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29 | la verdad

XXIX. THE TRUTH

A pesar de que pintaba una tarde tranquila, nada estaba más lejos de la realidad. Por la enfermería, las cosas estaban calmadas, así que la señora Pomfrey le dijo a Maddy que podía irse por aquel día y que la llamaría si la necesitaba. Ella aceptó, estaba cansada y nada le apetecía más que ir al despacho de Remus y ver cómo se encontraba, porque era noche de luna llena, antes de robarle la cama para echar una cabezadita.

Pero, cuando ya había cumplido lo primero y estaba a nada de quedarse dormida, la voz de su hermano le hizo volver a la Tierra.

—Te dije que Allison y Harry irían a ver a Hagrid antes de que ejecutasen a Buckbeak.

Ella le observó con los ojos entrecerrados por el cansancio. Remus estaba sentado en su escritorio con el Mapa del Merodeador sobre un montón de libros y una expresión preocupada. Maddy, en cuanto Remus le había contado que Harry y Allison tenían el mapa desde hacía meses, se puso contenta antes de recordar que deberían haberles avisado para usarlo como era debido.

—Tendríamos que ir a ver si vuelven a salvo —dijo Maddy, levantándose mientras se frotaba los ojos, por lo que no pudo ver la mueca de disgusto que puso Remus.

—Eliza está con ellos y Ron y Hermione. Y... esto... tiene que estar mal...

Maddy se quedó parada unos segundos antes de avanzar de forma apresurada y en silencio hasta el escritorio. Se inclinó para mirar el mapa y, efectivamente, «Eliza Lupin-Black» estaba escrito al lado de otras cinco etiquetas... ¿Cinco?

Observó con detenimiento las demás y sintió cómo se le cortó la respiración al leer «Peter Pettigrew» justo encima de «Ronald Weasley». ¿Era posible que hubiera un alumno con ese mismo nombre en el castillo?

—Es imposible —aseguró Maddy, negando con la cabeza—. Peter está... muerto.

La etiqueta de Peter se movía con rapidez hacia el Sauce Boxeador, pronto seguida de la de Ron y, cómo no, todos los demás fueron detrás a cierta distancia.

Maddy no entendía nada. Debía haber un error en el mapa, porque no era posible que Peter estuviera vivo y andando como si nada por los terrenos del castillo. Era simplemente una idea de locos.

Pero entonces ocurrió, el nombre «Sirius Black» apareció de pronto junto a ellos, y Maddy se llevó una mano a la boca para ahogar un grito.

—¿Qué está pasando? Remus, Sirius está con los niños... Tenemos que... tenemos que correr a ayudarles. Peter... No puede estar vivo.

Sirius estaba arrastrando a Ron y Peter hacia el interior del Sauce Boxeador.

—La rata —dijo de pronto Remus.

—¿Qué rata?

—Ronald tiene una rata.

Los dos intercambiaron una mirada, sabiendo a la perfección lo que estaba pensando el otro. ¿Tendría razón Remus con lo que quería decir?

No se pararon mucho más a pensarlo, y se dieron prisa en salir del despacho rumbo a la Casa de los Gritos. Porque, si era cierto que Sirius les estaba llevando hacia el Sauce Boxeador, no podía ir a otro sitio que no fuera aquella casa.

Los pensamientos cruzaban la mente de Maddy mientras corría por los pasillos, estaba tan confundida que se sentía agobiada. Tal vez habían estado equivocados todo este tiempo. Apenas se dio cuenta de que habían salido al exterior del castillo cuando sintió el aire frío golpearle, e intentó concentrarse en ir a comprobar que todos estuvieran bien y a salvo antes de hacer conjeturas. Resolverían sus dudas cuando pudiera respirar en paz.

En cuanto el Sauce Boxeador estuvo relativamente cerca, Maddy no dudó más de dos segundos en transformarse en su forma animaga para poder apretar el nudo del tronco con más facilidad y que Remus pudiese pasar. Así que, en un momento Maddy había dejado de correr para empezar a volar por entre las ramas con sus alas y apretar el nudo con su pico, cesando de inmediato los golpes. Siempre había pensado que su forma animaga resultaba muy útil, y en situaciones como aquella agradecía mucho poder convertirse en una lechuza.

Cruzó volando el pasadizo, por delante de Remus, pues iba mucho más rápido que él. Se acordaba bien del camino, lo había recorrido decenas de veces durante sus años en Hogwarts, y era algo de lo que no podría olvidarse nunca. Tampoco podía olvidarse de que, al final del túnel, se reunía con Remus, Sirius, James y Peter en las lunas llenas. Ahora estaba a punto de ocurrir algo parecido, aunque en el lugar de James estaban sus dos hijos. Avanzó recto, hacia arriba, en zigzageos, hasta que llegó a la casa.

Algo que siempre le servía de infinita ayuda era su oído de lechuza, con el que podía averiguar de dónde provenían los sonidos con facilidad, por lo que no vaciló en subir al piso de arriba y entrar por la puerta abierta. Observó la escena desde el aire, notando cómo todos la miraban preguntándose qué hacía una lechuza de color pardo ahí.

Sirius tenía la espalda apoyada contra la pared, y tenía encima al gato de Hermione, el cual Maddy no tenía ni idea de cómo había llegado hasta ahí ni por qué. Casi se le cayó el alma a los pies al ver a Sirius, estaba tan desaliñado, pálido y huesudo que le costó trabajo reconocer al hombre con el que se había casado hacía quince años.

Pero era él. Sus ojos grises, que antes siempre brillaban con alegría y esperanza, se veían más apagados que nunca, y uno de ellos estaba hinchando, dándole una sensación de déjà vu a Maddy que no debería estar sintiendo en esos momentos. Sin embargo, la mirada de Sirius era inconfundible, y estaba claro que sabía que se trataba de ella.

Harry apuntaba a Sirius con la varita en una temblorosa mano, mientras detrás de él Allison tenía a Eliza sujeta del brazo. Hermione estaba a un lado de los tres, y Ron reposaba en una cama, agarrándose una pierna que no tenía muy buena pinta.

Volvió al suelo después de unos instantes que se le hicieron eternos, retomando su forma humana y sin apartar de Sirius la mirada, con la varita en alto. Sabía que tenía que preguntar, debía averiguar qué estaba pasando.

—¡Mamá! —gritó Eliza, muy sorprendida.

Ella se giró y vio cómo los cinco chicos la observaban con asombro y agradecimiento.

—¿Estáis todos bien? —preguntó con la voz agitada por el vuelo y las prisas.

—¡No! —chilló Allidon—. ¡Sirius quiere matar a Harry! ¡Y Ron tiene una pierna rota!

Maddy negó con la cabeza, prometiéndose que curaría la pierna del chico en cuanto se aclarase todo un poco.

Expelillarmus —conjuró la mujer, y la varita con la que Harry apuntaba a Sirius salió disparada hacia su mano, al igual que las dos que sujetaba Hermione y las de Allison y Eliza—. ¿Dónde está? —quiso saber, mirando a Sirius con inquietud—. ¿Está aquí de verdad?

Lentamente, como si le costase un gran esfuerzo mental, Sirius asintió con la cabeza y apuntó con su dedo índice a Ron. Era cierto. Remus tenía razón.

—¿Ha estado vivo... todos estos años? —dijo de forma entrecortada Maddy—. No lo entiendo, ¿por qué se ha ocultado? A no ser... No me contaste... —Maddy avanzó unos indecisos pasos hacia Sirius—. Tú no lo eras. Fue él.

Sirius volvió a asentir, tan despacio como antes, y Maddy sintió como si las piezas de un puzle al fin encajaran. Bajó la varita y terminó de andar todo lo que quedaba hasta él, le tendió la mano para que se levantase y le rodeó con sus brazos por primera vez en más de doce años. Habría llorado si no tuviera todavía tantas dudas que responder, porque notar la fuerza con la que Sirius le abrazaba, le hacía sentirse débil por un momento.

—¿QUÉ DEMONIOS?

El grito de Harry la sacó de su burbuja, y se separó de su marido justo cuando Remus entró por la puerta. Maddy hizo un asentimiento de cabeza en su dirección y señaló a Ron. Remus se acercó con indecisión y, mientras balbuceaba algo parecido a lo que había dicho Maddy, ella se volvió hacia Ron. No soportaba ver al pobre chico tendido sobre la cama con una pierna rota.

—Quédate muy quieto —le avisó, apuntando a su pierna con la varita.

—¡NO! —gritó temeroso Ron—. ¡Tú... tú estás con él! ¡El profesor Lupin también! —señaló él, apuntándole con el dedo mientras Remus abrazaba a Sirius igual que su hermana había hecho antes.

—Ron, escúchame, voy a curarte la pierna. Pero tienes que quedarte muy quieto para que el hechizo funcione bien.

—¿Qué está pasando? —exigió saber Harry.

Maddy lo ignoró y volvió a apuntar a la pierna del pelirrojo con la varita, a pesar de que él no dejaba de observarla con miedo.

Fractus fulciretur —dijo con claridad Maddy, y Ron profirió un quejido antes de suspirar y volver a agarrarse la pierna. Solo que, esta vez, volvía a estar en una posición normal. Se puso en pie y comprobó que ya no estaba rota.

—¿Alguien puede explicar qué está pasando? —pidió muy confundida Allison.

—¿Por qué le ayudáis? —quiso saber Eliza, que miraba a los tres adultos con aprensión—. Lleváis toda la vida diciendo que él no es bueno.

—Eso es lo que pensábamos —intervino Remus—, hasta esta noche.

—Mirad —dijo Maddy, y empezó a separar las varitas y lanzarle la suya a cada uno de los cinco—, ya tenéis vuestra varita. No tenéis que preocuparos por Sirius ni por nosotros.

—Pero... —dijo Hermione, señalando alternativamente a los tres—. Tú... Ella.. Él, ¡él es un hombre lobo! —acusó, apuntando esta vez hacia Remus.

El único que reaccionó fue Ron, pues los demás ya lo sabían. Aun así, no se atrevió a comentar nada al respecto.

—Eso ya lo sabíamos —le aseguró Allison, aunque de la calma en su voz no quedaba un ápice—. No es ese el problema.

—¿Cuánto hace que lo sabes? —cuestionó Remus, mirando a Hermione.

—Siglos. Desde que hice el trabajo para Snape.

—Estará encantado —dijo Remus con poco entusiasmo—. Os puso ese trabajo para que alguno de vosotros se percatara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?

—Las dos cosas —respondió en voz baja.

—Ese no es el punto —repitió Allison—. ¿Cómo sabíais que estábamos aquí con él? —se quedó en silencio con la boca y los ojos abiertos, como si acabara de entenderlo—. El Mapa del Merodeador.

Remus y Maddy asintieron.

—Pensábamos que iríais a ver a Hagrid con la capa de invisibilidad, pero no sabíamos que llevaríais a mi hija con vosotros.

En ese momento, fue como si le tirasen un balde de agua fría por encima a Maddy. Sirius. Él no sabía que era su hija. Abrió mucho los ojos y se giró hacia el hombre, que no había soltado palabra todavía.

—¿Ella es mi hija? —preguntó con una voz ronca, como si llevase mucho tiempo sin hablar.

Maddy tragó saliva y apoyó una mano sobre el hombro de Eliza, que miraba con una mezcla de miedo y curiosidad a su padre.

—Sí, Sirius. Es tu hija, Eliza.

Sirius se quedó estático en su lugar, observando a la pequeña pelinegra con duda y a la vez con comprensión en los ojos, porque ahora todo tenía sentido. Cuando él había intentado ver a sus ahijados en casa el pasado verano, había visto a la niña con Allison, pero al principio había supuesto que era su amiga. Pero después, en el castillo, supo que no. En cuanto la vio en la Casa de los Gritos, fue inevitable no darse cuenta que sus ojos eran iguales a los suyos, y su larga melena negra era inconfundible. Esa niña se parecía demasiado a él.

Ella se encogió un poco sobre sí misma, todavía desconfiada, y agarrándose a su madre con fuerza mientras movía con inquietud los ojos, escrutando el rostro de su padre.

—Debería habértelo contado antes —se lamentó Maddy, correspondiendo al agarre de su hija.

—No, está bien. Ahora lo sé.

—Entonces, ahora deberíamos explicárselo a los cinco, para que lo entiendan.

Sirius asintió, y fue Remus quien les relató a los chicos cómo Maddy y él habían estado en su despacho, mirando el mapa. Cuando les contó que había visto a Sirius arrastrando a dos de ellos, Ron interrumpió:

—A uno de nosotros.

—No, Ron. A dos.

—¿Nos dejas echarle un vistazo a la rata? —preguntó con amabilidad Maddy.

—¿Qué? —preguntó Ron—. ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?

—Todo —respondió Remus—. ¿Podríamos echarle un vistazo, por favor?

Ron dudó, pero acabó metiendo la mano en la túnica y sacando a la rata, que se retorcía como loca, por lo que tuvo que sujetarla con fuerza para que no escapara. Maddy se soltó un poco de su hija para poder acercarse más. No había dudas, después de años viendo a Peter transformarse, tenía claro que era él. Estaba vivo.

—¿Qué? —volvió a preguntar Ron, con cara de asustado y manteniendo a la rata junto a él—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?

—No es una rata —graznó de repente Sirius.

—¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Maddy en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.

—Estáis locos, en serio —declaró Ron.

—¡Absurdo! —exclamó Hermione con voz débil.

–¡Peter Pettigrew está muerto! ¡Vosotros mismos nos lo contasteis! ¡Él le mató! —gritó Allison, señalando a Sirius.

—Tal fue mi intención, pero el pequeño Peter me venció. ¡Esta vez me vengaré!

Y dejó en el suelo al gato antes de abalanzarse sobre la rata. Ron gritó, asustado.

—¡Sirius, quieto! —ordenó Maddy, con la voz alta y firme. Se acercó corriendo a ellos y los separó—. Tienen que comprenderlo —le avisó, mirándole con intensidad a los ojos—. Si lo haces ahora, no tendremos pruebas, y tu hija no podrá fiarse de ti. Tampoco Harry y Allison. ¡Tenemos que explicárselo!

Él volvió a dirigirle una fugaz mirada a la niña, que parecía estar a punto de llorar. Por su culpa. Se separó de Ron y la rata, pero se quedó observando de cerca a Peter.

—De acuerdo —accedió Sirius—. Explicadles lo que quieras, pero daos prisa. Quiero cometer el asesinato por el que fui encarcelado...

—Estáis locos de remate —dijo Ron con voz trémula.

Maddy apuntó hacia la rata con su varita.

—Sujeta a Peter mientras escuchas, por favor, Ron.

—¡NO ES PETER, ES SCABBERS! —gritó el pelirrojo.

Allison se colocó al lado de Ron, susurrando:

—No lo sueltes.

—Hubo testigos que vieron morir a Pettigrew —dijo Remus-. Toda una calle llena de testigos.

—¡No vieron, creyeron ver! —respondió Sirius con furia.

No sacaba los ojos de encima de la rata.

—Todo el mundo creyó que tú mataste a Peter —confirmó Maddy, hablando en voz alta para comprender ella misma la historia—. Nosotros lo creíamos, y ahora...

—El Mapa del Merodeador nunca miente —añadió Remus con seguridad—. Peter está vivo. Ron lo tiene entre las manos, chicos.

Scabbers no puede ser Pettigrew... —declaró Hermione—. Sencillamente es imposible, ustedes lo saben.

—¿Por qué no puede serlo? —preguntó Remus.

—Porque si Peter Pettigrew hubiera sido un animago, la gente lo habría sabido. Estudiamos a los animagos con la profesora McGonagall. Y yo los estudié en la enciclopedia cuando preparaba el trabajo. El Ministerio vigila a los magos que pueden convertirse en animales. Hay un registro que indica en qué animal se convierten y las señales que tienen. Yo busqué «Profesora McGonagall» en el registro, y vi que en este siglo solo ha habido siete animagos. El nombre de Peter Pettigrew no figuraba en la lista.

—Y el mío tampoco, Hermione —agregó Maddy—. Y aun así hace escasos minutos me has visto transformada en una lechuza. El Ministerio no tiene en cuenta que existen más animagos no registrados.

Pasaron a contarles la historia, toda ella. Remus habló sobre su licantropía, contando algunos detalles que ni siquiera había revelado antes a Harry, Allison o Eliza. Hablaron sobre el Sauce Boxeador y las noches de luna llena en la Casa de los Gritos, dando lugar entonces a los rumores sobre que estaba encantada.

Les contaron sobre cómo Maddison, Sirius, James y Peter se habían convertido en animago, en un proceso que les llevó años. Relataron cómo habían pasado a llamarse los Merodeadores y que, aunque Maddy no fuera parte de todas las bromas que gastaran, tenía un hueco entre ellos. Así habían pasado a ser Lunático, Colagusano, Canuto, Cornamenta, y Howly.

—¿Por eso tu nombre tiene mención aparte en el mapa? —preguntó Allison a Maddy.

—Yo solo ayudé en algunas cosas para crearlo, ellos fueron los principales. Pasábamos las lunas llenas juntos, pero yo no estaba con ellos todo el tiempo. Ya sabéis que Lily era mi mejor amiga, y digamos que durante años no se llevaron tan bien como al final.

Una cosa llevaba a otra, y de estar hablando sobre remordimientos y sentimientos de culpa, pasaron a hablar de Snape. A Sirius no le agradaba nada, eso estaba claro. Les explicaron la pesada broma que Sirius le gastó, y cómo James acudió a salvarle.

—Entonces, por eso te odia Snape —le dijo Harry a Remus-. ¿Pensó que estabas metido en la broma?

—Exactamente —admitió una voz fría y burlona.

Snape salió de debajo de la capa de invisibilidad y apuntó a Remus con la varita. Todos se sobresaltaron con su repentina aparición, pero Maddy no tardó en apuntarle con la suya.

—He encontrado esto al pie del Sauce Boxeador —dijo Snape, arrojando la capa a un lado—. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.

Snape parecía muy feliz.

—Tal vez os preguntéis cómo he sabido que estabais aquí. Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba.

—¿No te has tomado la poción? —preguntó su hermana en un susurro, con preocupación.

—Silencio. Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo. Y cuando tú llegaste —Señaló a Maddy— supe que echarías una mano a tu marido. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvierais el valor de utilizar este lugar como escondrijo.

—Te equivocas, Severus —contradijo Remus, hablando deprisa—. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry.

—Tres más para Azkaban esta noche —siseó Snape—. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado...

—No seas idiota. No puedes seguir guardándonos tanto rencor como para enviarnos a Azkaban siendo inocentes. Sirius no ha matado a nadie.

Las palabras salieron solas de la boca de Maddy, pero ya era tarde. Snape conjuró unas cuerdas que se ciñeron alrededor de su cuerpo y su boca, provocando que cayera al suelo. Cuando Remus dio un paso al frente, corrió la misma suerte que su hermana, cayendo a su lado.

Sirius trató de lanzarse contra él, pero Snape apuntó directamente a sus ojos.

—Dame un motivo. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré.

Allison miró preocupada a su hermano, y Harry compartió la misma mirada. Ella dio un paso al frente.

—Entiendo que tenga razones para odiarles, profesor Snape. Pero no perdería nada por escucharles por unos minutos.

—Señorita Potter; me temo que vas a ser expulsada del colegio. Tú, tu hermano, Weasley, Granger y Lupin pequeña os encontráis en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. Y ahora te ruego que, por una vez en tu vida, no me cuestiones.

—Comprenda que... Todo esto podría ser una confusión o...

—¡CALLATE, IMBÉCIL! —gritó de repente Snape, descompuesto—. ¡ERES IGUAL DE ARROGANTE QUE TU DICHOSO PADRE! —Salieron algunas chispas de la punta de su varita. Sirius gruñó ante cómo había hablado de James. Allison tragó saliva—. La venganza es muy dulce —le dijo a Black en voz baja—. ¡Habría dado un brazo por ser yo quien te capturara!

—Eres tú quien no comprende, Severus —gruñó Black—. Mientras este muchacho meta su rata en el castillo —Señaló a Ron con la cabeza—, entraré en él sigilosamente.

—¿En el castillo? —preguntó Snape en un tono meloso—. No creo que tengamos que ir tan lejos. Lo único que tengo que hacer es llamar a los dementores en cuanto salgamos del sauce. Estarán encantados de verte, Black... Tanto que te darán un besito, me atrevería a decir...

—Tienes que escucharme —pidió Sirius, con temor—. La rata, mira la rata...

Snape daba más miedo que nunca, parecía que estaba perdiendo la cordura.

—Vamos todos —ordenó. Chasqueó los dedos y las puntas de las cuerdas con que había atado a los hermanos Lupin volvieron a sus manos—. Arrastraré al licántropo y a su hermana. Puede que los dementores los besen también a ellos.

Harry, de repente, cruzó la sala para bloquear la salida.

—Quítate de en medio, Potter. Ya estás metido en bastantes problemas —gruñó Snape—. Si no hubiera venido para salvaros...

Allison se colocó al lado de su hermano, mientras que él hablaba.

—Remus lleva cuidando de nosotros casi trece años —explicó Harry—. He estado solo con él un montón de veces, ¿por qué no acabó conmigo?

—Harry, Lizzy y yo sabemos que es un hombre lobo desde que tenemos memoria. Es una estupidez pensar que querría hacernos daño.

—No me pidáis que desentrañe la mente de un licántropo —susurró Snape—. Quitaos de en medio, Potter.

—¡DA USTED PENA! —gritó Harry—. ¡SE NIEGA A ESCUCHAR SOLO PORQUE SE BURLARON DE USTED EN EL COLEGIO!

—¡SILENCIO! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME HABLES ASÍ! —chilló Snape, furioso—. ¡De tal palo tal astilla, Potter! ¡Acabo de salvaros el pellejo, tendríais que agradecérmelo de rodillas! ¡Os estaría bien empleado si os hubiera matado! Habríais muerto como vuestro padre, demasiado arrogantes para desconfiar de Black. Ahora quitaos de en medio u os quitaré yo. ¡APARTOS, POTTER!

Allison alzó su varita y gritó:

—¡Expelillarmus!

Se percató tarde de que otras tres voces más habían gritado. Harry, Hermione y Ron habían lanzado a su vez el encantamiento de desarme. Snape acabó chocando contra la pared y resbaló al suelo. Un hilo de sangre bajaba por su cabeza, y había perdido el conocimiento. Su varita aterrizó sobre la cama.

—No deberíais haberlo hecho —dijo Black mirando a los mellizos—. Tendríais que habérmelo dejado a mí...

Allison dudaba, por supuesto. Porque toda su vida le habían enseñado que Sirius Black era un asesino. Pero ahora, las mismas personas que le habían asegurado aquello, lo desmentían. ¿Qué sentido tenía todo?








AAAHHH qué intenso, me encantan estos capítulos del libro pero me costó bastante escribirlo jdishsisjs. ¡ya sabéis que Maddy es una lechuza! y me sé de alguien que ya lo sospechaba

por cierto, me he inventado el hechizo «Fractus fulciretur», que según traductores que he buscado significa «reparar lo roto». pero la verdad es que no he dado latín en mi vida, así que si alguien que sepa del idioma me puede decir si está bien traducido le amaría para siempre JAJAJAJA

en fin, ¿qué os ha parecido el reencuentro? yo quiero llorar por mis bebés, la verdad, pero tampoco es nada nuevo

solo quedan dos capítulos, así que el domingo que viene será el último capítulo de esta historia! wow, no me creo que esté tan cerca de acabar. pero bueno, no os penséis que acabar es acabar, porque el cuarto año de Allison viene intensito, el domingo que viene ya os avisaré cuándo lo subiré la intro y todo eso, pero los capítulos serán jueves y domingo como ahora

nos vemos con el capítulo 30 el jueves que viene!! gracias por leer <3

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