Allí estaba, sentado en su cama de brazos cruzados como si estuviese a punto de hacer un berrinche, sin embargo, permaneció en silencio, sin reconocer que su mayor tenía toda la razón.
Y Seokjin seguía con la misma incógnita flotando en su cabeza. ¿Por qué? ¿Por qué Kitty Gang sabiendo que su tarea asignada había sido, específicamente, matar a Agust D, aún así se atrevió a defenderlo? Cuando Agust no había hecho algo así por él antes.
Kitty tampoco tenía la respuesta.
¿Quería desafiar a Cha Eunwoo? Porque si aquel era el caso, Seokjin no quería verse involucrado, suficiente había tenido con la manada de gorilas hambrientos de los que había escapado en Seoul.
—¿Puedes entenderme, Jimin?—Preguntó Seokjin, pero al ver que el susodicho no tenía ninguna intención de hablar, prosiguió.—Sé que te fascina saltar de un lugar a otro cada vez que tienes la oportunidad, esta vez debemos tener cautela. Ya sé que no vas a hablar , y mucho menos actuar en contra de Agust, pero estamos en peligro, y no podemos hacer las mismas cosas que antes, al menos hasta que la marea baje, y no hayan organizaciones con sus rifles esperando para dispararnos.
Resopló frustrado. No quería quedarse en esa apartamento para siempre.
Qué suerte que no le hubiesen descubierto la otra noche.
—¿Y por cuánto tiempo más seguiremos así?
—No lo sé, pero algo me dice que no será mucho. Si no cumplimos con nuestra parte del trato, Eunwoo nos dejará en la calle.—Dijo Namjoon, y Seokjin clavó sus ojos en Jimin.
—Si no fuera por ti, ya habríamos degollado a el par de patanes que tenemos que matar.
Kitty rodó los ojos llevando su cabeza hacia atrás, tapando sus orejas. Prefería hacer oídos sordos y dejar que las protestas de sus dos insoportables hermanos se desvanecieran en el aire.
Ya habían pasado un par de días sin Agust D, sometido a encerrarse en su habitación para poder descansar. Y el término descanso no estaba incluido en su vocabulario, teniendo toda una ciudad llena de bares y callejones pertenecientes a malhechores por explorar. Sin mencionar, que cada vez que pensaba en salir de allí, la imagen de Agust y su coqueta sonrisa relucía en su memoria.
Tendría que olvidarse de la idea de buscar de nuevo al rubio. Al rededor del mundo seguro habrían muchos más esperando por él.
—¡Jimin!—Seokjin había tomado con fuerza los brazos del pelirosa para bajarlos y que lo escuchara.—¡Pareces un niño! ¡Siempre actúas como uno! Ya llevas más de veinte años de vida y aún no sabes tomarte en serio las cosas.
Jimin se levantó sin darle una respuesta, y se adentró en su habitación cerrando de un portazo, presionando el botón del pestillo, y dejando caer todo su peso sobre las suaves colchas de su cama.
Había dado inicio a esa conversación con el fin de mencionarles el trato que Agust D le había ofrecido. Trato que no sería permanente, adentrarse en una mafia y permanecer allí, no era lo suyo. Pero si aquello le ofrecía seguridad temporal, sin nada a cambio, ¿No era mucho mejor que tener que matar a Agust y J Hope por unos días de refugio?
Y no es que no pudiese hacerlo, claro que podía hacerlo, pero estaba comenzando a desistir de la idea, porque no se veía a sí mismo arrebatándole la vida Agust D. J Hope le valía mierda.
Sin darse cuenta, había caído en un sueño bastante ligero, puesto que se despertaba cada cierto tiempo, en el que hacía su mayor esfuerzo por volver a dormir. El dolor de su pierna aún estaba presente, muy leve, junto con el de su abdomen, pero no era impedimento para gozar de su estadía en casa. Si iba pasársela encerrado como un preso en una cárcel, al menos buscaría la manera de que su encierro fuese placentero. Y una de las mejores cosas que se podían hacer en casa era dormir. Nunca antes había tenido tanto tiempo disponible.
Horas más tarde, un sonido le despertó. Frunció el ceño reaccionando lentamente hasta enfocar todos sus sentidos, y buscar la causa del ruido.
Una silueta en uno de los rincones de la habitación le hizo juntar aún más sus cejas y entrecerrar los ojos para asegurarse de no estar alucinando. Pero cuando la silueta se movió, sus ojos se ajustaron a la oscuridad, y pudo observar aquello que estaba frente a él, una sonrisa divertida hizo aparición, y volvió a recostar su cabeza sin preocuparse porque un intruso había entrado a su habitación a mitad de la noche.
—¿Qué haces aquí?—Preguntó, sin borrar el gesto de su rostro.
—¿No puedo pasar a saludar? Hace como dos días que no te veo.—Se acercó, y el rostro de Agust fue visible con claridad gracias a la luz proveniente de la ventana.—Vengo desarmado, no pienses que vengo con intenciones de hacerte daño.—Alzó sus manos, y Kitty lo miró extrañado.
—¿Hablas en serio?—Enarcó una ceja.
—Puedes verificarlo por ti mismo.—Kitty sonrió, arrodillándose sobre la cama y extendiendo sus brazos para comenzar a registrar cualquier espacio en el que pudiese haber un arma escondida, desde las medias dentro de sus zapatos, hasta el cinturón ajustado entre sus pantalones, y cuando sus manos viajaron hasta su camisa, donde no se sentía o veía nada fuera de lugar, Agust lo tomó de los brazos para alzarlo y guiar su boca hasta la suya.
Los labios de Kitty se acoplaron sobre los suyos de inmediato, sonriendo gustoso entre el beso y dejando en claro lo mucho que había anhelado sentir de nuevo los labios de Agust.
Enredó sus brazos alrededor de su cuello y se dejó llevar por el dulce sabor y la sensación de la lengua del rubio deslizándose por sus belfos.
Las manos de Agust lo sostuvieron por su espalda, apretando la tela de su camisa entre sus manos a medida que el beso se extendía, volviéndose más apasionado. Kitty suspiró cuando se separaron unos milímetros, y los brazos de Agust lo dejaron caer sobre su espalda con suavidad.
—¿Tanto me necesitabas como para venir hasta acá y forzar la cerradura de mi apartamento?—Kitty sonrió, sus ojos brillantes, extasiado por la temperatura elevada. Ansiaba por más.
—Eres irresistible.—Pasó su lengua a través de su mandíbula hasta su cuello, donde dejó una camino de besos húmedos. Kitty se dejó llevar cerrando sus ojos complacido.—Solo hay un inconveniente.—Se detuvo, alzando su cabeza para toparse con la mirada interrogativa del menor.
—¿Ah?
—V quiere matarte.—La sangre de Kitty se heló, y no porque un idiota como V fuera una amenaza para él, si no porque implicaría que más hombres, e incluso mujeres, en todo Daegu lo estuviesen buscando, y eso significaba huir otra vez, sí o sí.
—No si Seokjin me mata primero.—Murmuró, con un intento de sonrisa, que se desvaneció cuando un pensamiento en particular cruzó su mente.—¿Y no vas a matarme?—Cuestionó, y Agust inclinó su cabeza con una sonrisa burlona.
—¿Si quisiera matarte estaría haciéndolo ahora?—Kitty exhaló asitiendo.—¿Tú vas a matarme a mí?
—No.—Contestó de mala gana, frunciendo el ceño.—Si dejaras de seguirme, sería menos complicado, ¿No ha sido suficiente de este jueguito?
—No, no me bastó.—Dejó un beso rápido.—No me basta, Kitty, ¿A ti te fue suficiente? ¿No te importaría el no volver a verme nunca? Porque a mí si.
Y antes de que pudiera besarle de nuevo, Kitty lo frenó, tomando su rostro entre sus manos.
—¿Estás ebrio?—Pregunta. Agust negó confundido.—¿Drogado?—Volvió a negar, y Kitty bufó.—Entonces no entiendo qué es lo que estás queriendo decir.
—Porque el que no seas capaz de matarme no significa nada.
Agust suspiró con pesadez, bajó la cabeza nuevamente, dejando descansar esta sobre el pecho del pelirosa. Fue incómodo para los dos al no estar familiarizados con tales acciones, sin embargo, Agust se sintió a gusto cuando los dedos de Kitty se dirigieron a su cabeza y acariciaron su cabello.
—Supongo que me encariñé contigo solo un poquito.
Agust rió entre dientes.—Apuesto que fue cuando te secuestré, ¿O no?
—Fue cuando hicimos un trío con la peliroja.—Agust D enmudeció. Ni siquiera imaginó que el menor recordara ya aquella ocasión, puesto que no lo habían mencionado de nuevo.—La verdad, me hubiese gustado más que hubieses estado tú en el puesto de la peliroja.
—Me alegra saber que soy parte de tus fantasías.
Hablaban en susurros, para no despertar a la pareja que se hallaba en la habitación de al lado. Pero la conversación no llegó más allá, antes de que Agust D se durmiera. Y aunque a Kitty le pareció sumamente extraño, se abstuvo de empujar al rubio lejos de él, y enviarlo a su casa. En cambio, decidió acomodarse, sin perturbar al mayor, hasta que por fin concilió el sueño.
Al amanecer, cuando el sol dio contra los ojos de Agust D, y se despertó sin poder abrirlos del todo, por culpa de la repentina iluminación, se percató del tiempo que había estado dentro de esa casa.
Abrió sus ojos alarmado, levantándose, y dispuesto a marcharse antes de que alguno de los amigos llegaran y se formara un escándalo por el cual no quería pasar.
Estuvo a punto de abrir la puerta y salir por donde había venido, cuando escuchó una débil y somnolienta voz hablarle.
—¿Agust? ¿A dónde vas?—Kitty aún con los ojos cerrados y los párpados arrugados sabía que la puerta había sido abierta. Y Agust pensó que el pelirosa aún no estaba del todo consciente.
—Sigue durmiendo, Kitty, volveré en algún otro momento.—Aseguró, y Kitty se removió, llevando sus rodillas hacia su pecho para acurrucarse sobre sí mismo.
Agust sonrió, antes de salir y cerrar la puerta con cuidado de no hacer ruido.
Eres un imbécil, se recriminó mentalmente. Porque Agust D le encantaba jugar con el mismo diablo. Había ido en contra de las órdenes de su jefe, mientras que J Hope, había asentido, firme y dispuesto a acabar con la vida del molesto pelirosa. Y Agust sencillamente se había pasado sus palabras por el culo. Era su jefe, lo tenía muy claro, pero de todas las decisiones que este había tomado, esta era la única que no había sido capaz de acatar. Sabía que se estaba metiendo en terreno que no debía pisar, pero ya era demasiado tarde para retroceder, pues ya se sentía incapaz de atentar contra la vida de Kitty Gang. Y lo maldijo, porque Kitty se llevaba el primer puesto en la cadena de imbéciles con la que convivía diariamente, por interponerse entre él y una bala, y luego creer que Agust le mataría.
Antes de poder avanzar un paso más, un chillido le hizo frenarse de golpe, y cerrar sus ojos.
—¡¿Qué estás haciendo tú aquí?!—Un disparo llegó hasta sus pies, y dio un salto, recibiendo una mirada furiosa del mismo pelinegro de aquella vez.—¡Si le has hecho algo a Kitty voy a cortar cada uno de tus dedos para que después te los tragues!
—No he hecho nada, Kitty está durmiendo, ¿Puedes dejar de gritar?—Eso solo hizo que la sangre de Seokjin hirviera, y se lanzara contra el rubio, dejando caer el arma hacia un lado para tomarlo de los cabello y zarandearlo hasta empujarlo contra el suelo.
—¡No me digas que hacer! Mierda.—El moreno apareció, con los ojos abiertos como platos al ver a Seokjin explotando de la ira, y al mismísimo Agust D tirado sobre el suelo de su sala.
—¿Pero qué...
—¡Agust!—La aguda voz exaltada del pelirosa llegó hasta sus oídos, y Agust dió un suspiro agradecido cuando Seokjin se apartó, apoyándose en sus codos para mirar hacia Kitty.—¿Qué está pasando?
—¡Este desgraciado estaba metido en tu habitación! ¡Pudo matarte! ¡O quién sabe que barbaridades pudo estar haciendo! ¡Cerdo!—Seokjin escupió sobre él, y Agust pasó la mano por su mejilla asqueado al sentir los rastros de saliva descendiendo por esta.
—¡Jin!—Kitty se interpuso entre ellos, otra vez, antes de que Seokjin perdiera el control y matara al rubio con sus propias manos.—Y sé que estuvo en mi habitación.
—¿¡Lo sabes!? ¿Qué sucede contigo Kitty? ¿Estás defendiendo a este bastardo por un jodido pedazo de carne? Porque si es así, aquí hay muchísimos más hombres. ¡Hombres que no te secuestran! ¡Ya tendríamos que haberlo matado y a ti solo te interesa coger con él!—Movió su cabeza de un lado a otro, buscando la pistola que había quedado tirada, y cuando finalmente la encontró, y todos captaron cuáles eran sus intenciones, Agust se reincorporó para salir corriendo, y atravesar el extenso pasillo fuera del apartamento.
Un disparo resonó, pero no alcanzó a lastimar a Agust, este ya estaba demasiado lejos, y la puntería de Seokjin no era lo suficientemente buena como para realizar un tiro perfecto a larga distancia. Solo logró perforar una de las paredes.
—Jin.—Habló Namjoon.—vas a hacer que nos saquen de aquí...
—¡Y tú! ¿¡No lo entiendes!?—Se dirigió a Kitty, quien retrocedió, viendo como Agust desaparecía por las escaleras.—¡Él no nos va a proteger cuando quieran asesinarnos! ¡Él nos va a llevar a nuestro fin! ¡Y tú habrás sido el jodido culpable!
Kitty Gang no le tomó importancia a los gritos de Seokjin, ni al estar aún usando su pijama, que constaba solo de un pantalón corto, y una camisa rosa holgada y demasiado delgada. Salió a pasos apresurados, y bajó lo más rápido que pudo las escaleras.
Cuando llegó a última planta, no vio a Agust por ningún lado, así que salió del edificio, donde lo localizó a unos metros de él. La brisa hizo a todo su cuerpo temblar cuando comenzó a correr, sus pies descalzos chocaban contra el pavimento mientras aumentaba la velocidad para poder alcanzarlo, y cuando por fin lo logró, le llamó por su nombre ya estando lo suficientemente cerca.
—¡Agust, detente!—Le tomó por el hombro. Agust se giró totalmente desconcertado por tener al menor a su lado, recuperando el aliento por la carrera que había hecho en su intento por alcanzarlo.—Diablos, ¿Cómo es que avanzaste tanto?
—Estaba huyendo por mi vida.—Dijo con obviedad.—¿Y tú? ¿Qué estás haciendo?
Kitty sonrió respirando hondo, e irguiéndose para quedar a su altura.—Creo que prefiero venir contigo, al menos hasta que Seokjin no me mire con ganas de estrangularme, ¿Te molesta?
—Para nada.—Lo tomó por la cintura para acercarlo a su cuerpo y comenzar a caminar al mismo paso.
—¿Vamos a tu casa?—Agust asintió.
Kitty resopló al pensar que ni siquiera se había tomado el tiempo de cambiar su ropa, o tomar su celular. Pero de alguna manera, estaba negado a creer lo que Seokjin le había gritado de ese modo. Generalmente no era un chico muy sensible, todo lo contrario, siempre se había mostrado fuerte ante todo. Pero en esta ocasión, sencillamente había salido corriendo para evitar aquello, y había terminado con la persona menos indicada, pero con la única con la que quería estar, por el momento. No había nadie más en quien resguardarse, pues lo más cercano que tenía a un amigo o como quisiera catalogarse, aparte de Seokjin y Namjoon, era Agust, quien después de tanto batallar, y tantos encuentros bastante extraños e inusuales, había terminado por agradarle.
—Creí que solo te gustaba el color rosa es tu cabello.—Agust arrugó la nariz, dándole un tirón a la camisa de Kitty.
—El color rosa queda bien en ropa, cabello, armas, y... Todo.
—Tienes gustos pésimos.
Kitty empujó su hombro juguetonamente. Y así, en medio de una amena conversación, siguieron su trayecto hasta llegar a su destino.
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