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CAPÍTULO 74

Suelto una risita divertida ante su pregunta y luego niego con la cabeza. No tengo razones para mentirle a mi mejor amigo, él sabe muchas cosas de mi vida. Jamás nos pusimos a hablar sobre sexo, pero creo que la hora acaba de llegar.

—Ya me escuchaste. Jamás he tenido relaciones sexuales —confieso con un poco de nervios—. Aunque lo he pensado.

Alex se me queda mirando a los ojos cuando es tiempo de esperar el semáforo.

—¿Lo pensaste cuando estabas con Paul o Javier? —Cuestiona lleno de intriga.

Me quedo pensando seriamente en su pregunta y luego hago una mueca con mis labios.

—Bueno, ambas relaciones fueron muy diferentes. Creo que con Paul no era nada —respondo—. Y con Javier, bueno, con él... Con él es todo físico y tan emocional. Es muy diferente y...

Él me detiene cuando escucha todo lo que sale de mis labios. Parece que no está muy interesante lo que le estoy diciendo, pero para mí es un gran logro poder hablar de esto con alguien.

—Le re das a Javier —Comenta seguro de sus palabras.

Suelto una risita divertida.

—Mmm... —Sonrío viendo la universidad—. Quizás.

—No me mientas, le re das.

Muerdo mi labio inferior y luego asiento.

—Sí. Cada vez que... —Me quedo callada y niego—. No quiero hablar de eso.

Él asiente con la cabeza y sigue manejando con cuidado.

—Estoy muy nerviosa, Alex —digo con una pequeña sonrisa—. Creo que esto no va a funcionar.

Alex estira su mano para acariciar mi muslo y sé que me está dando todo su apoyo, pero mi corazón solo está con Javier. No puedo creer lo que él me hizo.

¿Por qué Javier me hizo algo como eso? Yo pensé que él me quería, pero ahora veo que estaba muy confundida y que nunca me quiso.

Tengo que tranquilizarme de una vez por todas, estoy completamente asustada por la situación que había sucedido hace unos instantes atrás.

No entiendo cómo Javier pudo aparecer y desaparecer así, de la nada. Debo confesar que jamás me hubiera imaginado algo tan extraño y especial en mi vida. No podemos estar juntos, no es posible.

Creo que nunca voy a encontrar a esa persona para mí. Javier definitivamente no es para mí y menos después de lo que me hizo.

No puedo soportarlo más. No quiero oír nada más. Se me revuelve el estómago y el dolor de la traición de Javier me desgarra por dentro y me debilita por segundos. Estoy segura de que si Alex dice una sola palabra no quedará nada de mí. Necesito saber por qué Javier ha hecho lo que ha hecho, pero me aterra pensar lo que puede pasar si escucho hasta el último detalle. No he sentido nunca un dolor como este y no sé muy bien qué hacer con él, si es que puedo hacer algo.

Alex asiente y conduce en silencio.

Pienso en Javier, en James, en Laby y en toda la pandilla, y entonces algo cambia. Algo me hace más valiente.

—¿Sabes algo sobre el plan de Javier? ¿Por qué hizo esto? Yo pensé que me quería, pero veo que estoy equivocada...

Alex se queda pensando seriamente en mis palabras, pero luego niega con la cabeza.

—No tengo idea. Por lo que me dices, Javier no parecía saber sobre el final —me responde con seguridad—. Quizás es la verdad. Él no sabía nada de lo que estaba sucediendo.

Frunzo el entrecejo ante sus palabras y luego me quedo pensando que quizás no está equivocado.

—No lo sé. Tengo miedo de darle el beneficio de la duda —confieso mirando por la ventana—. Tengo miedo de volver a confiar en alguien.

Él asiente con la cabeza.

—Lo sé, pero tienes que aprender de nuevo, Kath.

Hago una mueca con mis labios y bajo del vehículo cuando llegamos. Lo miro a los ojos y luego Sonrío amplia.

—Nos vemos luego, amigo mío.

Al llegar a la UBA, me dirijo con rapidez al baño para tratar de despabilarme y lavo mi rostro con agua fría; tengo que despertar de este sueño en el que me encuentro, más que un sueño... es una maldita pesadilla de la cual ya quiero despertar y saber que nada es lo que parece.

Las pequeñas gotitas del agua fría caen por mi rostro, al abrir mis ojos observo salir de un cubículo a Elena. Le sonrío ampliamente y la miro, sus ojos están rojos de tanto llorar (creo yo) y ella completamente pálida, con pasos agigantados se acerca a mí.

Como reflejo involuntario retrocedo, puedo sentir frío y cómo mi corazón intenta salir de mi pecho. Me siento mal ante la situación, siento que no puedo hacer mucho para ayudarla.

Tengo miedo, tengo mucho miedo.

—Acepta la realidad —dice y me empuja con brusquedad—. Tú nunca podrás ser parte de nosotros. Eres una santa y no nos llevamos nada bien con niñas que no saben hacer nada.

La miro a los ojos con el ceño fruncido. No puedo creer lo que me está diciendo.

Me duele el corazón y sé que no estoy preparada para oír lo que va a decirme.

Se retuerce los dedos nerviosa antes de empezar a hablar.

—Es imposible que tengas algo con Javier. Me doy cuenta de que te gusta, pero tienes que saber la verdad —dice con una mirada triste.

No sé si me va a fallar la voz, y apenas abro la boca para decirle:

—Cuéntamelo. ¿Por qué no podría estar con él?

—Aquella noche... La segunda noche..., la segunda fiesta a la que viniste, cuando jugamos a Verdad o reto... y Leo te retó a que le hicieras un chupón o tomarás alcohol... —Cierra los ojos como si estuviera ordenando sus pensamientos.

«No, no, no...».

Si fuera posible que el corazón se me cayera más abajo de los pies, el mío estaría ya en el núcleo terrestre. Esto no está pasando. «Esto no puede estar pasando. Ahora no. A mí, no.»

—Continúa... —digo mirándola fijamente a los ojos—. Que yo sepa, lo que me estás diciendo no es nada.

—Bueno, Y alguien tuvo la idea de...

—¿Quién tuvo la idea? —la interrumpo.

—Yo... A mí se me ocurrió la idea —confiesa Elena. No deja de mirarme a los ojos, cosa que no hace que esto me resulte más fácil—. Se me ocurrió que... podría ser divertido... hacer una apuesta.

Agacha la cabeza y los ojos se me llenan de lágrimas.

—No. —Ahogo un sollozo y doy un paso atrás—. ¿Qué apuesta? ¿De qué hablas?

Ella se acerca y pone una de sus manos en mi hombro.

—Esa noche seguimos jugando a verdad o reto y... —Hace una pequeña pausa—. Reté a Javier a enamorarte y hacerte creer en una historia de amor. Nunca pensé que él lo iba a hacer, digo... Es Javier, él nunca haría algo así, pero lo hizo.

—¿Todos lo sabían? —le pregunto a ella.

—Yo... Estuve a punto de contártelo mil veces, Katherine —dice llorando lágrimas de culpabilidad—. Con Laby pensamos que era una locura. Creímos que él no iba a aceptar el reto, pero lo hizo y sabemos que lo logró.

Levanto la mirada y dejo que las lágrimas caigan.

—¿Cómo saben que lo logró?

—Lo sabemos hace mucho. Él ha estado haciendo un proyecto y tú eres parte de él —confiesa—. No digas nada que yo te conté, pero... Ya no podía seguir jugando. Adiós, Katherine.

La veo salir del baño y muerdo mi labio inferior con fuerza.

Niego con la cabeza y me siento en el suelo abrazando mis piernas con lágrimas cayendo de mis ojos. Vuelvo a negar frenéticamente con la cabeza, no puede ser verdad.

Nada de esto puede ser verdad. Acabo de vivir una mentira más grande que la primera con Paul.

¡Jamás voy a creer en el amor!

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