~14~
Abalám miró en los recuerdos de Adán hasta encontrar la visión que le mostró Sam en el apartamento. A diferencia de los otros, ella tenía la capacidad de tener el recuerdo para poder acercarse y ver con detalle lo que deseara. Llegó hasta donde estaba el misterioso demonio y comenzó a reírse. La conocía muy bien, y hacía mucho tiempo que no sabía de ella. Chasqueó los dedos para salir de la mente de su hermano y le sonrió con soberbia.
—Como para no recordarla, la asesina que buscas es Aluca.
—¿Quién es Aluca?
—Una súcubo, muy guapa, por cierto, y una artista en la cama. Ella es de la clase que actúa como un vampiro. Atrae a los hombres y los agota hasta llevarlos al suicidio. En el caso de las mujeres, le encanta crear alucinaciones para también hacerlas que se suiciden. Disfruta con las caras de sorpresa de sus víctimas cuando se enteran de lo que han hecho. —explicó despacio el demonio. Jeremy tuvo que aguantar las ganas de vomitar al mismo tiempo que le ardían los ojos.
—¿Ella mató a mis hermanos? —preguntó con voz ahogada.
El demonio posó su mirada en él mientras que miraba sus uñas rojas y finas, bien cuidadas.
—Sí, fue ella, pero a los otros dos no les pude identificar. Aquí mi poder es limitado y se han tomado muchas molestias para que nadie les identifique. La buena noticia es que he reconocido al que os expulsó de la mente del chico. Es un demonio de los muertos, lo que reduce la lista a seis sospechosos.
—¿No puedes reducirlo a uno? —le preguntó Adán con burla.
—Lo siento, pero no.
—No puedes sentir. —remarcó conociendo la naturaleza de un príncipe infernal.
—Cierto. Sin embargo, si buscas alguien capaz de identificar a ese demonio, te recomiendo que hables con un conocido tuyo. Gaziel, el perro infernal.
El brujo puso los ojos en blanco tocándolos con una mano, a la vez que soltaba un gruñido. La última vez que vio a ese chico fue cuando escapó de su trabajo como manipulador para robar bancos y otros tesoros antiguos para esconderlos en su guarida, y para acabar, se dedicaba a destruir cementerios, con el viejo método de revivir a los muertos mediante la nigromancia. Tuvieron que encerrarlo por saltarse las normas como demonio de la avaricia. Su personalidad no era peligrosa, mientras no le enfadas, no obstante, eran una auténtica llaga cuando quería.
—La única forma de hablar con él es entrando en el Infierno, lo cual es imposible. No puedo usar los espejos con él dado que está en la Novena prisión.
—¿La novena prisión? ¿Cómo "Los Infiernos de Dante"? —preguntó el policía.
—Digamos que fue el primero en deducir cómo era el infierno.
—Para eso existen los viajes astrales entre planos, no son muy difíciles de hacer, ni tampoco caros. No pierdes nada por un viaje para ver a Gaziel. —entonces sus ojos se abrieron comprendiendo las pegas de Adán. —¿O será que tienes miedo a que nuestra madre te vea? —le gustó ver cómo el cuerpo del brujo se estremecía al mencionar a esa mujer. Ya con su paciencia al límite, porque sacar el tema de "ella" era cruzar la línea, Adán dio unos golpes a la puerta para indicar que habían acabado.
—Nos vamos.
—Tu voz sigue sonando como terciopelo de acero hermanito. —dijo sonriendo de forma sensual y seductora. —¿Lo heredaste de mamá?
—Pocos recuerdos tengo de ella, y bendigo a quien me ayudara a olvidarlos. —siseó con desprecio.
—Uy cuánto aprecio te tienes a ti mismo.
Él se encogió al escuchar tal afirmación. ¿Decía que fue él mismo quien anuló sus recuerdos de Infierno? Imposible. Lo más probable es que le estuviera provocando.
Jeremy pudo notarlo. Puede que no supiera de qué hablaban, pero sabía que el demonio acababa de golpearlo muy abajo. Mastema abrió la puerta para que los chicos salieran. Sin embargo, antes de cerrar la puerta Adán escuchó.
—Mamá te manda saludos.
Un nuevo escalofrío recorrió la columna del brujo. Jamás se libraría de su recuerdo, puede olvidarlos, pero nunca borrarlos. Sus pesadillas eran la prueba de ello. Al igual que todos los demonios y ángeles, no le era un secreto las raíces del brujo. Tampoco le importaba mucho esos temas de conflicto, prefería mantenerse al margen en su bar.
—¿Has obtenido respuestas? —preguntó aburrido.
—No todas, pero al menos tengo un nombre. —dijo con tono algo enojado.
El mortal iba a seguir al brujo a la salida para reunirse con los demás, pero las preguntas de su mente pudieron con él. Por sorpresa le acorraló contra la pared para que no le ignorara y sacar sus dudas.
—¿Esa mujer era tu hermana? —le interrogó.
La cara del brujo era una máscara fría y sin sentimiento alguno, sobre todo porque no siente nada por su diabólica familia.
—Hermanastra. Misma madre y diferente padre. —puntualizó.
—Los viales que vendes tienen tu sangre, ¿verdad? ¿por qué es tan preciada?
—Eso no es asunto tuyo. Tu propósito es vengar a tus hermanos, no investigar mi vida privada, así que no tengo por qué decir absolutamente nada, detective. —el mayor de los Van Tassel sabía que había mencionado su vocación como burla de que allí no le valía ser agente de la ley, pero aun así no se dejó vencer por el miedo, por mi poderoso que fuera el brujo.
—Tú sabes quién soy, y a mí me gusta saber con quién estoy trabajando, por lo que pedir un poco de sinceridad no es nada mano.
—La curiosidad mató al gato. —
Jeremy sonrió sin gracia por la frase que usó Adán para contratarlo.
—Ella te llamó Lilim. Y da la casualidad de que Dean lo escribió en las paredes de su cuarto repetidas veces. —habló notando que el hombre de ojos lilas no se sorprendió. Ya lo sabía. —Aún me pregunto el por qué lo haría, o de que te conocía. Busqué su significado, y su traducción literal es "Hijo de Lilith". —Adán frunció el ceño, pero no dijo nada. —¿Quién puñetas eres Adán?
Por otro lado, Mastema comenzó a reírse con un cigarro en la mano. Luego miró a los dos presentes comprendiendo que hablaba en serio.
—Ah ¿Él no lo sabía? —comprendió sorprendido.
De repente, los tres oyeron el grito de una chica desde la pista de baile. Bajaron a la pista de baile y fueron hasta donde se agrupaba todo el mundo, encontrándose con los demás miembros del grupo. Todos tenían malas caras y Raquel se encontraba de rodillas en el medio.
—Raquel... —la llamó su hermano.
Ella se giró mostrando su triste rostro, y al apartarse, Jeremy divisó el cuerpo sin vida de su hermano, quien se había cortado el cuello con un trozo de cristal. El mayor comenzó a jadear mientras negaba con la cabeza rápidamente.
—Hank, no... tú también no... —repetía incrédulo.
Jeremy cayó de rodillas al lado de su hermana, dejando que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. Adán se acercó a los demás quienes mostraban estar avergonzados por no haberlo protegido.
—Lo sentimos. —dijo Will sintiéndose responsable.
—Le perdimos un segundo y cuando le encontramos él...—quiso explicar Ross.
—Ya no se puede hacer nada. —la interrumpió.
Adán se acercó al cuerpo y notó que la sangre aún seguía fresca, por lo que Aluca debía estar cerca. Buscaba en público a alguien sospechoso, o al menos con la misma aura que la de la visión. Allí la vio, una mujer morena sonriente vestida de negro, que intentaba escabullirse entre la gente. —Que Rosa y Duncan se queden aquí con los hermanos por si viene otro a terminar el trabajo, los demás la seguiremos.
~⛤~
Caminaron en silencio para que no huyera. Mediante un hechizo, ocultaron sus auras aparentando ser humanos normales. Llegaron a la salida y continuaron por las oscuras calles de Londres, las cuales estaban iluminadas por las farolas y bares abiertos. Cada vez que la mujer miraba hacia atrás, se mimetizaba con algún humano, ya fuera en el bar, o sentado en un banco. Sin embargo, el truco no les duró mucho, pues la mujer se echó a correr.
—¡Alto! —le gritó Will.
Los cuatro amigos corrieron por los callejones de la ciudad. No tardaron mucho en llegar hasta el Támesis donde la mujer se quedó parada al borde del río. No parecía asustada por el hecho de que la tenían acorralada. Adán y Will sacaron sus armas apuntando al súcubo.
—Ríndete Aluca. —amenazó Adán. —Estás acorralada.
—Eso quisieras tú Lilim. Te agradezco que me trajeras al tercer Van Tassel, me has hecho un favor.
—Puedo vivir con otro cadáver en mi conciencia. —respondió sin dejar de apuntar. —Pero ni uno más.
—¿Os gustó el regalito del Demogorgón? Estaban algo lentos debido a la cantidad de humanos que devoraron cuando persiguieron a tus amigos.
Sam se mordió los labios, sintiendo como ese sentimiento de culpa la carcomía. Cuando huyeron, obviamente hubo momentos en donde atacaban a personas. Trataron de ayudarles, pero no fue suficiente.
—Pagarás por todas esas víctimas, víbora. —le aseguró el brujo.
—No podrás hacer nada para evitar que mate a los otros dos, y mucho menos impedir lo que se avecina.
Adán disparó varias balas, pero una criatura salió del agua y lanzó tal grito que las ondas pararon las balas.
—Lo siento cielo, pero mis amigos me esperan. Lica, mi hermosa bestia, encárgate de ellos. —la mujer miró una última vez a los brujos y les sonrió de forma infantil, con burla y seductora. —Sayonara. —Entonces saltó al río y desapareció en el agua. Lica quien acaba de salir del río, era sumamente negro, con cuerpo hediondo y cubierto de una piel de lobo.
—Dios, que peste. —expresó Sam con desagrado.
—Chicos, tenemos un problema. —dijo el caído.
La criatura comenzó a gritar de nuevo, pero el grupo consiguió esquivar el ataque a tiempo. Sam se escondió en un callejón y se puso los auriculares para que no la afectara el grito. Will se refugió en otro callejón y comenzó a disparar las balas de plata al demonio. Sin embargo, era demasiado rápido.
—¡No puedo dispararla, detiene las balas!
Al instante, que Lica estaba distraída con Will, Adán le lanzó un cuchillo a la espalda, pero este se rompió pues su piel era realmente dura como el más fuerte de los aceros. Nunca había visto una criatura como esa, necesitaban información para derrotarlo. Rezaba a los dioses del mundo porque esa mocosa estuviera con el móvil a mano.
—¡Sam necesito datos!
Al oír a su amigo, la chica marcó el número de teléfono de su banco de datos. En palabras más claras, llamó a su hermana.
—Cógelo, cógelo... —suplicaba repetidas veces mientras oía el pitido.
—¿Diga? —Sam dio un suspiro aliviado, al escuchar la voz de su hermana pequeña.
—Menos mal, Ness. —murmuró.
—¿Qué pasa tata? ¿Y ese ruido? —La chica movió los ojos para ver cómo iba la pelea, y no es que fuera muy bien.
—No lo quieras saber. —Lica la lanzó un ataque, pero consiguió salir de ahí antes de que la pared se viniera abajo sobre ella. —¡¿Recuerdas mi investigación sobre los demonios?!
—Si.
—¡Necesito que busques a un demonio en concreto! ¡Ya!
—¿Cuánto me vas a pagar?
—¿Qué?
Sam no se podía creer que hasta en las situaciones peligrosas su hermana le exigiera dinero. Tampoco debería sorprender dado que el carácter de su hermana se asemejaba a la de un demonio. Por algo se lleva genial con Arthur.
—Ya suficiente que te estoy cubriendo, al mentir a papá y mamá sobre donde estas. Deberías darme una paga por estos favores. —la recuerda con un tono exigente.
—Esto es a vida o muerte. La mía —le gritó. En un descuido Will es lanzado contra una pared cercana, quedando herido.
—¡Sam dila a tu hermana que se dé prisa!
—¡Te pagaré, pero hazlo petarda!
—Daaaaale. Descríbeme al demonio que ahora te digo. —Mientras Sam iba dando detalles a su hermana, Adán sacó una de las pistolas y apuntó a los ojos de la criatura. Con los gritos que pega, probablemente no tengan buen oído.
—¡Chicos, una distracción!
Arthur y Will salieron de sus escondites y comenzaron a disparar para llamar su atención. Adán aprovechó el momento para lanzar un hechizo a sus balas y que al disparar dieran de lleno a la criatura. Ahora estaba ciega, pero no tardaría en regenerarse sus ojos.
—A ver, demonio Lica. Criatura con apariencia de lobo negro, con la piel dura como el acero y capacidad de un grito potente. Ojo con tus oídos, porque podrías perderlos, al igual que sufrir un derrame cerebral. Es sordo, pero tiene buena vista, seguía por la vista y el olfato.
—¿Punto débil?
—¡Déjame leer, qué estrés! —exclamó la chiquilla. Arthur llegó al lado de Sam y le quitó el teléfono.
—¡Por el amor de Dios Ness, lee deprisa o te juro que nunca volveré a hacer una maratón de películas anime contigo! —dicho eso la devolvió el teléfono a Sam, y volvió a la pelea.
—Em... Sí, hay un punto de su pelaje que no tiene protección, cerca de la zona del corazón. —describió. —Ay pues que mal sitio para no tener protección. Al parecer un caballero se enfrentó a ella y se sacrificó dejándola en esa parte para que alguien pudiera matarla en el futuro. ¿Y nadie ha podido matarla en estos cien años? Pues que inútiles.
Sam se fijó en los pies de la criatura, analizando detalladamente el punto. Era cierto, una pequeña zona del pecho estaba calva, sin pelaje ni protección, una diana perfecta, pero muy pequeña, suficiente para una bala.
—Lo veo, gracias chiqui.
—Que no se te olvide mi paga. —dijo antes de colgar.
¿Pero qué le pasaba a esa niña con el dinero?
—¡Adán! —lo llamó. —¡En el pecho, la zona sin pelo!
—¡¿Cómo?!
—¡Hay una zona en el pecho que no tiene protección! ¡Dispárale ahí!
El brujo divisó la parte a la que se refería. Revisó el cargador y vio que solo tenía una bala a mano. Necesitaba acercarse lo suficiente, para no fallar, pero si lo hacía y gritaba la criatura, le destroza el tímpano. Necesitaba una protección, algo, aunque fuera para aguantar el grito.
—¡Sam los auriculares! —la ordenó.
Lica captó el olor de Sam y la atacó logrando que volara contra una pared y se golpeara contra el suelo. Pero ella no se rindió. Podía ser humana, pero no era frágil, y en un movimiento rápido le pasó su mp4 y los auriculares a Adán. Recibió de lleno el ataque, pero no retrocedió. Los auriculares le ayudaban a protegerle del ataque sonoro, pero algo de daño le producía, provocando que sangrara, y sus orejas expulsaban goteras carmesíes. La bestia iba a volver a atacar, pero Arthur comenzó a disparar captando su atención y dándole la oportunidad a Adán. Corrió con rapidez hacía el monstruo y cuando estuvo suficientemente cerca disparó su última bala acertando en el blanco. Lica lanzó un grito descomunal a causa del dolor del disparo. Al final cayó al suelo muerta, regresando el silencio y la maravillosa calma. Will sacó un poco de tiza y dibujó un pentagrama para abrir un portal y mandar sus restos al Infierno.
—Listo ¿Estáis todos bien? —Sam se levantó y gritó.
—¡¿Qué dices?! ¡Aún tengo los oídos taponados! ¡¿No me habré quedado sorda?!—gritaba sin oírse a sí misma.
—En un rato se te pasará. —la alivió el caído.
Cuando Adán se levantó y se acomodó un poco la ropa, divisó a alguien al otro lado del río. Era un hombre moreno de traje, con unos ojos rojos brillantes. Le sonaba muchísimo y la sensación que sentía era familiar, pero no como sus hermanos o los recuerdos de su madre. Esa sensación no le daba miedo, sino que era reconfortante.
—"Nos veremos pronto, pequeño Lilim"
"Pequeño Lilim" Por alguna razón esa frase le provocaba un sentimiento de añoranza, pero el aura que sentía era suave, oscura y demoníaca. ¿Cómo era posible?
—Dan ¿estás bien? —le llamó Arthur preocupado.
Adán se giró a mirar al caído con la boca abierta, pero cuando quiso mostrarle al hombre que vio, este ya se había ido. Las dudas invadieron su mente, pero necesitaba estar concentrado, por lo que se limitó a responder:
—Sí, no es nada.
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