
Capítulo: 47✔️
Después de dejar medio estómago en el baño, me aseguro de limpiarlo minuciosamente para que Nataly no se encuentre con un desastre al utilizarlo. Me mojo un poco una de las toallas y me la paso por el rostro enrojecido. Realmente no sé qué me pasa, nunca he sido de vomitar mucho (2 veces) y menos por algo tan trivial como mencionar sugerencias de comida. Mientras resuena el sonido de mis uñas contra el lavamanos, solo puedo pensar en lo que le diré a Nataly cuando regrese. Seguramente, cuando salga afuera, tendrá mil preguntas a las que no tengo respuestas. Mi corazón late acelerado y decido mojarme un poco más el rostro antes de salir.
Mientras Nataly sigue en la cocina y Mia juega con Rocky en la terraza, decido sentarme en el sofá, rezando para mis adentros por intentar pasar desapercibida. Paso una mano por mi pelo y cierro los ojos, mientras la otra la llevo a mi vientre.
—¿Estás mejor? —me pregunta desde la isla, mandando a la mierda mi intento de pasar inadvertida. Aún con los ojos cerrados, asiento. Siento mi corazón acelerado sin razón aparente y un salto extraño en la boca del estómago—. ¿Verificaste que el bebé no se haya ido entre tanto vómito inesperado?
Chasqueo la lengua ante su intento de burla, descartando de inmediato la idea: —Es más probable que un ornitorrinco se embarace antes que yo.
Una pequeña risita apenas escapa de sus labios, y mis ojos se abren, dirigiendo mi atención hacia los tres puntos en el cuadro de la pared.
—¡Venga ya, no intentes engañarme! Emma, estás embarazada. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Calo una gran bocanada de aire antes de contestarle: —Nataly, conozco mi cuerpo, no estoy embarazada, esto se me pasará.
—Ja, sí, mi prima decía lo mismo que tú y ahora está en Canadá con trillizas.
—Ja, seguro tu prima no tenía un tratamiento de anticoncepción hormonal continua —contraataco—. Gracias a nuestro señor no tengo regla hace un mes por eso. Me siento bendecida.
—Sabes que esas cosas no son del todo confiables, ¿verdad? —enarca una ceja perfectamente depilada y no puedo evitar sentir dudas de mi propia afirmación.
Una imagen nítida y colorida se proyecta en mi mente: me veo sentada en un cómodo sofá, sosteniendo a una bebé robusta, castaña, con unos ojazos grises brillantes, mientras le doy de comer. Siento el tacto suave de sus pequeñas manitas aferradas a los baberos, escucho sus suaves balbuceos y percibo el dulce aroma de la comida para bebé que llena el aire. Jonathan está a mi lado, observándonos con ternura, formando el cuadro familiar más hermoso que he visto en toda mi vida.
—¡No sonrías, esto es serio! —me ladra, sacándome de mi inmersión—. ¡Me vas a hacer tía! —agrega con emoción, y me llevo un susto de muerte al descubrir que está a mi lado en el sofá. ¿En qué momento salió de la cocina?
—¡Que no estoy embarazada, joder! ¡Ya deja de decir eso! Mia puede escucharte y decírselo a mis padres —instintivamente mis ojos la buscan hasta vislumbrarla todavía en la terraza con Rocky.
—Una noche de chicas en la discoteca que elija yo, hasta las 3:00 de la mañana, si estás embarazada.
—¡Perfecto! —me giro lentamente hacia ella, ignorando el persistente brinquito en mi estómago—. Una semana en tu casa sin pagar ni hacer nada, si no lo estoy.
Asiente satisfecha y ambas extendemos la mano para cerrar este trato que sé que tengo ganado. Después de todo, no puedes estar embarazada si no has tenido relaciones, y la última vez que estuve con Jonathan fue hace casi cuatro semanas. Claramente, no pienso confesarle eso en absoluto.
—Haremos ambas —añade.
—¿Ambas?
—Prueba y ultrasonido. No confío únicamente en esos palitos de plástico —dice, mientras reviro los ojos, sin fuerzas para añadir algo más a este tema.
[...]
10:30 am.
Con una lentitud insoportable, mi mano derecha se desliza sobre la seda de la cama en busca de Jo... No, Mia, Emma, es MIA. La absurda necesidad de buscar la presencia de alguien al despertar ya se ha apoderado de mí. Resoplo al darme cuenta de que no está a mi lado. Me encuentro sola, rodeada únicamente por una almohada que termina abandonándome también, cayendo al suelo con un golpe sordo, acompañada por algo más que no logro identificar con los ojos entreabiertos. Casi termino por caer de cabeza al intentar agarrarlo, pero lo consigo. Es una cajita, ¡y al enfocar las letras no me lo puedo creer! Voy a matar a Nataly:
Es la dichosa prueba de embarazo. Había esperado que se hubiera olvidado de eso, pero en la superficie de la caja, tuvo el descaro de agregar con plumón negro (como para que se viera BIEN y CLARO): "Tengo una duda: ¿Si es niña la llamarás Emmita y si es niño Jonito?".
La llamaré Nataly en cualquiera de los dos casos, en honor a su tía muerta.
No sé si los seres humanos pueden volar o no, pero siento como si estuviera flotando hasta la sala para reclamarle a Nataly por ser tan descuidada y haber dejado la prueba de embarazo a la vista de Mia. El corazón me late con fuerza mientras avanzo por el pasillo, repasando en mi mente las palabras que le diré y la manera en que podré mostrarle la prueba de embarazo en su campo de visión. Pero, al llegar, me encuentro a Nataly con una mascarilla blanca frente al espejo, pareciendo casi como Gasparín, y no puedo evitar soltar una carcajada repentina ante su aspecto tan cómico.
Era matarla, Emma, no cagarte de la risa.
Ella me mira a través del espejo con sorpresa y diversión bailando en sus iris. Parece como si estuviera a punto de estallar en risas junto conmigo.
—¿Qué? —me dice con una sonrisa apenas contenida—. ¿Quieres una?
Nuestras risas llenan la habitación, y por un momento, siento como si el peso de la situación se desvaneciera. Entre carcajadas, logro articular:
—¿Y parecer Gasparín igual que tú? No, gracias —digo mordiendo mi labio inferior e Intentamos sostenernos la mirada sin reírnos, pero inevitablemente explotamos en más risas. El sonido de nuestras carcajadas llena la habitación, mezclándose con el tintineo de los muebles bajo nuestro peso. Siento la risa burbujeando en mi pecho, extendiéndose hasta que no puedo contenerla más. Esa risa que te hace doblarte en el sofá de dolor de estómago, esa risa tonta que solo dos amigas pueden compartir, y que ya me hacía falta.
—Nataly, eres terrible —le digo con la cara ardiendo de tanta risa, evitando mirarla—. Y yo que venía a matarte, eso no se hace, arruinas mi drama mañanero.
—¿Te gustó mi nota/pregunta? —la socarronería es evidente en su voz y en su rostro, lo que no me atrevo a mirarla de nuevo por miedo a reírme; este tema no es de risa.
—Sí... —respondo yo en un mismo tono—. ¿Quieres que te la responda?
—Me gustaría, sí, pero preferiría que te hicieras la prueba antes, así saldrías de dudas —responde rápidamente. Siento cómo mi estómago se revuelve por la anticipación, el hambre y la risa previa, y suspiro.
—No vas a parar de insistir si no me lo hago, ¿verdad? —digo en apenas un susurro, rezando para que no me haya escuchado, porque ya sé la respuesta.
—Sabes que no —me tira una almohada juguetona. No puedo evitar volver la cara a su encuentro y reír por la mascarilla blanca—. ¡Ey, ni intentes distraerme con la risita de nuevo! ¡No voy a caer! —añade con un tono juguetón en su advertencia, pero, a pesar de eso, sé que lo dice muy en serio.
Después de su pequeña risa/advertencia, tomo la caja en mano y me dispongo a ir hacia el baño, no sin antes sacarle la lengua y demostrarle mi frustración.
(Negativo).
—¿Contenta? —digo, mostrando el plástico con una única rayita roja a la altura de sus ojos—. No estoy embarazada —ella toma el pequeño test y lo mira con estupor, como si le hubieran salido dos cabezas, incrédula ante lo que ve.
A pesar de que ya sabía que ese iba a ser el resultado, no puedo evitar sentir una extraña mezcla entre alivio y estrés. Durante los 5 minutos de espera en el baño estuve comiéndome las uñas de la ansiedad. Es como si una parte de mí, la más grande, se sintiera aliviada por no estar embarazada, pero la otra parte, la más chiquita, se sintiera ansiosa porque le hubiera dado ilusión. Sí, definitivamente eso es muy cierto. A la Emma enamorada y soñadora le hubiera dado emoción. Aun así, saco esos pensamientos desubicados rápidamente de mi cabeza.
—¿Qué? —expresa después de unos segundos, saliendo de su perplejidad y sacándome de mi burbuja de pensamientos descuidados—. Emma, esto tiene que estar mal, roto o algo parecido, porque tú tienes todos los síntomas. ¡Dios mío, si me dejaste el baño hecho un desastre ayer! —me mira con el labio inferior atrapado por sus dientes.
Intento tomar con humor su último comentario sobre el baño, pero la ansiedad persiste en mi mente. Realmente, quisiera dejar todo este tema atrás. Es posible que todo lo que ha pasado en estas últimas 4 semanas haya sido absurdamente abrumador y como resultado podría haberme traído este reguero de síntomas que tengo.
Después de esforzarme por explicárselo con calma, con la esperanza de que me entendiera y no añadiera más ansiedad a mi mente, afortunadamente, parece haberlo comprendido. Quizás solo lo hizo porque me conoce muy bien y sabe que me estresaré. Nataly es complicada, pero por más complicada que sea, sigue siendo un pedazo de pan.
Posteriormente, Mia se nos une y desayunamos juntas. Nat comenta emocionada que vamos a tener una pijamada que se alargará durante los próximos 7 días (por lo de la tonta apuesta que hicimos), a lo que Mia responde con pequeños brincos desde su silla, con la boca llena de una galleta Oreo y Rocky intentando recoger las migajas de galletas que caen.
Después de aquel animado desayuno, el resto del día transcurre en calma, tal como debería ser. Me acomodo en la hermosa terraza al atardecer y me deleito con el suave murmullo de los pajaritos y el susurro de las hojas de los árboles meciéndose al compás del viento. Cierro los ojos y no puedo evitar proyectar mi futuro, al igual que la noche anterior, cuando compartí las últimas palabras con mi abuelo en vida: él me confesó lo orgulloso que se sentía de mí por haber obtenido la beca, un pensamiento que no deja de rondar mi mente. Tras meditar mucho al respecto, decido que ha llegado el momento, es hora de darle una fecha a ese sueño que está a punto de hacerse realidad.
Tomo prestada la laptop de Nat y, sin darle demasiadas vueltas, reservo un vuelo para dentro de 35 días antes de que mis dudas o mis dedos temblorosos puedan detenerme.
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Nota de la autora📖:
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Capítulo dedicado a @ZeyraRodriguez, @DanielaRodriguez0939, @DaniYicelCamelo, @bookftk, @anelam2003, con mucho amor. 💖
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🦋KOCT📖
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