Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo: 39✔️

—¿Tú... tú estás seguro de eso? —balbuceo, dejándome caer sobre el sofá como si fuera mi único consuelo—. Mis padres... ellos pudieron inventarlo para separarnos —digo con el característico nudo en mi garganta, apenas dejándome hablar.

Eso ya sería otro nivel de maldad.

La preocupación persiste en mi corazón, y no lo sé, sé que mis padres son capaces de todo por controlarme. Pero, ¿en serio llegarían a ese punto? Me pregunto si su deseo de influir en mi vida es tan intenso que recurrirían a medidas extremas como inventar algo como eso para separarnos.

La incertidumbre me consume, y la idea de que mis padres podrían estar manipulando esta situación me llena de angustia.

En ese momento de vulnerabilidad, Jonathan se acerca, poniéndose a mi altura para mirarme a los ojos —¡Hey! —me hace mirarlo, levantando mi mentón con suavidad. Lágrimas que ni siquiera sabía que estaban allí comienzan a correr por mis mejillas, resbalando hasta caer en su camisa—. Eso no va a pasar —asegura, haciéndome cerrar los ojos con una sensación reconfortante recorriéndome el alma—. ¿Y sabes por qué? —se toma un momento para besar mi frente—. Porque ya nada puede separarnos —sus labios contra mi piel sellando su promesa—. Tú eres lo más importante para mí y yo estaré aquí para protegerte, siempre, ¿vale?

Sus palabras de desencadenan un torbellino de emociones dentro de mí, haciendo que más lágrimas broten sin control. Me siento abrumada por la ternura de sus promesas, como si fueran un abrazo reconfortante en medio del caos. Asiento rápidamente, incapaz de contener la emoción que me embarga. En sus ojos veo una determinación reconfortante, y en ese preciso momento, tengo la certeza de que él siempre estará a mi lado.

Sin embargo, aún me queda esa duda, esa incertidumbre de si podría ser verdad, y la verdad es que sería lo que más me dolería.

—Y si resulta ser cierto... —limpio las lágrimas de mis ojos, intentando aparentar fortaleza, aunque en realidad, la simple idea de que mi abuelo, la única persona de mi familia que estuvo a mi lado y me demostró su amor incondicional, se vaya para siempre, me desgarra por dentro.

—Si es verdad, estaré a tu lado, abrazándote fuerte y apoyándote en todo momento —cuando esas palabras escapan de sus labios, siento un impulso irresistible de abrazarlo al instante, dejando que sus brazos y su pecho me envuelvan con cada promesa.

Bien dicen que después de la calma viene la tormenta, así que, acto seguido, llamo a mis padres.

La voz de mi padre es un mar de resentimiento, áspera y distante, como si me guardara rencor. Mas en este momento, eso no me parece importante ya que solo los llamé para conseguir la dirección del hospital y poder ver a mi abuelo. Sin embargo, sé que después me van a pasar factura. Inevitablemente, me toca atenerme a las consecuencias que vendrán.

Al doblar el pasillo que la recepcionista nos ha indicado apenas unos segundos atrás, mis ojos se encuentran con la mirada de reproche de mis padres. En un acto instintivo, desafiante, o tal vez para asegurarme de que sepan que no estoy sola, tomo la mano de Jonathan y la entrelazo con la mía.

Ellos se acercan lentamente, y solo entonces mi madre toma la palabra: —No tenías que traer a este. ¿Qué tiene que ver él con tu abuelo? —aunque la mirada de mi padre no emite sonido, es como si le salieran subtítulos que refuerzan sus pensamientos.

Ja.

"Este".

—¿Y mi abuelo? —pregunto, evadiendo el tema y la mirada de ambos.

—Está mal, y todo es culpa tuya —sabia que mi padre no podría quedarse callado—. Desde que decidiste dejar a tu familia de lado para irte con alguien que apenas conocías hace unos pocos meses, ha estado así. Cayó en una crisis asmática muy fuerte debido a la vulnerabilidad que experimentó cuando te fuiste.

—No es el momento para esto —respondo, tratando de contener la frustración y respirando profundamente para mantener la calma.

—¿Y cuándo será el momento, Emma? —insiste mi padre con un tono cargado de decepción—. ¿Cuándo pensabas llamarnos? Más bien, ¿pensabas volver a vernos? —vocifera y la gente alrededor nos mira mal.

Sabía que volver traería esto como consecuencia, lo sabía...

—Ya hablé con las enfermeras para que pudieran entrar a verlo —anuncia una voz muy conocida por detrás, rompiendo la tensión que se había formado, pero a la vez trayendo consigo esa vibra que yo hace unos meses no era capaz de percibir, hasta que vi su verdadera cara a las malas.

Carlos.

Claro, es obvio que si Carlos no está aquí, ellos no son mis padres. Seguro se los llevó un perro en la boca.

—¿Y él que tiene que ver con mi abuelo? —pregunto, notando de reojo como las facciones de Jonathan se endurecen y no hace más que ver a todos lados con tal de no mirarlo directamente a él.

—Lo mismo te pregunto yo a ti con él —me contraataca mi padre—. Por lo menos Carlos está ayudando.

Bueno ya vale, ¿no? Es que es como si me chuparan el alma con sus constantes ataques.

Es que no quiero ni pensar en qué hubiera pasado si no hubiera huido con Jonathan.

Sin emitir alguna otra palabra, arrastro a Jonathan hasta el pasillo. No puedo seguir escuchando esas cosas y tampoco lo voy a condenar a él a que las escuche por mi culpa.

Las lágrimas amenazan con querer salir de nuevo y no quiero que ellos lo noten.

—No aguanto más, y apenas llegué —confieso en un susurro, dejándome caer sobre la incómoda butaca azul a mi lado. El olor a desinfectante impregna el aire, el constante pitido de los aparatos cardíacos: —Solo quiero ver a mi abuelo —digo, y en ese momento él se agacha a la altura de la butaca. Por segunda vez en el día, se coloca ante mis pies y apoya la cabeza en mis muslos.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunto, sintiendo como la sensación de mis lágrimas se ve interrumpida por su acción, tomándome completamente por sorpresa.

—Tranquilizarte —dice, cerrando los ojos con tanta serenidad que parece disfrutar transmitiéndomela a propósito.

Solo él, solo él para hacerme sentir tranquila en medio de todo este caos y en un lugar como este.

Y sin duda lo está logrando. Su loca idea de tranquilizarme está funcionando.

Respiro profundamente y mis manos buscan el consuelo de su cabello mientras cierro los ojos, apenas consciente del bullicio del hospital.

—Lo estás logrando —susurro, dejando que mis dedos se deslicen por su cabello, reconociendo en ese gesto su habilidad única para infundirme calma.

—Lo estamos logrando —refuerza su respuesta, sus dedos trazando círculos por encima de mi pantalón en la parte interna de mis rodillas.

—Ajam... —un carraspeo bastante amargo nos saca de nuestra burbuja flotante, obligándonos a abrir los ojos.

—¿Quieres ver a tu abuelo ahora? —pregunta Carlos, y agradezco en silencio que no tenga la hombría de mirarnos a los ojos.

Solo me limito a mirar a Jonathan, quien termina por levantarse, entendiéndome, dejando que me pare para asentirle a Carlos y seguirlo por el pasillo.

Cada paso resuena en el suelo, creando una sensación de solemnidad y gravedad a mi alrededor, mientras mi corazón late con fuerza, lleno de preocupación al ver a mi abuelo tumbado en esa cama de hospital.

Su rostro está pálido, con un tono casi fantasmal que contrasta con las sábanas blancas que lo rodean. Sus facciones parecen congeladas en una expresión de cansancio y dolor. Su nariz está enrojecida por la tensión y el esfuerzo, y su respiración es débil, entrecortada, como si cada inhalación fuera un desafío.

—¿Por qué no abre los ojos? —pregunto de inmediato a Carlos, quien está a mi lado.

El pitido del aparato cardíaco es persistente, agudo, y parece llenar la habitación con su constante recordatorio. Además, está conectado a un dispositivo que le ayuda a respirar.

—¿Tú crees que él estará bien? —mi voz delata la fragilidad interior que estoy sintiendo en estos momentos.

—Es difícil saberlo con certeza —responde él, dando un paso hacia el frente para estar a mi lado.

Sigo mirando a mi abuelo, pero me doy cuenta de que él está mirándome a mí.

—Abuelo... —me acerco para hablarle antes de que pueda decir algo más.

—Emma, tenemos que hablar de lo que pasó... —oigo que comienza a hablar, pero sus palabras se ven despiadadamente interrumpidas por el pitido de la máquina cardíaca.

—¿Qué está pasando? —grito nerviosa, sintiendo como la ansiedad me oprime el pecho y el sonido del aparato llena mis oídos.

—Tal vez deberíamos salir —dice él, tomándome por la cintura y jalándome hacia atrás con él.

Se me hace casi imposible soltarme de su agarre, y justo cuando estoy a punto de lograrlo, aparecen las enfermeras y nos apartan para medir los latidos del corazón de mi abuelo.

—Será mejor que salgan de aquí ahora —nos pide una de las enfermeras, y aunque yo me niego, Carlos termina por obligarme, mientras las lágrimas recorren mis mejillas de punta a punta.

Ya afuera, en el pasillo, donde veo a Jonathan parado con gesto preocupado, no dudo ni por un segundo en correr hacia él, sintiendo el corazón latir con fuerza en mi pecho y el nudo en la garganta creciendo. Lo abrazo con fuerza por la cintura, recostando mi mentón en su clavícula, sintiendo su aroma reconfortante y notando como las lágrimas caen en su camisa. Es como si todo a mi alrededor se desvaneciera y solo pudiera concentrarme en su mirada, en su presencia reconfortante en medio de la angustia y toda la ansiedad.

_______________________________
Nota de la autora📖:
Holaaa, ¿todo bien?, espero que sí❤️.

Espero que el capítulo haya sido de su agrado, si fue así, me ayudarías mucho dejando tu ⭐️(voto) y si gustas comentar tus partes favoritas, sería de gran ayuda e inspiración para mí, las dos cosas lo son🥺.

Si encuentran algún error o falta de ortografía a lo largo de el capítulo, favor de hacérmelo saber, lo mismo al privado o en este hilo de comentarios📖.

🦋KOCT📖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro