Capítulo 5.
Su cabeza daba vueltas. Le costó más de cinco minutos abrir los ojos, sintiendo un dolor puzante en espalda y su brazo adormecido por la posición en la que se encontraba. Sus brazos colgaban de la cabecera metálica de la cama, esposados a estas. Ni siquiera había sentido el momento en que la cinta había sido intercambiada por esposas, y ahora, gracias al cielo, sus pies estaban libres.
Las marcas todavía resaltaban en sus talones, enrojecidos en las zonas donde la cinta se había adherido anteriormente. E incluso sentía un ligero ardor, pero soportable. Lo desconcertante, era cómo había parado a estar así, cuando solo había estado durmiendo.
—Te drogué.—La gruesa voz de Agust lo sobresaltó, respondiendo como si hubiese leído sus pensamientos.—No vayas a patearme.
—¿De qué servirá? ¿Sacarte un poco de sangre o dejarte en el suelo quejándote por el dolor, mientras yo estoy todavía esposado a tu cama?—Dijo sarcástico. Después de su charla, había pasado una noche, en la que durmió incómodamente. Al día siguiente, solo había intercambiado un par de palabras con el rubio, quien había perdido el tiempo haciendo un muy corto interrogatorio en el que Jimin no dijo nada relevante que sirviera de algo para su jefe, pero el resto del día se la pasó solo, Agust se había ido a trabajar, y no volvió a verlo en toda la noche, hasta que amaneció con el cuerpo entumecido y los ojos de Agust D sobre él.—Aunque... Sería tan satisfactorio verte retorciéndote de dolor.
—Uhm.—Se sentó, igual que había estado haciendo las otras veces, al borde de la cama.—Seguro te resultaría más satisfactorio verme retorciéndome de placer.
—Si, claro.—Y en ese momento, el rubio recibió una patada en el costado, obligándolo a levantarse y tomar su abdomen entre sus brazos mientras soltaba aire. Kitty se carcajeó al ver su expresión, y Agust solo lo miró con las cejas fruncidas, mientras recuperaba la postura.
—¿Quieres reventarme las costillas?—Kitty soltó otra carcajada, y Agust D se limitó a suspirar, y tomar un vaso de agua que se encontraba en la mesa para llevarlo a los labios de Kitty.
Este lo recibió por el simple hecho de que su garganta estaba seca, y además, su estómago estaba lleno solo por un vaso de agua y un poco de ensalada que había traído Agust el día anterior, tomándolo por sorpresa.
¿Qué clase de secuestrador preparaba una ensalada para su victima?
Solo el Agust D y su peculiar personalidad repleta de humor cambiante. Aunque, la mayoría del tiempo, en esos dos días en que lo había visto, mantenía una actitud arrogante y burlona, de vez en cuando tenía ciertos arrebatos de rabia, mostrándose frustrado al no conseguir nada de Kitty Gang. A veces burlón, a veces molesto, a veces seductor.
A veces llegaba a actuar de forma que Kitty jamás se esperaría, como el plato de ensalada que preparó, o el haberlo esposado a la cama.
Y como Agust D era toda una caja de sorpresas, luego de dejar el vaso ya vacío sobre la madera, una sonrisa se delineó en sus delgados labios, y de pronto, ya se encontraba sobre Kitty Gang, dedicándole aquella sonrisa que el pelirosa no pudo descifrar.
—¡Oh! vaya que eres impredecible.—Rió Kitty Gang, tentado a subir su rodilla y estamparla contra su entrepierna, para ver como caía tieso hacia un lado por el impacto. Sin embargo, se abstuvo, y en cambio, decidió subir su pierna con lentitud, y rozar su rodilla con gentileza.
—Mhm Kitty.—Su cuerpo descendió, haciendo que Kitty lo mirara curioso.
—¿Qué estás haciendo?—Frunció sus labios cuando vió a Agust acercar sus manos hasta su cinturón, y comenzar a desabrocharlo con lentitud.
—Bueno.—Deslizó su mano dentro de la tela, hasta que sus dedos chocaron contra aquel bulto, y comenzaron a masajearlo.—Si no vas a soltar nada, y voy a tener que entregarte a mi jefe, al menos voy a divertirme un poco antes. A menos que quieras contarme un poco de la pareja con la que trabajas.
Tomó los pantalones bajándolos solo un poco, repitiendo la acción con la ropa interior, importándole poco que el pelirosa no le hubiese dado ningún permiso. Su miembro quedó expuesto a la vista de Agust, relamió sus labios.
—Bien, me parece magnífico que te diviertas haciéndome una mamada, pero, ¿Por qué no me llevaste de una vez a donde sea que se encuentre tu jefe y tu ejército de narcotraficantes en vez de tenerme en tu casa? Si tantas ganas me tenías, pudiste haberme invitado a pasar la noche sin necesidad de hacer todo este show, y ya hubieses tenido el placer de meterte entre mis piernas.
—Nadie sabe que te tengo aquí.—Pasó las yemas a través de su miembro, haciéndolo callar, y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, erizando su piel al sentir aquellos delgados dedos apresarlo mientras lo acariciaba.—Quería encargarme yo mismo de ti.
—Excelente.—Dijo Jimin con la respiración entrecortada.—Porque si así van a ser las cosas...—Arqueó su espalda cuando la lengua humedeció toda su extensión hasta la punta.—Puedo acostumbrarme.
Jadeó, al ver los labios de Agust, rosados y delgados, plantar un beso en su glande, antes de abrirlos, rodearle, e introducir todo su falo hasta lo más profundo. Todo de manera lenta, y tortuosa. Con un solo roce de sus dedos su piel se había estremecido hasta hacerlo endurecerce, la hábil boca de Agust D y los movimientos que estaba comenzando a hacer lo estaba llevando al límite.
Agust succionó, lamió y movió sus labios de arriba a abajo, sacando un gemido extenso de Kitty
Y justo cuando su piel se erizo, y apretó sus párpados y nudillos esperando a que el momento llegara pronto, Agust se detuvo, levantándose de la cama y apartándose hacia un lado. Kitty abrió sus ojos de golpe, agitado, llevando su mirada hacia el rubio que se reía ante su expresión de inconformidad.
—¿¡Qué te ocurre!?—Masculló, retorciendo sus piernas, e incapaz de soltar sus manos y acabar el trabajo por él mismo.
Agust se encogió de hombros como si importara poco, recibiendo una fulminante mirada del menor.—Me voy, tengo trabajo que hacer.—Limpió su boca con su pulgar, y movió sus cejas juguetonamente.
—Agust...—Su llamado no lo detuvo. El rubio ya había atravesado el umbral, cerrándo con un portazo.
Kitty Gang suspiró con pesadez, sintiendo aún su palpitante erección desnuda entre sus piernas. Los suaves labios de Agust D había hecho magia en tan solo unos minutos. Y a pesar de que el tiempo para él había sido eterno, en realidad, había durado demasiado poco. Y sin dudas, Agust se burlaría en cualquier momento de su poca resistencia en cuanto pudiera.
Tampoco sabía cuánto tiempo le quedaba allí. Quizás la próxima vez, Agust D llegara con su compañero para llevarlo a su futura muerte.
Honestamente, no le importaría revelar la identidad de Eunwoo, y decir que Jin, Namjoon y él estaban ahora bajo su mando para matar a Agust D y J Hope, pero el problema era que no solo le haría daño a él y a Cha Eunwoo, si no que perjudicaría a sus hermanos. Seokjin, quien se preocupaba por él, y sanaba cada una de sus heridas, y Namjoon, quien daba lo que sea para protegerlos.
Preferiría callar y ser sometido a centena de torturas, a decir la ubicación de las únicas dos persona que tenían importancia en su vida. Y esto en definitiva era una tortura.
Después de unos segundos de tomar unas bocanadas de aire, cerró sus ojos, e hizo su mayor intento por darse media vuelta sobre la cama. La presión en sus muñecas aumentó, pero sus deseos por acabar lo que Agust cruelmente había empezado, eran más grandes
Cuando finalmente logró su cometido, en un posición demasiado incómoda para su gusto, se restregó dolorosamente contra las sábanas del colchón. Forzó su mente a imaginar que Agust todavía estaba allí, tocándolo, complaciéndolo, y además, mirándolo con esos profundos ojos, que, con tan solo imaginar la escena durante menos de un minuto, manchó el edredón y su camisa.
Soltó un quejido, transpirando, y dejando caer su peso, sin importar el que las esposas lastimaran su piel. Estaba agotado, y frustrado por la forma en que Agust lo había dejado.
Y si ese era su maravilloso plan para hacer que Kitty hablara, estaba muy equivocado. Cualquiera de los dos podían salir perdiendo en esa situación.
—¿Y qué tanto haces en tu casa?—Cuestionó J Hope, observando como una de sus compañeras posicionaba la enorme arma, comparada con su delgada figura, sobre los ladrillos.
—Cuidado, no queremos que lo mates, si lo haces, nosotros no seremos quienes tendrán graves problemas con V.—Agust le dió una mirada de advertencia, y la chica asintió con seguridad. Su puntería era casi perfecta, pero aún así, Agust D no se fiaba de una novata como lo era Hani.
—¿No vas a responderme?—J Hope colocó su brazos como jarra, y Agust solo atinó a rodar los ojos, y comenzar a caminar.
—No tenemos tiempo para charlas, tenemos que capturar al hijo de puta de Kyungsoo.—Tomó el brazo del pelirojo para arrastralo escaleras abajo.
—¡Hey! su madre no tiene la culpa de tener un hijo como él.
Agust D gruñó para que guardara silencio. Una vez que llegaron a la última planta, traspasaron una de las puertas que los guiaba a la parte trasera del lugar. Kyungsoo les esperaba con la misma expresión de frialdad que se cargaba todo el tiempo.
—¡Compañero! Hace tanto que no nos veíamos.—J Hope extendió sus brazos, con toda la intención de abrazarlo, pero Kyungsoo lo frenó, mostrando la palma de su mano.
—Vayan al grano, ¿Para qué me han citado aquí?—Alzó una ceja, y Agust bufó en su interior. Le resultaba cómica la confianza con la que les hablaba, como si realmente estuviesen al mismo nivel, y ellos no lo sobrepasaran por muchísima más experiencia, inteligencia, talento, y ni siquiera hay que mencionar belleza, porque a simple vista es más que notorio. Según J Hope.
—Sabemos lo que planeas.—Escupió Agust D, elevando la comisura de sus labios cuando el rostro del más bajo cambió drásticamente.
—No sé de lo que hablas.—Mintió, y para ambos fue más que evidente. No gastarían más tiempo aparte de los valiosos segundos que Yoongi pudo haber aprovechado para descansar, o incluso, para hecharle un vistazo a Kitty Gang, el precioso chico que tenía esposado a su cama.
El simple pensamiento le erizó la piel, ansioso por volver a casa y recibir uno de los tan simpáticos comentarios del niño pelirosa.
Un silbido bastó para que la bala impactara contra la pierna de Kyungsoo, justo en la rodilla. Y como J hope y Agust D lo habrían esperado, el moreno no resisitió demasiado, y luego de gritar de dolor, se desplomó en el suelo, tocando a penas el hoyo que sangraba.
Agust D le propinó un golpe en la la mandíbula que lo desconcertó, para finalmente tomar uno de sus brazos y pasarlo por sus hombros.
—Amo el trabajo fácil.—J Hope rió, tomando el brazo restante, y entre los dos, lo llevaron hasta el interior del edificio.
—¿Dónde carajos están mis hombres?—Le oyeron murmurar con dificultar al hombre.
—Deben estar muertos.—Dijo J Hope con simpleza. Ninguno de los tres volvió a hablar hasta que se encontraron adentro, pasando unas puertas de madera que los llevaron a un habitación ancha, ocupada solo por tres personas: V, Jungkook, y otro de sus hombres.
V sonrió ampliamente, mostrando sus dientes cuando sus ojos hicieron contacto con Kyungsoo, quien fue dejado sin cuidado alguno sobre un silla.
—Me alegra tanto tenerte aquí.—Como si fuera posible, su sonrisa se extendió. Jungkook estaba detrás, con un semblante neutro, moviéndose solo para mirar un par de segundos a J Hope sin que este lo notara. El pelirojo no se atrevió si quiera a dirigirle la mirada.—Pueden irse, si gustan. Tengo todo el día libre para hacerme cargo con mis propias manos de él.
Yoongi no objetó nada en su contra, en cambio, les ofreció a todos los presentes una sonrisa, especialnente a Kyungsoo, antes de hacer una leve inclinación de cabeza, y retirarse.
Tenía alguien más entretenido esperándolo en casa.
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