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08 | ¿dónde están Harry y Ron?

VIII. WHERE ARE HARRY AND RON?

El uno de septiembre, llegaron a King's Cross al mismo tiempo que los Weasley.

—¡Weasley! —llamó Allison. Iba a decir los nombres de todos hermanos, pero le parecieron demasiados y decidió acortarlo.

Percy fue el primero en cruzar. Después fueron los gemelos, seguidos de Maddy y Eliza. Quedaban apenas cinco minutos cuando Allison pasó con Ginny. No le dio tiempo a ver cuándo llegaban Ron y Harry, que eran los últimos, y corrió con la jaula de Hedwig y su baúl hacia el tren.

Buscando un compartimento donde hubiera alguien conocido, acabó encontrándose en el que estaban Neville y Hermione.

—Hola, chicos —saludó.

Neville le devolvió el saludo, pero Hermione miró por detrás de su espalda.

—¿Y Harry?

Allison se encogió de hombros justo cuando Ginny llamaba a la puerta.

—¿Puedo sentarme con vosotros? No sé dónde está Ron.

—Claro que puedes, Ginny. Seguramente estará con Harry. Como llegaron tarde se habrán metido en cualquier compartimento. Ya vendrán.

Pasaron el principio del trayecto hablando despreocupados, pero a medida que el tiempo avanzaba se daban cuenta de que ni Harry ni Ron aparecían. Habían pensado que les estarían gastando una broma, pero cuando Allison salió con Hermione a dar una vuelta por todos los vagones y no les encontraron, se quedaron intranquilas. ¿Habrían perdido el tren?

Incluso Malfoy —quien entró en el compartimento buscando la atención de Harry— estaba extrañado de que no se encontrara con ellos. Claro que cuando Allison le preguntó por qué tanto quería ver a su hermano, él solo le dio largas y se marchó metiéndose con ellos.

Cuando pararon en Hogsmeade, no había ni rastro de ellos. Ginny fue a seguir a Hagrid, con los demás niños de primero.

Los veremos en la ceremonia, pensaba Allison mientras se subían a unos carruajes, que al parecer iban solos hasta Hogwarts. Pero Neville se había quedado con una cara de espanto al verlos.

—¿Qué ocurre, Neville? —preguntó Hermione.

—¿N-no los veis?

Allison frunció el ceño.

—¿El qué deberíamos ver?

Neville negó con la cabeza y se montó con ellas, todavía pareciendo algo asustado. Dean Thomas y Seamus Finnigan subieron también, y se enfrascaron en una conversación con Neville, que siguió con cara de confusión durante todo el trayecto. Las dos chicas solo podían pensar en qué les habría pasado a Ron y Harry.

Cuando llegaron y se sentaron en las mesas del Gran Comedor, todo se veía muy diferente al año pasado. Como que no iban a ser seleccionados ese curso, la perspectiva era distinta.

—¿Dónde estarán? —preguntó nerviosa Hermione, mientras parecía que jugaba un duelo de pulgares consigo misma.

—Espero que no les haya pasado nada... ¿Crees que han perdido el tren? Es obvio que sí, si no, estarían aquí...

La pelirroja se calló al instante, la Ceremonia de Selección había empezado. Salieron un montón de nombres de los que Allison no se acordaba.

Ginny fue la última en ser seleccionada, así que cuando su turno llegó caminó hacia el taburete, y el Sombrero Seleccionador no tardó mucho en gritar Gryffindor. Toda la mesa aplaudió con ganas, sobre todo Fred y George, que estaban enfrente de Allison y Hermione. Ginny se sentó al lado de sus hermanos, sonriendo orgullosa.

Empezaron a cenar, y Allison estaba cada vez más nerviosa. Ni siquiera se había dado cuenta de que McGonagall, Snape y Dumbledore ya no estaban en la mesa de profesores hasta que McGonagall apareció detrás suyo, llamándolas.

—Los señores Potter y Weasley están en el despacho del profesor Snape, cenando. Estoy segura de que estarán encantados de explicaros por qué no han viajado en el tren como el resto del mundo.

Uf, menos mal que están bien... Espere, ¿en el despacho de Snape? ¿Han hecho algo malo?

McGonagall no contestó y se retiró a su mesa.

Cuando subían a la Sala Común, Hermione y Allison vieron a Harry y Ron enfrente del retrato de la Señora Gorda.

—¡Estáis aquí! ¿Dónde os habíais metido? Corren los rumores más absurdos... Mcgonagall solo nos contó que estabais en el despacho de Snape. Alguien decía que os habían expulsado por haber tenido un accidente con un coche volador.

—Bueno, no nos han expulsado —le garantizó Harry.

—¿Quieres decir —empezó a hablar Allison— que habéis viajado en un coche volador... sin mí... y ni siquiera os han expulsado? ¿Hola? Podríais haberme avisado, traidores. Primero el Callejón Knockturn y ahora esto, Harry, esperaba más de ti.

—¡Allison! Lo que les faltaba era que les dijeras eso. Vosotros dos...

—Ahórrate el sermón —cortó Ron, impaciente— y dinos cuál es la nueva contraseña.

—Es «somormujo» —contestó Hermione deprisa—, pero esa no es la cuestión...

Hermione no pudo terminar, el retrato se había abierto y todos aplaudían dentro.

—¡Formidable! —gritó Lee Jordan—. ¡Soberbio! ¡Qué llegada! Habéis volado en un coche hasta el Sauce Boxeador. ¡La gente hablará de esta proeza durante años!

—¡Bravo!

Fred y George se abrieron camino hasta la primera fila de la multitud y dijeron al mismo tiempo:

—¿Por qué no nos llamasteis?

—¡Eso he dicho yo!

—Tenemos que subir... estamos algo cansados.

—Buenas noches —dijo Harry a Hermione y Allison, volviéndose. Percy venía hacia ahí, y él y Hermione tenían la misma cara de enfado.

—Sigo cabreada —gritó Allison. Se hizo paso hasta llegar a uno de los sillones, donde estaba sentada Ginny con un chico de su curso—. Felicidades por haber entrado en Gryffindor, Ginny.

—Muchas gracias —sonrió ella.

—¿Quién es tu amigo?

El chico le estaba mirando con los ojos algo abiertos.

—Soy Colin Creevey... Eres la hermana de Harry Potter, ¿verdad?

—Allison —soltó, en tono de reproche. Seguían insistiendo en lo de la hermana de Harry.

—Sí. —Colin se había sonrojado, notando enfado en la voz de la chica.

* * *

El primer día de clases no empezó muy bien para Ron y Harry. La señora Weasley le había enviado un howler a su hijo, y absolutamente todo el gran comedor había escuchado sus gritos. Todo el castillo habría podido escucharlos, a decir verdad.

Maddy había sido más discreta. Le había mandado una carta a Harry, pero esta no gritaba, aunque la lechuza que se la había entregado parecía genuinamente enfadada y Allison juraba que quería echarle una bronca a Harry. Él no le había dejado leer lo que ponía en la carta, pero había visto de reojo la caligrafía desigual y manchas de tinta que indicaba que no la había escrito lo que se dice contenta. Harry se deshizo de ella en cuanto pudo.

En Herbología, la profesora Sprout les dijo que iban a replantar mandrágoras. A pesar de todos los gritos, la clase fue bastante divertida. En Transformaciones le fue muy bien. McGonagall les había pedido que convirtieran escarabajos en botones, y el puñado de Allison era casi tan grande como el de Hermione.

Después de comer salieron al patio, y se encontraron al amigo de Ginny con una cámara de fotos en la mano.

—¿Me dejas, Harry? Soy... soy Colin Creevey —dijo entrecortadamente, dando un indeciso paso hacia delante—. Estoy en Gryffindor también. ¿Podría... me dejas... que te haga una foto?

—¿Una foto? —repitió Harry sin comprender.

—Con ella podré demostrar que te he visto. Lo sé todo sobre ti. Todos me lo han contado: cómo sobreviviste cuando Quien Tú Sabes intentó matarte y cómo desapareció él, y toda esa historia, y que conservas en la frente la cicatriz en forma de rayo. Y me ha dicho un compañero del dormitorio que si revelo el negativo en la poción adecuada, la foto saldrá con movimiento. —Colin exhaló un soplido de emoción y continuó—: Esto es estupendo, ¿verdad? Yo no tenía ni idea de que las cosas raras que hacía eran magia, hasta que recibí la carta de Hogwarts. Mi padre es lechero y tampoco podía creérselo. Así que me dedico a tomar montones de fotos para enviárselas a casa. Y sería estupendo hacerte una. —Miró a Harry casi rogándole—. Tal vez tu hermana querría sacárnosla para que pudiera salir yo a tu lado. ¿Y me la podrías firmar luego?

Allison soltó un resoplido, pero antes de que pudiera contestar se escuchó la odiosa voz de Malfoy.

—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter? ¡Todo el mundo a la cola! —gritó a la multitud—. ¡Harry Potter firma fotos!

—No es verdad —mustió Harry de mal humor, apretando los puños—. ¡Cállate, Malfoy!

—Lo que pasa es que le tienes envidia —dijo Colin, que era cinco veces más pequeño que los gorilas de Draco.

—¿Envidia? —preguntó de forma sarcástica Malfoy—. ¿De qué? ¿De tener una asquerosa cicatriz en la frente? No, gracias. ¿Desde cuándo uno es más importante por tener la cabeza rajada por una cicatriz?

—Échate al retrete y tira de la cadena, Malfoy —dijo Ron con cara enfadada.

Los tres de Slytherin dejaron de reírse, pero el comentario provocó una gran carcajada en Allison.

—Weasley, ten cuidado —avisó Malfoy con un aire despectivo—. No te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio. —Luego imitó un tono de voz chillón y amenazante—. «Si vuelves a hacer otra...»

Unos chicos de Slytherin, que no tenían nada mejor que hacer que escuchar la conversación, empezaron a reírse.

—Vaya, mi hermano no es el único que tiene un club de fans lameculos —señaló Allison, con voz de burla.

—Parece que a la chica Potter le da envidia su hermano. ¿Te molesta que Weasley quiera que tu hermano le firme una foto? —se mofó Malfoy—. Pronto valdrá más que la casa entera de su familia.

Ron sacó su varita reparada con celo.

—¡Cuidado! —susurró Hermione.

—¿Qué pasa aquí? ¿Qué es lo que pasa aquí? —Gilderoy Lockhart caminaba hacia ellos a grandes zancadas—. ¿Quién firma fotos?

Harry quería hablar, pero Lockhart lo interrumpió.

—¡No sé por qué lo he preguntado! ¡Volvemos a las andadas, Harry!

Malfoy el cobarde se mezcló entre la multitud con una sonrisa triunfante.

—Vamos, señor Creevey —dijo Lockhart, sonriendo a Colin—. Una foto de los dos será mucho mejor. Y te la firmaremos ambos.

Colin buscó la cámara a tientas y sacó la foto al mismo tiempo que la campana señalaba el inicio de las clases de la tarde.

—¡Adentro todos, venga, por ahí! —gritó Lockhart a los alumnos, y se dirigió al castillo llevando de los hombros a Harry.

Ron, Hermione y Allison fueron detrás hacia la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. El aula estaba llena de retratos suyos, que sonreían con prepotencia y guiñaban el ojo.

—Yo —dijo el profesor, señalando la foto y guiñando el ojo él también— soy Gilderoy Lockhart, Caballero de la Orden de Merlín, de tercera clase, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista Corazón de bruja, pero no quiero hablar de eso. ¡No fue con mi sonrisa con lo que me libré de la banshee que presagiaba la muerte!

Esperó que se rieran todos, pero eso no pasó. Allison tenía razón, ese hombre parecía insufrible. Intentaba no prestarle demasiada atención, no quería que su cabeza se quedara llena de estupideces sobre lo maravilloso que era Gilderoy Lockhart.

—Veo que todos habéis comprado mis obras completas; bien hecho. He pensado que podíamos comenzar hoy con un pequeño cuestionario. No os preocupéis, solo es para comprobar si los habéis leído bien, cuánto habéis asimilado...

Terminó de repartir los formularios y dijo que tenían treinta minutos.

Las preguntas eran estúpidas, así que Allison se dedicó a hacer dibujitos y escribir palabras aleatorias.

1. ¿Cuál es el color favorito de Gilderoy Lockhart?

Aquí dibujó una especie de dragón que aparecía en el libro que le regaló Hermione. Parecía un poco deforme, pero no estaba tan mal. Dean, a su lado, le ayudó un poco con la cabeza. Al chico se le daba bien dibujar, y el dragón dejó de ser tan deforme.

2. ¿Cuál es la ambición secreta de Gilderoy Lockhart?

Aquí se dedicó a escribir muchas veces bengalas, en distintos tipos de letra. Tenía muchas ganas de probar las que había comprado con los gemelos.

3. ¿ Cuál es, en tu opinión, el mayor logro hasta la fecha de Gilderoy Lockhart?

Un montón de tachones cubrían lo que era un dibujo de la cara de Lockhart. A Allison no le había gustado cómo había quedado, de nuevo se dio cuenta que los rostros no eran lo suyo.

Se cansó y decidió ir a la última pregunta.

54. ¿Qué día es el cumpleaños de Gilderoy Lockhart, y cuál sería su regalo ideal?

Aquí puso una lista con todas las criaturas que pudo recordar de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos.

—Id dándome los formularios, por favor.

—Un momento, profesor Lockhart. Tan solo me queda un poco —pidió Allison, que había vuelto a tratar de dibujar al profesor. Le había pedido ayuda a Dean otra vez, que le había dibujado el rostro, y ahora estaba quedando mucho mejor que el primer intento.

—Señorita Potter, me encanta tu entusiasmo, pero debes entregarlo ya.

—Está bien, pero se ha quedado usted sin piernas, profesor.

Allison le entregó las hojas y el profesor las observó con sorpresa. Ocultó la vergüenza que debía sentir riéndose y felicitando a Allison y Dean por sus dotes artísticos.

Después de felicitar a Hermione por responder bien a todas las preguntas y darle diez puntos a Gryffindor, sacó una jaula tapada por una funda. Lockhart pidió que nadie gritara y la destapó.

—Sí —dijo con entonación teatral—, duendecillos de Cornualles recién cogidos.

Esperaba que sus alumnos mostraran algo de miedo. Pero no era precisamente lo que mostraban aquellas criaturas. Seamus Finnigan rio tan fuerte que ni él pudo fingir que era un grito de terror.

—¿Sí? —Lockhart sonrió a Seamus.

—Bueno, es que no son... muy peligrosos, ¿verdad? —se explicó Seamus con dificultad.

—¡No estés tan seguro! —dijo Lockhart, apuntando a Seamus con un dedo acusador—. ¡Pueden ser unos seres endemoniadamente engañosos!

No medían más de veinte centímetros de altura y eran azules. Sus voces sonaban más agudas e insoportables que la del profesor. Golpeaban los barrotes haciendo bastante ruido mientras ponían caretos.

—Está bien —dijo Lockhart en voz alta—. ¡Veamos qué hacéis con ellos! —Y abrió la jaula.

Los duendecillos salieron disparados como cohetes en todas direcciones. Dos cogieron a Neville por las orejas y lo alzaron en el aire. Algunos salieron volando y atravesaron las ventanas, llenando de cristales rotos a los de la fila de atrás. El resto se dedicó a destruir la clase rápidamente.

Toda la clase estaba bajo las mesas en unos minutos, salvo Neville, que colgaba de la lámpara.

—Vamos ya, rodeadlos, rodeadlos, solo son duendecillos... —gritaba Lockhart.

Se remangó, blandió su varita mágica y gritó:

—¡Peskipiski Pestenomi!

No sirvió para absolutamente nada; uno de los duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana.

Lockhart tragó saliva y se escondió debajo de su mesa, a tiempo de evitar ser aplastado por Neville, que cayó al suelo un segundo más tarde, al ceder la lámpara.

Cuando sonó la campana, todos corrieron fuera del aula. Lockhart hizo que Harry, Ron, Hermione y Allison frenaran antes de poder huir también.

—Bueno, vosotros cuatro meteréis en la jaula a los que quedan —les indicó. Salió y cerró la puerta sin darles tiempo a replicar.

—¿Habéis visto? —bramó Ron, a quien le había mordido la oreja un duendecillo e intentaba deshacerse de él.

—Solo quiere que adquiramos experiencia práctica —dijo Hermione, inmovilizando a dos duendecillos a la vez con un útil hechizo congelador y metiéndolos en la jaula.

—Por favor, si ese hombre no sabe ni cómo respirar correctamente —se quejó Allison, sacudiendo su pierna para que bajara un duendecillo—. Ha dicho dos palabras estúpidas y se ha escondido debajo de la mesa. Puede ser todo lo guapo que quieras, que lo es, pero de brillante no tiene un pelo.

Agarró al duendecillo que intentaba subirse por su pierna, por debajo de la túnica, y le lanzó un hechizo paralizador.

—¿Experiencia práctica? —dijo Harry, intentando atrapar a uno que bailaba fuera de su alcance sacando la lengua—. Coincido con mi hermana. Lockhart no tenía ni idea de lo que hacía.

—Mentira —dijo Hermione—. Ya habéis leído sus libros, fijaos en todas las cosas asombrosas que ha hecho...

—Que él dice que ha hecho —puntualizó Ron.

—Bien podría haberse inventado todo eso. ¿Y qué clase de preguntas eran esas? He tenido que pensar un montón.

—Pero si has dibujado en todas las hojas, Allison —le recordó Ron.

—Sí, pero me ha costado pensar qué dibujar.

Un duendecillo, que estaba colgado de la lámpara, bajó de un salto a la cabeza de la chica, golpeándola como si fuera un tambor y tirándole de los pelos. Ella gritó y dio vueltas a la sala intentando sacárselo, mientras Ron se reía y los otros dos trataban de ayudar.

* * *

—¿Preparados? —preguntó Allison, mirando hacia los lados. Fred y George asintieron con una sonrisa cómplice.

Los tres alzaron los brazos y echaron al agua del lago una bengala cada uno, en la parte donde menos cubría. Tras unos segundos, nada había sucedido, así que Allison se asomó a mirar.

—¿Ves algo?

—Realmente creo no fun...

Una explosión se escuchó, y las bengalas salieron disparadas hacia arriba. Allison soltó un grito cuando una le pasó rozando la mejilla, haciéndole un raspón.

Las bengalas se movían por el aire con unas pequeñas criaturas colgando, que parecían asustadas. Al cabo de diez segundos, volvieron a sumergirse en el agua.

—Eso ha sido...

—... una pasada -completó George por su gemelo.

—¡Otra vez! ¡Igual sale el calamar gigante! —gritó Allison con emoción.

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