~15~
La mañana siguiente, Jeremy y Raquel organizaron los funerales de sus hermanos. Fueron sencillos, y tampoco muy grandes, pues solo invitaron a los conocidos más cercanos. Lo peor que llevaron fue tener que mentir diciendo que los tres sí se habían suicidado, incluso delante de Robert, quien seguía insistiendo que Konan jamás les dejaría a él y a Hunter. Raquel no tuvo el valor suficiente para decir unas palabras durante el funeral. Más bien, le daba ganas de golpear a toda la gente que lloraba en el funeral, si la mayoría ni conocían a sus hermanos, o tomaban a Dean por un loco metal. Eran unos hipócritas. Lo único que la ayudaría a sentirse mejor era continuar con la investigación y encontrar a los asesinos de su hermano para matarlos ella misma. Su moral sobre llevarlos a la justicia era una farsa, una mentira que se decía a sí misma para hacerse creer que era buena persona. En lo más profundo de su ser deseaba que el asesino de sus hermanos sufriera de la misma forma que sufrieron ellos, o incluso peor. Eran terribles pensamientos, pero esa era la verdad. Era humana después de todo, no un ángel. Sin embargo, en el momento que le tocó tirar la tierra al ataúd para enterrar a Dean, ocurrió.
—Lo siento mucho Dean. —dijo con la voz rota.
Cuando echó la tierra, notó como una sombra enfrente suyo la envolvía, provocando que su piel se estremeciera por el frío. Asi mismo, elevó el rostro y vió el fantasma de su hermano que apareció días antes en su apartamento, con el rostro lleno de furia.
—Dean...
—¡No!
De repente unas manos agarraron el brazo de la joven y comenzaron a tirar para que se metiera en el ataúd. Eran Hank y Konan quienes parecían estar igual que su mellizo, pero con las heridas fatales que acabaron con sus vidas. Tiraban de ella con fuerza, casi como si desearan arrancarle el brazo.
—¡Por favor Raquel! ¡No nos abandones! ¡No nos abandones!—repetían suplicando.
Raquel luchaba por soltarse de su agarre mientras su vista se nublaba por las lágrimas. Por suerte, Jeremy la agarró y la abrazó provocando que los fantasmas desaparecieran.
—Eran ellos. —lloraba desconsolada.
—Tranquila hermanita. —susurraba Jer.
—Querían que fuera con ellos.
~⛤~
Ya por la tarde los dos hermanos volvieron al apartamento de los brujos, quienes ya estaban listos para el ritual de viaje astral. Fueron abiertos por Sam, quien les guio hasta el baño donde los brujos habían llenado la bañera con hielo y hierbas, y además había dibujado varios símbolos con una especie de tinta negra y roja. Con lo que aprendió Jeremy en la disco, prefirió no preguntar.
—¿Qué tal el funeral? —preguntó Ross apenada.
—Raquel ha visto a nuestros hermanos muertos, así que puedes imaginarlo. —habló el mayor con ironía y cansado.
—¿Cómo? ¿Has visto sus fantasmas? —preguntó la médium.
—Eran ellos, estoy segura.
—Probablemente Aluca estaba allí y trataba de asustarte. —Al girarse para responder furiosa al brujo, observó que el hombre estaba sin camiseta mostrando su cuerpo bien formado y curtido. Está lleno de tatuajes con espirales, líneas y runas que recorrían desde su pecho hasta los brazos, pero la espalda estaba llena de cicatrices, al igual que los brazos. Para Raquel, Adán podía considerarse como el hombre más hermoso que había visto en mucho tiempo.
—Mediante la bañera estaré en un estado de muerte aparente y permitirá a mi alma entrar en el Infierno durante un periodo corto de tiempo para encontrar a Gaziel. Si me quedara demasiado me arriesgaría a quedar atrapado.
—¿Por qué no podías usar el espejo? —preguntó Jeremy.
—Porque este demonio se encuentra en lo más profundo del Infierno, y lo sé porque yo lo mandé ahí. —dijo con fastidio. Raquel elevó el brazo para obtener el turno de palabra.
—¿Podemos saber quién es Gaziel?
—Es el demonio que custodia los tesoros subterráneos del mundo. Suele trasladarlos de un sitio a otro cuando están a punto de ser descubiertos. Tramposo de mierda. —murmuró Will.
—Normalmente asusta a los mortales con fantasmales repiques de campanas, y posee la facultad de revivir a los muertos. Nos montó guerra durante unos años a causa de unos nigromantes y su adicción a robar oro. —habló Rosa.
—¿Y cómo estáis tan seguros de que nos ayudará?
—Le ofreceré algo que no puede rechazar.
—Suenas muy convencido de que aceptará. —Adán miró a Raquel con una sonrisa, y quedaron los dos a unos centímetros.
—Digamos que soy bueno persuadiendo a la gente.
—Corta el rollo Dan. —deberían apodar a Arthur "el cortarollos", eso pensaban todos.
Sin perder más tiempo Adán se fue metiendo en la bañera. Respiro despacio, intentando acostumbrarme al frío del hielo hasta sentarme.
—Will y Arthur me mantendréis bajo el agua hasta que deje de moverme. Una vez que tenga la información, me rociaré con el agua bendita. —dijo mostrando un frasco de su bolsillo.
—Entendido. —respondieron todos. Arthur se colocó tras Adán y puso sus manos en los hombros.
—Bon voyage mon ami. —y lo metió por completo bajo el agua.
Durante unos segundos, no ocurrió nada, pero entonces Adán comenzó a forzar para salir del agua, ya que se estaba quedando sin aire. Will y Duncan se colocaron en el lateral para mantenerlo bajo el agua. Raquel no soporta ver a Adán de esa forma, pero sabía que debía morir para poder entrar al Infierno. Fue entonces, cuando el brujo dejó de resistirse y para él, el tiempo en el plano terrenal se paró.
~⛤~
Al abrir los ojos, ya no se encontraba en la bañera, sino en un espacio oscuro y vacío, con el suelo como si estuviera caminando por el agua. Justo debajo de sus pies podía divisar las almas de los traidores.
—Hogar, dulce hogar. —si se le podía llamar así al lugar donde castigan a los muertos.
Adán se hallaba en el noveno círculo de Dante, la prisión de hielo para los traidores. Aquí, según Dante, se castiga a los traidores, sepultados por el hielo y continuamente afectados por las frías ráfagas de viento producidas por las inmensas alas de Lucifer. En la descripción de Dante, es retratado como un lugar terrible, cuyo aire se hace eco de las quejas de las almas que sufren continuamente torturadas por la picadura de las heladas, con extremidades y rostros congelados por el frío extremo.
—No esperaba encontrarte por aquí, Lilim. —Puede que jamás olvide esa espantosa voz, pero al menos no era un demonio que odiaba. Al girarse se encontró con un hombre de mediana edad vestido con una túnica negra.
—Un placer volver a verte, Cocitos. —
El demonio-río griego de los infiernos, quien nació de las lágrimas de los condenados.
—¿Sabe tu madre qué estás aquí?
—No, y tampoco quiero que lo sepa. —el demonio asintió inexpresivo, y Adán sonrió.
—Tranquilo, mis labios están sellados, pues como bien sabes, no le tengo aprecio a tu madre.
—¿Y quién la tiene?
—¿Qué te trae por aquí joven Lilim?
—Gaziel. —respondió directo al grano. —Quiero hablar con él. ¿Sabes dónde está encerrado?
—¿El pulgoso avaro? —dijo insultando a la verdadera forma del nombrado. —Claro. —De repente, el suelo se abrió y unas escaleras de hielo se formaron. Recuerda no tocar a las almas y que no te toquen.
Bajaron por las escaleras. Las paredes parecían acuarios donde veían a los muertos siendo torturados por el frío. También se encontraban demonios de todos los tipos, alguno era de los que había mandado el mismo Adán. Cocitos le detuvo con el brazo, y la pared de la derecha se abrió. Ese lugar era la peor prisión posible. Oír las voces de los traidores suplicando por sus almas, pidiendo ser perdonados. Sin embargo, el Diablo no tenía piedad con ninguno. Daba igual que fuera rico, pobre, poeta, o empresario, todos ardían si eran enviados a su reino.
—Es esta.
Cocitos abrió la pared, y ahí estaba. Gaziel, un demonio con el cuerpo de un joven rubio, de ojos marrones y garras. Sus extremidades estaban atrapadas por el hielo, lo que le impedía moverse, dejando solo la cabeza y el torso fuera.
—Déjame a solas con él. —Cocitos miró al demonio desconfiado, pero asintió.
—Cuando termines di mi nombre.—cerró la entrada dejando a Adán solo con el demonio.
Nunca imaginó que el gran perro acabaría en ese estado, con la piel congelada y sin poder moverse. Fue enviado a la novena prisión porque a pesar de ser un demonio de la avaricia cometió más actos de traición entre sus hermanos demonios. Era otro marginado en su sociedad injusta. Poco a poco los ojos caninos de Gaziel se abrieron, y cuando se cruzaron con los del brujo, elevó la comisura de sus labios con sorpresa y bien recibida.
—Pero mira quien trajo el viento, El Lilim. Adán Fawley. —dijo con un tono aburrido y sin ánimos. —¿Qué tanto me extrañabas que has venido a visitarme? ¿O tal vez a burlarte de mi estado? Pensarás que bajo ha caído el perro demonio Gaziel.
—Ninguna de las dos. —dijo serio, pero alerta.
—Pues ¿Qué te trae por estos lares caballero oscuro? —habló como si estuvieran en la edad media de forma cómica. Adán se había olvidado de su casino e irritante humor
—Uno de tus colegas está intentando escapar del Infierno, ha corrompido Londres y con ayuda de unos demonios ha matado a tres descendientes de Raziel. Según una fuente, tú puedes saber quien es. —Gaziel elevó la mirada con algo de sorpresa e interés. —Es de tu círculo, un manipulador de los muertos.
—¿Y por qué debería decirte nada después de encerrarme en esta nevera?
—Mereces ser castigado por tus crímenes, no tengo la culpa.
—Lo admito, hice cosas de las que no estoy orgulloso, maté, robé, traicione... ¿Qué quieres que te diga? Soy un demonio, nací así, no lo elegí, y es mi naturaleza.
La naturaleza de los demonios era variada según al pecado que estén ligados. No negaba que Gaziel tuviera difícil controlar sus instintos, pero aún así podía haber evitado hacer todo lo que hizo.
—Por otra parte, ¿Qué hay de ti?—inquirió. —Tú tampoco eres un santo, y no estás encerrado aquí sino que tratas de expiarte sin dejar que otros como nosotros podamos hacerlo. —en eso Adán debía darle la razón, pero tampoco se fiaba, pues como decía la naturaleza de un demonio era impredecible. —¿Me arrepiento de todo lo que hice? No de todo, pero en lo referente a matar sí. —confesó sincero. —Te lo vuelvo a preguntar, y por favor mejora tu respuesta ¿Por qué debería ayudarte?
Adán se acercó y alzó la mirada.
—Porque estoy seguro que quieres acabar con ellos tanto como yo. —afirmó. —Desde siempre fuiste tratado como un perro para tus hermanos, una mascota a la que le pusieron una correa, pero se soltó. Vamos, has sido repudiado por los de tu especie y yo sé lo que se siente. Les odias. ¿No te gustaría devolverles el golpe?
Gaziel no tardó en ver sus intenciones, y eso le hizo sonreír.
—No negaré esa afirmación.—dijo formando una sonrisa.
—Hagamos un trato. —sugirió. —Tú me dices lo que quiero saber, y hablaré con Cocitos para que me ayudes a acabar con ellos. Pero te aviso de antemano, una vez acabemos, deberás volver. No puedo pedirle a Cocitos que te libere sería en contra de las leyes.
—¿Me estás ofreciendo una dulce venganza?
—Sí.
Gaziel le miró con sospecha.
Adán podía ser muy persuasivo, incluso con Cocitos, además sabía que negociar su libertad permanente era imposible. Lucifer no lo permitiría. Dio un suspiro y habló
—Nebiros.
—¿Cómo?
—Ese es su nombre. —explicó. —Líder de los nigromantes infernales, Nebiros. Lucifer le dio el poder sobre toda la milicia infernal, nombrándolo Mariscal del Infierno. Se dice que tiene el poder de crear el mal sobre quien él quiera, ya sea angelical, terrenal o infernal, vivos o muertos. Vino a verme hace unos días. —afirmó provocando que se sorprendiera el brujo. —Me ofreció unirme a su plan junto con Aluca, el Demogorgón, Häel y otros manipuladores.
—¿Haël? —le sonaba de algo ese nombre, pero no sabía de qué. Se trataría del demonio que susurraba al Van Tassel. —¿Quién es?
—Tú nunca te has enfrentado a él. —supuso. —Es un demonio muy influyente en el Infierno, un devorador de almas, aunque algunos sospechan que fue un ángel antes de la guerra. Normalmente trabajaba como manipulador, pero antes de que me atraparas oí que se volvió mercenario en los bajos fondos del mundo. Nebiros debió pagarle por sus servicios.
¿Cómo no había oído hablar de Nebiros?
—Ese cabrón fue la mano derecha de Lucifer, contratar a manipuladores para que hagan sus trabajos es fácil, pero lo que no puede es escapar él mismo del averno. Crear un portal que te permite ir del Infierno a la Tierra requiere una gran cantidad de poder que mataría a cualquier demonio. Le pasa por ser un demonio de alto rango, cuanta más energía tienes, más te cuesta cruzar entre los planos por culpa del Creador. Además, Lucifer no estaría contento al enterarse que sus hijos están planeando dominar el mundo a sus espaldas.
Adán se acercó con el ceño fruncido, y confuso.
—¿Por qué no aceptaste su oferta?
—Primero porque como tu bien dijiste les odio, y segundo porque sabía que tú acabarías yendo a por él. —aclaró como si fuera obvio. —¿Salir para que me vuelvan a encerrar en un sitio peor que el anterior? No me renta. De todas formas, ese desgraciado sabía que no aceptaría, así que me escupió a la cara y me llamó "pulgoso insignificante".
Sus palabras eran sinceras, al igual que el odio que sentía hacía el señor de los muertos, por lo que no quiso preguntarle nada más. Ya sabía de qué lado estaba.
—¡Cocitos! —del hielo de las paredes, se formó el cuerpo del demonio. —Libéralo.
—Sabes que no puedo hacer eso.
Adán se hizo un corte en la palma de la mano, cayendo unas gotas en el hielo. Los demonios atrapados reaccionaron ante el olor con gritos ansiosos. Tenían que irse antes de que alguno de los presos quisiera provocar un motín para alimentarse de él.
—Lígame a Gaziel. —sugirió. Los dos demonios le miraron pasmados por lo que estaba sugiriendo.
—Adán ¿quieres que ese ladrón sea tu familiar?
Un pacto entre un familiar y su mago, hechicero o brujo, era algo sagrado, más poderoso que las leyes de Infierno. Una vez que se hacía ya no se podía romper, y solo la muerte los separaría.
—Es la única forma para sacarlo de aquí. —habló serio. —Yo ni siquiera estoy de cuerpo entero solo en parte, y necesito a Gaziel para encontrar a los seguidores de Nebiros. Será una unión temporal, no se convertirá en mi familiar dado que entonces no podría volver al Infierno.
—Conozco un conjuro para eso, pero debo advertirte que si Gaziel permanece más de dos años en la Tierra, acabará convirtiéndose en tu familiar de por vida, lo que significa que su destino estaría ligado al tuyo para toda la eternidad.
—Soy consciente..
—¿Tú estás de acuerdo? —dijo mirando al perro.
—No tengo objeciones.
Se notaba que Cocitos no estaba muy convencido, pero al final le liberó del hielo, y le hizo un corte similar en su mano derecha.
—Daros la mano. —Adán agarró la mano de Gaziel para que sus cortes se unieran. —"Άθραυστος δεσμός".—Un hielo enredó a los dos jóvenes, creando dos pulseras, una de oro en el brazo de Adán y la otra de plata en el de Gaziel. —Una vez hayáis acabado, Adán deberás arrancarte la pulsera. Así Gaziel será enviado de vuelta a su celda.
—Entendido. —el brujo sacó el frasco de agua. —¿Listo?
—Solo quiero salir de esta mierda de congelador. —dijo con desdén, hasta que notó que Cocitos lo estaba fulminando con la mirada. —Con perdón.
Abrió el bote y ambos fueron rociados con el agua bendita y transportados de vuelta a la Tierra.
~⛤~
"Cuando cruzas el umbral, unos minutos allí pueden ser una eternidad".
Para el grupo, Adán no estuvo ni un minuto en la bañera. Justo cuando dejó de resistirse, la bañera explotó provocando que todos se mojaran y que la tina se fragmentara en trozos grandes. Y como si el destino odiara a Arthur, este fue lanzado contra la pared tras él.
—¡Odio cuando pasa esto! —dijo Rosa estrujando el pelo.
En el suelo se encontraba Adán tosiendo el agua, y a su lado, justo a los pies de Jeremy, el demonio Gaziel, quien se transmutó con él gracias al lazo que creó Cocitos.
—¿Y este tío?
Will ayudó a levantar a su amigo, y Duncan dio la vuelta al otro para ver de quién se trataba.
—¡Agua bendita! ¡Cómo quema! —exclamó Gaziel algo dolido. —¿Qué pasa yankee?
Tanto los brujos como Arthur se quedaron sin palabras. ¡El chucho avaro había vuelto!
—¡¿Te has traído a Gaziel?! —gritó Will histérico.
—Solo os diré que no haré nada en contra de mi voluntad. —explicó en broma mientras se incorporaba. —O si y tampoco os haré daño, seré un perro bueno.
—No miente. —dijo Adán calmando a sus camaradas. —Nos ayudará a derrotar a Nebiros y cuando acabemos volverá a su prisión. Quiera o no.
—Gracias por recordármelo. —se gira y ve a Arthur quién lo estaba fulminando con la mirada. —Athatriel, que bien te ves.
—Mejor que tú seguro. —todos les observaban asustados por si ese cruce de miradas iba a acabar en pelea, pero la cosa se calmó cuando el ángel y el demonio se dieron la mano y se abrazaron como viejos amigos.
—¿Qué tal en la nevera? —fue una pregunta retórica para Gaziel, aún tenía la piel helada
—No preguntes, ahora solo quiero pensar en matar a Nebiros.
—¿Nebiros? —preguntó Sam. —¿Quién es ese?
—El señor de los muertos. —respondió el demonio. —Sinceramente, estáis bastante jodidos.
Después de haber estado como tres décadas encerrado en Cocitos, el demonio observaba el piso con curiosidad y hasta se puso a mirar por la ventana. Como un niño empezó a toquetear las cosas del salón ignorando las advertencias de Ross y Will, pero entonces se dio cuenta de la presencia de los Van Tassel, pero sobre todo de la presencia de Raquel.
—Hola belleza. —la saludó educado y con una sonrisa seductora. —Soy Gaziel, a tu servicio. —Raquel le miró con una sonrisa confusa, pero al mismo tiempo sabía que tipo de hombre era el que tenía delante.
—Las manos lejos de ella. —le avisó Adán amenazante.
—¿Por fin dejaste atrás los encuentros de una noche y los Sabbat para conseguir una novia decente?
Ninguno de los presentes se imaginaron que el frio y serio Adán Fawley pudiera sonrojarse de la vergüenza, aunque tratara de disimularlo. Sin embargo, era algo normal, después de todo era medio humano.
—¿Qué es un Sabbat? —interrogó Jeremy.
—No preguntes. —aconsejó. —Jeremy, Raquel este es Gaziel, demonio perro de los cementerios y la avaricia, Gaziel ellos son Jeremy y Raquel Van Tassel los descendientes de Raziel y objetivos de Nebiros.
—Os compadezco mucho.
—Ya con las presentaciones hechas, tenemos que encontrar a alguno de los lacayos de Nebiros. —Puntualizó sacando el artefacto y mostrando un holograma de Londres, —Con seguir a uno de los tres que mencionaste nos bastará para llegar hasta él.
—Yo puedo encontrarlos. —dijo el demonio levantando la mano.
—¿Cómo? —preguntó Duncan desconfiado.
—Por si no os habéis dado cuenta, mi verdadera forma es la de un perro infernal. Puedo rastrearlos, hasta el otro extremo del mundo, solo necesitaré algo que tenga el olor de Haël, Aluca o el Demogorgon y los tendré localizados.
Nos es que tuvieran algo de esos tres demonios, pero los brujos voltearon a mirar a los hermanos con una idea algo descabellada.
—No vamos a exhumar a uno de nuestros hermanos. —aclaró Jeremy adivinando sus pensamientos.
—Puede que no haga falta. —comentó Sam aliviándolos. —Probablemente, Aluca tuvo que estar en contacto con Dean en su habitación por lo que su olor seguirá allí. ¿Lo han limpiado?
—No. —negó Jeremy. —Al ser un caso de suicidio aún estará restringido.—Todos giraron a ver a la chica y esta se limitó a ponerse los cascos.
—De nada. —dijo al encontrar una solución.
—Vamos a tener que prepararnos mejor. —dijo sacando su petaca para dar un trago. —Ahora que saben que vamos tras ellos, en cuanto pisemos un pie fuera vendrán a por nosotros.
Dicho eso, se pusieron manos a la obra. Cogieron todos los crucifijos y objetos sagrados que guardaban y los fundieron en la cocina para crear balas de oro y plata bendecidas. También sacaron varios cuchillos y dagas debajo del suelo de madera. Sam cogió unos colgantes con símbolos de protección y se los dio a Raquel y Jeremy.
—Os protegerán de la influencia de los demonios, al igual que de las alucinaciones de Aluca. —explicó.
—Gracias. —dijo Raquel.
—¿No pudisteis habernos darnos uno en la disco? —les recrimina Jeremy.
—Hasta ahora no esperamos que os atacaran estando con nosotros.
—Y eso le costó la vida a mi hermano.
La médium sabía que sus palabras dañinas venían de su dolor por haber permitido que Hank muriera, por lo que no le contestó, ni protestó. Raquel tocó el hombro de su hermano para que se calmara y miró a Adán quien estaba a lo lejos escuchándolos. Puede que a primera vista parezca frío y algo insensible, pero desde que comenzó como brujo, todas las personas que no podía salvar en sus trabajos estaban marcadas a fuego en su memoria, o al menos grabadas en el cristal de su frente.
Gaziel se acercó a la cocina para ver las nuevas balas. Estaban muy bien hechas, pero el muy idiota quiso tocar una y se quemó los dedos.
—Puñeta.
—¿Se te olvida que eres demonio? —le recordó Duncan. Tuvo que apartarle las armas para que no se quemara por tonto. —No toques nada.
—Lo siento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro