
Capítulo: 41✔️
DOS SEMANAS DESPUÉS.
Con destreza, mueve su cuerpo con suavidad debajo del mío, encontrando el equilibrio necesario para llegar con éxito a la punta de la cama, donde finalmente logra incorporarse.
La intensidad del sol que se filtra a través de las cortinas de la habitación me hace saber que son alrededor de las 11:00, casi llegando al mediodía.
Después de dos semanas sin dormir juntos, fue perfecto. Sin embargo, para ser sincero, estoy agotado. Deslizo mis pies hasta la punta del colchón para sentarme y paso las manos por mi cara, aún adormilada.
Esto es algo que Emma aún no sabe, pero durante estos días en los que no hemos estado viviendo juntos, me he dedicado a buscar oportunidades laborales y finalmente he logrado clasificar para un empleo en una cafetería bastante cerca de aquí, en el turno de la tarde. Trabajo cuatro horas al día, cinco días a la semana, lo que significa que gano cuarenta euros por día, totalizando ochocientos euros al mes.
¿No está mal, verdad?
No.
¿Es mejor que las carreras?
No X2. Pero es menos peligroso y más honesto.
Con los pies descalzos, sintiendo como el frío piso me congela hasta mis más grandes pecados, entro al baño donde ella contempla su piel enrojecida por las frecuentes lágrimas que han surcado esos hermosos ojos azules.
Mientras me meto el cepillo con pasta en la boca, busco alguna tontería para arrancarle una sonrisa: —Espero que te encuen... mejor, no me... gust... nada verte desani... mada, Rubia —hablo con el cepillo de dientes entre los labios, sin darme cuenta, encontrando esa tontería que la haría sonreír por primera vez en dos semanas.
—Estoy mejor —dice al pasar por mi lado y detenerse junto a la puerta—. ¿Te apetece algo en especial para desayunar? Ayer, antes de regresar de casa de mis padres, tuve la oportunidad de parar en un supermercado de camino y compré algunas cosas.
—Lo que quieras, ya sabes que como lo que sea —respondo con sinceridad, mientras limpio con la toalla las últimas gotas de agua que corren por mi cuello al echarme agua para despertar.
—Lo sé, y me encanta saberlo —responde con aparente calma, pero con un tono de voz sabelotodo, lo que despierta en mí unas inmensas ganas de besarla, teniendo en cuenta estas dos profundas semanas sin ella, sin tocar sus labios con los míos. Sin embargo, consciente de que no es el momento apropiado ya que la intensidad de nuestros besos siempre nos lleva a lugares inesperados, me contengo y en su lugar inicio un maratón de cosquillas hasta la cocina. Nuestro juego termina con sus mejillas sonrosadas de tanto reír y mi deseo de verla feliz satisfecho.
—Viene Mia en estos días —dice mientras saca trozos de fruta de la nevera y los corta en pedazos pequeños, algo que ha descubierto que me gusta.
—¿En serio? Te deseo suerte —y vaya que la necesitarás. Esa niña es la representación del diablo en persona. Aunque debo reconocer que es una de las pocas que está de nuestro lado.
Hablando de la gente que está de nuestro lado, extraño demasiado a mi abuela. Hace mucho que no la veo y no sé si en estos momentos sea el momento indicado para que nos haga una visita. Emma está pasando por un momento difícil con lo de su abuelo y no me gustaría echarle sal a la herida trayéndole a mi abuela.
Aunque con preguntarle tampoco perdería nada, ¿verdad?
—Emm... sé que a lo mejor no es el
momento indicado para esto... —las palabras salen disparadas de mis labios en cuanto escucho mis pensamientos, y solo rezo interiormente para que no haya escuchado, aunque eso es altamente improbable.
—Ajá, continúa —me pide, tan absorta en picar los cuadritos de frutas.
Bueno, tampoco va a ir tan mal, ¿no? Si no está lista para recibir la visita de mi abuela, simplemente dirá que no y ya.
Ella tiene la confianza conmigo como para ser sincera en todo momento, ¿verdad?
—Quería saber si aceptarías una visita de mi abuela en estos momentos —mis dedos resuenan en la mesa de madera en un acto de nerviosismo y anticipación.
—¡Claro que sí! —exclama sin dudarlo, haciendo que mi pecho libere un gran peso. Dejando las frutas que picó sobre la mesa—. La Señora Victoria es todo lo que está bien, me sentiré muy bien con ella aquí. Por favor, déjala venir.
Una sonrisa en complicidad se desprende de mis labios, mientras mi cabeza maquina cualquier excusa para tener contacto físico y emocional con esta rubia increíblemente hermosa.
—El verdadero "todo lo que está bien" eres tú —mis brazos se extienden hasta hacerla sentarse en mis piernas, de manera que está dándome la espalda y su clavícula está a solo unos centímetros, así que nada podrá impedir que deje unos besos cariñosos en ella.
—Bobo —bromea, seguro con las mejillas prendidas a mil.
—¿Qué? ¿Tú no me extrañaste? Porque yo sí, y mucho —un tono de voz exagerado, casi como las súplicas de un bebé, escapa de mi garganta, haciéndome sentir avergonzado.
—¡Claro que te extrañé! —hace una pequeña pausa, a mi parecer, eterna—. Aunque confieso que no extrañé tanto tus regueros de ropa tirada en el piso.
Claro, mi obra maestra tenía que arruinar el momento tan cuqui. Te odio, Jonathan desorganizado.
—¡Ups, lo siento! No volverá a pasar —farfullo, metiendo de manera exagerada cuadritos de mango en mi boca para aliviar la situación.
2:30 pm.
La tarde comienza a sonar maravillosa en cuanto tomamos una manta y dos cojines de la habitación, y nos tumbamos en el sofá, con su cuerpo recostado en él y mi cabeza sobre sus muslos. Así me quedaría dormido en 2.5 segundos, y más con sus dedos masajeando mi pelo desde la raíz y jalándolo un poco a su paso.
—Parece que va a llover —me comenta, haciéndome abrir los ojos y volverlos a cerrar en cuanto sus dedos vuelven a estar en contacto con mi pelo.
—¡Eso no podrá detener a la Señora Victoria, no te preocupes! —el tono soñoliento de mi voz es mucho más explícito de lo que me gustaría admitir.
—Si sigo acariciándote el pelo, te quedarás dormido y ella llegará en cualquier momento —de repente, deja de hacerlo, haciéndome soltar un bufido en reproche. Tras bostezar, mis manos dejan de estar a cada lado de sus muslos y me incorporo de pie.
—Tienes razón —me duele dársela, pero la tiene —, voy al baño —me estiro todo lo que puedo antes de llegar.
Al mirarme al espejo, me da gracia presenciar que mi pelo está desordenado y rizado allí donde estuvieron sus dedos hace unos momentos. No sé distinguir bien mi debilidad, si es ella o las caricias en el pelo.
¿¡Pero qué diablos!? Obviamente es ella. No son los dedos de cualquier chica los que tienen la capacidad de hacerme sentir tan bien.
Antes de abrir el grifo de agua, me pareció en algún momento haber escuchado unos ruidos detrás de la puerta. Mismos ruidos que unos segundos después se intensifican y dejan escuchar su suave voz detrás de la puerta: —Jonathan...
—¿Sí?
—¿Me prestas tu laptop un momento? Necesito ver unas cosas... —su voz suena algo extraña, como si estuviera nerviosa, pero no estoy seguro, ya que la puerta está entre nosotros.
—Vale —acepto y unos instantes después, escucho el sonido de sus pies descalzos alejándose.
Unos minutos después, al salir, la voz de mi abuela se deja oír desde el pequeño pasillo, parece estar bromeando, o conociéndola, diciendo algo imprudente, porque las mejillas de Emma están muy, muy rojas.
Por suerte, llego justo en ese momento para distraer a mi abuela y abrazarla con ternura. Nunca sabes cuánto puedes extrañar a una persona hasta que dejas de verla todos los días.
Al girarme para colocarme a un lado de Emma, percibo en su mirada el mensaje de «Te conozco, la conozco, nos conocemos». Entonces dice: —Le estaba preguntando a Emma por qué aún no han tenido un hijo.
¡Abuela, por Dios!
Nuestras miradas se buscan desesperadamente, y al encontrarse, ambos llenos de vergüenza, disimulamos como podemos.
—Cuando tengan cinco años más de edad, entenderán porqué les digo ahora que se apuren y me den un bisnieto pronto —su mirada se ladea por unos segundos, momento que aprovecho para voltear los ojos con nerviosismo y mirar las mejillas de Emma de reojo, hasta que su vista vuelve a estar en nosotros y nos guiña el ojo con malicia.
—¡Suficiente, abuela! —exclamo mientras me dirijo hacia ella, haciéndola girar para que quede de espaldas a la sonrosada Emma que está detrás, permitiéndole así esconderse.
Unas horas después, entre conversaciones re-incómodas sobre mi infancia, recuerdos de cuando corría por el jardín en paños menores (cuando era un niño, claro está), una nube gris decide posarse justo encima de nosotros y comienza a llover intensamente.
—Creo que será mejor llamar al chofer para que venga por mí —dice mi abuela mientras regreso a sentarme junto a Emma, tras ir a tomar agua.
—¿Cómo así? —Emma interviene casi de inmediato, sin darme tiempo a formular palabras—. Usted puede quedarse si quiere —dice en mi lugar.
—¡Están seguros?
—¡Claro! —contestamos juntos.
—¿Hija, estás segura de que no es problema que me quede en tu habitación? Aún puedo irme —insiste mi abuela, acomodando su bolso en el pequeño sofá que tenemos en la habitación.
—¡Claro que no! Todo está bien —responde ella sacando algunas colchas para que pueda taparse durante la noche. Es probable que haga frío—. Solo avísenos si necesita algo, ¿vale?
Ella responde con una amable sonrisa y nos da un beso de buenas noches antes de que salgamos, cerrando la puerta con suavidad.
1:35 am.
Parpadeo sin saber cuántas veces. A estas alturas de la noche, hasta un búho envidiaría mi insomnio.
La respiración de Emma es lenta y apenas se mueve, lo cual es inusual en ella.
—¿Estás despierta? —le susurro al oído, luchando contra el impulso de acariciarlo con mis labios e ignorando a mi subconsciente que me recuerda que soy un pervertido. Su piel de la nuca se eriza, cada vello rubio se levanta.
¡Lo sabía! No está dormida. No me creía esa tranquilidad para dormir.
—Pensé que estabas dormido —asegura, encontrando la manera de estar frente a frente conmigo. Su voz transmite tranquilidad en este momento, mientras la lluvia nos acompaña.
—Tampoco puedo dormir —confieso en un susurro apenas audible, mientras mi dedo se retuerce bajo mi piel al acariciar su cuello, deteniéndose en su pequeña medallita de plata con la inscripción "E" de Emma Estelle. Sus diamantes brillan con la tenue luz de la luna que se cuela por la ventana.
Por la manera en que su reputación se ha vuelto más profunda y traga grueso, me hace saber que está nerviosa. No importa cuántas veces hemos estado juntos, ella siempre se va a poner nerviosa con los primeros roces y después se va a soltar.
—¿Y si vemos una película? —propone jadeante. Puedo sentir desde nuestra cercana posición todos los latidos acelerados de su corazón.
Sonrío sin poder evitarlo: —Vale.
—Vale. Pero primero voy al baño —avisa, deslizando sus pies fuera de la colcha que nos envolvía.
—Yo iré adelantando —digo, tomando la PC de encima de la mesita de centro y acto seguido la abro. La desgarradora luz pegándome en los ojos, acostumbrados a la oscuridad de la habitación apagada—. Parece que la dejaste encendida —entrecierro los ojos, tratando de enfocar las palabras "Bandeja de entrada"—. ¿Entraste en tu correo?
—Espera... —me sorprende cuando casi se tira para alcanzarla. Su voz no es la misma de hace un minutos y se nota. Está tensa y nerviosa.
—¿Qué? ¿No me tienes confianza? Es solo un correo que tienes en la bandeja de entrada —me incorporo para estar a su altura y doy unos pasos hacia atrás con la laptop aún entre mis manos.
—Es privado, devuélvemela, por favor —brama, mientras sigue mis pasos intentando arrebatármela.
No es normal este comportamiento en ella, ya me dio curiosidad. Y ya ni siquiera es una opción, necesito saber qué pone en ese correo.
—Ya me diste curiosidad —murmuro con una sonrisa traviesa que se propaga por mis labios—. Veamos: —mi vista ya adaptada y preparada para leer las minúsculas letras—. Universidad de Chicago —leo en voz alta, dándome cuenta del peso de las palabras en mi lengua. De inmediato se me borra la sonrisa—. Oficina de Admisiones —mis ojos encuentran los suyos, cristalizados.
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Nota de la autora📖:
Holaaa, ¿todo bien?, espero que sí❤️.
Espero que el capítulo haya sido de su agrado, si fue así, me ayudarías mucho dejando tu ⭐️(voto) y si gustas comentar tus partes favoritas, sería de gran ayuda e inspiración para mí, las dos cosas lo son🥺.
En 18 días les tengo una sorpresita UWU, estén pendientes. 💓📖
🦋KOCT📖
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