CAPÍTULO 21: Katerina Robinson
Notas de la autora:
1) Spoiler Alert: Preparen pañuelos. No me hago responsable de las depresiones que tengan después de leer. 🤣🤣
2) Estamos a pocos capítulos de terminar la historia.
3) No habrá segunda parte de Dimitri y Bianca, pero tengo ideas para otras historias con el resto de personajes. ¿Quién creen que será el siguiente?
Y ahora sí, a leer!
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Por fin habíamos dado con las identidades de las personas que querían acabar con nosotros. El humor de Bianca había ido decayendo al ver que, a pesar de saber quiénes estaban detrás de las amenazas, el problema estaba lejos de resolverse.
Gracias a mis asistentes de confianza había podido averiguar los números de los teléfonos desde donde se enviaban las amenazas. Traté de contactar con Katerina y David Carrington para llegar a un acuerdo, pero nadie respondía. Casi al final del día, recibí un mensaje de un número oculto donde se especificaba un lugar y una hora. También recalcaba que solo podíamos ir Bianca y yo o las cosas irían bastante peor.
Le envié el mensaje a Kiram para que estuviera atento por si las cosas salían mal y le recordé las instrucciones que le había dejado. Insistió en estar cerca del lugar del encuentro para intervenir si fuera necesario. No parecía mala idea, pero debía ir con mucho cuidado para no correr riesgos.
Yo tenía un as en la manga y no pensaba recurrir a ello, salvo que fuera necesario porque no me gustaban las consecuencias. Sin embargo, la vida de Bianca estaba en peligro y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para garantizar su supervivencia.
Mientras Bianca hablaba con Circe por teléfono, salí al patio exterior para hacer unas llamadas importantes relacionadas con el trabajo y otros asuntos. Quería estar preparado.
Volví al salón y, esta vez, ella hablaba con Malena, su amiga y ex compañera de piso. Pude ver que hacía un gran esfuerzo para no echarse a llorar. En silencio, me acerqué y la abracé. Ella me lo agradeció con una pequeña sonrisa.
—Gracias por estar a mi lado—me dijo cuando terminó la llamada y me observó con sus ojos verdes, brillantes y enrojecidos por las lágrimas.
—Nada que agradecer, sabes que estoy contigo porque quiero—. Con los dedos limpié el rastro de sus lágrimas.
Ella se acurrucó entre mis brazos y uní nuestros labios en un dulce y largo beso. Ese beso no resultaba suficiente para expresar todo lo que sentíamos, por lo que nos acariciamos y nos despojamos de nuestra ropa lentamente. Hicimos el amor en el sofá, como si fuera la última vez.
Quería grabar a fuego en mi mente todos y cada uno de los detalles de su cuerpo. Quería atesorar todos y cada uno de los momentos que habíamos pasado juntos y los que nos quedaban. Lo quería todo de ella y quería que su sonrisa fuera eterna.
La mujer que tenía dormida entre mis brazos me había enseñado a amar y me había ayudado a ser una mejor versión de mí mismo, desde la primera vez que la vi cuando me ofreció la piruleta. Aprendí que amar no solo significaba entregarse a la otra persona sin reservas, sino que también implicaba hacer sacrificios. Estaba dispuesto a todo por «Risitas».
⋘──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ⋙
Era media tarde y se esperaba que hubiera un eclipse solar. Acabábamos de llegar al punto de encuentro; un descampado en medio de la nada que parecía desierto y donde apenas había lugares o árboles en los que esconderse. Llegamos con tiempo de antelación, por lo que sólo estábamos Dimitri y yo.
A medida que pasaban los minutos, el medallón de la abuela se iba calentando con mayor intensidad. Lo saqué de debajo de la ropa y me pareció que el rubí rojo brillaba un poco más de lo habitual. No sabía qué significaba aquello.
—Voy a intentar llegar a un acuerdo con Katerina. No estoy seguro de que funcione—dijo Dimitri con seriedad—. Antes de que lleguen, quiero que me prometas algo: si te digo que huyas, acelera con la silla de ruedas y escóndete donde puedas; si te digo que me dejes solo, lo haces sin dudar y sin mirar atrás; si me ves caer, escríbele a Kiram y él vendrá a por ti...
Protesté, pero él me silenció posando un dedo sobre mis labios y su gesto se suavizó.
—Promete también que, pase lo que pase, continuarás con tu vida y tratarás de ser feliz—. Su voz tenía un tono triste.
Me negaba a prometer algo así, pero él insistió. Alzó mi barbilla para que lo mirara a los ojos.
—Necesito que me lo prometas. Es la única forma que tengo de mantenernos a salvo. Lo hago por ti, por mí y por lo que hay entre nosotros.
—Lo prometo—respondí con un hilo de voz.
Con una débil sonrisa, me atrajo hacia sí y me envolvió entre sus brazos. Me aferré a su cuello y nuestros labios se encontraron una vez más. Tenía el extraño presentimiento de que esto era una despedida y sentí un nudo en el estómago.
No quería separarme ni un centímetro de Dimitri, pero no me quedó más remedio al ver cómo, a lo lejos, aparecían dos figuras que se acercaban hacia nosotros con gran rapidez. Habían llegado y no había vuelta atrás. Era el momento de enfrentarse a la situación. Estaba dispuesta a luchar hasta el final, por mí, por Dimitri y por lo que había entre nosotros.
La mujer iba ataviada con un vestido de encaje negro que se ceñía a su cuerpo a la perfección y las uñas pintadas de rojo, tal como la había visto en aquel lugar abandonado. Sus ojos azules me dirigieron una mirada altiva y una sonrisa fría.
—Hola Bianca, volvemos a encontrarnos. No sabes cuánto te he echado de menos—canturreó. Sus ojos se posaron en Dimitri mientras David Carrington la seguía como un perrito faldero sin despegar la vista del suelo—. Y aquí tenemos al gran empresario conocido por su frío corazón y su excesivo orgullo: Dimitri Ivanov.
—Es un placer conocerte, Iris Hammond o Katerina Robinson, no sé cómo prefieres que te llamemos...—dijo Dimitri con sarcasmo.
Los ojos de mi exsecretaria se agrandaron por la sorpresa al ver que habíamos descubierto su verdadera identidad, pero volvió a su expresión neutral. Carrington nos miraba de reojo.
—Bueno, sabía que tarde o temprano lo iban a averiguar... prefiero Katerina. Iris Hammond era el patético nombre que tomé prestado de la antigua doncella de mi madre. ¿Hasta dónde ha llegado tu investigación sobre mí?
— Eres hija del famoso médico Robert Jr. Robinson y de mi hermana Irina Ivanov, que contrajeron matrimonio un seis de diciembre. Tu padre murió y heredaste la antigua panadería y clínica clandestina de la familia Robinson. Creemos que tu padre era vampiro y tu madre fue convertida—. Dimitri le resumió lo que habíamos descubierto.
—Sabemos que Einar te ayudaba y que utilizaste a Azael para sonsacarle información sobre nosotros. También que tienes un vínculo con el hombre que está al lado tuyo — me atreví a añadir.
—Nada mal, pero sigue faltando información...—inquirió ella con una sonrisa maliciosa.
—Bien, Katerina, vayamos al grano. ¿Por qué haces todo esto? —Dimitri empezaba a impacientarse.
—Porque tengo que hacerlo. Tengo que acabar con lo que mi madre empezó... Es lo que ella quería—. Parecía querer añadir algo más, pero guardó silencio.
—¿Qué fue de tu madre y que quería exactamente? —preguntó Dimitri.
—Para responder a esa pregunta tengo que contarte mi vida y la de mis padres—dijo ella como si eso fuera excusa suficiente para eludir la pregunta. Dimitri le indicó que hablara.
«No tengo muchos detalles de toda la historia. La familia Robinson procede de vampiros originales; sin embargo, no eran inmortales como ellos creían. Mi abuelo se volvió loco cuando su esposa murió asesinada por unos cazavampiros; habían encontrado un arma letal y la muerte era inevitable. Mi abuelo se obsesionó con la inmortalidad y comenzó a realizar experimentos que, la mayoría de las veces acababan con la muerte del sujeto humano. Mi padre no estaba a favor de las prácticas que realizaba, por lo que trató de impedírselo sin éxito y acabó rindiéndose. Todo cambió cuando conoció a mi madre.
«Como consecuencia de un virus bacteriano, tuvo una faringitis que provocó una estenosis aórtica, dañando las válvulas de su corazón e impidiendo la circulación correcta del flujo sanguíneo. Es decir, el virus provocó que la sangre no llegara bien; y por eso estaba pálida y ojerosa, sin apetito y casi siempre cansada y sin poder hacer ningún tipo de esfuerzo físico. Hoy en día, no se habría llegado a este diagnóstico, pero con cirugía y tratamiento estaría curada.
«Mi padre y mi abuelo hicieron lo que pudieron con los medios y conocimientos que tenían. Encontraron un remedio medicinal a base de hierbas y ejercicios físicos que mejoraban su salud. Cuando mi abuelo vio que ella estaba más fuerte y sana, empezó a hacer experimentos con ella.
«Su hijo se había enamorado de ella y trató de evitar que su padre le hiciera daño. Se inventó una excusa para alejarse de Rusia llevándoselo con él, con la esperanza de que mi abuelo se olvidara de mi madre. Pero no fue así. Se obsesionó con seguir experimentando con ella porque había logrado avances.
«Mi padre, enamorado y sabiendo que mi madre tenía que casarse, acumuló una fortuna y viajó a Rusia para casarse con ella y convertirla en vampiresa. De esta forma, la mantenía a salvo y ella tendría la misma esperanza de vida que él. Además, al ser un vampiro puro, la enfermedad de mi madre desaparecería.
«Tras casarse, la convirtió y se mudaron a las afueras de Inglaterra. Mi padre cortó toda conexión con mi abuelo y se vio en la ruina. Ejerció de médico ambulante y mi madre fue su asistente; fueron de gran ayuda en pueblos lejanos. Por esa época nací yo y fuimos felices durante un tiempo. Nos mudábamos con cierta frecuencia porque la gente sospechaba de nuestra naturaleza y estilo de vida.
«A partir de entonces todo empeoró. Nos vimos obligados a huir de noche y un grupo de personas nos atacó en pleno día. Mi padre estaba debilitado por la luz solar y se defendió como pudo, pero lo mataron. Mi madre me protegió y acabó con la vida de los que le arrebataron a su amado.
«En ese momento algo cambió en ella. Apenas dormía, se había encerrado en sí misma, se obsesionó con el daño que le hicieron en el pasado y tenía sed de venganza. Quería acabar con mi abuelo y contigo, para ella eran los principales causantes de sus desgracias.
«Había perdido a mi madre y la única forma que encontré de que me prestara algo de atención fue ayudándola con sus planes de venganza. Pasamos años espiándolos, a ti y a mi abuelo. Usábamos inhibidores y nos infiltrábamos en sus círculos sociales. Mi madre logró matar a mi abuelo y se centró en ti, pero quería que sufrieras el mismo dolor que ella cuando le impidieron casarse con el granjero o cuando vio cómo le arrebataban la vida a su amado delante de sus ojos.
«Supimos que tu final estaba cerca cuando vimos el efecto que provocaba en ti una niña pelirroja que iba en silla de ruedas. Puso en marcha su plan, pero nada salió como ella esperaba... Poco después, descubrimos que realmente mi abuelo no había muerto como creíamos. Tuvieron otro enfrentamiento y, tanto mi madre como mi abuelo, murieron en la lucha.»
—Has tenido una vida muy dura y no ha tenido que ser nada fácil crecer sin padre y con una madre que no pudo darte toda la atención y el amor que necesitabas—dijo Dimitri consternado después de oír la historia de Katerina—. Creo que mi hermana sufría estrés postraumático; los síntomas que describes me recuerdan a los que vi en mis compañeros durante la guerra: insomnio, angustia, pensamientos descontrolados...
—Sabía que mi madre no estaba bien, especialmente aquella noche cuando intentó llevar a cabo su plan...—afirmó.
—¿Qué fue lo que intentó?—inquirió Dimitri.
La mujer se tomó unos minutos para continuar. Todos, incluido Carrington, estábamos atentos a su respuesta.
—Acabar con tu querida Bianca Morello. Mi madre ejecutó su plan, pero aquella noche no contó con tu intervención después de esa cena de empresa...
El vampiro se quedó petrificado con la respuesta y miró alternativamente hacia Carrington y hacia mí. No entendía nada.
—¿Estás diciendo que...?—. Ella lo cortó.
—Estábamos de paso en la zona y paré a comprar algo. Cuando volví con mi madre, el daño ya estaba hecho y me contó lo que hizo. Vio a tu niña favorita subiendo al coche con su familia; hipnotizó al hombre que salía en ese momento del hotel para que provocara el accidente. Se frustró mucho cuando vio que estabas cerca y que salvaste a la niña.
El enfado creció en mi interior. La muerte de mis padres no solo había sido obra del padre de Carrington, sino que este actuaba bajo los efectos de la hipnosis de Irina. Sin saber qué hacía, me aproximé a Katerina.
—¿Alguna vez sintieron remordimientos por acabar con la vida de personas inocentes y ajenas a sus problemas?—. Ella meditó unos segundos su respuesta.
—Esa noche fui consciente de la gravedad de la situación de mi madre. Varias veces intenté buscarle ayuda, pero se enfadaba mucho cuando se lo proponía. Y cuando me cansaba de sus planes, sentía que me volvía invisible para ella. Y yo, simplemente, no quería que ella me ignora; era su única hija y creo que merecía su atención...— confesó. Su voz denotaba tristeza.
—¿Sabes quién era el hombre que iba al volante esa noche? —inquirió Dimitri.
—En aquel momento no lo sabía, pero un tiempo más tarde lo descubrí — dijo Katerina mientras miraba a Carrington. El joven la miró extrañado—. El hombre tenía un hijo que también era invisible para su familia. Me vi reflejada en ese niño y sentí que quería estar a su lado. Con el tiempo nos conocimos y nos volvimos inseparables. Un día le hablé de mi naturaleza y quiso ser mi cáliz.
Carrington estaba boquiabierto. Se acercó a Katerina y, por primera vez, despegó sus labios.
—¿Fue mi padre quien hizo eso?—. Katerina asintió con la cabeza y vi una mirada culpable y arrepentida. Se mostraba vulnerable, sin esa fachada que no dejaba entrever sus emociones. — Sabía que mi padre ocultaba algo y que se sentía culpable por algo que había hecho. Nunca imaginé...
—Tu padre no era consciente de lo que hacía. Mi madre lo hipnotizó para que impactara directamente contra el vehículo. Iba un poco borracho, pero no lo suficiente como para provocar tal accidente. Le hizo responsable de todo lo sucedido—dijo la vampiresa.
El joven suspiró resignado. Intercambió una mirada con Katerina, como si hubiera decidido algo. Ella asintió levemente con la cabeza. Carrington nos miró a Dimitri y a mi durante unos segundos hasta que finalmente habló.
—Después de esta conversación, sólo hay una conclusión posible: ustedes son los causantes de todos los problemas. Si Ivanov no hubiera traído a esos médicos, nada de esto habría pasado y si no hubiera contratado a la pelirroja, no habríamos llegado a esta situación.
Luego llegó mi turno y empezó a reprocharme que me había aprovechado de ir de niña huérfana y discapacitada para conseguir trabajo y no se cuántas tonterías más. El medallón ardía en mi pecho y, como impulsada por algo que me dominaba, me planté frente a Katerina Robinson y a David Carrington.
—¡Basta ya!—grité haciendo que todos guardaran silencio. Las palabras salían instintivamente de mis labios—. El pasado no se puede cambiar, tan solo se puede aprender de los errores y mirar hacia delante. Debemos cerrar esa puerta y empezar de nuevo.
Respiré hondo. La quemazón del medallón era insoportable y me costaba mantener la concentración. Miré al cielo y vi que la luna estaba a punto de encontrarse con el sol, creando un ambiente casi mágico. Volví la mirada hacia la pareja.
—Katerina—me giré hacia ella y la miré a los ojos—, has sufrido mucho a lo largo de tu vida y sé que haces esto porque echas de menos a tu madre y te sientes sola. No debes asumir conflictos que no te pertenecen, deja el pasado atrás y busca la felicidad que te mereces.
Mis ojos se posaron en Carrington.
—David, el odio y el rencor no te llevan a ningún lado. Te sientes presionado por querer estar a la altura de las expectativas de tu padre. No dejes que nadie te defina, sé tú mismo. Él debe hacer un esfuerzo por aceptarte y quererte como eres.
Katerina puso los ojos en blanco y me miró exasperada.
—Muy bonito tu discurso, pero no me vas a hacer cambiar de opinión. Voy a terminar lo que mi madre empezó—afirmó Katerina con determinación, aunque pude percibir un atisbo de duda.
—Matarme no va a traer a tus padres de vuelta a la vida y sé que ellos querrían que su hija se manchara las manos de sangre para salvar vidas, no para arrebatarlas. Ya ha habido demasiadas muertes y otra más no va a hacer que las cosas cambien.
Me alejé un poco de ambos y volví al lado de Dimitri. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Traté de disimular el dolor que me provocaba el medallón y quería quitármelo, pero tenía que ser firme y aguantar.
—Estoy de acuerdo con Bianca. No eres ninguna asesina, Katerina, solo estás perdida y sola. Eres mi sobrina y quiero ayudarte en lo que necesites. Podemos empezar de nuevo y conocernos. Incluso, puedo hablarte de la familia materna que nunca conociste y enseñarte las fotografías que conservo.
Dimitri sacó del bolsillo interior de la chaqueta una fotografía y se la tendió a Katerina.
—Esa foto se tomó el día de la boda de tus padres. Eres la viva imagen de mi hermana, a excepción de los ojos, que heredaste de tu padre. Puedes quedarte con la fotografía.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de la vampiresa y se la limpió con furia. Acarició la foto con los dedos y miró a Dimitri con rabia.
—No me interesa tener ningún tipo de relación contigo y voy a acabar con esto ahora mismo.
Su voz destilaba odio y, con un gesto, miró a Carrington y me señaló. Antes de que el joven pudiera hacer nada, Dimitri nos sorprendió a todos.
—Te ofrezco el grupo Eternity a cambio de que dejes a Bianca fuera de esto—dijo Dimitri.
La sorpresa se dibujó en sus rostros y Carrington pareció dudar.
—Qué absurdo, eres demasiado orgulloso como para preocuparte por salvar a otra persona antes que a ti mismo—respondió Katerina incrédula.
—Sí, en el pasado era muy orgulloso y una mala persona. Sin embargo, he aprendido de mis errores y he cambiado—afirmó.
Vi cómo Carrington sacaba del bolsillo del pantalón un puñal con una hoja de madera blanca bastante afilada. Sentí que el miedo se apoderaba de mí y temí lo peor.
—Este objeto es el arma que utilizaron para matar a mis padres y a mi abuela. Su hoja está hecha con madera de roble blanco, un material letal para los vampiros—dijo la vampiresa.
David Carrington mostraba el puñal con una sonrisa de satisfacción en el rostro. El haz de luz del eclipse solar se reflejaba en el joven, dándole un aspecto fantasmagórico mientras blandía el puñal.
—Si realmente has cambiado, demuéstralo—zanjó Katerina Robinson con una sonrisa en los labios.
Todo sucedió con rapidez. Carrington se precipitó hacia mí apuntándome con el puñal y yo, aterrada, fui incapaz de moverme. Cerré los ojos con fuerza, esperando sentir la hoja de roble blanco atravesando mi cuerpo, pero no pasó nada.
Abrí los ojos de nuevo. Lo primero que vi fue, lejos de mí, a Katerina y a David intercambiando miradas de asombro. Luego vi la espalda de Dimitri frente a mí. Me horroricé cuando se tambaleó y cayó al suelo.
Me tiré de la silla de ruedas al suelo con poca delicadeza y me arrastré hacia Dimitri. Estaba tendido bocarriba con el puñal clavado en su pecho. Había un charco de sangre cada vez más grande bajo su cuerpo. Temblé sin control cuando vi que respiraba con dificultad y movía los labios, tratando de hablar. Lo abracé, acercando mi rostro al suyo, y escuché sus palabras.
—Te amo, Bianca—. Un hilo de sangre salió de su boca y sus ojos se cerraron para siempre.
Sentí que mi corazón se hacía añicos y que el hilo invisible que nos unía se rompía, dejándome un gran vacío. Un grito salió de mi pecho y el llanto me invadió. Atiné a enviar un mensaje a Kiram. Me acurruqué contra el cuerpo inerte de Dimitri y lloré desconsoladamente.
El rubí del amuleto de la abuela resplandecía con gran intensidad emitiendo destellos rojizos mientras el eclipse solar se alzaba majestuoso en el firmamento.
Un dolor me atravesó las sienes y todo se volvió blanco.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
¿Qué pasará ahora? Pongan sus teorías.
Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro