Ha pasado un día y ya hemos encontrado varias pistas, pero ninguna con una dirección de dónde podemos encontrar a Ainhoa. De repente, nos llega por la ventana una carta anónima que estaba firmada con las letras A.S. Nosotras, sin darle importancia a la firma, empezamos a leer la carta misteriosa:

Hola chicas,

Tengo a vuestra amiga está en la fábrica de cristales de la calle de Bilbao "María Díaz de Haro". No será fácil encontrarla, jaja, tenéis 4:30 horas para encontrarla, jaja.

A.S.

Yo, sin esperar la reacción de las demás, me he puesto en camino de la fábrica de cristales de la calle "María Díaz de Haro" de Bilbao.

Al llegar a la fábrica derruida, las cuatro nos hemos quedado sin palabras de lo mugrienta, vieja y oscura que era la fábrica. Yo con miedo les he dicho:

- Chii-chii-cas es aquí. - he dicho tartamudeando de miedo.

- Pues a qué esperamos - ha dicho Eider.

Al poco de estar hablando para pensar un plan, hemos empezado a mover la puerta vieja y endurecida de la fábrica. Y he dicho:

- Eider y Enara mirad por ahí. Si veis algo, mandar un mensaje o llamar. Sabrina y yo iremos por el lado contrario.

Ha pasado una hora y nada, no paro de mirar el móvil por si Enara o Eider mandaban alguna señal de haber encontrado a Ainhoa. Cuando íbamos a girar a la derecha, hemos oído unas voces acercándose hacia nosotras, rápidamente nos hemos escondido detrás de unas cajas que había no muy lejos.

- Son voces de hombres - ha dicho Sabrina susurrándomelo en el oído.

- ¡Hey, Álvaro! hemos cogido a dos niñatas que estaban andando por los pasillos. - ha dicho uno de los hombres.

- Muy bien Thomas, que yo sepa son cuatro amigas. ¡Buscad a las otras dos! - ha dicho el otro hombre.

Cuando los dos hombres se fueron Sabina y yo empezamos a hablar bajo sobre que hacer.

- June, seguramente ese Thomas sea el jefe, A.S, ¿no?

- No sé, pero su nombre no tiene ninguna letra que sea A.S.

- Ya...Podía ser un apodo...Atlas,...

- Bueno, ya lo pensaremos después, lo importante ahora es encontrar a las demás.

Nosotras silenciosamente hemos empezado a seguir a uno, ya que suponíamos que iba hacia donde estaban las demás encerradas. Al llegar, cuatro o cinco hombres nos han empezado a tapar la boca y nos han metido a una habitación muy oscura. Al poco que nuestros ojos se han acostumbrado a la oscuridad, vemos que en esa habitación estábamos todas, Eider, Enara, Sabrina, Ainhoa y yo.