Capítulo 5: El Reto del Liderazgo.
Por fin nos detenemos.
Una extensa carretera se deja ver, tanto en lo que hemos recorrido como en lo que nos queda por recorrer, y a nuestros alrededores: monte por doquier.
Ubicados en este punto, no vemos monstruosidades andantes por ningún lado, por lo que decidimos descansar un poco.
Bajo a la niña de mis hombros y caigo al suelo casi de inmediato. Todos se sientan también.
-Ni un poquito de agua pudimos meter- se queja Randy.
-¡No seas tú tan marico!- le digo. -Con tanta vaina en la cabeza ¿qué íbamos a estar pendientes de meter un coño de la madre?
-¡Ya, pues!- dice Miguel, un tanto fastidiado. -¿Siquiera se preocuparon por saber cómo se llama la niña?
-Me llamo Oriana- responde ella.
Miguel sonríe de lado. (Debo admitir que cuando sonríe así se ve mucho más atractivo. Una sonrisa que revela seguridad y confianza, pero además, humildad).
-Yo soy Miguel- se presenta él.
-Yo me llamo Randy- dice, presentándose también.
-Yo soy Gustavo- digo finalmente.
-Gracias por ayudarme- nos dice ella, Miguel repite la sonrisa, Randy también sonríe.
-Bueno, al menos ahora somos tres guevones y una chamita- dice Randy.
-Gracias por lo de guevón pero…- la cara de Migue reflejaba sorpresa, pero ¿por qué?
Al girarnos y seguir su mirada, pudimos apreciar la gran 4x4 que se acercaba a nosotros a toda velocidad.
-¡Sácale la mano, gran mamaguevo!- me gritó Randy, empujándome.
Todos nos ponemos de pie y comenzamos a hacerle señas.
El carro frena de manera tan repentina que comienza a derrapar, dejando marcas a lo largo de la carretera, y deteniéndose a unos pocos milímetros delante de nosotros.
-¡Súbanse, rápido!- dice el muchacho que va en la parte trasera de la camioneta.
Yo subo a Oriana y luego subo yo. Randy y Miguel suben justo detrás.
-¡Dale guaya!- grita Randy cuando todos hemos subido, y el carro arranca a todo dar.
-¿Para dónde van?- nos pregunta el chamo, mirándonos y detallándonos con la mirada.
-No tenemos un rumbo fijo- explico. -De hecho, nos habíamos acomodado en una urbanización pero una Onda de Esos nos invadió y…
-¿Les llaman “Onda” y “Eso”?
-Pues… así es como les llamamos porque, esas cosas comienzan de uno en uno y van recolectando a más ¿sabes? Comienzan con dos y terminan con un montón que caminan y caminan y mientras más avanzan más grande es el grupo. Justo como una onda expansiva… Y “Eso” porque no tienen nombre. “Zombies” los denominaron desde hace tiempo, pero… ¿En verdad ese es su nombre? ¿Lo que estamos viendo son Zombies o solo son muertos que caminan? ¿El termino “Zombie” es el apropiado? Pues, no lo sé. Para mí son nada más un montón de… Eso, sea lo que sea que son.
Él, Oriana y los muchachos me miran con detenimiento, como digiriendo todo lo que acabo de decir.
-Wow, me gusta tu hipótesis- dice él al fin.
En la parte de adentro del carro van 2 tipos más.
Me hace sentir seguro porque veo que somos un grupo de puros hombres y solo una niña.
-No sé para dónde van ustedes- vuelvo a hablarle al chamo. -Pero ¿les importaría llevarnos? Juro que no vamos a ser una carga o un estorbo.
-¿Tú lideras este grupo de cuatro?- me pregunta.
Yo me quedo sin una respuesta; mi única acción es mirar a los chicos.
-A mí me salvó hace poco- dice Oriana.
-A mí me brindó ayuda en medio del desastre, cuando nadie más lo hizo. Me protegió, y se ganó mi respeto, así que…- explica Miguel.
-Yo ni siquiera soy bueno tomando decisiones- dice Randy.
-Entonces voy a suponer que tú eres el jefe de grupo- me dice. Luego le grita al tipo que maneja: -¡Carlos, ya tenemos a nuestro líder!
-¿Qué dices?- pregunto, confundido.
-Necesitamos a alguien que nos lidere, porque ninguno de nosotros quiere hacerlo, y el que cada uno tome su propia decisión nos ha hecho mucho mal en los últimos dos días.
-¿Estás seguro de poner como su jefe a un completo desconocido?- pregunto.
-Bueno, no nos has matado en los poquitos minutos que llevas aquí. Y no creo que nos vayas a traicionar luego de haberles tendido la mano.
-¡Eres burda de confiado!- dice Miguel, con una ceja arqueada.
El carro frena de golpe y todos nos vamos al frente por impulso.
-¿Qué mierda? ¡Carlos!- grita el muchacho. -¿Qué coño te pasa? Tengo rato diciéndote que aquí está nuestro líder.
El fulano Carlos le pasa una pistola al tipo y le susurra:
-Pues dale esa pistola a nuestro líder y que él y los suyos nos ayuden a salir de este problema.
Cuando nos ponemos de pie podemos ver a qué se refiere.
Frente a nosotros hay cinco hombres encapuchados y armados (todos con pistola solamente) trancando el camino.
-La ventaja es que somos siete y ellos cinco. La desventaja es que nada mas tenemos cuatro pistolas- dice él.
Los hombres nos apuntaban. Yo tengo la pistola en la mano, pero nunca antes he usado una. Bueno, sí se quitarle el seguro y eso por algunos vídeos que, por curiosidad, llegué a ver, sin embargo no sé que tan bueno soy en puntería. Creo que es momento de saberlo. Nunca he matado a un vivo, más por lo visto, se aproxima mi primera vez…
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