25 | encantamiento Patronus
XXV. THE PATRONUS CHARM
Beatrice se quedó con ellos el resto de las vacaciones, pero no hubo más sorpresas. Al menos, no que los chicos se enteraran. Pero los mellizos y Liz ya estaban de vuelta en Hogwarts, preparados para seguir con el curso que tenían por delante.
La verdadera sorpresa fue la que Allison se llevó cuando llegó a su habitación del colegio fue la mayor que se había dado en su vida.
—¡No me lo creo! ¡No me lo creo!
Acababa de abrir un paquete que se encontraba encima de su cama. Y en cuanto la escoba estuvo en sus manos, no dejó de gritar.
—¡Es una Saeta de Fuego, no me lo creo!
Por mucho que Allison le diera vueltas a la escoba y al envoltorio, ninguna nota se encontraba ahí. Ni sobre la cama, ni tirada en el suelo, ni en ningún lugar.
—¿No sabes quién te la ha enviado? —preguntó Hermione con desconfianza.
—Como si ha sido Fluffy. Es una Saeta de Fuego —repitió lentamente, marcando todas las sílabas para que le comprendiera bien—. Es la mejor escoba del mercado, Herms. Voy a decirle a Harry.
Salió corriendo con la escoba en su mano, chocando con Lavender y Parvati, que estaban a punto de entrar en la habitación.
Subió lo más rápido que pudo a la habitación de su hermano, que también tenía una escoba como la suya y estaba hablando con Ron, emocionado.
—¡Tú también tienes una! ¿Han dejado nota?
Harry negó con la cabeza, pero sonreía lleno de alegría.
—Es fantástico, ¿quién habrá sido?
—Igual es la disculpa de Beatrice por querer darnos primos delante de nuestras narices —se burló Allison, observando con una sonrisa su nueva escoba.
—¿Qué demonios? —preguntó Ron, confundido.
—Verás. Cuando una mujer y un hombre quieren traer una nueva vida al mundo...
—¡No quiero una charla sobre sexo, Allison! —soltó horrorizado Ron.
—Tienes trece años, Ron. ¡Supéralo!
—Chicos, ¿no os parece raro? —intervino Hermione, que acababa de llegar con Crookshanks en brazos a la habitación.
—¡No lo metas aquí! —Ron sacó a Scabbers de su cama y la metió en su bolsillo.
—Eso es lo contrario de lo que hay que hacer cuando quieres un hijo —susurró Allison en su oreja.
—¡Cállate!
A Ron se le habían colorado las orejas. Entre Hermione, su gato y Allison, al chico le llovían por todas partes. La pelirroja se rio por lo bajo y decidió dejar a su amigo por el momento.
—Lo que quiero decir —volvió a interrumpir Hermione, mirándoles severamente— es que es una escoba magnífica, ¿verdad?
—Es la mejor escoba que existe, Hermione —aseguró Harry, mientras Ron asentía, dándole la razón.
—Así que debe de ser carísima...
—Probablemente costó más que todas las escobas de Slytherin juntas —apuntó Ron.
—Bueno, ¿quién enviaría a Harry y Allison algo tan caro sin si quiera decir quién es? Además, ¿por qué no se lo envió en Navidad a su casa?
—¿Y qué más da? —preguntó Ron con impaciencia—. Escucha, Harry, ¿puedo dar una vuelta en ella? ¿Puedo?
—¿Por qué no me lo preguntas a mí? —quiso saber Allison.
—Porque no quiero oír tus comentarios de salida —contestó con burla.
—Pues no pienso dejarte subirte en mi escoba, Ronald.
—Harry me dejará montar en la suya.
—Seguro que a mi hermano le encantará montarte en su escoba.
—¡Allison! —chillaron los dos a la vez, mientras ella se partía de risa.
—Creo que por el momento nadie debería montar en esa escoba —dijo Hermione.
Los tres la miraron.
—Sabes que lo decía de broma, ¿verdad? —dijo Allison, con los ojos entrecerrados—. Harry y Ron se caerían de la escoba antes siquiera de...
Pero Allison no pudo continuar, porque Crookshanks saltó hacia Ron en busca de su rata.
—¡Llévatelo de aquí! —bramó Ron, mientras que
Crookshanks le clavaba las garras en el pijama y que Scabbers intentaba una huida desesperada por encima de su hombro.
Lo siguiente fue desternillante, si le preguntas a Allison. Ron, que quería darle una patada al gato, acabó chocando su pie contra el baúl de Harry. Después se puso a saltar, dolorido, mientras Allison empezaba a reírse.
Un ruido muy molesto inundó la sala de repente, haciendo que Allison se callase. El Chivatoscopio que Harry tenía guardado dentro de unos calcetines había empezado a sonar.
—¡Se me había olvidado! —dijo él, agachándose y cogiéndolo—. Nunca me pongo esos calcetines.
—Ni deberías, están más sucios que la mente de tu hermana —opinó Ron mientras se sobaba el pie.
Crookshanks le bufaba al Chivatoscopio y le enseñaba los colmillos.
—Sería mejor que sacaras de aquí a ese gato —gruñó Ron, furioso—. ¿No puedes hacer que pare ese chisme?
Allison no escuchó el resto de la conversación, porque Hermione la sacó a rastras de la habitación.
—¿Qué piensas hacer con la escoba? —la interrogó en cuando volvieron a estar en su cuarto. Lavender y Parvati se giraron intrigadas.
—¿Esa escoba es nueva? —preguntó Parvati.
—Es una Saeta de Fuego. Voy a patearles el trasero a todos en el próximo partido —aseguró Allison. Lavender se levantó de la cama y se acercó a la escoba.
—¿Y quién te la ha regalado? —preguntó, mirándola.
—Ese es el problema —gruñó Hermione, de brazos cruzados—. No lo sabe. Y podría ser peligroso.
—No seas aguafiestas, Hermione —le repriminó la rubia.
—No insultes, Lav —le recordó Allison, a lo que su amiga rodó los ojos.
Hermione dejó a Crookshanks en su cama y salió exasperada de la habitación.
—¿Se ha enfadado por lo de aguafiestas? —preguntó Parvati.
—No. Es solo que estará estresada. Ya sabéis que tiene más asignaturas que nosotras tres juntas —exageró Allison, pensando si debía ir tras su mejor amiga o no.
* * *
Hermione había conseguido que McGonagall les requisara sus nuevas escobas a los mellizos, y Allison estaba muy enfadada. En el fondo, sabía que ella no tenía malas intenciones, pero se había quedado sin su Saeta de Fuego, y eso era terrible.
Allison, Harry y Ron estaban cabreados con su amiga, a quien ya apenas hablaban. Tampoco la veían mucho fuera de clases, la pelirroja supuso que estaría en la biblioteca estudiando.
Por las noches, Allison charlaba animadamente con Lavender y Parvati, dejando algo de lado a Hermione. Tampoco creía que ella quisiera hablar con sus otras dos compañeras de cuarto, ya que ninguna se caía demasiado bien. A veces, Ally quería dejar de tenerle rencor y volver a hablarle. Pero después se acordaba de que tendría que seguir volando con su Cometa.
Dejando eso de lado, ambos iban a tener su primera clase anti-dementores con Remus. El hombre llegó con una caja, donde resultaba haber un boggart.
—He estado buscando por el castillo desde el martes y he tenido la suerte de encontrar este escondido dentro del archivador del señor Filch. Es lo más parecido que podemos encontrar a un auténtico dementor. El boggart se convertirá en dementor cuando te vea, Harry —le indicó a él—, de forma que podréis practicar con él. Puedo guardarlo en mi despacho cuando no lo utilicemos, bajo mi mesa hay un armario que le gustará.
—Ey ey ey. ¿Y qué pasa conmigo? Mi boggart no es un dementor —recordó Allison, que no creía que lanzarle un patronus a aquel hombre que tenía por boggart fuera a servir de nada.
—Puedes intentar enfrentarte al dementor —dijo Remus—, pero acabará convirtiéndose en tu boggart si te acercas mucho.
—¿Es necesario el dementor?
—No. Pero es mejor.
—De acuerdo —dijo Harry.
—Así pues... —Los tres sacaron sus varitas—. El hechizo que trataré de enseñaros es magia muy avanzada... Bueno, muy por encima del Nivel Corriente de Embrujo. Se llama «encantamiento patronus».
—¿Cómo es? —preguntó Harry, nervioso.
—Bueno, cuando sale bien invoca a un patronus para que se aparezca y que es una especie de antidementor; un guardián que hace de escudo entre el dementor y tú. El patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir... y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. Pero tengo que advertiros, chicos, de que el hechizo podría resultaros excesivamente avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él.
—¿Y cómo es el patronus? —preguntó la pelirroja.
—Es según el mago que lo invoca.
—¿Y cómo se invoca?
—Con un encantamiento que solo funcionará si os concentráis con todas vuestras fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.
¿Un recuerdo feliz? Allison empezó a pensar en qué recuerdo debería escoger. Tal vez podría pensar en su primer beso... No, definitivamente en eso no. El día que recibió la carta de Hogwarts podría servir.
—Ya —dijeron los dos a la vez, sonriendo con complicidad.
—El encantamiento es así. —Remus se aclaró la garganta—: ¡Expecto patronum!
—¡Expecto patronum! —repitieron ambos—. ¡Expecto patronum!
—¿Os estáis concentrando con fuerza en el recuerdo feliz?
Allison lo volvió a intentar, concentrándose. Pero tal vez no fuera lo suficientemente feliz.
Se distrajo cuando un chorro plateado salió de la punta de la varita de su hermano.
—¿Lo habéis visto? —preguntó Harry entusiasmado—. ¡Algo ha ocurrido!
—Muy bien —dijo Remus sonriendo—. Bien, entonces...
—¡Expecto patronum! —gritó Allison, negándose a que Harry lo hubiera conseguido y ella no. Había recordado la vez que entró en el equipo de quidditch. Eso fue lo bastante emocionante y feliz.
Pasó lo mismo que a su hermano, la luz plateada salió disparada del extremo de la varita de la pelirroja.
Remus le sonrió y apoyó una mano en su hombro.
—¿Estáis preparados para probarlo en un dementor?
—Sí —dijeron a coro.
Allison se colocó detrás de Harry, aunque ella preferiría estar delante y enfrentarse a él directamente. Pero se transformaría en un hombre, ¿y de qué serviría echarle un patronus?
Se concentró en su recuerdo. El dementor salió de la caja, viéndose tan desagradable como todos ellos. La estancia se volvió fría, e incluso las luces tintinearon.
Allison no escuchaba si su hermano lanzaba el hechizo o no. Se intentó concentrar en el campo de quidditch y en Wood diciéndole que estaba en el equipo.
—¡Expecto patronum!
Ella saltando emocionada.
—¡Expecto patronum!
George llevándola a caballito y los dos riendo.
—¡Expecto...!
Antes de que pudiera terminar, Harry cayó al suelo a su lado.
Remus lanzó un Riddikulus y encerró al boggart de nuevo en la caja. En cuanto el dementor se fue, Allison se acercó a su hermano.
—¡Harriet, despierta! —Zarandeó el cuerpo de su hermano, quien abrió los ojos sobresaltado—. Perdón, me asustaste.
—Lo siento —musitó él, incorporándose.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Remus.
—Sí...
Ally le ayudó a ponerse en pie.
—Tomad. —Les dio a cada uno una rana de chocolate—. Coméosla antes de que volvamos a intentarlo. No esperaba que lo consiguiérais la primera vez. Me habría impresionado mucho que lo hubiérais hecho.
—Cada vez es peor —musitó Harry, mordiendo la cabeza de la rana—. Esta vez la he oído más alto aún. Y a él... a Voldemort...
—¿Por qué yo no lo oigo? —preguntó Allison, estremeciéndose por la mención del Innombrable.
—Eso, ¿por qué no te desmayas? —preguntó Harry, molesto.
—¿Quieres que me desmaye?
—Lo que quiero es no desmayarme yo.
—Callad, chicos. Harry, si no quieres continuar; lo comprenderé perfectamente...
—¡Sí quiero! —exclamó Harry con prisas, mirando de reojo a su hermana—. ¡Tengo que hacerlo! ¿Y si los dementores vuelven a presentarse en el partido contra Ravenclaw? No puedo caer de nuevo. ¡Si perdemos este partido, habremos perdido la copa de quidditch!
—De acuerdo, entonces... Tal vez quieras seleccionar otro recuerdo feliz. Quiero decir; para concentrarte. Ese no parece haber sido bastante poderoso... Y Allison, intenta centrarte más en el recuerdo y menos en Harry.
Ambos asintieron y empuñaron con fuerza sus varitas.
—¡Ya! —dijo Lupin, levantando la tapa.
La misma sensación de frío regresó, y las luces se apagaron. El dementor se dirigía hacia Harry.
Se concentró en el momento justo en el que estaba en la espalda de George, riendo llena de felicidad por haber entrado en el equipo. Centrándose en la sensación que le producía en el estómago pensar en el pelirrojo.
—¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!
Los malos recuerdos le golpeaban. Se acordaba vividamente de cuando le contaron que sus padres habían muerto. James y Lily estaban muertos, Allison nunca les conocería.
Jamás vería a sus padres.
Cuando abrió los ojos, la sensación había desaparecido. Harry volvía a estar en el suelo, con Remus abofeteándole ligeramente la cara.
—¡Harry! Harry, despierta...
—He oído a papá —balbuceó Harry. A Allison se le encogió el corazón. ¿Por qué él podía escuchar la voz de su padre y ella no?—. Es la primera vez que lo oigo. Quería enfrentarse a Voldemort para que a mamá le diera tiempo de escapar.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Allison, y se la limpió con rapidez. Ni siquiera se molestó en pensar que había vuelto a mencionar su nombre.
¿Por qué tuvieron que morir James y Lily?
—¿Has oído a James? —preguntó Remus con añoranza.
Allison se acercó para abrazar a Remus, sin poder contenerse.
Tras recuperarse y convencer al hombre de seguir probando, Allison consiguió algo. El mismo chorro de luz plateada que su varita había soltado antes apareció. A su hermano también le salió la siguiente vez que probaron. Así que se fueron con una mezcla de felicidad y tristeza del aula.
—¿Crees que soy débil? —preguntó Harry mientras caminaban.
—No —contestó ella, segura.
—Pero a ti no te afecta —le interrumpió, con el ceño fruncido—. No les escuchas.
—Sí que me afecta. No sé por qué razón no escucho lo mismo que tú, pero lo que recuerdo tampoco es precisamente bonito.
—No les escuchas morir.
—Tampoco tiene sentido que lo hagas tú —repuso Allison, molesta con el tema—. Teníamos un año, no podemos acordarnos de eso.
Harry resopló y empezó a andar más rápido, de brazos cruzados. Allison aumentó la velocidad para no perder de vista a su hermano.
—Deja de portarte como un niño pequeño.
—¡No me porto así!
—Lo haces.
—Pues lo siento. Pero no entiendo lo que ocurre.
—Bueno, yo tampoco.
—Vale.
—Vale.
Siguieron andando sin decir nada hasta la sala común.
Las semanas siguientes fueron bastante exasperantes para Allison. Wood había aumentado a cinco noches los entrenamientos de quidditch, así que, sumando las clases con Remus, hacían seis noches de siete a la semana ocupadas. ¿Cómo lo haría para no quedarse atrasada con la tarea? La respuesta era fácil: era imposible. Ya había entregado tarde tres redacciones y Snape le había castigado dos veces.
El primer castigo fue ordenar el armario donde guardaban los telescopios y un montón de cosas que Allison no sabía para lo que servían. Snape tuvo que escoger la única noche libre que Allison tenía, y de ahí que no le diera tiempo a hacer la tarea y su siguiente castigo.
Esta vez, Snape hizo que limpiara las mesas de su clase sin magia, cosa que fue tremendamente difícil y asquerosa. Quitar los restos de una poción que habían hecho los de quinto curso resultó casi imposible, porque estaban tan pegados que por poco formaban parte de la propia mesa.
Así que, definitivamente su año no estaba empezando lo que se decía bien, o calmado.
Aunque algo bueno había para ella. Le iba mejor que a Harry en las clases anti-dementores.
Había conseguido que su patronus —que todavía era una niebla con poca forma— alejara un poco al dementor. No lo repelía, pero eran avances importantes. A Harry, por otro lado, parecía que no le salía. El dementor no se inmutaba ante su niebla-patronus.
—Esperas demasiado de ti mismo —le dijo Remus a Harry, que estaba harto de no conseguirlo—. Para un mago de trece años, incluso un patronus como ese es una hazaña enorme. Ya no te desmayas, ¿a que no?
—Pero parece que a Allison le sale todo mejor que a mí.
—No lo parece. Es así —se burló ella, a lo que Harry le miró mal.
—Ambos habéis logrado mucho en poco tiempo. Si los dementores hacen aparición en vuestro próximo partido de quidditch, seréis capaces de tenerlos a raya el tiempo necesario para volver al juego.
—Sigo sin entender por qué no les escucha.
—Cada persona es diferente, Harry. Y que a tu hermana le vaya un poco mejor que a ti con el encantamiento no quiere decir que sea más inteligente que tú.
—Aunque lo soy.
—Allison —dijo Remus en tono de advertencia. Ella subió los brazos en señal de rendición—. Lo que quiero decir es, que porque tú antes te desmayaras y ella no, no eres más débil. Simplemente reaccionáis de distinta forma a distintos recuerdos.
La pelirroja apoyó el codo sobre el escritorio y su cara sobre la mano.
—Eres todo un sabio, Remus Lupin —dijo con una sonrisa divertida. Harry soltó una risita y Remus sonrió después de rodar los ojos.
—Ahora. —Sacó tres botellas del maletín—. Tomad, os habéis ganado una bebida. Cerveza de mantequilla de Las Tres Escobas. Sé que habéis probado alguna vez, pero la de Madame Rosmerta...
—¡Es la mejor de todas, está riquísima! —exclamó Harry. Allison miró a su hermano susurrando un «Eres idiota, él no sabe».
—¿Cómo es que...?
—No hagas preguntas y no haremos preguntas —dijo Allison rápidamente.
—No puedes chantajearme, soy un adulto, tengo treinta y tres a...
—¿Por qué llevaba Tris la camisa mal abrochada después de desaparecer por quince minutos en año nuevo?
—Voy a abrir las botellas.
Allison sonrió, contenta porque su plan había dado resultado. En realidad ella no había visto nada raro en su camisa, pero Remus se había puesto tan rojo que no quería seguir con su bochorno.
Después de una charla sobre lo que le pasaría a Sirius Black cuando los dementores le pillaran, los mellizos recibieron la mejor de las noticias. McGonagall les devolvió sus Saetas de Fuego, que resultaron no estar hechizadas.
Con tanta felicidad, Allison decidió que ya era hora de volver a hablar con Hermione. Así que corrió hacia la sala común. Ni siquiera se molestó en hablar con Ron, a quien se encontró por el pasillo.
Cuando entró, recibió con orgullo todos los comentarios admirando su escoba, y dejó que la gente la observara y la cogiera. Tras al menos diez minutos, cuando Harry entró con la suya y le robó la atención —porque el Niño Que Vivió tenía una Saeta de Fuego, y Allison ya daba igual— fue a sentarse junto a Hermione.
—Lo siento, tenías razón. Pero admite que es la mejor escoba y entiendes que me haya cabreado.
—Sabes que yo solo quería que no os pasara nada —dijo Hermione en voz baja.
Allison se enterneció y le dio un abrazo.
—Te prometo que no me volveré a enfadar contigo. Estas semanas han sido un completo desastre sin ti.
—Para mí también han sido estresantes —admitió la morena—. Con tanto trabajo duro...
—Pienso que deberías dejar un par de asignaturas.
—¡No podría! —exclamó escandalizada.
—¿Ni siquiera Estudios Muggles? ¡Tus padres son muggles, Herms!
Un grito sonó desde arriba de las escaleras.
—¡MIRA! —chilló Ron, bajando deprisa y acercándose a las chicas. Harry vino a su lado con prisas desde la entrada de la sala—. ¡MIRA! —repitió, sacudiendo la sábana delante de la cara de Hermione.
—¿Qué pasa, Ron?
—¡SCABBERS! ¡MIRA! ¡SCABBERS!
Oh, no.
—¡SANGRE! —exclamó Ron en medio del silencio—. ¡NO ESTÁ! ¿Y SABES LO QUE HABÍA EN EL SUELO?
—No, no —suplicó Hermione con voz temblorosa.
Unos pelos de gato, largos y de color canela. Todo indicaba a que Crookshanks había hecho de las suyas...
Allison al principio del capítulo estaba un poco salida pero me hace mucha gracia I'm so sorry
vale voy a ir al grano porque ni yo me entero de lo que hago. mañana subo la intro y el prólogo de la nueva historia que os conté sobre el universo de Aquila (que es de la época de los Merodeadores). todavía no os voy a liar con calendarios, así que diré que el próximo capítulo de A twin thing se mantiene este jueves y ese día ya os contaré porque llevo un cacao mental...
muchas gracias por leer <3
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