Son las doce de la noche, mañana es 1 de junio y no puedo dormir. Estoy leyendo la carta ilusionada, todo el rato, y al final me he dormido. Al despertarme, me he vestido y les he contado lo de que me iba a ir de acampada con mis amigas una temporada. Ellos no comentaron nada. Les he dado un beso y saltando de alegría me he ido a coger el autobús con dirección a la Casilla.

Al llegar, me he encontrado con Enara, Eider y Sabrina, que esperaban en una cola de niños y niñas de nuestra edad. Llega la hora de entrar en un tren azul que se supone que nos lleva a la Academia de superhéroes.

El tren empieza a moverse.

Cuando pasa una hora de un largo viaje con baches, llega la hora de salir del tren azul y nos dirigimos a un grupo de niños y niñas. Al llegar al grupo, oímos una voz diciendo nombres de personas, qué poderes tenemos y en qué sitio nos tenemos que poner. Yo me pongo de puntillas, pero no veo a la persona, cuando de repente alguien me toca la espalda y al darme la vuelta me doy cuenta de que es Eider. Me dice susurrando que el profesor es bajito y que no se le ve. Al pasar unos diez minutos de nombres, por fin, llega el mío y dice el profesor bajito:

- ¡¡June, June, June!! - dijo el señor bajito que contenía en sus manos un pergamino.

- ¿Si? - contesté.

- Hola, hem, tienes los poderes de la naturaleza y, hem, tienes que ponerte al lado de la columna roja de ahí. - me dijo entrecortado.

- Gracias. - dije esquivando a los niños y niñas que quedaban al rededor del señor.

Yo, con paso ligero, me pongo en la columna a esperar. Cuando pasan unos pocos minutos, veo que vienen a donde estoy yo, Enara, Eider, Sabrina y una niña de estatura alta, con el pelo corto, marrón y con rizos, que no conozco. Y a continuación les digo:

- ¡Chicas!, ¡Chicas!. ¿Qué poderes tenéis? Yo tengo naturaleza, ¡qué guay!, ¡tengo ganas de poder saber usarlos!

- Yo agua - dice Eider.

- Yo fuego - dice Sabrina.

- Yo de aire - me dice Enara.

- ¿Y tú cómo te llamas? - le preguntamos a la niña vergonzosa que está a nuestro lado.

- Yo me llamo Ainhoa y tengo poderes de T&T, que es que puedo teletransportarme.

- ¡Qué guay! - decimos al unísono las cuatro.

Después de estar un rato hablando con Ainhoa, empezamos a caminar a la entrada de la Academia de superhéroes, que teníamos no muy lejos de donde estábamos.