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Capítlo Dos

Taehyung supo que se encontraba solo sin necesidad de abrir los ojos. No fue por la sensación de que la poderosa presencia de Jungkook faltaba en la cama, sino más bien el olor de café que flotaba por la casa. Una sonrisa tiró de las comisuras de los labios de Taehyung. Jungkook no bebía café. Eso significaba que había hecho por él.

Taehyung se estiró, disfrutando del dolor en sus músculos. No quería pensar. Si lo hiciera, comenzaría a preguntarse a donde irían las cosas a partir de aquí, o si la noche anterior había sido una casualidad. ¿Jungkook lo besaría dándole los buenos días o fingiría que nada había ocurrido? Estaba seguro de poder volver a actuar como si Jungkook no fuera el amor de su vida. ¿Qué otra opción tenía si Jungkook no reconocía lo que habían hecho? Ninguna en absoluto.

Jungkook se hacía cargo de él en todos los sentidos. No era como si Taehyung pudiese enojarse y alejarse. Jungkook era quien tenía todas las cartas. Demasiado para no pensar.

Renunciando, Taehyung rodó sobre la cama y se dirigió a su habitación. El vapor de la ducha caliente y ardiente le aclaró la cabeza. Iba a seguir el ejemplo de Jungkook y esperar lo mejor. Eso no quería decir que no tratara de lucir lo más atractivo posible. Eligió su atuendo con cuidado y se aseguró de que su cabello estuviera perfecto. Había deseado a Jungkook durante el tiempo suficiente como para tomar nota mental cada vez que la mirada del hombre permanecía sobre él por más tiempo de lo habitual. Sucedía más a menudo cuando usaba un cierto par de pantalones vaqueros.

Taehyung se los puso.

Puede que no tuviera las palabras adecuadas o piernas para mantenerse en pie, pero Taehyung pensaba luchar con lo que Dios le había dado. Con una respiración profunda para tomar valor, Taehyung se dirigió a la cocina.

Estaba vacía. Las manos de Taehyung se estrecharon mientras se servía un poco de café. Mierda. No quería registrar la casa como un acosador desesperado. En su lugar, se apoyó en el mostrador y tomó un sorbo de líquido caliente mientras hacía lo imposible para no pensar en nada en particular. Taehyung estaba demasiado nervioso.

Jungkook finalmente apareció por la puerta, vestido con una camiseta de color rojo desteñido que abrazaba sus músculos y los pantalones vaqueros desgastados que ahuecaban cada uno de sus activos. Taehyung casi se atragantó con su bebida. Tragó con fuerza para no caer en un ataque de tos. Jungkook no lo miraba.

—Pensé en llevarte a la Universidad.

Taehyung agarró la taza entre sus manos y deseó que Jungkook le diera un vistazo. —De acuerdo.

Jungkook miró el reloj. —Es posible que desees darte prisa. Es casi la hora de tu clase de psicología.

Taehyung pensó que había estado preparado para esto, pero la negativa de Jungkook le dolía más de lo que había estado esperando. —Bien —Taehyung dejó la taza a un lado y agarró sus cosas, manteniendo su mirada cuidadosamente lejos de la de Jungkook. El dolor en su pecho podría deberse a un ataque al corazón, pero probablemente no fuera eso. Se preocupaba que, si se atrevía a mirar a Jungkook, mientras que él hacía toda una demostración de no mirar hacia él, Taehyung podría morirse.

Jungkook se abrió camino hacia su Jeep Wrangler Unlimited de color negro.

Taehyung observó su trasero.

Jungkook lo miró por encima del hombro, pero su mirada no se encontró con la de Taehyung. —Si te enteras de los resultados de tu prueba hoy, envíame un mensaje de texto y házmelos saber.

—Bueno —Mierda. Era como si Taehyung solo supiera dos respuestas. Había jurado que se las arreglaría si Jungkook fingía que no pasaba nada. Ahora que había llegado ese momento, Taehyung apenas podía respirar más allá del dolor. El viaje a la universidad solo tomaba quince minutos, y se sintieron como horas enteras de incómodo silencio. Taehyung no miró ni una vez en dirección de Jungkook. Su mirada se quedó pegada al camino, sin ver nada. Toda su concentración se dirigió a su respiración. Cuando Jungkook entró en el estacionamiento, Taehyung estaba listo para saltar del auto. Su mano estaba en el mango de la puerta antes de que el Jeep se detuviera.

—Espera —dijo Jungkook, agarrando el brazo de Taehyung antes de que pudiera salir del vehículo. La esperanza explotó a través del pecho de Taehyung con el primer contacto de la piel de ambos. Pero, murió de forma rápida ante la expresión dolorida de Jungkook—. Mira, lo de anoche fue un error.

Ouch.

—Ya veo —Eso era una mentira. Taehyung no creía nada.

—Cuando te mudaste aquí para ir a Stanford, tu mamá acababa de fallecer. Y luego Seokjin murió. Te mudaste conmigo y creo que no has tenido tiempo de salir de aquí. Hacer cosas. Yo ya lo he hecho todo. Entonces, lo de anoche no volverá a pasar, ¿Sí?

No había palabras. Igualmente, todo el oxígeno parecía escaso. Ya sabía todo lo que Jungkook había dicho, sin necesidad de la recapitulación de todo lo que había perdido. Taehyung no necesitaba un recordatorio de que estaba solo en el mundo. Sobre todo, tampoco necesitaba la revelación de que Jungkook no le pertenecía de ninguna manera. Taehyung temía que, si abría la boca, todo su dolor se derramaría y los ahogaría a ambos. En cambio, le dio a Jungkook un fuerte asentimiento y se alejó. Parecía que necesitaba hacer nuevos planes para su vida. Planes que no incluyeran a Jungkook.



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Taehyung no apareció después de sus clases. Cuantos más minutos pasaban sin que Taehyung apareciera sentado en su silla habitual, más violentos se volvían los golpes de Jungkook contra la defensa de Jimin.

Jimin sacudió las manos. —Maldita sea, Jungkook. ¿Qué te pasa hoy?

—Nada. Tengo una pelea en dos días. Levanta las manos.

Jimin se metió las almohadillas debajo del brazo y sacudió la cabeza. —Si estás tan empeñado en lastimarte antes de llegar al ring, entonces puedes conseguir que otra persona te ayude con eso.

Jungkook reprimió el impulso de atravesar la pared con el puño. La imagen devastada de Taehyung después del discurso que Jungkook le había dado esa mañana, no se iba de su cabeza. Ahora, el hombre no se había presentado para el viaje a casa en conjunto y Jimin estaba enojado con él. Todo lo que hacía era joder las cosas.

Dándose por vencido, se dirigió a su casillero y sacó su teléfono. Tal vez algo había pasado y Taehyung lo había llamado. Pero, no había mensajes ni llamadas perdidas. Jungkook le envió un mensaje de texto, no quería irse y perdérselo.

Jungkook: ¿Dónde estás?

Afortunadamente, Taehyung respondió de inmediato.

Taehyung: En casa. Tenía algunas cosas que hacer, así que tomé el autobús.

Jungkook: Está bien. No quería irme de aquí y que aparecieras necesitando un aventón.

Taehyung: No. Estoy bien.

Jungkook: Te veré en unos minutos. ¿Qué te gustaría para cenar? Compraré algo.

Taehyung: No estaré aquí para la cena, pero te agradezco.

¿Qué no estaría allí? Taehyung siempre estaba ahí. Jungkook metió su teléfono en su bolso y se dirigió a la puerta. Necesitaba llegar a casa. Algo estaba pasando, y Jungkook no dudaba ni por un segundo que tenía todo que ver con lo que había pasado la noche anterior. Su maldita polla siempre lo metía en problemas. Nunca debería haberlo tocado. Jungkook se frotó el lugar en el pecho que le dolía al pensar en perder a Taehyung. La noche anterior había sido la mejor noche de su vida. Quería correr a casa y besar a Taehyung de nuevo y rogarle al hombre que le diera todo. Pero eso no era justo. Taehyung debería escuchar toda la verdad y luego decidir si todavía quería a Jungkook. No debería haberlo tocado sin que Taehyung tuviera todas las cartas sobre la mesa.

Condujo a casa más rápido de lo necesario. Afortunadamente, no se encontró con ningún policía. Su auto apenas dejó de rodar antes de que él saliera y se dirigiera al interior de la vivienda. Al ver por primera vez a Taehyung empacando, Jungkook supo que había hecho bien en volver corriendo.

—¿Adónde vas?

Taehyung se sobresaltó con una mano en el corazón. —Santo cielo. Haz algún ruido la próxima vez. Casi me das un infarto.

Todavía usaba los jeans que a Jungkook tanto le encantaban. Estaban ligeramente desgastados y ahuecaban el trasero de Taehyung. Como siempre, Jungkook olvidó todas las razones por las que no deberían estar juntos mientras lo observaba. —No me respondiste. ¿Adónde vas?

La mirada de Taehyung se desvió. —Fuera.

—¿Necesitas una maleta para salir a fuera?

El pecho de Taehyung se expandió. Su mirada encontró la de Jungkook. —Acepté la invitación de Jimin para ir a Las Vegas. Nos iremos más tarde esta noche.

Jungkook parpadeó mientras trataba de controlar su temperamento. Se aclaró la garganta antes de responder. —¿No querías ir conmigo?

Un músculo saltó en la mandíbula de Taehyung. —Me niego a ser el error de nadie. Hasta ahora, Jimin ha sido claro sobre lo que quiere. Prefiero ir con alguien que no se arrepienta de mí.

—Jimin te romperá el corazón —Dijo Jungkook con más rabia de la que pretendía. Jungkook nunca podría arrepentirse de Taehyung. Tampoco podría creerse que él dejara su cama e inmediatamente se dirigiera hacia otra.

—No sería el primero —replicó Taehyung. Su marca dio en el blanco.

Jungkook no podía detenerse. —Jimin solo quiere una cosa.

Taehyung se encogió de hombros. —Al menos él me quiere y no me ve como un niño ingenuo. Él no me mira y ve una obligación con mi hermano.

—Entonces tal vez deberías irte a vivir con Jimin y que te apoye mientras terminas la escuela de medicina —Cuando las palabras salieron de sus labios, Jungkook las lamentó, pero no se detuvo. No entendía como una persona podía ser tan ciega, ¿Taehyung honestamente pensaba que Jungkook lo había mantenido cerca todo este tiempo por el bien de Seokjin? Podría haber instalado a Taehyung en un apartamento aparte y haberlo visitado cada pocos meses.

En lugar de enfurecerse, como lo habría hecho Jungkook en el lugar de Taehyung, él rebuscó entre sus cosas y sacó su chequera. Garabateó algo en el papel antes de arrancar un cheque y entregárselo. Jungkook lo agarro sin pensar, miró el papel. Un cheque por cincuenta mil dólares. Sus cejas se arquearon. —¿Esto qué es?

—Es lo que queda del dinero del seguro de vida de Seokjin. Tendré mis cosas listas para el final de la próxima semana.

—Se supone que ese dinero era para tus libros y cualquier cosa adicional que necesites para la escuela hasta tu graduación.

Taehyung se encogió de hombros mientras agarraba su bolsa de viaje. —Ahora cubrirá haberme tenido bajo tu techo los últimos dos años. Lamento haberme quedado donde no era bienvenido. Si hubiera estado en mi sano juicio cuando murió Seokjin, podría haberme dado cuenta antes.

El temperamento de Jungkook se disparó por las nubes, haciendo que su arrebato anterior pareciera minúsculo en comparación. —Sabes muy bien que siempre has sido bienvenido aquí. Tómalo —Trató de devolver el cheque, pero Taehyung lo esquivo.

—Ya no lo sé.

Jungkook rompió el cheque en pedazos y lo arrojó sobre el pecho de Taehyung. —Eres el maldito idiota más inteligente que he conocido.

Taehyung finalmente se quebró. Arrojó su bolso a un lado. —No me jodas, Jungkook. ¿Crees que no lo sé? Soy el que se sentó aquí durante dos años, esperando que notaras que te amo, mientras deseabas que me diera cuenta de que soy una maldita carga. Dime lo que quieres porque ya no puedo fingir más. Quiero estar con alguien que me quiera igual, no quiero ser el error de nadie.

El cerebro de Jungkook no pasó de la afirmación de que Taehyung lo amaba. Su boca se abrió, pero ningún sonido salió. Apretó los dientes.

Taehyung resopló. Era un sonido feo. —Eso es lo que pensé —dijo Taehyung, recogiendo su bolso con la obvia intención de irse. Tal vez Jungkook no tenía el coraje de Taehyung en cuanto a las palabras, pero eso no significaba que no lo sintiera.

Desafortunadamente, cuando su cerebro encontró un argumento válido, Taehyung ya se había ido. Jungkook corrió por la casa. Llegó al garaje con tiempo suficiente para verlo alejarse. El pensamiento más ridículo lo golpeó en su momento de desesperación. Debería haberle comprado a Taehyung un auto nuevo mientras tuvo la oportunidad... el de Taehyung tenía la luz de freno rota.



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Una rabia fea mezclada con un dolor paralizante parecía destrozar la cabeza de Taehyung. Condujo sin un destino real en mente. Las Vegas ya no era una opción. Jimin era amigo de Jungkook. La única forma en que Taehyung superaría esto era cortando todos los lazos. Sin embargo, no podía dejar colgado a Jimin. Eso no sería justo. Tampoco podía retractarse de algo tan grande como un viaje a Las Vegas por mensaje de texto. Eso no estaría bien.

Con un suspiro, cambió de carril y se dirigió a la dirección que Jimin le había dado. Taehyung trató como el infierno de mantener su mente en blanco. Estaba a medio aliento de desmoronarse. Desde la muerte de Seokjin, Jungkook había sido su apoyo. Ahora no había nada que se interpusiera entre él y la pérdida masiva. La desesperación era un maremoto esperando para ahogarlo. Cada aliento era más fuerte que el anterior. Taehyung intentó hacer una cuenta regresiva desde cien mientras medía sus respiraciones. Cuando apareció un conjunto de casas adosadas, Taehyung se dio cuenta de que había llegado de alguna manera a la casa de Jimin sin morir. Encontró el edificio R y aparcó junto a un Dodge Ram rojo que le resultaba familiar. Por un momento, miró a la nada y absorbió el silencio de la noche. Lo último que necesitaba era desmoronarse en el segundo en que Jimin le abriera la puerta. Taehyung cerró los ojos con fuerza, con la esperanza de despejar la neblina que los cubría. No ayudó. Todo le dolía.

A la mierda. Necesitaba terminar con esta tarea para poder encontrar un sitio en el que desmoronarse sin testigos. Miró el revestimiento amarillo de los edificios de dos pisos. Parecía un lugar tranquilo. Se preguntó si tenían algo disponible para alquiler. Taehyung resopló. Probablemente no podría permitírselo. Incluso si Jungkook nunca aceptara el dinero del seguro de vida de Seokjin, cincuenta mil no le durarían mucho tiempo sin un trabajo. Y todavía le quedaban años en la escuela. Entre las pasantías, los estudios y un millón de otras cosas que tenía por delante, no había manera de que pudiera pagar sus cuentas por sí mismo. Y toda esa mierda palidecía en comparación con la destrucción que Jungkook había causado a su corazón. Estaba hecho jirones. Concentrarse en sus problemas monetarios era lo único que lo mantenía cuerdo. Taehyung se detuvo frente a la puerta de Jimin.

Después de doblarse hacia adelante, Taehyung apoyó las manos en sus rodillas y aspiró. Una hiperventilación estaba a la vuelta de la esquina. Podía sentirlo. Todo parecía insuperable y se acumulaba encima de la pérdida de Jungkook. Taehyung no podía lidiar con eso. Todo le dolía. Se enderezó, decidido a pasar por esto. Mientras sus nudillos rozaban la puerta, Taehyung trató de tragarse el dolor. Casi esperaba atragantarse con eso.

La puerta se abrió. Jimin estaba sin camisa. Taehyung casi olvidó la razón por la que estaba allí. Maldita sea, Jimin era hermoso. Jimin lo miró con una sonrisa de satisfacción y le hizo señas a Taehyung para que entrara. —Adelante.

Taehyung descartó la sugerencia. —No. no puedo quedarme Lo siento. Odio hacer esto con tan poca antelación, pero pasé por aquí para decirte que no puedo ir a Las Vegas contigo este fin de semana —Taehyung no podía mirarlo a los ojos.

—Está bien. ¿Tú estás bien? ¿Te gustaría entrar?

Taehyung imaginó que se veía tan roto como se sentía. Ni siquiera podía idear una mentira. —No. Tengo que encontrar un nuevo lugar para vivir antes de que sea

demasiado tarde.

—Maldita sea. Eso no suena bien. Entra. Puedes quedarte conmigo hasta que encuentres algo.

A pesar de la noche de mierda que había tenido, Taehyung logró sonreír. Finalmente lo miró a los ojos. —No puedo, pero gracias.

Jimin lo agarró del brazo y lo arrastró adentro. —No te estaba preguntando. Sin ofender, pero te ves como el infierno. Jungkook me mataría si permitiera que te fueras con este disgusto.

Taehyung intentó volver a salir por la puerta ante la mención del nombre de Jungkook. —A la mierda Jungkook. Él no se preocupa por mí, y no necesito que nadie le diga en dónde estoy.

—No —dijo Jimin, bloqueando su salida. Taehyung podría haber intentado irse, pero habría tenido que tocar el sexy pecho desnudo de Jimin y eso no podía suceder—. Te quedarás —dijo Jimin, sonando firme—. No he dicho una sola palabra acerca de decirle a Jungkook en donde estás. Eres un hombre adulto. Él no necesita saber dónde estás en todo momento.

Las palabras de Jimin hicieron que la tensión drenara los hombros de Taehyung. Asintió. —Gracias. Ha sido un día difícil. Si te parece bien que me quede en tu sofá, estaré eternamente agradecido y fuera de tu vista para mañana.

Jimin señaló hacia el sofá. —Tengo una habitación de invitados y no me molestas. Las cosas tampoco han sido exactamente geniales el día de hoy para mí tampoco. Me estás haciendo un favor al aceptar hacerme compañía.

Aunque Taehyung estaba seguro de que Jimin solo lo estaba aplacando, estaba demasiado molesto para que le importara. Se acercó al sofá y se sentó. —¿Por qué

tuviste un mal día? —Taehyung necesitaba concentrarse en algo más que sus propios problemas.

Jimin eligió el extremo opuesto del sofá y alzó los pies sobre la mesa de café. Por un momento, miró al vacío, luciendo pensativo. El aliento de Taehyung se entrecortó cuando vislumbró detrás de la habitual máscara arrogante de Jimin. Estaba roto. Al igual que Taehyung.

Jimin negó con la cabeza. —No es nada —Le dedicó a Taehyung una sonrisa—. Cuéntame acerca de Jungkook. Sé que él no fue quién te echó, así que, ¿por qué buscas otro lugar para vivir?

Taehyung dejó caer la cabeza en el sofá y miró el techo. Sin pensarlo, cruzó los brazos sobre el pecho para proteger su corazón. No importaba cuánto buscara en su mente, Taehyung no podía pensar en cual punto podría comenzar sin que sonara como un maldito tonto. —Yo mismo me fui —dijo finalmente—. Jungkook nunca me habría echado y era necesario que me fuera.

—¿Por cuánto tiempo has estado enamorado de él?

Taehyung parpadeó para contener las lágrimas ante la pregunta. Maldición, como dolía. Se le escapó un resoplido. No tenía sentido mentir si ya todo estaba perdido. —Desde el primer día. Dios —respiró Taehyung—. Soy tan idiota.

—No. Él lo es.

La afirmación de Jimin hizo que Taehyung se encontrara con su mirada. Necesitaba que alguien le dijera que no estaba siendo infantil o estúpido.

Jimin no lo defraudó. —Un hombre como Jungkook no mantiene a alguien cerca y le da tanto como él te ha dado a menos que quiera algo a cambio. Por la forma en que te mira, diría que quiere todo de ti.

Taehyung resopló y volvió a mirar al techo. —Ya tuvo todo de mí. Ahora lo ha superado —No tenía sentido jugar al inocente en este momento—. Mierda — Necesitaba seguir adelante. Se encontró con la mirada de Jimin—. Si ya sabías acerca de Jungkook y yo, entonces, ¿por qué me pediste que fuera a Las Vegas contigo?

Jimin lo miró, yendo tan lejos como para inclinar su cabeza hacia un lado, buscando algo que solo él parecía entender. —Creo que nos parecemos mucho, y quizás estaríamos mejor juntos.

—¿Mejor cómo?

Una sonrisa triste tocó los labios de Jimin. —Sería mejor que estar con alguien a quien nunca le han dicho que no. Alguien cuyo dinero le ha comprado lo que sea que quieran y a quién quieran. Simplemente mejor —dijo Jimin, sonando dolido. Apartó la mirada y cruzó sus brazos sobre el pecho, imitando la pose de proteger su corazón que Taehyung había hecho—. Ayer... no lo sé. Vi algo en ti —Sacudió la cabeza y le dirigió a Taehyung una sonrisa triste—. No importa. Eres sexy. Ambos somos jóvenes. ¿Por qué no seguimos adelante y vamos a Las Vegas? Puedes irte antes de la pelea de Jungkook y sacar tus cosas mientras él está ocupado. Haría que valiera la pena.

A pesar de todo, una sonrisa tiró de los labios de Taehyung. —Estoy tentado a aceptar solo para dejar de sentirme como si me hubieran pateado las pelotas.

—Hagámoslo, entonces —dijo Jimin, poniéndose de pie.

—Pero —dijo Taehyung, deteniéndolo—. Eso no sería justo para ti.

El comportamiento arrogante tan habitual en Jimin regresó. —Cariño, tengo los ojos bien abiertos y estoy muy dispuesto —Una sonrisa se deslizó por sus labios—. Tú también estarías ayudándome a mí.

Un fuerte suspiro escapó de Taehyung. Tenía el mal presentimiento de que iba a arrepentirse. —Bien, vamos —dijo Taehyung, poniéndose de pie. No era como si tuviera algo que perder. Jungkook le había robado todo a Taehyung desde hacía mucho tiempo.

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