Especial de 14 de febrero.

—¿Qué dices? ¿Vienes conmigo?

Mi corazón late desbocado, como un corcel en plena carrera, y por un fugaz instante puedo visualizarnos: compartiendo el mismo espacio, cocinando juntos, entregándonos al amor en cada instante del día...

—¿Estás hablando en serio? —los nervios me sacan una pequeña sonrisa, que se desvanece al recordar la situación en la que me encuentro con mis padres.

—Sabes que sí —en sus palabras encuentro determinación, entrega y seguridad.

—Jonathan, mis padres —le recuerdo con resignación.

—Emma, quieras aceptarlo o no, tus padres te manipulan a su antojo. Creen que porque te trajeron al mundo ya tienes que estar con quien a ellos les da la gana y eso no es así. Tú tienes todo el derecho de hacer una vida con quien quieras.

—No lo digas así... —abro la puerta ligeramente para cerciorarme de que todo esté bien allá afuera.

—¿Y cómo lo digo? —suspira.

—Tengo que colgar...

—¿Lo ves? No haces más que darme la razón con cada palabra que dices.

Suspiro yo también: —Déjame darles una oportunidad, voy a hablar con ellos y ya verás que lo van a entender —quiero pensar. Quiero creer que por fin, más tranquilos, me van a escuchar y entender mis sentimientos.

Decido colgar antes de que sus palabras desencadenen en mí el impulso de hacer algo irracional. Por el momento, guardo el teléfono en una de las gavetas de el baño.

Después de un rato, finalmente me permitieron salir de mi habitación, y ahora Mia y yo estamos sentadas juntas en el suelo, frente al arbolito, emocionadas, abriendo los regalos que "Papá Noel" le ha traído.

—¡Me encantan! —expresa Mia, sacándolos de las cajas, emocionada.

—Te los mereces, bebé —le dice mi madre desde el sofá, con una sonrisa.

—¿Y tus regalos? —me pregunta con inocencia.

Ay, pequeña Mia. Hace mucho tiempo ya no soy una niña, aunque a veces me traten como tal.

—Emma se ha portado mal este año, no se merece regalos —le dice mi madre. Luego, debe irse a abrir la puerta después de que alguien tocara.

Doy un largo suspiro al ver que quien entra por la puerta es Carlos.

Dios mío, ¿este hombre no tiene familia? Son días festivos y para estar reunidos. Aunque para mí de festivo, en este momento, no tenga nada.

—¿Puedo irme? —pido permiso para retirarme a mi habitación. No tengo ganas ni fuerzas para esto.

—No seas maleducada —me reprende mi padre—. Estas en presencia de tu futuro novio.

—Mi novio actual es mi presente y mi futuro.

—No te atrevas a mencionar a ese aquí —su tono de voz, antes suave como una caricia, se vuelve severo como el golpe de un trueno en la noche.

—Entonces me voy yo —camino hacia mi habitación siendo perseguida por mi padre.

—Regresa afuera o te castigaré sin dejarte salir ni a la sala durante toda una semana completa —sus amenazas ya no me asustan, especialmente después de escuchar lo que acababa de decir allá afuera.

—No quiero —tengo la valentía de contraatacarle, mirándolo a los ojos—. No quiero estar donde esté él, me da asco.

—Claro, tú lo que quieres es estar con el malandrín ese —me grita.

—Deja de llamarlo así —aprieto los puños con fuerza.

—Lo llamo así y como quiera, porque lo único que quiere de ti es llevarte a la cama —su rostro se torna de un color rojo bastante intenso.

—Ya nos hemos acostado y él todavía sigue ahí —confieso sin pensarlo, y en respuesta, mi padre me voltea la cara con una bofetada. Jamás antes me había tocado. El hormigueo en mi mejilla aparece unos segundos después, pero en lugar de paralizarme o generarme dolor, me llena de coraje.

Se dirige hacia la puerta con rabia: —Te dije que sería una semana, ¿pero sabes cuándo vas a salir de aquí? —señala las cuatro paredes que nos rodean—. Será cuando cambies tu mentalidad y le des el "sí" a Carlos delante de mí —el estruendo del portazo resuena en mis oídos, provocando que cierre los ojos. Su voz sigue resonando en mi cabeza, su amenaza aún fresca retumba en mis oídos. Siento mi mejilla arder, pero no más que mi corazón.

Me siento prisionera en mi propia habitación, sin nadie con quien hablar, sin nada que hacer, extrañando a Jonathan como nunca pensé que lo haría. Infierno es la palabra y este es su significado.

«Este infierno tiene solución, y está a solo una llamada de tu parte».

Dejándome llevar por el momento, tomo la silla de el escritorio y la coloco frente al armario, sintiendo la urgencia de escapar de esta opresiva habitación. Mis manos tiemblan ligeramente mientras alcanzo la mochila en la parte superior, consciente de que cada segundo cuenta. Después de tomar todo lo que considero importante y útil en este momento, me dirijo al baño con la determinación de tomar el control de mi situación.

Pego el teléfono a mi oído con un nudo en la garganta, mis manos temblando ligeramente. Rezo en silencio, con el corazón latiendo con fuerza, rogando que conteste, que no esté borracho.

Contesta al tercer timbre, su respiración y nervios igual de agitados que los míos: —Ven a buscarme —digo de inmediato, sintiendo como un gran peso abandona mi corazón al instante y mi pecho sube y baja más tranquilo.

—No tienes que pedirlo dos veces.

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Nota de la autora📖:
¡Hola, hola! ¡Feliz 14 de febrero, bellezas! Hoy es un día perfecto para recordar y celebrar el amor y la amistad en todas sus formas. El capítulo de hoy es más corto de lo habitual, ya que no quería dejar pasar por alto esta fecha tan especial.

¿Qué opinas de esta parejita? 🫂❤️Te leo.

Espero que el capítulo haya sido de su agrado, si fue así, me ayudarías mucho dejando tu ⭐️(voto) y si gustas comentar tus partes favoritas, sería de gran ayuda e inspiración para mí, las dos cosas lo son🥺.

Si encuentran algún error o falta de ortografía a lo largo de el capítulo, favor de hacérmelo saber, lo mismo al privado o en este hilo de comentarios📖.

🦋KOCT📖