiado absolutamente todo sobre su vida y que ahora le escondiera algo no le gustaba para nada. Por mucho que esta conversación le pareciera absurda a algunos, para los merodeadores la confianza en el resto del grupo era sagrada.
—Es como si ahora yo le contara a Dione el secreto de Remus solo porque era mi mejor amiga —se defendió Sirius callando la boca a James, sabiendo que tenía razón—. No puedo contaroslo, tampoco lo comprenderéis —lo único que Peter, Remus y James no entendían era cómo podía defender a alguien como ella, que despreciaba a seres como él y sus amigos ya sea por no ser sangres pura o por traidores de sangre.
Remus se levantó del suelo y apoyó las manos en los hombros del pelinegro— Pues ayúdanos a comprenderlo, Canuto.
Negó con la cabeza para después mirar a su hermana quién tenía un moño deshecho y dos mechones cayendo por su rostro. Ella miraba su mano entrelazada con la de Peter –que yacían apoyadas en las piernas de su amigo que estaba a su lado, ambos sentados en un sillón viejo de la casa de los gritos– sintiéndose también culpable por ocultar eso a sus amigos.
—Hydra, ¿Cuánto falta para...? —la pelinegra levantó la mirada y lo único que se dignó a hacer fue levantar dos dedos de su mano libre causando que Sirius la mirara con los ojos muy abiertos y luego dirigirse a sus amigos con una pequeña sonrisa— ¿Meses? —su hermana asintió— Pues quedan dos meses para que lo sepáis.
—¿Nos lo diréis en dos meses? —preguntó Peter. Hydra soltó una pequeña risita y apoyó su cabeza en el hombro del rubio negando ligeramente.
—Créeme que lo sabréis cuando lo haga. Pero prometed que no os enfadaréis con nosotros por no contároslo —los tres merodeadores pronunciaron un lo prometemos dejando satisfechos a los hermanos Black—. Bien, ahora todos fuera si no queréis levantaros con una sorpresa mañana por no dejarme hablar a solas con Peter.
Canuto, Cornamenta y Lunático se levantaron del suelo y se dispusieron a salir de la habitación no sin antes recibir un comentario por parte de James.
—Y recuerden queridos amigos, sin sombrero no hay vaquero —su sonrisa burlona plantada en su rostro se desvaneció cuando Hydra cogió un cojín y se lo lanzó. Logró esquivarlo y se marchó después de guiñarles el ojo a sus amigos, que con una sola mirada entre ellos, supieron que mañana James notaría algo fuera de lo normal a su alrededor.
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Todo Hogwarts estaba en completo silencio.
La Luna había llegado a su punto más alto resaltando todo su esplendor al estar completa en su forma. Como cada veintiocho días sucedía, el silencio fue interrumpido por los aterradores aullidos que provenían de la Casa de los Gritos desde hacía más de seis años.
Pero la mudez del castillo no solo fue interrumpida por los alaridos de Remus Lupin, también estaba la princesa de Slytherin que frustrada, pateaba las puertas del baño de las chicas del segundo piso bajo la atenta mirada de preocupación de Regulus y la de miedo de Myrtle la llorona, que nada más llegar la rubia, se escondió en uno de los retretes para poder ver el espectáculo sin ser descubierta.
Habían pasado dos noches desde su encuentro con los Merodeadores en la cocina, y ya había contenido demasiadas emociones la noche anterior, por lo que necesitaba desahogarse, y con quién mejor que con su mejor amigo. Regulus se levantó lleno de preocupación cuando su amiga dejó de dar patadas y comenzó a golpear puertas y paredes con sus puños. En un rápido movimiento la aprisionó entre sus brazos por la espalda inmovilizando sus extremidades superiores y besando dulcemente su cabello en un intento fallido de tranquilizarla.
—Cómo no me sueltes el que se llevará los golpes serás tú —espetó furiosa intentado inútilmente zafarse del agarre de su prometido que era más alto que ella a pesar de sus dos años de diferencia—, no es broma Regulus Black, suéltame.
—No pienso hacerlo y deja de intentarlo, porque por mucha fuerza que tengas yo poseo más.
—No dirás lo mismo cuando mi pie impacte sobre tus huevos Black.
—Golpéame todo lo que quieras —comentó sarcástico—, así por lo menos no dañaras tanto tus manos. Sé que la noche de Luna llena es difícil para ti, pero eso no justifica el hecho de que tengas que hacerte daño para desahogarte.
Dione dejó de forcejear y apoyó la parte posterior de su cabeza en el hombro izquierdo del pelinegro suspirando a la vez que cerraba los ojos. Sintió cómo su cuerpo retrocedía guiado por su amigo, y después sus rodillas comenzaron a doblarse por la presión que ejercía Regulus aún rodeándola con sus brazos. El pequeño Black se sentó finalmente contra la pared a la vez que abría las piernas para dejarle un hueco a la rubia para que se sentara entre él, mientras seguía abrazándola.
Depósito nuevamente un suave beso sobre su larga cabellera causando que Dione posara sus manos sobre las de él, que estaban situadas alrededor de su cintura.
—Di, no puedes golpear objetos duros cada vez que te enfadas. Si tu intención es romper algo a este paso acabarás rompiendo tus manos —dijo Regulus apoyando la barbilla en el hombro de su mejor amiga y cogiendo delicadamente sus manos para acariciar las heridas de los nudillos suavemente con el pulgar—, deberías golpear una almohada como lo haría una persona normal.
—Pero yo no soy normal Reg —respondió en un tono burlón para relajar a su amigo, que era evidente que estaba intranquilo—. Además, ser normal es aburrido.
—Ya sé que es aburrido, pero si ser normal evita que te hagas daño entonces te obligaré a serlo. —Dione giró su torso y cabeza para mirar enternecida al pelinegro, le encantaba que se preocupara por ella porque así le demostraba que era importante para él, aunque el chico se lo repitiera de vez en cuando. Besó la nariz del chico causando que este sonriera sin mostrar sus dientes.
—No te preocupes por mí Reg. Estoy bien, e intentaré no pegar tanto a las paredes pero no prometo nada. Porque por mucho que odie insultarlos, los merodeadores me sacan de quicio —comentó con fastidio y volviendo a girarse apoyando su cabeza en el pecho de su amigo—, menos Remus, ese parece el más normal.
—Tú lo has dicho, parece. Los más normales en el fondo son los más raros.
—¿Cómo tú? —preguntó con burla.
—Sí, como yo —respondió sin una pizca de ofensa—, pero ahora en serio, no debes preocuparte por nada, esos Gryffindor dudo mucho que abran la boca, y menos estando Hydra y Sirius.
—De Hydra me fío pero de Orión no.
—Puede que se fuera sin hablar Di, pero no creo que vaya a gritar a los cuatro vientos que te llevas bien con una elfa. Además, dudo que haga eso sabiendo que quiere recuperar tu amistad. —la rubia giró su cabeza mirándolo con una ceja alzada a lo que él asintió.
Volviendo a su posición anterior soltó una risa amarga y sin gracia alguna— Ya bueno, pues llega seis años tarde.
—No, lo lleva intentando seis años pero tú lo has ignorado por completo. —Dione rió nuevamente.
—Es cierto que soy una experta en ignorar a la gente.
Regulus negó la cabeza con una sonrisa ya que era verdad. Su amiga era la viva imagen del orgullo, en eso no le ganaba nadie, ni siquiera sus padres y eso era decir mucho. Para su suerte Reg sabía la forma de evitar que se enfadara porque jamás desearía enfurecerla, era peor que le mismísimo demonio añadiendo que sabían las debilidades del otro, por lo que no les convenía enfadarse si querían evitar que sus personalidades impulsivas les hicieran cometer alguna estupidez.
Por eso se complementaban perfectamente evitando que alguno se derrumbara por completo, se tenían el uno al otro, y como juraron años atrás, así sería hasta el día de su muerte.
Ya sé ya sé, primer capítulo y ya hay mucho drama. Pero es que yo adoro el drama.
¿Qué os ha parecido Dione?
¿Y su pasado y relación con Sirius?
Espero que os haya gustado y si es así no olvidéis votar y comentar.
━━Lady A
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