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6. ¡Boom!


Jonathan

Llegamos a casa a eso de las 7 y media de la noche, tomamos un bocadillo y nos despedimos de Pipe.

—Hasta pronto preciosa —se despidió de Emily con un beso en la mejilla, uno muy largo a mi parecer— ¡llámame!

—Claro que no lo haré —respondió Emily entre risas.

—Me la cuidas cuñadito —susurró y me guiño un ojo.

—No lo eres —le respondí irritado.

—Aún... —y se marchó riéndose.

Preferí no pensar en eso para poder dormir tranquilo, sabía que si insistía en el tema me daría un soponcio y trasnocharía por nada. Y debido a que mañana tenía clases, teníamos que dormir temprano... pero primero, a revisar si de verdad había algo pendiente, definitivamente eso tampoco me dejaría dormir.

10 minutos después ya estaba en total calma, repasar los deberes y darme cuenta qué ese dichoso ensayo es para la próxima semana, me distrajo de pensamientos extraños y asesinos. Me duche, puse mi pijama y me acomodé en mi cama esperando que el dulce rocío del sueño cerrara mis parpados, y mi mente se sumergiera a lo profundo de mi subconsciente, donde me esperaban los primeros maravillosos recuerdos del inicio de una bella historia familiar.

El suave arrullo de la oscuridad me envolvió, recreando imágenes en mi mente totalmente diferentes a las que esperaba. Nos encontrábamos nuevamente en la cabaña a la orilla de la playa, acostados en una manta suave como el roce de su piel desnuda con la mía, tan suave como la seda más fina que se pueda fabricar. El corazón me latía a mil por hora, estaba seguro y totalmente consciente que esto no era real, pero aun así lo sentía a flor de piel.

Había pasado algo maravilloso, pero que en el fondo sabía perfectamente que era incorrecto. Me acomode sobre mi costado para verla mejor, la luz del atardecer le favorecía, haciendo que su piel trigueña resplandeciera como el mismo sol, sus labios carnosos, sus mejillas sonrosadas, el subir y bajar de su pecho firme. La sola señal de que respiraba me hacía sonreír.

Acaricié suavemente su mejilla y abrió lentamente los ojos. Brillaban a la luz del sol que se ocultaba, pero me di cuenta de que solo era el reflejo de unas lágrimas asomándose. Sabía la gravedad de lo ocurrido, y aunque no dijo nada, su mirada me reveló todo. El miedo se apodero de mi pecho, una sensación asfixiante que me aprisionaba, no me dejaba respirar. La oscuridad formó un torbellino de sensaciones y temores a mí alrededor empujándome fuera del sueño...

—Emily... —susurré casi sin aliento abriendo los ojos abruptamente.

Desperté desubicado, mareado y con el corazón acelerado. Miré el reloj, apenas eran las 4 de la mañana dentro de una hora sonaría la alarma, pero el sueño había sido muy perturbador como para arriesgarse a volver. Decidí levantarme y preparar una taza de café, ¿qué más da? Era lo único que podía hacer para tranquilizarme.

Regresé a la oscuridad de mi habitación con una taza humeante de café negro, en estos momentos necesitaba algo lo suficientemente fuerte que me mantuviese despierto el resto del día. Trate de serenarme, relaje los hombros y me acomodé. Encendí la lámpara de mi mesa de noche y agarre mi libro, tal vez leer un poco de ayude a bajar la tensión.

Mientras la pobre Lizeth trataba de descubrir al misterioso personaje que aterrorizaba su pueblo, también tenía que lidiar con los sentimientos encontrados que le producía dormir al lado de su mejor amigo, a quien hace ya varios años había dejado de ver como tal: se había enamorado perdidamente de Dennier.

"Por lo menos tú si resuelves tus problemas, o eso se espera del final de un libro" pensé. Mientras me sumergía entre las páginas de mi lectura, "This is gospel" de "Panic at the disco" me advirtió que ya era hora de iniciar mis labores del día. Entre al baño a tomar una ducha, vestirme y alistar mi bolso. Me tarde exactamente una hora, para el estrato y la universidad a la que voy la presentación es muy importante por eso me tomo mi tiempo. Salí de mi habitación listo para partir, no sin antes desayunar.

Al entrar al comedor Emily conversaba con Albert, al parecer explicándole o más bien quejándose de su horario de clases. Le entrego una copia de este y ambos se fijaron en mi llegada. Me acerque a saludarla con un beso en la frente.

—Buenos días hermanita.

—Buenos días hermano mayor—respondió con su característico tono burlón.

— ¿Y mamá? —pregunté al darme cuenta de que no estaba.

—Ya se fue a trabajar —respondió Emily— dijo que no tiene sentido estar de vacaciones y nosotros en clases. Las pedirá cuando estemos en igual de condiciones.

Lo entendía perfectamente y tenía mucha lógica, solo estaría desperdiciando el tiempo si se queda sola en casa. Después de terminar nuestros desayunos, tardé media hora en llegar a la universidad. Al llegar al salón de clases, me percaté que Pipe aún no había llegado.

(Yo) Good morning baboso, ¿dónde estás?

La respuesta tardó un par de minutos, mientras tanto miré a mí alrededor. Hasta el momento solo habían llegado unos 10 estudiantes, gracias al cielo ni Sofía ni Sebastián estaban entre ellos. Pero si Jessy, quien me miraba tímidamente desde su pupitre. Le dirigí una sonrisa a modo de saludo, a lo que ella respondió sonrojándose un poco y sonriendo.

A diferencia de Sofía, Jessy es más calmada y respetuosa, en general es mucho más agradable. Ella por su parte, es egocéntrica, grosera, prepotente, odiosa. Y lo peor de todo es que está enamorada de mí, me lo ha dejado en claro muchas veces. "¿Qué clase de hombre se queja cuando una mujer se enamora de él? Pues yo, ¿algún problema?" Pensé.

(P) Voy entrando, casi llego. Y si vieras quien va detrás de mí, el amor de tu vida. XD

(Yo) Deja de hacerte el gracioso y apúrate. No me dejes solo con esa bruja T—T

(P) Calma bebé, ya casi llego.

Mientras Pipe llegaba al salón, me apresuré a sacar el cuaderno y lapicero, de esta forma aparentaríamos estar ocupados y así —tenía la esperanza— no se acercarían a molestar.

¿Saben que es lo mejor? Que, a pesar de ser un plan tonto, ¡FUNCIONÓ! "Já, triunfó el mal" pensé.

El día transcurrió con normalidad, las clases se impartieron con total aburrimiento, pero la última clase del día nos traumó por el resto de la semana. Antes de marcharse del salón, el profesor Rodríguez quien nos da tutoría en una electiva de profundización en Marketing, nos dijo.

—Bueno jóvenes, como me imagino les habrán dicho ya —miró fijamente a todo el salón por encima de sus lentes— a partir de la próxima semana se harán los parciales finales.

— ¿Qué? —se escuchó la réplica de todos mis compañeros.

— ¡Que pasó profe, antes era chévere! —dijo una voz desde el fondo del salón.

Todos, hasta el profesor rompieron en carcajadas. Porque, ¿quién no conoce ese meme? El que no sepa cuál es no tuvo infancia, celular, redes sociales, o todo a la vez.

—Cálmense —regaño el profesor para no alargar la interrupción— no es elección mía, así que el próximo martes quiero que me entreguen el proyecto final. No acepto tardanzas, ni excusas y mucho menos eso de: "es que mi compañero lo trae". Nada de eso, ya no están en el colegio ni en primer semestre. Están en sexto, más de media carrera encima así que compórtense como tal ¿entendido?

—Si señor —respondimos todos a unisonó.

Salimos un poco antes, aún faltaba media hora para que Albert viniera a por mí, así que mi amigo y yo nos pusimos a vagar por ahí. Nos sentamos en una banca cerca de las canchas de baloncesto.

— ¿Le damos una visita a Emily? —Sugirió Pipe esperanzado— nunca he llegado hasta la universidad del Atlántico, podríamos conocerla un poco, ¿no crees?

—No, debe estar en clases y Albert no tardará en llegar —espeté antes de que se embarcará en un bus rumbo a la u.

—Hola cariño —el tono meloso de Sofía nos sacó de nuestra pequeña conversación— ¿qué hacen?

Estaba acompañada por Sebastián, quien nos miraba con desprecio. Si tienen curiosidad, la historia con este tarado es larga, pero haciendo un resumen: ¿recuerdan cuando dije que, en toda mi vida solo he tenido un roce con una chica, que no duró más de un mes y solo fueron besos? Bueno, él estaba enamorado de ella y desde entonces me detesta. Nunca lo superó. Lindo sujeto, ¿cierto?

—Conversando —respondí, señalándonos a intervalos regulares en gesto obvio.

—Sí que bien —ignoro nuestros signos de desagrado y se sentó en medio de los dos, arrimándose más hacia mi espacio personal.

—Quería preguntarles una cosita —uso su tono más dulce— ¿su grupo está completo? Porque resulta que tuvimos un pequeño problema con nuestro grupo del informe en desarrollo organizacional, y me preguntaba si —empezó a acariciarme la mejilla seductoramente— podríamos asociarnos y terminarlo juntos, ¿no te parece?

La miré fijamente, su sonrisa era desagradable, interesada. Eso es lo que más detestaba de ella, que solo te buscaba cuando necesitaba algo, o cuando quería llevarte a la cama. Jamás lo ha logrado conmigo. Con suavidad, pero firmeza, quite su mano de mi rostro.

—Lo siento, nuestro grupo está completo —hice un gesto de indiferencia.

—Sí que mal —dijo Pipe en tono sarcástico y se levantó— y si nos disculpan ya nos vamos. Su hermana nos espera —dijo señalándome.

Le di un codazo por su desliz, nadie debe saberlo aún. Pero gracias al cielo, Sebastián no ha usado el cerebro últimamente, ignoró totalmente las palabras de mi tonto amigo.

— ¿Los tortolitos se van a un motel? —Interrumpió antes de que Sofía empezara a indagar— ¿quieren que les recomiende uno o irán al cuchitril al que siempre van?

—Cierto, se me olvidaba —contestó Pipe con tono inocente— con la gran clientela que tienes debes conocerlos todos.

Sino es porque iba saliendo uno de los profesores, Sebastián hubiese embestido a Pipe como un toro embravecido. Y no estoy exagerando, su rostro estaba tan rojo de la ira que me pareció ver humo salir de sus oídos. "Bueno, quizá si estaba exagerando un poquito, pero no mucho".

Nos alejamos rápidamente del lugar, dejando atrás a un furibundo animal sediento de sangre Finegan. Por primera vez en la historia no quería la mía, ese ya era un avance.

— ¿Te gusta la adrenalina o estás loco? —pregunte exaltado conteniendo la risa.

—Digamos que las dos cosas —contestó— pero acéptalo, fue divertido.

Y solo eso bastó para reírnos como locos. Miré el reloj, aún faltaban 20 minutos para que llegaran a recogernos, y ya estaba en peligro de muerte así que preferí acceder a la sugerencia de mi amigo, no sin antes advertirle a Albert donde estaríamos. Nos embarcamos en un bus y en menos de 8 minutos ya estábamos entrando, le mandé un texto a Emily.

(Yo) Hola hermanita, ¿dónde estás?

(E) En la universidad, ¿ya saliste de clases?

(Yo) si, y estoy en tu universidad.

(Yo) con pipe.

(E) ¿y eso? ¿Exactamente dónde están? Yo voy saliendo del salón.

(Y) Pues, no es que conozca mucho, pero... ¡aquí hay un árbol! :D

(E) ¡No me digas! XD

(Y) vamos pasando por la biblioteca... o eso me dijeron.

(E) Voy en seguida.

—Listo, ya viene. ¿Contento? —le dije a Pipe quien sonreía de oreja a oreja.

—Claro, ¿cuantas veces puedo salirme con la mía? Esto es un milagro, don cascarrabias —dijo entre risas.

—No te acostumbres, no se repetirá.

Antes de que Pipe se quejara, de la esquina izquierda a unos metros de nosotros apareció la más... como decirlo... o mejor ni lo digo, será peor así. Solo diré que Emily llego a nuestro rescate, acompañada de sus amigas. Y un chico.

****

Emily

"... Y ahora entiendo cuál es mi papel

Nos queremos cuando nadie ve.

Las balas perdidas de este amor

Prefiero no verlas en mi piel.

Si me preguntan por ti...

Diré que es me tira que toda una vida he soñado

— yo sueño contigo —

Si me preguntan por ti...

Diré que no es cierto que duele

Por dentro que no estés conmigo.

— te quiero conmigo —..."

Desperté con el sonar de una de mis canciones favoritas, "cuando nadie ve" de Morat, porque ya era hora de cambiar al estridente Slipknot que, aunque me guste mucho, no creo que la gente de la alta sociedad vea con buenos ojos el metal.

Me alisté para ir a mis clases igual que siempre: un Jean cómodo, una blusa tipo polo negra con el nombre del programa estampado en el lado izquierdo y mis zapatillas. Me miré un buen rato en el espejo del closet. "Se supone que ahora soy de la clase alta, y tengo un montón de ropa fina de ese estilo, ¿entonces, porque no la uso?" pensé.

Estaba tan acostumbrada a mi estilo sencillo, que me costará adaptarme al nuevo. Resignada, me deshice de lo que me había colocado y busqué algo igual de cómodo, pero más "presentable". Elegí un pantalón negro, un corpiño de encaje morado, una blusa holgada morada oscura semitransparente y unas baletas negras con una flor echa de piedras.

Es lo más sencillo que encontré, y aun así me sentí como si fuese a salir de paseo o a una cita, aunque no podía negar que me gustaba como me veía. Me arreglé los risos de mi cabello, ajustándolo en un pequeño moño alto con un gancho, y me maquillé un poco. Lo de siempre.

Baje con mi bolso ya lista para salir, encontrando en el comedor a mi madre y Albert.

—Buenos días cariño, ¿cómo estás? —saludó madre.

Me acerqué y saludé con un beso en la mejilla.

—Buenos días madre, Buenos días Albert.

—Buenos días Emily —saludó este con una sonrisa.

—Llámame Em, por favor —le pedí.

—Claro, Em.

—Cariño, sé que te había dicho que estaría de vacaciones —explicaba mi madre un tanto seria— pero en vista de que están en clases no me parece buena idea, así que mejor me avisan cuando terminen su periodo académico y volveré a pedirlas. ¿Qué te parece?

—Genial —respondí— no se me había ocurrido.

—También quería entregarte esto —me dio una tarjeta de un banco que no conocía— es una cuenta de ahorros que abrí a tu nombre. Siempre he tenido la idea de enseñarles a los chicos desde pequeños el debido uso del dinero, que ahorraran y no despilfarraran en cosas inútiles. Así que desde que cumplieron los 16 les asigne anualmente un ahorro de 12 millones de pesos para cada uno, en esta solo hay tres por lo que estamos en los dos últimos meses del año.

— ¿Que? —no cabía en mi cabeza la sorpresa.

—Pero eso si —dijo como advertencia— debe durar todo el año, si se acabó, se acabó. Mientras tanto, ten esto. Para los gastos de hoy, aún esta inactiva, puedes usarla a partir de mañana. La contraseña es el año de tu nacimiento.

Me dio en efectivo 30.000 pesos, solo para los gastos de hoy, sabiendo que no voy a gastar en trasporte porque Albert nos lleva y recoge. Generalmente ese mismo valor me lo gastaba en 4 o 5 días incluyendo pasajes.

Sonreía satisfecha, se sentía orgullosa de la manera en la que los había criado, a no ser tan caprichosos solo por tener padres adinerados, a ser moderados en sus gatos. Y eso me parecía genial, pero... ¿Que adolescente en su sano juicio se gasta 12 millones en un año? Si se sabe que un estudiante universitario puede requerir ingresos extra, pero 1 millón mensual me parecía un poco exagerado. Eso o un poco más era lo que se ganaba mi mamá en todo el año.

— ¿Está segura? —No pude ocultar mi sorpresa— es mucho dinero.

— ¿En serio? —se veía extrañada y dudosa— porque a ellos siempre les queda justo. Tendré que ver bien en que invierten eso.

Se acercó a mí, me dio un beso en la frente y se marchó. Miré fijamente la tarjeta que me había dado, si la pérdida estaba en problemas, así que la aseguré en mi cartera lo más que pude.

—Lo hace para darles responsabilidad económica —intervino Albert— que sientan el peso del manejo del dinero y que, si se acaba antes del plazo, ellos verán como lo solucionan.

—Sigue siendo mucho, a mi parecer —contesté aún sin salir de mi sorpresa.

—Puede ser, pero igual ha funcionado —dijo Albert con orgullo en su voz.

—Por cierto, quería mostrarte algo —saqué de mi mochila una copia de mi horario— este es mi horario de clases, es un poco disparejo, pero es lo mejor que pude hacer. Generalmente entro a las 6:30 igual que Jonathan, pero la salida varía, puedo salir a las 2:30 o a las 6:30 de la tarde. ¿No hay problema?

—Claro que no, todos los días iré a recogerte.

— ¿Seguro que no estaré molestando tu horario de trabajo? —pregunte algo apenada.

—Cariño, ese es mi trabajo —sonreía divertido.

— ¿Aguantarnos?

— ¡Y no te imaginas cuanto! —exclamó Albert entre risas.

Nos reímos a carcajadas, era divertido hablar con él. En ese momento entra Jonathan, desayuna y nos marchamos rumbo a nuestras clases. Ambas universidades quedan relativamente cerca en el corredor universitario vía puerto Colombia, así que el primero en dejar el auto fue él. Se despidió con un beso en la mejilla, aunque esta vez fui yo quien se lo dio. "¡Que atrevida!" pensé. Y seguimos nuestro camino.

Caminando hacia el salón de clases me crucé con la persona a la que menos quería ver en la existencia de la humanidad, pero que desgraciadamente me tocaba ver todos los días en todas mis clases, porque estudia lo mismo que yo, "¿por qué me persigue la desgracia?" pensé.

—Bueno días —saludo Daniel, por lo menos tenía modales.

—Buenos días —conteste cortésmente.

— ¿Cuando les toca exponer a ustedes? —preguntó con curiosidad, mirándome de reojo.

— ¿Botánica o Bioquímica?

—Bioquímica —respondió apresuradamente, retirando sus ojos de mí.

Cuando no estaba con el lambón de su mejor amigo, se comportaba diferente a lo odioso de lo habitual. Hasta podía ser medio agradable.

—El jueves en laboratorio.

—Ok —se fue casi corriendo.

Ya vi el motivo de su carrera, en la dirección a la que se dirigía estaba Carlos, su inseparable y odioso secuaz. Los dos eran como uña y mugre —más mugre que uña— hijos de profesores de esta universidad, y por lo tanto se creían con el privilegio de pretender "ser más inteligentes que el resto de los mortales que tratamos de pasar a duras penas las materias". O eso decíamos nosotros que pensaban ellos.

Por separado eran moderadamente odiosos, a veces hasta tratables, pero juntos eran nuestra peor pesadilla. Criticaban todo, se burlaban por cualquier mínimo error. Y me odiaban a muerte, especialmente Daniel. Y no pregunten que ni yo se la razón, pero desde segundo semestre —y ya estamos en cuarto— vive para hacerme la vida cuadritos. Es simplemente insoportable.

Llegue al salón y ya todo mi grupo estaba en sus puestos, me ubique en el asiento que Sara había guardado para mí y nos saludamos. Charlamos de cosas sin importancia mientras llegaba el profesor, y a los cinco minutos empezó la clase.

Al salir del salón compramos comida —generalmente no desayuno tan temprano— y fuimos a nuestro refugio: un espacio más o menos amplio debajo de las escaleras de caracol del bloque C. Nos gusta porque es abierto y por ende entra una brisa deliciosa, podemos acostarnos un rato y dormir, almorzar tranquilamente y hasta podemos hacer nuestras tareas pendientes sin ser atormentados por el escándalo de la gente alrededor.

—Bueno, ahora sí, escúpelo —exigió Sara— ¿cómo fue tu salida familiar?

Todos me miraban fijamente ávidos de información. "Partida de chismosos, aunque no puedo quejarme, soy igual" pensé.

—De acuerdo, cálmense —les conté todo, sin dejar a un lado ningún detalle, desde el inicio para que Manuel esté al tanto de mi dramática vida, hasta lo ocurrido esta mañana.

—Disculpe su majestad —Manuel hizo una exagerada reverencia ante mí— podría hacerme el honor de... ¿Prestarme dinero?

— ¡Perdón! —hice un gesto de desagrado exageradamente fingido.

—No es mucho, solo un par de millones, cinco tal vez —se encogió de hombros.

Nos reímos a todo pulmón. Ocurrencia típica de él.

—Sinceramente —dijo Sara interrumpiendo nuestra risotada— sabía que tenían dinero a montón, pero darles 12 millones anuales para cada uno es... es...— hizo una pausa buscando la palabra correcta.

— ¿Exagerado? —sugirió Iris.

— ¿Estrambótico? —aportó Eliza.

— ¿Genial? —exclamó Manuel.

—Mejor cállense —sugerí yo.

—Ni sé que es... ¡casi ni me lo creo! —exclamó Sara sin poder salir de su estupor.

—Yo NO me lo creo aún —dije.

—Hola, ¿qué hacen? —aparece de la nada Andrea, vieja amiga del colegio.

—Niña por Dios —dijo Iris exaltada— un día de estos nos vas a matar de un susto.

—No es mi culpa que siempre que llego ustedes estén distraídos —se defendió Andrea.

—Creí que esa era tu especialidad, ¡asustar gente! —sugirió Manuel con tono inocente.

—También —contestó Andrea entre risas— y entonces, ¿qué hacen?

—Desayunando —apresure a contestar, aún no quería que nadie se enterara de mi situación.

— ¿Cómo vas con Botánica II? —dijo Sara, para cambiar de tema.

—Pesado —Andrea soltó un suspiro de enojo— la próxima semana ya son los finales y nos toca entregar el informe de salida de campo.

—No me digas —interrumpió Eliza— la gente con la que estas no ha hecho su parte, ¿cierto?

— ¿Que comes que adivinas? —Respondió Andrea— esos desgraciados creen que eso se va a hacer solo. Estoy que los saco y hago mi vaina sola. ¿Y ustedes como van con su proyecto toxico? ¿Ya cuanto se han gastado en salidas?

Hay que aceptarlo, el chiste estuvo bueno. Por lo general para estos proyectos hay que tomar muestras, hacer varias visitas al lugar del muestreo y todo eso. Obviamente siempre se gasta uno su dinero en eso.

—Hasta el momento bien —respondí entre risas— cada uno hace su trabajo, y el que no se lleva su madrazo. ¿Cierto Manuel? —lo miré acusadoramente.

—Ya vas tú —objetó él a su favor.

Me encogí de hombros, igual tenía razón. Al único que había que presionar para que se ponga pilas era a él.

—Oigan están pasando por alto algo importante que dijo Andrea —dijo Eliza en tono serio. Todos volteamos a verla preocupados— ¡Estamos en finales!...

— ¡Que la suerte este de su lado y que empiece el juego! Wajajajajajajaja! —se burló Iris, con risa de bruja incluida.

El resto del día transcurrió normal, delegando trabajos finales, asignando fechas de parciales, supletorios y habilitaciones. En nuestra última clase, zoología II, la profesora Elena nos dio unas recomendaciones para el proyecto.

—Recuerden: normas apa, referencias bibliográficas completas, analizare el nivel de plagio y eso influirá en su nota final. Espero buenas notas en los parciales, han tenido mucho tiempo para estudiar.

Puede parecer estricta y lo es, pero es muy buena profesora, hasta ahora la mejor que hemos tenido. Nos ha dado clase desde el primer semestre, porque siempre procuramos escoger los grupos de su tutoría.

Saliendo del salón me llegó un mensaje de texto de Jonathan, al parecer estaba aquí en la universidad, "¿a qué habrá venido?" Pensé. Me dirijo a buscarlo cerca de la biblioteca acompañada de mis compinches, ya era hora de que conozca a Manuel.

****

Jonathan

Bueno, debo decir que estoy medio paranoico. Acepto que puede que me irritara un poco al ver a otro chico con ella —"psicópata"— pero ya sé que es solo un amigo. Listo, problema resuelto.

Tanto Pipe como yo testeamos a Albert y August para que no nos recogieran todavía, habíamos decidido salir a comer algo al centro comercial más cercano a la universidad. Obviamente al ser improvisado nosotros invitaríamos.

Durante el camino estuvimos charlando animadamente, conociéndonos un poco más, así descubrí que Pipe se fijó un poco más de la cuenta en Sara, la mejor amiga de Emily, y ella tampoco le era indiferente. Era una buena noticia, creo.

—Bueno, henos aquí, ¿qué quieren comer mis queridas damas? —dijo Pipe haciendo gala de su elegante coqueteo.

—Yo quiero Sushi —sugirió Emily ignorando a Pipe.

—Nop —respondimos todos al unísono.

— ¡Ya no me agradan! ¡Traidores! —se quejó haciendo un puchero adorable.

Me dieron ganas de tomarle una foto, pero sería algo sospechoso y raro, ¿cierto?

¡Boom!

"¿Qué...?" pensé. Había sentido algo extraño, como si mi corazón se hubiese paralizado y dado un solo latido con fuerza. No podía dejar de mirar a Emily, el corazón había retomado su actividad, pero muy frenéticamente y me temblaban las manos. Inconscientemente puse mi mano derecha sobre mi pecho.

— ¿Qué tienes? —Emily se acercó preocupada mientras los demás elegían que comer— ¿te sientes bien?

—Ahmm... sí, estoy bien —respondí, "reacciona o se dará cuenta" pensé.

— ¿Seguro? —Me tomo de las manos sin quitar su mirada preocupada de mis ojos— estas temblando.

—Sí, claro —dije más animadamente— es solo hambre, no te preocupes.

Seguimos a los demás a un puesto de pizzas, dejando a un lado el pequeño suceso cardiaco-emocional que había tenido sin razón alguna. Ordenamos una pizza familiar mexicana y su respectiva bebida, al cabo de media hora ya no había ni rastro de ella.

La tarde fue bastante entretenida, las amigas de Emily y Manuel son muy divertidos. Tienen buen sentido del humor, y al parecer a Pipe le cayó muy bien Sara. Intercambiamos números con ellos y formamos un grupo para organizarnos y volver a salir, a comer o bailar.

Ya a las 9 de la noche estábamos en casa, mamá nos regañó a ambos por haber salido sin permiso, pero como todo caballero que soy tome toda la responsabilidad, y por obvias razones salpique a Pipe. La próxima vez que venga le jalaran las orejas —insértese risa diabólica— de todas formas, la idea fue de él.

Aún y con lo bien que nos la pasamos, no pude sacar de mi cabeza ese suceso. No sabía aún que había pasado con exactitud, "¿será que en Yahoo! alguien sabrá?" pensé. Encendí mi pc y entré en mi cuenta, porque de verdad iba a hacer esa pregunta aún si suena estúpido, de pronto exista alguien más que me ayude a descifrar esta situación.

"Buenas noches, esperaba que alguien pudiese aconsejarme o darme una respuesta sobre un suceso. Pasó que, al mirar a una chica, sentí que mi corazón se detenía para dar un latido con mucha fuerza y después acelerarse, mis manos empezaron a temblar y no podía quitar mis ojos de ella. En ese momento había hecho un gesto, un puchero que a mi parecer la hacía ver muy adorable y linda. ¿Alguien sabe que está pasando conmigo? Gracias de antemano".

¡Enviar!

Ahora solo falta que un alma piadosa me de la información que pido, aunque siempre existe la duda de que solo sea taquicardia y este muriéndome, aunque esa opción no me gusta en absoluto. "Dramático exagerado" pensé.

****

Sofía

— ¿Te disté cuenta? —pregunté al tonto de mi amigo.

— ¿De qué? —contestó distraído.

—A ver Sebas, usa un poquito el cerebro y presta atención —dije irritada— ¿qué fue lo que dijo el tarado del Pipe?

—Me trató de gigoló —gruño aún enfadado— ese idiota va a sangrar por días cuando lo agarré.

— ¡No pendejo! —Suspiré— dijo que iban a ver a la hermana de Johnny, ¿desde cuándo tiene una hermana? ¿No eran solo dos? Él y el mocoso este... ¿cómo es que se llamaba?

—Já... —intentó responder Sebastián.

—Sí, no importa —interrumpí cortante— esto es raro. ¿Qué tal si lo seguimos?

—Claro, ¿por qué no? No tenemos nada que hacer... —hizo una pausa dramática— ah, no espera, aún no tenemos el informe, ¿recuerdas? —dijo en tono sarcástico.

—A veces me sorprendes, en serio —respondí con el mismo tono— eso lo puedo conseguir después como un favorcito —hice gala de mi belleza.

Puede que muchos digan que no está bien moralmente conseguir lo que queremos con "favores", pero a mi parecer la gente habla solo porque no pueden hacerlo. Para eso se debe tener: un buen cuerpo como el mío, buen carisma y personalidad como yo y mucha belleza e inteligencia. ¡Ósea deben, ser como yo!

Pero claro, dos Sofía Bermúdez no pueden existir en el mismo universo. "Soy única, divina y los hombres más ricos se mueren por mí, nadie puede resistirse a mis encantos" pensé. Bueno, solo uno se la logrado resistirse, Jonathan Montiel, nada más que el heredero de la gran fortuna Montiel. Pero es solo cuestión de tiempo de que caiga rendido a mis pies.

— ¿Estás segura de lo que haces? —Pregunto Sebastián temeroso— creo que esto es ilegal.

Me seguía como perro faldero a todas partes, y en cada cosa que hacia siempre estaba a mi lado, fuese legal o no él me obedecía. Íbamos saliendo del campus, veíamos a nuestros objetivos no muy lejos enfrascados en una conversación. Se embarcaron en un bus rumbo a la universidad del Atlántico.

— ¡Que rayos! —Dije sorprendida— ¿qué van a hacer a ese cuchitril?

— ¿Estás segura que dijo hermana? —indagó Sebastián confundido.

—Que sí, solo que no estaba distraída lamentándome por mi ego herido —replique con ironía.

Los seguimos embarcándonos en el siguiente bus, al rato estábamos pisándole los talones dentro de este basurero que llaman universidad. Tratábamos de no ser vistos, pero obviamente mi apariencia atraía las miradas de amor de todos los hombres, y envidia por parte de otras mujeres. "Ilusas, jamás podrán ser como yo" pensé divertida.

Vimos cómo se acercaba a un grupo de estudiantes, que facha. Eran tres chicas mediocres, un chico con pinta de drogadicto rockero y una que medio pasaba pero que igual no tenía estilo alguno. Otra mediocre. Pero lo que no me gusto fue como la miraba, como si la conociera de toda la vida, con anhelo y cariño, como siempre he querido que me mire a mí. "Desde ya la detesto" pensé furiosa.

Se fueron directo a un centro comercial, comieron pizza y hablaron hasta por los codos. "Son salvajes hasta para comer, que asco" pensé al ver como desaparecía la enorme pizza en tiempo récord. Vimos como dos chicas iban al baño, una de ellas era la z***a por lo que no dude en seguirlas. Cuando entre no las vi, al parecer estaba en los cubículos, así que me apresure a entrar en uno de ellos y evitar ser vista. Al rato se abren puertas cercanas. Intente ver a través de una rendija de la puerta, y milagrosamente se habían ubicado justo en frente de mi puerta. "Pero que idiotas" pensé.

—Oye Em, ¿será que si le pido el número a Pipe me lo dará? —preguntó la chica mediocre mientras se retocaba el polvo de la cara.

—Sí creo, ¿o es que no has notado como te mira? —respondió la z***a entre risas.

— ¿Así como te mira Jonathan? —dijo la otra chica en tono sorprendido.

Con solo la mención de su nombre me hervía la sangre, ellas no tenían ningún derecho de hablar de mi hombre. Hice acopio de toda mi fuerza de voluntad para no salir y matarlas.

— ¿Que? —replico Em— Sara, ¿si recuerdas de quien estás hablando cierto?

—Claro —respondió Sara en un susurro, me esforcé por escuchar el resto— de tu hermano, pero ni siquiera un ciego pasa por alto ese detalle.

—Estás demente, el me mira normal. De la misma forma en que Andrés me mira, como su hermana y más nada —contestó en voz baja.

No lo podía creer, a menos que ambas estén drogadas o borrachas, lo que había escuchado era cierto, Jonathan tenía una hermana. Debe ser una bastarda de la mamá, tiene un cierto parecido a ella. "¿Cuánto pagaran los medios por saber esto?" pensé "o mejor aún, cuanto estará dispuesto hacer Johnny cuando se dé cuenta qué lo sé todo".

Esa noche en mi dulce hogar, consulte con mi buena amiga la almohada todo lo que podía hacer con esta información. Era dinamita, la llave de un futuro prometedor. ¿Y qué importa si con ello destruyo un par de vidas? No se triunfa pensando en los demás, eso me lo había enseñado mamá. No se había casado con papá por lo que sentía sino por lo que tenía. Y es mi ejemplo a seguir.

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