CAPÍTULO 25: Secretos
Habían pasado varios meses desde aquel día que toqué fondo y no supe cómo salir a la superficie. La pérdida de Dimitri seguía estando presente, pero la carga era más llevadera. Seguía yendo a terapia con la Dra. Lovegood y me había ayudado a comprender muchas cosas y a tomar las riendas de mi vida.
Miré el reloj de pared que había en el despacho del bufete de abogados donde trabajaba. Echaba de menos los tés que traía el chico simpático, pero hacía un tiempo que no aparecía por allí. Mis compañeras decían, en broma, que yo lo había espantado con mi humor de «señorita gruñona». Apodo que él me había puesto porque decía que sonreía poco.
Había quedado para comer con mi hermana en su casa y para hablar de algo importante. Circe había heredado el negocio de la abuela y había descubierto que le gustaba hacer brujería. Procedía de una familia de hechiceras donde las mujeres que cumplían ciertos requisitos heredaban algunos poderes que se manifestaban en algún momento de sus vidas. Yo lo sabía desde hacía tiempo, pero no hablábamos mucho de ello.
Desde que supe que las personas que tenían relación con el mundo mágico sabían de la existencia de los vampiros, le conté todo lo que me había pasado ese año y el vínculo que había tenido con Dimitri. Y como ya sospechaba, lo había sabido desde el principio y no estaba nada sorprendida por ello.
-¿Qué tal el día?-me preguntó.
-Agotador, como siempre-respondí-. ¿Cómo te ha ido a ti?
-Rodeada de libros y atendiendo a clientas que vienen a buscar remedios naturales contra alguna dolencia.
-Suena divertido. ¿Has averiguado por qué me quemé con el medallón?-inquirí.
Circe estaba convencida de que la joya había hecho algo y quería estudiarla a fondo. Habíamos conseguido recuperar las cosas que se habían quedado en la casa donde pasé mi infancia y donde me había quedado con Dimitri los últimos días. Azael había tenido mis cosas a buen recaudo en su salón de belleza todos estos años.
-Sí, pero necesito saber más cosas de ese día antes de responder a tu pregunta.
Mientras comíamos fui respondiendo todas las preguntas que le iban surgiendo. Traté de recordar todos los detalles, pero no era nada fácil porque ese día habían pasado muchas cosas.
A medida que iba obteniendo más respuestas, su expresión de asombro era cada vez mayor. Se levantó en mitad del almuerzo y consultó una especie de enciclopedia de aspecto viejo y hojas amarillentas. Su mirada viajaba alternativamente del libro hacia mí. Parecía como si hubiera descubierto algo y no se lo creyera.
-No puede ser, debo estar equivocándome en algo...-musitó para sí misma.
-¿El qué no pue-?-me vi interrumpida por mi móvil que acababa de sonar. Suspiré al ver quién era.
Contesté a la llamada mientras veía que Circe se mordía los labios y miraba ensimismada hacia un punto invisible de la pared. Luego se paseó de un lado a otro sin cesar por toda la cocina. Su plato de comida yacía olvidado en la mesa y se estaba enfriando. Con un gesto, señalé hacia el plato para que comiera.
-Por fin ya puedo comer tranquila-dije después de colgar, tras estar un buen rato pegada al teléfono-. Maldito trabajo-mascullé.
-Te explotan de mala manera y el sueldo supongo que es pésimo- indagó Circe.
-En Eternity cobraba mucho más y las condiciones laborales eran mejores, a pesar de todo lo ocurrido...-admití. Tanto Katerina como la señora Perry habían insistido ofreciéndome la dirección del departamento de Ciberseguridad y yo lo estaba considerando, pero aún no me decidía.
Terminamos de comer, cada una absorta en sus pensamientos. Mi hermana seguía inquieta, lo que había descubierto la había perturbado de alguna manera y no me atrevía a volver a preguntarle.
-Bianca, ¿tienes planes para esta tarde? -preguntó de repente.
-Sí. Voy a ir al salón de Azael. Lleva meses persiguiéndome con las tijeras porque, según él, mi melena es un espanto. Hoy voy a dejarle ganar.
-Entonces te acompaño, yo también necesito un arreglo. Si quieres, te vas adelantando tú y yo voy más tarde, antes tengo que consultar unas cosas con alguien -propuso.
Apenas había entrado en el salón de belleza cuando Azael, nada más verme, me arrastró hasta el asiento para lavarme la cabeza. Ya tenía claro el corte que me iba a hacer.
-Circe vendrá un poco más tarde y también quiere un corte-le avisé. Azael asintió y la apuntó en la agenda.
El salón de belleza había ganado popularidad desde que una famosa youtuber había hecho una colaboración con Azael. A partir de entonces, decidió contratarla para que lo ayudara porque la clientela había crecido. La chica resultó ser una buena esteticista y también era modelo. Ella decía que gracias a mí había conseguido trabajar para Azael porque yo fui quien la atendió cuando vino la primera vez.
Mientras Azael iba a buscar el material necesario para cortarme el cabello, recibí un extraño mensaje de Circe. Cuando volvió, con las tijeras en la mano, le pregunté a bocajarro:
-¿Dónde está enterrado el cuerpo de Dimitri? -. Las tijeras cayeron al suelo con gran estrépito y el vampiro me miró con sorpresa.
-Eh... ¿y esa pregunta tan de repente?-dijo sin salir de su asombro.
-Es que tengo por costumbre llevar flores a mis padres y a mi abuela al cementerio y me gustaría hacer lo mismo por él. Puede parecer una tontería, pero hacer eso me ayuda...-admití.
-Claro, claro, es comprensible-Azael se tomó unos segundos para responder-Está en el bosque..., los chicos y yo le hicimos una pequeña ceremonia y tallamos su nombre en el tronco de un árbol...
Supe que se refería a todos los chicos, excepto a Einar. Me dijeron que, tras lo ocurrido, abandonó la casa y nunca más regresó. En su lugar, después de un tiempo, habían acogido a Katerina y a David Carrington. Los chicos se habían encargado de castigarlos duramente manteniéndolos en arresto domiciliario y en reeducarlos para que no volvieran a manipular y a hacer daño.
-Ya estoy aquí-anunció Circe. Katerina la seguía, casi pisándole los talones.
-Nos encontramos por el camino-afirmó la vampiresa.
Circe me señaló el móvil con discreción y asentí con la cabeza. Tecleé rápidamente y vi que ella leía lo que había escrito. Su cara era indescriptible, pero la cambió por su expresión de siempre cuando Katerina le contó algo y ambas rieron con complicidad. Luego se acercó a saludarme.
-Bianca, me encantó el libro que me recomendaste-dijo Katerina con una sonrisa en el rostro. Azael me miró sorprendido.
-Parece que has hecho una nueva amiga.
Mi relación con la vampiresa había mejorado desde que un día se atrevió a preguntarme por anécdotas que había vivido con Dimitri. Había pensado negarme a responder, pero me vi contándole cosas como cuando él me llevó al trabajo en su coche porque se me hacía tarde o cuando casi me raptó en la oficina porque tenía hambre y nos escondimos en la planta que estaba en obras. Me sentí muy cómoda hablando con ella y las cosas mejoraron entre nosotras.
-Me cuesta admitirlo, pero, en el fondo, siempre me cayó bien. Incluso, he llegado a entender por qué hizo lo que hizo-confesé.
-¿Sabes? Cuando me enteré de lo que había hecho y de que Dimitri había muerto, la odié mucho y no la dejé entrar en mi negocio durante más de un año-dijo mientras me cortaba el cabello-. Con el tiempo, comprendí que Katerina solo era una niña pequeña que buscaba la figura materna/paterna que prácticamente nunca tuvo. Y tratando de llamar la atención de Dimitri, se encontró con que estaba ocupado contigo. Y con todos los traumas que tenía, el asunto se le fue de las manos.
Katerina entró en la trastienda del salón de belleza con el móvil pegado a la oreja. Al cabo de unos minutos salió con una expresión de preocupación en el rostro. Le preguntó algo a Circe y ella negó con la cabeza. Para mi mayor asombro, mi hermana sujetó a Katerina del brazo y le hizo un ademán a Azael para que la siguieran y se encerraron atrás.
Circe estaba muy rara desde el almuerzo y ya me empezaba a preocupar. La ayudante de Azael aprovechó para secarme el pelo con el secador y me distrajo con su charla amena.
-Te queda muy bien el corte-afirmó la joven cuando terminó con el secador-. Solo quedaría repasarlo y peinarte.
Buscando un tema de conversación, recordé la invitación para la inauguración del restaurante. No sabía dónde estaba ni qué tipo de comida iban a servir. Al parecer, todos tenían invitación. Yo había conseguido la mía a través de Katerina como premio por haber ido a la consulta de la Dra. Lovegood. Circe y Malena también tenían la suya.
-¿Sabes algo del restaurante que van a inaugurar dentro de poco?
-¿El Renaissance? Es tendencia estos días, no se habla de otra cosa. Hay mucho misterio porque nadie sabe quién lleva el restaurante. Dicen que va a ser una fusión de cocina moderna y tradicional.
-Qué interesante-afirmé.
-¡Sí! -exclamó ella emocionada con tono de voz grave-Un amigo que es diseñador ha trabajado en el local y dice que es enorme y muy elegante-añadió bajando considerablemente el tono de voz.
La gente se sorprendía con su tono de voz porque chocaba con su belleza delicada y femenina. Aunque lo disimulaba bien, intuía que ella se avergonzaba de su voz y trataba de camuflarla empleando un tono bajo.
Mi móvil volvió a sonar por enésima vez en el día. No reconocía el número, pero lo cogí igualmente:
-Hola, ¿con quién hablo?- pregunté.
-¿Eres amiga de Malena? Soy el guardabosques que está a cargo de las excursiones. Tu amiga se ha caído y no se encuentra bien. Ella quiere ir a su casa, pero no le conviene quedarse sola. ¿Podrías acogerla en tu casa, al menos, esta noche?
-Claro, sin problemas. Dile que no sea tan cabezota y que se quede conmigo el tiempo que haga falta-respondí.
-Perfecto. Dime la dirección de tu casa y nos vemos en unas tres horas-resolvió el hombre al otro lado de la línea.
Tras indicarle donde vivía, el hombre colgó. Me quedé pensativa durante varios minutos. Estaba convencida de que había hablado con él con anterioridad, pero no entendía su actitud. Un ruido me hizo desviar la vista hacia el fondo del salón de belleza.
La puerta se había abierto y, tras ella, habían aparecido Azael y las chicas bajo una atmósfera cargada de tensión. Parecía que habían estado discutiendo. Circe se acercó a mí.
-¿Estás bien?- me preguntó. Esa pregunta se la tenía que haber hecho yo a ella, pero Malena acaparaba todos mis pensamientos en ese momento.
-Estoy preocupada por Malena-le conté la llamada que había recibido hacía tan sólo unos minutos.
Circe y yo quedamos en volver juntas a mi casa para estar con Malena cuando termináramos en la peluquería. Ella se fue con la ayudante de Azael a lavarse la cabeza mientras que el vampiro volvió conmigo para terminar de cortarme el pelo.
-Listo-dijo tras colocarme algunos mechones de pelo que se habían quedado sueltos-. Ya tienes un aspecto más que aceptable.
-Gracias, ha quedado genial como siempre. Azael, ¿saben los chicos que he recuperado la memoria?
-No, no lo saben y es mejor que no lo sepan, especialmente Kiram-contestó.
Sabía que era inútil sacarle más información. Por mucho que lo intentara, no iba a conseguir nada. Suspiré con resignación.
-De acuerdo. Me haré la desconocida si me cruzo con alguno de ellos-afirmé.
Katerina volvía a estar hablando por el móvil con expresión preocupada en el rostro. Mientras hablaba, sus ojos recorrieron toda la estancia hasta que se posaron en mí. Con un gesto, me señaló la puerta y la seguí. Entramos en una especie de saloncito que tenía un espejo antiguo apoyado contra la pared; era el lugar donde desperté cuando recuperé la memoria.
-Espera un momento, voy a preguntarle a alguien-le dijo a la persona que estaba al otro lado de la línea. Tapó el auricular del móvil y me miró.
-¿Estás libre mañana por la mañana?-preguntó.
-En principio, sí. Pero estoy pendiente de Malena que no se encuentra bien. Esta noche se queda conmigo y no sé cómo estará mañana.
-Esperemos que esté bien mañana porque mamá gallina te necesita.
La miré con asombro. Llevaba un tiempo oyéndola hablar de mamá gallina y nunca había tenido la oportunidad de conocerla. Apenas la conocía, pero me caía bien; parecía tener un humor muy particular.
-¿En qué me necesita exactamente?
-Te necesita para ir de compras-dijo ella-. Pero tranquila, no tienes que llevar las cosas. Solo tienes que hacer el pedido y asegurarte de que las cantidades sean correctas y que los productos sean de calidad-explicó.
Destapó el auricular y supuse que hablaba con mamá gallina. No sabía cuál era su nombre y me intrigaba.
-En principio, está disponible mañana-puso los ojos en blanco mientras escuchaba con paciencia lo que le decían al otro lado de la línea-. ¡Qué dramática te pones, mamá gallina! ¡No presiones! Si lo haces, dimito como tu marioneta.
Se me escapó una carcajada y ella me miró con sorpresa.
-Dice que el futuro del Renaissance está en tus manos, que, si no consigue los productos mañana, no habrá inauguración.
Asentí con la cabeza sin dar crédito a lo que decía. Entonces, mamá gallina es quien está tras los fogones del restaurante del que todo el mundo habla. Ahora entendía el porqué de tanto cuidado para no revelar su identidad y el misterio que había en torno al restaurante. Cuanto más misterio, más clientela; me parecía una fantástica estrategia de marketing.
La puerta se abrió y Circe entró.
-Yo me puedo quedar con Malena, sin problemas-afirmó.
-¿Sabías que es de mala educación escuchar detrás de la puerta?-inquirió Katerina con tono de reproche. Circe la ignoró.
-Al menos ya le puedes decir a la gallina que tiene ayudante para mañana-respondió Circe con una sonrisa angelical en el rostro. Katerina suspiró y volvió con el teléfono.
-Confirmada su disponibilidad para mañana-zanjó la vampiresa al teléfono.
Antes de abandonar el salón de belleza, Katerina me dio el número de mamá gallina para que le escribiera por chat. Circe y yo regresamos a mi casa justo a tiempo de ver cómo Malena se bajaba de un Jeep y cómo un hombre la tomaba en brazos y se dirigía hacia el edificio donde yo vivía.
Intercambiamos miradas de incredulidad y nos apresuramos hacia la entrada, antes de que el hombre tocara el timbre.
-¡Ya estoy aquí! -exclamé acelerando con la silla de ruedas.
El hombre se giró, con Malena aún entre sus brazos, y mis sospechas se confirmaron. Era Kiram. Estuve a punto de gritar su nombre con alegría, pero recordé que tenía que fingir que no recordaba nada. Al igual que hacía él conmigo.
-Hola, ¿eres la amiga de Malena?-preguntó.
-Sí, somos nosotras dos-respondí señalando a Circe también.
Mientras abría la puerta, observé a Malena con atención. Estaba despierta, pero parecía estar ausente. Como si mirara sin ver.
-Malena, ¿cómo estás? -inquirió Circe. No hubo respuesta.
-Los somníferos que le dio la médica del campamento le están haciendo efecto. Tuvo una caída peligrosa y se puso muy nerviosa. Por suerte, llegué a tiempo y pude rescatarla-explicó mientras entrábamos en el ascensor para llegar a mi piso de alquiler.
Cuando llegamos a mi casa, Kiram condujo a Malena hasta mi dormitorio y la depositó en mi cama con suavidad. Cogió el cojín que tenía a mano y se lo colocó debajo de la pierna que tenía vendada.
-Tiene que guardar reposo unos días y tomar estos medicam...-Kiram se interrumpió y miró a su alrededor, como si buscara algo-. Me he dejado sus cosas en el coche. Ahora vuelvo.
Nos sentamos a ambos lados de la cama para estar cerca de mi amiga. Estaba pálida y un hematoma se estaba formando en su pómulo. Tenía varios cortes y arañazos en los brazos y las piernas. Queríamos preguntarle qué le había ocurrido, pero se quedó dormida.
-Aquí tengo sus cosas-anunció el vampiro. Kiram depositó en el suelo una mochila bastante llena, una riñonera, un par de muletas y una bota de montañismo; la otra bota la tenía ella puesta. Abrió la mochila y sacó una bolsa transparente con medicamentos.
-Dentro de esta bolsa están las instrucciones y los medicamentos que debe tomarse durante las próximas semanas. La médica no creía que tuviera nada roto, pero si empeora el dolor o se inflama mucho su pie, es recomendable que se haga una radiografía.
También nos explicó que no había que pagar nada, el seguro lo cubría todo. Parecía muy preocupado por Malena, demasiado para haber sido solamente una mala caída. A juzgar por la mirada inquisitiva de Circe, supe que ella pensaba lo mismo.
-Eso es todo por mi parte. Cualquier problema que surja, no duden en contactar conmigo-afirmó. Circe apuntó su número en un papel y salimos de la habitación.
Desde el umbral de la puerta vimos, con asombro, que Kiram depositaba un beso en la mejilla sana de Malena y le susurraba algo al oído. Cuando salió, fingimos no haber visto nada.
Lo acompañé hasta la puerta y me fijé que tenía un corte en el brazo y que estaba sangrando.
-Estás sangrando-señalé su brazo-.Tengo un botiquín de primeros auxilios, podemos curarte esa herida.
-No te preocupes, no es nada-dijo restándole importancia.
-Insisto. Has salvado a mi amiga. Lo menos que puedo hacer es evitar que te desangres por el camino.
Lo conduje hasta la cocina y saqué el botiquín de uno de los armarios que estaban a mi altura. Antes de abrir el botiquín. Kiram rompió el silencio.
-Te va a sonar raro lo que voy a decir ahora, pero necesito hacerlo. Me arrepiento de haber hecho lo que hice, pero no podía romper la promesa que le hice a mi amigo...-empezó a decir. Lo miré a los ojos y lo escuché con atención-: Él quería que fueras feliz y que estuvieras libre de ataduras, viviendo como una chica normal y corriente.
Kiram se fue con una gasa cubriendo la herida de su brazo. Yo me quedé estática en mitad del salón. Sus palabras se reproducían en mi mente una y otra vez. No me percaté de que estaba llorando hasta que sentí el sabor salado de las lágrimas.
-¿Ha pasado algo, Bianca?-preguntó Circe con preocupación.
-Fue Dimitri. Dimitri le hizo prometer a Kiram que me borrara la mente.
Ya me había cansado de que todo el mundo anduviera ocultándome cosas. Estaba harta de tantos secretos e iba a hacer todo lo posible por averiguar qué es lo que me ocultaban con tanto empeño.
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