13. Alivio
Emily
A veces quisiera devolver el tiempo a aquel día en que llegó mi madre a casa e impedir que confesara todo este lío. Regresar y evitar conocer a los Montiel, especialmente Jonathan. Puede que suene cruel, pero es mejor que estar viviendo este infierno. Mi vida está hecha un caos total, un completo desastre. Mi hermano se enamoró de mí y yo de él.
Como medida de precaución he estado evitándolo, aunque eso me duela tanto a mí como a él, pero es necesario. También he pensado en irme unos días a casa de mamá, pasar una semana allá, pero sé que eso daría mucho que pensar y le haría un fuerte desplante a madre, quien está de vacaciones solo para estar con nosotros. Tampoco puedo ser tan egoísta.
Una semana después de ese inconveniente en mi habitación, mi desesperación estaba al borde de desequilibrarme más. Extrañaba hablar con él, su voz, su aroma, sus brazos alrededor de mi cuerpo, sus labios, todo de él. Así que esa noche en contra de mi poca voluntad, fui a su habitación. Me quede en la puerta sin atreverme a entrar, camine varias veces en círculo para tratar de calmarme. Lentamente fui abriendo la puerta y medio me asomé, solo para sorprenderme al verlo ahí, justo enfrente de mí, mirándome fijamente con una sonrisa burlona.
— ¿Sabes que haces mucho ruido al caminar? —preguntó divertido.
—Ah... ¿en serio? —dije sin saber cómo reaccionar.
Tomo mi mano que aún estaba en el pomo de la puerta y me jalo hacia él, me envolvió en un abrazo fuerte. Correspondí su abrazo sabiendo que estaba haciendo una estupidez, y aun así mi estrés disminuyo considerablemente. Más bien mi crisis de abstinencia estaba menguando.
—Yo sé lo que haces —dijo con voz queda— pero eso no funciona, te lo digo por experiencia.
Me libere de su abrazo.
— ¿Entonces qué hacemos? —Dije sollozando— tienes alguna sugerencia.
—Tal vez...
— ¿Cual? —pregunté con esperanza creciente.
Sin mediar palabras, tomo mi rostro en sus manos y me beso con deseo contenido. No pude resistirme, soy muy débil cuando se trata de sus labios. Correspondí de la misma manera, recorriendo su boca con mi lengua en un afán por recordar su sabor, sentirlo mío, amándolo como quisiera hacerlo libremente, pero sin oportunidad de que suceda.
No sé cuánto tiempo habíamos estado así, en una sinfonía de deliciosos besos llenos de amor prohibido y desesperación. Pero nos tuvimos que separar, pero no por falta de aíre. A lo lejos, en alguna parte de la casa, una puerta se cerró bruscamente. El terror recorría mis venas, y sé que Jonathan sentía lo mismo, estaba reflejado en sus ojos: habíamos dejado la puerta abierta.
Esa fue suficiente motivación para regresar a mi habitación, no pude dormir en toda la noche, decidí frenéticamente empacar un pequeño bolso. Pediría permiso para irme siquiera dos días a casa, con la promesa de volver. La mañana siguiente bien temprana, hable con madre quien no dio señales obvias de haber visto nada inadecuado, solo se veía un poco cansada.
—Buenos días madre —salude con un beso en la mejilla— ¿Se siente bien?
—Si cariño —contestó con una sonrisa fingida— solo es algo de cansancio acumulado del trabajo, no te preocupes.
—Quería pedirle permiso —empecé algo tímida— para ir a casa dos días, prometo regresar pasado mañana temprano.
—Claro, ni siquiera debes pedir permiso —contestó tranquilamente— eres libre de ir cuando quieras.
—Gracias —me despedí con un beso y un abrazo.
Salí sonriente buscando a Albert, quien me llevo a casa de mamá.
—Nos vemos en dos días —se despidió Albert sonriente.
—Nos vemos —correspondí su entusiasmo.
Al llegar salude a todos, menos a papá que apenas se había ido a trabajar, tendría que esperar a que regresara por la tarde. Como siempre, ayude a mamá con algo de aseo mientras nos poníamos al corriente, como siempre hacíamos. Jugamos como una familia nuevamente, vimos películas, salimos al parque a caminar, y nos hicimos bullying mutuamente. Estos dos días fueron liberadores para mí, estar con ellos me despejaba la cabeza, me traía de vuelta a mi antigua vida como una chica ordinaria, del común.
Los días pasaron volando, aun no quería regresar a mi triste realidad, pero algo que debía hacer. Me despedí de mamá prometiendo que volvería, presentía que sería más seguido de lo que pensaba. Estando en el carro con Albert, de regreso a casa, recordé una conversación que tuve con mamá.
—Cariño, recuerda que siempre puedes confiar en mi —dio mamá con dulzura— puedes contarme lo que sea, sabes que siempre te aconsejaré.
—Lo se ma —contesté sonriente— eso nunca se me olvidará.
—Entonces, ¿por qué no me dices que te tiene tan preocupada?
— ¿Que? —Dije sorprendida, se me olvidaba que esta mujer me conoce mejor de lo que me conozco yo misma— no sé de qué hablas...
—Sabes perfectamente que si...
Lo dude un poco, pero es mejor decírselo ahora y no que se entere después de un tercero. Sentadas en la cama de mi cuarto le abrí mi corazón y le conté toda mi situación con Jonathan. Al ir narrando cada uno de los sucesos, vi cómo escuchaba atentamente tan tranquila como si le estuviese explicando cómo se forma la lluvia. No entendía su reacción, pero de igual forma era probable que no me dejara ir más, que hablara con madre para resolverlo y me mirara con repugnancia de ahora en adelante. No sé, no es normal enamorarse de su hermano.
—Doy asco lo sé —dije con la mirada baja.
—Claro que no —dijo mama consolándome, alzando mi rostro para que la mirara a los ojos— solo que es más complicado de lo que pensé. Primero, deberías hablarlo con Solveig, los dos deben enfrentarlo. Tal vez así puedan pensar en algo. Sinceramente a mí no se me ocurre nada, me parece tan repentino y... extraño.
—Lo sé...
—Si quieres hablo con ella, para que puedas quedarte aquí un tiempo, sería lo ideal por ahora.
Tal vez mama tenga razón, esta misma tarde le diría todo a Madre, aunque Jonathan se oponga. Si me sorprendió la forma en la que tomo la noticia, demasiado tranquila para ser sinceros, hasta me dio miedo, tal vez ya lo sospechaba no sé. Ese hecho me dejo aún más desconcertada.
****
Jonathan
Había despertado con un fuerte dolor de cabeza, me duché y vestí para ir por una pastilla. Al pasar por la habitación de Emily, sentí el deseo de entrar así sea solo para verla de lejos, pero desistí. Al llegar al comedor, solo vi a mamá.
—Buenos días ma —saludé igual que siempre como si nada hubiese pasado— ¿te sientes bien?
—Buenos días cariño —contesto sonriendo— no te preocupes es solo un dolor de cabeza, aunque tú tampoco te ves bien.
—También tengo dolor de cabeza —hice un gesto de dolor— ¿ya tomaste algo para eso?
—Si —me tendió una pequeña pastilla— toma esa.
—Gracias ma.
—De nada cariño... por cierto, Emily se va a quedar dos días en casa de Martha —dijo con total calma.
—Ah ¿sí? —Pregunté ocultando el pánico creciente en mi pecho— ¿ya se fue?
—Sí, hace como media hora... —dijo levantándose de su asiento— ¿qué harás hoy?
—Aún no se, supongo que saldré con Pipe —me encogí de hombros.
—Bien —se acercó y dio un beso en la frente— yo saldré a hacer unas diligencias.
—Que te vaya bien ma.
Al sentir el carro alejarse de la casa, corrí inmediatamente a mi habitación. Emily se había ido al parecer por dos días, pero sabía perfectamente que probablemente no regrese. Le hablé a la primera persona que se me ocurrió podría ayudarme, Pipe.
(Yo) Viejo, urgente, ¿puedes venir a mi casa? Es cuestión de vida o muerte.
(P) deja de exagerar que me asustas cabrón.
(Y) Es Emily...
(P) Cuando sea una estupidez Jonathan Montiel, te juro que no te hablo en un mes, voy para allá.
A los 10 minutos ya estaba aquí, en mi habitación. Fue tiempo record.
—Habla, ¿qué pasó? —pregunto preocupado.
Le conté todo lo que había pasado anoche, incluyendo los besos furtivos en la cabaña. Caminaba pensativo en círculos, detestaba que hiciera eso, me da mareo solo verlo.
— ¿Quieres dejar de hacer eso? —Dije irritado— sabes que no me gusta y ya tengo dolor de cabeza.
—Bien... —dio sentándose en la cama— sinceramente tu caso es horrible amigo, me pones sad. No sé qué decirte. Por un lado, la respuesta es más que lógica, debes dejar de quererla por ser tu hermana, una prima tal vez porque es más común, pero hermana jamás. Y por otro lado lo veo difícil, jamás te había visto así de mal, y eso ya es preocupante.
—No tengo salvación —dije resignado— me voy directo al infierno.
—Ni lo dudes... —dijo en tono burlón.
A pesar de lo dura de la situación, nos permitimos reír un rato, lo necesitaba con urgencia.
—Míralo desde este punto de vista —dijo Pipe— si ella está lejos obviamente al principio te va a doler, pero con el tiempo quizás se te vaya pasando el encanto, ¿si me entiendes? La distancia muchas veces hace eso, ojalá tu caso sea así.
—Ya lo había pensado —conteste— pero lo pienso por mamá, ella no merece esto, seriamos demasiado egoístas.
—Que dilema... —suspiró— bueno, mientras solo te queda jugar un partido de baloncesto, ¿vas?
—Dale...
Nos fuimos a las canchas de baloncesto del parque, siempre había chicos jugando y casi siempre nos uníamos a ellos, así hemos hecho varias amistades. En ese momento estaba los chicos de siempre, Esteban y Pablo. Jugamos hasta no poder más, perdiendo por 10 puntos, pero eso no importaba, solo quería distraerme.
Regresé a casa todo sudoroso, me reposé y duché antes de cenar. Noté que mamá aun no regresaba de sus diligencias. Al bajar al comedor, mama ya estaba sentada en su puesto habitual.
—Hola ma —salude— ¿cómo te fue?
—Conseguí lo que buscaba —dijo en tono melancólico— ¿qué has hecho en el día?
—Salí con Pipe a jugar Baloncesto —dije animadamente— llegue hace poco.
—Que bien, hace rato no lo hacían —mostró una sonrisa fingida.
—Sí, este año poco salimos —respondí en voz medio baja al recordar el porqué, James.
—procura dormir temprano, tal vez ese sea el motivo de nuestros dolores de cabeza —sugirió mamá.
—Claro, tienes razón.
Al terminar la cena, agradecí por la comida, llevé mi plato a la cocina y por primera vez en la vida lo lavé. Me quedo bien para ser la primera vez que lavo loza. Me encerré en mi habitación a escuchar música, y sin darme cuenta quedé profundo.
La voz insistente de una mujer llamándome me saco de un dulce y hermoso sueño, era mamá tratando de despertarme. Eran casi las 11 de la mañana, y yo aún dormía. Me levanté a regañadientes evitando un regaño a esta hora de la "madrugada", "como descarado yo ¿no?" pensé.
Traté desde el fondo de mi corazón no pensar en Emily, incluso usé toda mi fuerza de voluntad en ello. Me distraje con cualquier pendejada que se me viniera a la cabeza, fui a nadar, ordené mi habitación, reacomode muebles, escuche música, jugué Dofus, hasta escribí un poema... Más bien intento de poema.
Corazón asustado
Aliado en el saber
Ostentoso en la práctica del
Terror y el desamor.
Imagina con anhelo la
Cura y el perdón
O espera el venir por fin del verdadero amor.
Si, use la palabra CAOTICO como acróstico para mi poema, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Por la noche, durante la cena, pensaba leer algo ligero para terminar el día, estaba tan distraído que no me di cuenta que mamá me hablaba.
—... viene mañana... —hizo una pausa— ¿me estas prestando atención?
— ¿Que? ¿Quien? —Mire para todos lados— ¿estás hablando conmigo?
—No, con el niño que está detrás de ti —dijo un poco irritada— obvio que contigo.
—Lo siento ma —me excusé— estaba medio distraído.
—No me digas —dijo sarcásticamente— te decía que ya mañana viene Emily. Estaba pensando que podríamos hacer un pequeño viaje los tres.
—Genial, ¿a dónde? —fingí emoción, en realidad me parecía mal estar a solas con mama y Emily.
—Aún no sé, esperemos a mañana a ver que sugerencia nos da ella —dijo sonriente— a menos que tengas una idea.
Me hice el pensativo.
—No, aún no —negué enérgicamente.
Me refugie nuevamente en mi habitación. "Esto es malo, si vamos los tres en algún momento estaré solo con Emily... Por dios, estoy tratando de no pensar en ella, ¿Por qué no colaboran con la causa?" pensé. Tranquilicé mi mente leyendo, retomé la lectura que había dejado inconclusa al entrar a clases. Después de un rato de lectura vi la hora, era más de media noche. "Waw, esto sí que funciona" pensé.
Me puse el pijama y me acosté a dormir. Sin poder evitarlo, el hermoso recuerdo de una chica trigueña de cabello rizado y ojos cafés oscuros invadió mis sueños. Al día siguiente estaba de buen humor inexplicablemente.
—Buenos días ma —salude felizmente— ¿dormiste bien?
—No —dijo preocupada— en realidad necesito hablar contigo de algo muy serio.
Todos mis sistemas de alertas mentales se activaron en simultáneo, mi mama jamás en la vida me ha hablado de esa manera y menos con esas palabras. Recordé de soslayo el suceso de hace dos noches, antes de que Emily se fuese a casa de los Mendoza. Emily y yo besándonos en mi habitación con la puerta abierta, y otra cerrándose de un portazo en alguna parte de la casa.
****
Solveig Montiel
—Ven conmigo al estudio... —dije levantándome de mi asiento para que me siguiera.
Al tomar asiento, respiré profundo y empecé.
—Yo... he cometido grandes errores en mi vida, muchas veces he pensado que casarme con tu padre fue uno de ellos, sobre todo al recordar lo que hizo con James y Emily —hice una pausa.
—Eso no es tu culpa ma —trató de consolarme Jonathan— no debes pensar de esa manera.
—Te lo agradezco cariño —dije sollozando, su comprensión me hacía sentir más culpable— pero igual he mentido, sobre todo a ti.
— ¿De qué hablas? —preguntó confundido.
—Escucha atentamente sin interrumpirme por favor —asintió lentamente con la cabeza— cuando me casé con tu padre, él quería tener hijos, niños en realidad, siempre lo quiso así. Intentamos por 5 largos años, probamos de todo, fuimos al médico, estuvimos en terapia de pareja, tratamientos de toda clase, pero nada funcionaba. No podía quedar embarazada, al parecer había un problema en mis ovarios —hice una pausa, pero no dijo nada, estaba estupefacto.
"—Realmente deseábamos tener hijos, sobre todo yo. Estaba tan entusiasmada de ser madre, tan desesperada, que el sugirió adoptar. Fue lo único que pudimos hacer. Un mes después traíamos a casa a un pequeño bebe de 5 meses, un hermoso niño de cabello castaño. Ese día te adoptamos oficialmente, y te bautizamos como Jonathan Montiel. En el orfanato nos dijeron que tu madre biológica había fallecido en el parto, y nadie fue a verla nunca. Lamentamos lo que sucedió con ella, pero estábamos felices de tenerte con nosotros. Eras tan pequeñito, tan delicado, eras mi bebe."
Sin darme cuenta lloraba a cantaros, las palabras salían a borbotones de mi boca sin poder detenerlas. Jonathan solo me miraba boquiabiertos, con los ojos llorosos sin poder creer lo que escuchaba.
"—Tu padre y yo estábamos dichosos, fueron los meses más alegres de mi vida. Había pedido la licencia de maternidad solo para estar contigo las 24 horas, habíamos planeado tu ruta escolar, reuniones con nuestros conocidos para que hicieras amigos de tu edad, fiestas de cumpleaños, todo. Y un día, 7 meses después, caí desmayada durante tu fiesta de primer añito. Al despertar estábamos en la sala de urgencias del hospital, y allí nos dieron la noticia que siempre habíamos esperado: Estaba embarazada. Acordamos que, aunque tuviésemos un hijo propio jamás dejaríamos de quererte, porque eres y siempre serás nuestro hijo."
Me detuve, ya sin más que decir, esperando a que Jonathan reaccionara de la peor manera posible.
—Yo... yo... —hablaba entrecortadamente— ¿soy adoptado?
—Si cariño —respondí dulcemente— fuiste adoptado.
— ¿Por qué nunca me lo dijeron? —pregunto molesto.
—Porque queríamos evitarte ese sufrimiento de saber que no lo naciste de mi —respondí dolida— que tus verdaderos padres no están vivos.
—No importa —insistió frustrado— debieron decírmelo.
—Lo siento mucho cariño, me deje llevar por tu padre.
Estaba muy molesto, pero de un momento a otro su semblante cambio a sorpresa.
— ¿Por qué decidiste decirme ahora? —pregunto extrañado.
—Porque... —respiré profundo, llegó el momento de la verdad— los vi. A ti y a Emily, en tu habitación, besándose.
— ¿Que? —Pregunto atónito— yo... te lo puedo explicar...
—No necesitas explicar algo que ya se —le interrumpí— desde que ella vino a vivir aquí lo noté, pero me hice la ciega. Me dije a mi misma que todo era una ilusión, que me estaba imaginando cosas, hasta que los vi besarse. Sé que la amas, y ella a ti, por eso decidí que ya era hora de decirte la verdad. No quería verte sufrir más, es la primera vez que veo que te interesa una chica.
— ¿Te estas emocionando por eso? —preguntó en tono burlón.
—Solo un poco —respondí entre risas— si te soy sincera, hubo un tiempo en que creí que eras gay, pero James me convenció de lo contrario.
— ¡Mamá! —Refunfuño— claro que no soy gay.
—Lo siento —reía a carcajadas— no pude evitarlo. Nunca traías chicas, nunca vi evidencias de que salieras con una.
De sorprendido, paso a emocionado. En realidad, estos cambios repentinos de humor por parte de los dos eran extraños, pero liberadores. Al contarle todo sentí que liberaba el enorme peso que cargaba en mi espalda, desde ese día que descubrí la verdad de sus sentimientos.
—Gracias por contármelo, ma —me dio un beso en la mejilla.
— ¿No estas molesto? —pregunte con suma esperanza.
—Claro que no —respondió abrazándome— aunque no llevemos el mismo ADN, siempre serás mi madre, y siempre te amare como tal, no te preocupes por ello.
—Te amo mi amor —dije entre sollozos.
Estuvimos abrazados por un rato, hasta que se liberó de mis brazos y me miró fijamente.
—Suegrita —dijo en tono burlón— ¿será que me da permiso de ser novio de su hija?
Le di un golpe en el brazo, uno suave claro.
—Descarado —le regañe mientras se sobaba el brazo herido— solo procura que nadie más lo sepa, recuerda que para el resto del mundo ustedes son hermanos de sangre.
—Si señora —se despidió con un saludo militar y un beso en la mejilla.
Estaba feliz, más de lo que alguna vez haya estado y eso me hacía sentir mejor.
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