—Me parece bien. De hecho, me encanta— confiesa aún con la respiración agitada, y yo feliz de que a ella le importen mis cosas.
Sus hermosas piernas al descubierto se apoderan de mi campo de visión y si ella supiera cuánto desearía estar en otro lugar, cualquier otro lugar que no fuera esta casa, para darle y darle hasta que los dos quedemos totalmente saciados uno de el otro, después de ese insufrible mes lejos de ella.
—Te has cortado el pelo —me dan ganas de tocarlo y lo hago.
—Sí, ¿te gusta? —su mejilla se pierde en las caricias que mi mano le proporciona y poco a poco se levanta de encima de mí para caer justo a mi lado, sin dejar de abrazarme.
—Me gustas tú —le confieso, aunque no es ningún secreto.
—Tú me gustas más y adoro estos momentos solos.
En ese momento, la puerta se abre, dejando ver a mi abuela con esa sonrisa de victoria; nunca mejor dicho, porque así se llama.
—¿Lo ven? Tres gritos y después hablar lo soluciona todo.
¿Qué haría sin ti?
—No vuelvas a hacerlo —finjo seriedad para joderla.
—¿Me hacías caso tú a mí cuando te decía que no corrieras en bóxers por el jardín cuando eras pequeño? Entonces yo a ti menos.
Joder con mi abuela, la descuido un momento y me sacas trapitos de la infancia delante de Emma.
Quien comienza a mostrar indicios de esa preciosa risa que tiene, y le tapo los oídos súper avergonzado.
—Si quisiera desprestigiarte delante de Emma, le diría que estuviste haciéndote de el uno encima de la cama hasta los...
Eso es jugar sucio.
—¡YA, me rindo! Admito que sí funcionó lo de encerrarnos —siento un hormigueo en mis mejillas y rostro.
~~~~~~~~~~~~~~~🎸~~~~~~~~~~~~~~~~
Se ve tan hermosa sumida en las cuerdas de esa guitarra.
¿En qué estará pensando?
—Es preciosa tu guitarra —su voz es cálida, agradable al oído.
También me he dado cuenta que desde que estoy con esto de la música me detengo a analizar y a admirar de casi todos los sonidos.
—Me la prestó Lina, hasta que pueda aprender y me compre una que sea totalmente mía.
Espero sea muy pronto.
—Lina... —de repente, noto como su tono de voz cambia un poco, con la vista fija aún en los colores que resaltan de el instrumento.
—Oh, ella es parte de la banda a la que me integré. De hecho, estaba ayer en lo de el juego de la botella...
Juego que terminó muy mal.
—Sé quién es —aclara.
—¿Sabes? —se une a mi regazo—. Hace ya un tiempo te compré una por internet.
¿Una guitarra?
En estos momentos mi cara debe de ser todo un poema, ¿cómo supo que me gustaría cuando ni remotamente yo podría imaginarlo unos meses atrás?
—¿En serio?, ¿cómo supiste que me gustaba cuando ni yo lo sabía? —la apapacho contra mí.
—Una vez me lo comentaste y yo nunca olvido lo que me dices —se gira para observarme, regalándome una perfecta visión de esos preciosos ojos.
—En ese caso, me gustaría que me la dieras. Me gusta más la tuya.
—¿En serio?, ¿qué tal si la mía no es igual de buena que esa?, recuerda que la adquirí por internet.
—No me importa, me gusta no por lo buena que pueda ser, me gusta porque viene de ti.
—Te quiero —se acerca hasta rozar mis labios.
—Te quiero, siempre —la beso.
¿Cómo no querer a esta chica cuando es tan hermosa?
Mis brazos la atraen hacia sí mismos, hasta que esta justo a horcajadas encima de mí.
—¡Emma! —vocifera Marcos, quien ha entrado sin hacer el menor sonido y tomándonos por sorpresa a ambos.
—Marcos...
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —agarra su muñeca con brusquedad, para llevarla hacia él, como si yo pudiera hacerle algo malo.
—¡Escucha! —me señala a mí—. Emma es mi prima, casi mi hermana, y no voy a permitir que nadie juegue con ella, ¿entiendes?
—Entiendo tu preocupación, pero te puedo asegurar que no estoy jugando con ella —expreso francamente.
—¿Mis tíos saben esto? —su voz se ha convertido en la de una persona sobre protectora.
—Marcos, ya no soy una niña. Déjame en paz —lucha por soltarse para venir hacia mí, de nuevo.
—Tus padres me han pedido que cuide de ti ahora que estoy aquí y eso planeo hacer —la rabia con la que habla parece no tener control de la fuerza que está ejerciendo en la pequeña mano de Emma.
—¡Suéltala! —intento acercarme pero él me lo impide.
—Después hablaremos tú y yo —me señala con el dedo—. Ahora nosotros iremos a donde están mis tíos —dice y arrastra a Emma hasta la afuera.
—Déjalos hablar, estoy segura que Emma logrará suavizar el carácter de ese chico. Es su primo —me detiene mi abuela, cuando estoy a punto de salir detrás de ellos.
—Abuela, no pienso volver a perder a Emma.
—Y no la vas a perder, solo déjalos conversar, él tiene casi su misma edad, capaz y hasta se entienden y él no le cuenta nada a los padres de ella.
—No lo creo.
—Si quieres yo podría hablar con los padres de ella, la convicción es mi punto y lo sabes.
Y vaya que lo sé.
Estoy a punto de responderle, cuando me asomo por la ventana que da vista hacia el jardín y puedo ver a Emma tumbada en el suelo, completamente inconsciente.
Ni siquiera lo pienso, cuando me doy cuenta ya estoy escaleras abajo en la entrada de la casa.
La levanto entre mis brazos, se ve tan frágil que me duele el alma. Como por instinto sus manos se envuelven de mi cuello y el aire frío comienza a hacer y a deshacer de su cabello.
—¿Crees que ella estará bien, abuela? —pregunto con miedo, mientras la acomodo en mi cama y me siento a su lado para observarla.
—Claro, hijo. Debe haber sido por los nervios, ella estará bien, es una chica fuerte —besa mi pelo—. Traeré alcohol y unas curitas para cuando despierte.
Después de unos minutos, en los que por ningún motivo dejé de observarla, sus preciosos ojos comienzan a parpadear, queriendo despertar.
—Toma, ponle esto —mi abuela me pasa el alcohol y las curitas y nos deja solos.
—Las piedras te odian, Rubia —trato de sonar tranquilo, para que ella también lo esté, mientras deposito un pedacito de algodón con alcohol en su pequeña herida—. ¿Hace cuánto no comes algo?
—Desde la mañana —intenta apoyarse en la cabecera de la cama.
¿Por qué nunca come bien?
—Tienes que comer más —pego la curita en su frente, con extremo cuidado—. ¿Te gustaría que yo te preparara algo?
—¿Sabes cocinar?
Ni siquiera había pensado en eso.
—Me ofendes, Rubia —finjo indignación por su pregunta.
—A ver, ¿qué sabes hacer?
—Sé tostar pan y freír huevos.
«¿Lo de tostar panes es broma, verdad?».
—Wao, o sea, wao pero wao —reímos.
Antes de irme a prepararle algo rico le dejo una pastilla para el dolor de cabeza y me cercioro de que la haya tomado.
Picamos algunas frutas para ella, pan y algunas cositas más.
—Cómelo todo —lo coloco en sus piernas.
Ella la mira con sorpresa, como dudando.
Por favor, que se lo coma, no quiero volver a verla nunca más tirada en el suelo.
—Come algo conmigo, no puedo comerme todo esto sola —me ruega.
Asiento y la acompaño.
El resto de la tarde nos la pasamos juntos. Hasta que por fin a mi abuela se le ha dado lo de enseñarle las fotos mías de cuando era pequeño y se la han gozado hablando de mí y de mis nalguitas.
¡Qué vergüenza!
_______________________________
Nota de la autora📖:
Holaaa, ¿todo bien?, espero que sí❤️.
Espero que el capítulo haya sido de su agrado, si fue así, me ayudarías mucho dejando tu ⭐️(voto) y si gustas comentar tus partes favoritas, sería de gran ayuda e inspiración para mí, las dos cosas lo son🥺.
Si encuentran algún error o falta de ortografía a lo largo de el capítulo, favor de hacérmelo saber, lo mismo al privado o en este hilo de comentarios📖.
🦋KOCT📖
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro