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3. A la espera de lo inevitable


Emily

Estaba en una habitación grande, me atrevo a decir que el doble del tamaño de mi cuarto. Pero de color blanco, todo blanco: las paredes, las cortinas, las sabanas de la cama, los muebles, todo. Me sentía extraña, incluso algo mareada. Permanecí acostada con los ojos cerrados en la enorme cama de satén, cubierta por una colcha gruesa y pesada, con un montón de almohadas esponjosas a mí alrededor.

Escuché la puerta abrirse, pero seguí con los ojos cerrados. Alguien se sienta a mi lado y acaricia mi mejilla, de una forma tan tierna que me obliga a abrir los ojos. No podía creer a quien veía: Jonathan. Intente hablar, pero él se adelantó colocando su dedo índice en mi boca.

—No te preocupes, acá estarás a salvo, yo siempre estaré para ti.

—Pe.... pero... —titubeé, solo pude gesticular esa sola palabra entrecortadamente.

—Calma, todo estará bien —sonrió y sus ojos brillaron igual que su sonrisa, cálida como el amanecer. Me hacía sentir segura.

— ¿Cuándo llegué? —la pregunta salió de mi boca aparatosamente, pero sin que la pensara antes.

Aunque si me resultaba extraño, no recordaba siquiera haber empacado aún.

—Emily cariño, despierta —vi que movió los labios, pero esa no era su voz, era la de mi mamá— despierta que se hace tarde.

— ¿Qué? —farfullé despertando.

—Que te levantes dormilona, el desayuno ya está, se te va a enfriar —mamá estaba sentada a mi lado en la cama, acariciando mi mejilla.

Tal parece que todo fue un sueño, aún estaba en mi pequeño y modesto cuarto en casa de mi mamá, la que siempre quise y conocí como mi madre. Y siempre lo seguirá siendo.

Me levante y quede sentada en mi cama, un poco desubicada y confundida por ese sueño. Me frote los ojos y me estire. Mamá salió de la habitación para ir a la cocina y servir el desayuno. Refresque mi cabeza y me quite de encima esa sensación extraña con la que desperté, con una buena ducha mañanera.

Terminé de cambiarme y me dirigí al comedor con el resto de mi familia, para mi último desayuno como una Mendoza, a partir de mañana seré una Montiel. "¿Tendré que cambiarme el apellido? ¡Eso sí que no!" pensé.

Desayunamos en silencio, al terminar y como todos los días ayude a mamá con algo de aseo. Papá se fue a trabajar después de desayunar, es supervisor de seguridad en un Hospital, regresa a eso de las 5:30. Andrés tiene practica los domingos de baloncesto, logro ingresar a un equipo local, regresaría a eso de las 5 de la tarde.

Así que mamá y yo estábamos solas. Después de terminar con el aseo que me correspondía, vi que ya era casi medio día. Habían pasado 3 horas desde que me desperté, pero me parecía que solo había transcurrido una sola hora. A mi parecer el tiempo estaba pasando más rápido de lo normal, solo quería retrasar un poco lo inevitable. Según lo acordado con la señora Montiel, su chofer iría a recogerme a las 6 de la tarde para poder despedirme de todos.

No era mucho por hacer, solo empacar mi ropa y ya. Es más, pensaba dejar algunas cosas por si se presentaba algún problema viviendo allá y quisiera salir corriendo para venir a casa. Solo por precaución. Empecé a cocinar: pollo en salsa, arroz y ensalada verde. Hora y media después mamá y yo estábamos almorzando.

Días como estos son los que más voy a extrañar, porque conversábamos como dos adultas y como madre e hija a la vez, nos teníamos bastante confianza por lo tanto sabía todo lo que me pasaba. Como esa vez en primaria que me gustaba un chico pero que nunca me atreví a decirle nada, un año después él se me declaró, pero me di cuenta que no era tan profundo lo que sentí por él, lo rechacé.

Con eso mamá me enseño algo: "gustar y amar no es lo mismo, el primero es solo un sentimiento de atracción y muchas veces solo admiración, pero el segundo es algo tan grande como uno mismo, tan puro y tan fuerte que puede soportar muchos golpes de la vida." Iba a extrañar todo.

Durante el almuerzo hablamos de cosas normales, como la universidad, cosas pendientes, mis amigas, su trabajo en la guardería y me conto varias anécdotas con los niños. Siempre era divertido hablar con ella, me daba muy buenos concejos. Esta vez fue ella quien lavo la loza, solo lo que habíamos ensuciado, mientras yo me volví a bañar porque ya eran casi las 3 de la tarde. Cuando estuve cambiada, mamá entro a mi cuarto.

—Bien —suspiro con tristeza— empecemos a empacar.

— ¿En serio crees que es necesario? —se sentó a mi lado en la cama, puse toda mi frustración en esa pregunta, esperaba que tal vez, solo tal vez, se arrepintiera de esta decisión.

—Lastimosamente si —se escuchaba resignada, pero nada feliz— sería muy injusto de nuestra parte negarles la oportunidad de conocerte, a tu hermano... —hizo una pausa con dolor y lágrimas en sus ojos— y a tu madre. Ella solo quiere lo mejor para ti, darte lo que no hemos podido nosotros.

—Ustedes me han dado todo lo que necesito y quiero —sentía un nudo en la garganta amenazando con ahogarme, y las lágrimas a punto de salir de mis ojos a cantaros.

—Gracias —sonrió, una sincera, más amplia y radiante que le había visto desde que nos enteramos de todo esto— pero ya no hay marcha atrás.

—Será —me resigne, casi que a la fuerza— ¿Puedo quedarme en vacaciones? —la miré fijamente casi suplicante.

—Claro que sí, no tienes ni que preguntarlo porque esta seguirá siendo tu casa y tú siempre serás mi bebé, mi niña —me abrazó fuerte, como si no quisiera soltarme jamás.

—Te amo mamá —correspondí el abrazo con la misma fuerza tratando de no soltar en llanto.

—También te amo hija —me dio un apretón más y nos separamos del abrazo— pero no te vas a librar de esta. A empacar, ya traigo las maletas —sonrió de forma burlona y salió de la habitación dejándome con una sonrisa boba en el rostro que ocultaba un gran dolor.

Resignada y frustrada, empecé a sacar toda mi ropa de escaparate regándola en mi cama. Estaba pensando en no llevar la ropa "de estar por ahí", esa que ya tenía cierto tiempo en uso. Empacaría lo más presentable, aunque eso reduciría drásticamente el volumen de la ropa. Primer problema encontrado. Cualquiera diría "no problem, ellos me compraran montones de ropa", pero yo no porque:

* Primero, ellos no son un banco dispuesto a soltarme billetes cada vez que quiera, aunque tengan mucho dinero.

* Segundo, no los conozco aún, sería extraño y daría una mala imagen de mí que desde el primer día les pida dinero, habiéndome negado rotundamente a mudarme desde el inicio.

* Tercero, me sentiría mal y punto. Sentiría que me están comprando o que los estoy chantajeando. Suena ridículo, tal vez, pero no me educaron para estar pidiendo como niña caprichosa. Además, tengo mi alcancía desde inicio de año, donde esperaba tener ya ciertos ahorros, debería alcanzarme para comprar algo de ropa.

No había salido aún y ya me estaba estresando. Mamá regresó al cuarto con una maleta grande negra, la cual había sido de mi tía Cloe. Después de que falleciera hace unos 5 años ya, muchas de sus cosas quedaron acá en casa.

—Procura empacar la ropa más presentable, no olvides la que usas para ir a la universidad, tus libros, los lapiceros, por favor mantén las cosas ordenadas allá —hizo una pausa para mirarme fijamente de forma amenazante— estaré llamando para mantenerme informada.

— ¿En serio? —Me eche a reír— no inventes...

—Es en serio —me golpeo el brazo con una blusa sin dejar de reír— ponte pilas y ayúdame a ordenar.

Empezamos a seleccionar que llevar y que no, le dije mi idea de comprar algo de ropa con mi alcancía, pero no estuvo del todo de acuerdo, aún sí no se nos ocurría otra forma de solucionar ese detalle. Una sola maleta fue suficiente, la mayoría de mi ropa iba a quedarse aquí, lo que si llevaba en su totalidad eran las cosas de la universidad.

—Listo, no se queda nada ¿cierto? —preguntó mamá asegurándose que no deje nada importante de la universidad.

—La mitad de mi ropa, por lo demás está listo, o eso parece. Cualquier cosa si se me queda algo regreso— la miré con gesto inocente esperando ver su reacción.

—Por lo menos espera haber llegado a tu nueva casa para querer regresar— se echó a reír — ¡mira la hora son las 5, ya es tarde! ve a bañarte, estas toda sudada —y salió de la habitación.

Suspire, "espero valga la pena" pensé.

Media hora después estaba fresca como una lechuga, arreglada y hasta me aplique un poco de maquillaje: polvo, rubor, labial y algo de pestañina. No era muy aplicada en eso del maquillaje, en ese aspecto puedo decir que soy hombre y era algo con lo que siempre me burlaba con mis amigas. Arreglé el cuarto para no dejarlo hecho un enredo y me dirigí a la cocina, esperaba poder comer algo, pero los nervios me atacaron revolviéndome el estómago. Me fijé que Andrés ya había llegado, cuando me vio se me tiro encima.

— ¿Ya me puedo mudar a tu cuarto o debo esperar a que te vayas? —rompió en carcajadas, a lo que le respondí riéndome de la misma manera, más un golpe en el brazo.

— ¡ODIOSO! —Dejamos de reír para abrazarnos— te extrañaré mucho, procura visitarme ¿sí?

—Yo también te extrañare, y te visitare cada vez que necesite ayuda en mi tarea.

Lo empuje suavemente.

—Sí, claro. Interesado —hice un gesto de fingida indignación colocando una mano sobre mi pecho.

Mientras mamá se bañaba y cambiaba, Andrés y yo veíamos una película: Deadpool 2. En ese momento llega papá, nos saluda normal igual que siempre, solo que a mí me da un abrazo más largo y un beso en la frente.

—Te traje un regalo —me miro algo tímido.

No era muy bueno en eso de expresar sus sentimientos, pero se notaba que estaba triste por mi partida, y eso de verdad me conmovió, jamás lo había visto así.

—Gracias pá —lo volví a abrazar.

Me entregó un estuche rojo del tamaño de mi mano, cuando lo abrí se me abrieron los ojos por completo de la sorpresa. Era el collar más lindo que había visto en mi vida, con una pulsera a juego. El collar tenía un dije de un búho, y la pulsera tenía una lámina con mi nombre. Era hermoso.

—Me encanta —no pude ocultar mi emoción— gracias papi.

Le serví la cena a papá y cuando terminó se sentó con nosotros a ver la tele. Mamá ya había salido, pero estaba viendo algunas cosas en su celular, evitaba ver este tipo de películas. A mitad de esta, cuando todos estábamos reunidos en la sala a la espera de lo inevitable, tocan la puerta.

El momento había llegado.

****

Jonathan

— ¡Relájate! —Me aconsejaba Albert, mientras íbamos de camino a casa de Emily, para traerla a su nuevo hogar— no te preocupes, es solo el inicio de esto. A ver, dime, ¿Qué te tiene tan preocupado?

—Ahmm... —en realidad ni yo mismo sabia porque me sentía así, tan... ¿preocupado? No, no creo, nervioso sí— no se —suspire.

— ¿En serio? —mi miro fijamente por un momento mientras nos deteníamos en un semáforo en rojo —debe haber algo que te preocupe.

—Ojalá supiera que es, por lo menos así podría controlarme, pero es que simplemente no lo sé. ¿Me estoy volviendo loco? —voltee a mirarlo, estaba sentado en el lado del copiloto como siempre hacia— dime la verdad.

—No puedo ser sincero sin correr riesgo de ser despedido —me reí de buena gana por su ocurrencia, primero me echan a mi antes que a este hombre— pero, viendo la situación no creo que estés loco, es simple estrés. Los sabrás manejar, solo respira profundo y relájate.

El semáforo cambio a verde, estábamos a 15 minutos de su casa. No entiendo la razón de mi estado de ánimo, ya la conocía en persona y debería ser más fácil, pero hay algo que me hace trizas por dentro. Tal vez Albert tenga razón y solo es el estrés de recibir a una nueva persona en la familia. Si, tal vez solo sea eso. Mientras tanto trate de hacerle caso y relajarme, poner la mente en blanco, pero se vinieron de golpe los recuerdos del día de ayer.

Pipe entro a mi habitación media hora después de haberlo llamado.

— ¿Que paso? — "este cabrón ni saluda" pensé— ¿te echaron verdad? Te lo dije, por vago, ahora te toca prostituirte para tener dinero, aprovecha que aún eres joven —se lanzó a mi cama como si estuviese en su casa.

Aunque no hay mucha diferencia. Nos conocemos desde los 5 años, la confianza era máxima. Y, por ende, le conté absolutamente todo, también le mostré una foto de Emily y concordó conmigo sobre su sonrisa. No había que negarlo, esta chica tiene una sonrisa esplendida.

—Valla rollo te has armado, hermano —se echó a reír a carcajadas— estás viendo muchas películas —al parecer cree que es invento mío, solo lo miré fija y seriamente y se le borro la sonrisa de la cara— ¿me estás hablando en serio? —preguntó casi gritando de la sorpresa.

— ¿Por qué mentiría, pendejo? —le di un almohadazo.

— ¡Madre del señor! —Hizo un gesto de sorpresa como el de la pintura El Grito, solo me pude reír y darle otro almohadazo— esto es increíble, en serio, obviamente lo lamento y todo el cuento, pero sigue siendo increíble. ¿Cómo lo tomo ella? —señalo la foto de Emily.

—Inicialmente y por lo que me cuenta Albert no muy bien, pero creo que ya lo está manejando perfectamente... —hice una pausa dramática, viendo con satisfacción la mirada de insistente de mi mejor amigo— se viene a vivir con nosotros mañana.

— ¿Qué? —Esta vez sí grito, a lo que tuve que reprenderlo dándole 30 almohadazos— ya cálmate, lo siento, no vuelvo a gritar. Entonces eso explica el jaleo que hay fuera de tu casa, ¿qué hace tu madre exactamente?

—Está preparando una habitación para ella, ¿quieres ayudar?

—Tal vez, ¿en que ayudaría?

—No sé, eso pregúntaselo a mamá.

—Mmh... —Pipe hizo una pausa, pensativo— está bien, con una condición.

—Ya vas, ¿qué quieres? —miro fijamente la fotografía de Emily que aún estaba en sus manos, levanto el rostro mirándome directo a los ojos, "esto no me va a gustar" pensé.

—Solo háblale bien de mí —solicitó en tono pícaro.

— ¿Para qué? —no pude evitar sentirme un poco irritado, sabía que pretendía con eso, conquistarla.

Lo que de verdad me irritaba es que tal vez pueda lograrlo, es bien parecido: alto, todo músculo igual que James, cabello castaño liso y lo que más les gusta a las chicas, sus ojos color esmeralda.

—Si todo lo que me cuentas es verdad, quisiera conocerla bien. Pero no te preocupes, no haré absolutamente nada que la lastime. Me conoces bien, sabes que no soy como el idiota de Sebas, me extraña.

—De acuerdo, pero si digo que pares, se acaba todo. ¡Entendido! —advertí seriamente.

—Sí señor —hizo un saludo militar levantándose de la cama de un salto— ya párate vago o te echaran de verdad y yo ocuparé tu lugar, pero no como hermano.

Dijo esto último con semblante pícaro, y un tono que no me gustó para nada. Salimos de mi habitación a ayudar a mamá, estaba hablando con un hombre, al parecer traía algunas cosas por encargo: pintura, decorativos y un montón de cachivaches que no creo sean necesarios para una habitación.

No había mucho por hacer, ayudamos a trasladar todo a una bodega que hay en el patio de la casa, luego acomodamos varios muebles dentro de la habitación según las ordenes de mamá. Al terminar estábamos tan cansados, sudados y hambrientos que mamá nos despidió de nuestra labor. Literalmente dijo "están despedidos, vallan a bañarse".

Pipe uso el baño del cuarto de invitados, y tomo algo de mi ropa mientras la de él se lavaba. Cuando ya estábamos listos, bajamos al comedor donde ya nos esperaba la cena, eran las 6 de la tarde y yo ni siquiera había almorzado. Al sentir el olor de la comida mi estómago despertó de su sueño y empezó a quejarse, "¿bonita hora no?" pensé.

Después de cenar, revisamos por última vez que la habitación estuviese presentable, de igual forma Melanie se encargaría de darle los últimos retoques mañana temprano, y después regresamos a mi habitación que, según mamá, debe estar justo al lado de Emily para ayudarla y estar con ella en caso tal sea necesario.

Jugamos video juegos hasta las 9 de la noche, bajamos a tomar una pequeña merienda y recogimos la ropa de pipe que ya estaba lista, se cambió y ya nos estábamos despidiendo cuando me dijo.

—No sé si lo has notado, pero... —hizo una pausa dudando si decirme algo o no con semblante serio impropio de él— ten cuidado con lo que haces, miras y piensas, sobre todo si está relacionado con TU HERMANA —recalco bastante estas dos palabras— espero estar equivocado y no te diré más, todo está en ti —y así como se puso serio, cambio a burlón en un santiamén— ¡Me la saludas wey!

Me dio una última palmada en la espalda y se iba alejando hacia el carro que lo estaba esperando, su chofer August había llegado hace media hora.

—Y no olvides la condición que te di, te vigilaré. Bye, Bye —estoy seguro, o casi seguro que lo de vigilarme no tiene nada que ver con la condición, porque el tono y su expresión eran muy serias para algo tan trivial como eso.

Creo que ya encontré una de las razones por las que estoy así de nervioso, esa sugerencia de Pipe. En realidad, no sabía todavía a que se refería, pero sí que tenía una leve sospecha.

Sospecha que no había analizado para no darle más vueltas al asunto y que resultase cierta, porque de ser así ya podría ir a tirarme de un puente literalmente. Esa noche tuve un sueño, una pesadilla bastante agitada, pero al despertar tan bruscamente no recordaba de que trataba, solo sé que lo último que vi fue el rostro triste y lleno de lágrimas de Emily mirándome con asco.

Me levanté con el corazón en la garganta, me duche y cambie. No podía quitarme de la cabeza esa sensación extraña que me dejo la pesadilla. Baje a desayunar, aunque no tenía hambre, pero debía guardar las apariencias. Lo que menos quería ahora era preocupar a mamá con estupideces, como una pesadilla que ni siquiera recordaba del todo. La saludé y desayunamos en silencio.

—Espero y aspiro que cuando tu hermana llegue la recibas de la mejor manera posible, Albert y yo saldremos a las 5 y media a buscarla —me miró con dulzura, pero evidentemente nerviosa— gracias por ir a verla, tu visita fue de mucha ayuda —me sonrió, se levantó y salió del comedor.

El resto del día me la pase pensativo, lo que me había dicho Pipe me dejo perplejo: ¿que había notado en mí que yo no veía? "Todo está en ti" me había dicho, ¿pero exactamente qué? La duda y el miedo por la respuesta a mis preguntas me estaban carcomiendo desde dentro. Me despabile obligándome a dejar de pensar en estupideces, seguro es otra de sus bromas pesadas, o eso espero. De verdad que sí.

Justo a las 4:30 me asaltó una gran necesidad, una urgencia que me sorprendía. Me bañé, vestí lo más presentable que podía, hasta me emperfumé y salí a buscar a mamá esperando que aún no se halla marchado. Corrí con suerte, aún faltaban 5 minutos para que salieran, pero al parecer mamá estaba un poco enredada, uno de sus pedidos misteriosos para la habitación de Emily tenía problemas, y ella tenía que ir personalmente a no sé dónde a solucionarlo. Así que me aproveche de la situación.

—Má, no te preocupes yo puedo ir a buscar a Emily, tu ve y soluciona ese problema.

— ¿Estás seguro? —Me miro preocupada— no creo que de una buena imagen que vayas tu a buscarla y no yo que soy su madre.

—Tranquila, les explicare todo sin dañar la sorpresa que le tienes preparada —vertí todo mi encanto y responsabilidad en esa frase.

No sé por qué tan repentinamente me dio la necesidad de verla y no quería esperar que la trajeran, tenía que ir a buscarla yo mismo. Lo pensó bastante y dijo con un suspiro de resignación.

—Está bien, Albert te llevará, yo iré en el carro de tu papá —asentí tratando de ocultar mi satisfacción por salirme con la mía, ya iba a entrar en el carro cuando mamá me llama— trátala bien ¿sí?

—Ma, tranquila, todo va a estar bien, te lo prometo —le sonreí para tranquilizarla y al parecer funcionó. Me devolvió la sonrisa y salió directo al garaje.

Entre al auto donde me esperaba mi fiel amigo Albert, y partimos rumbo a su casa.

—Jonathan, despierta, ya llegamos —Albert me zarandeaba los hombres para despertarme.

Creo que mi relajación fue tan profunda que me dormí. Me frote los ojos, para quitarme la pesadez de mis parpados. Ya habíamos llegado, estábamos aparcados justo en frente de su casa. Me termine de arreglar y salimos del auto, me acerque a la puerta y justo con la mano arriba a punto de tocar dude, me tranquilice y evite que me diera un ataque de nervios. Por fin después de 20 respiraciones profundas, toque la puerta.

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