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★Epílogo★

Odiaba tanto el hecho de no poder valerse por sí mismo, ya lo comenzaba a hartar. Apretó los dientes y el baston entre sus manos, ¿Ahora qué? Tal vez debería de llamar a Yoongi. De mala gana sacó el teléfono del bolsillo de su pantalón.

- Llama a Yoongi hyung. - Habló sobre el micrófono del aparato, sin embargo no escuchó el sonido que confirmaba que la petición había sido atendida, frunció el ceño. - Envía ubicación a Yoongi hyung. - Seguía sin obtener resultados, apretó por unos segundos el botón para encenderlo, tal vez estaba apagado.

El aparato ni siquiera vibró. ¡Por una mierda! No tenía batería.

Respirar hondo, debía de relajarse. La punta de su lengua empujó su mejilla interna y exhalo en cuanto sus pulmones se llenaron de aire soltando un sonido de frustración.

Okay, no tenía teléfono y no sabía dónde estaba. Lo único que quedaba, era hablar al aire para llamar la atención de algún transeúnte y rezar porque no se topara con algún secuestrador. Eso lo hizo sentir peor.

Ahí estaba de nuevo, dependiendo de segundas personas.

- Uhm... ¿Hola? - Habló en voz alta, no recibió respuesta alguna. - ¿Hay alguien ahí? - Movió el bastón por el suelo, sintió un pequeño borde delante de él, supuso que estaba sobre la banqueta.

¡Claro! Se pudo ubicar en ese momento. Acababa de pasar las primeras dos cuadras y lo siguiente era la parte más difícil para él, cruzar la calle.

Guardó el bastón para poder cruzar sin topar con algún bordo en el que pudiera quedarse atorado y respiro profundo nuevamente. Trató de concentrarse en los sonidos a su al rededor, tratando de escuchar si algún auto venía por alguna dirección.

No oía nada.

- Aquí voy. - Susurró para sí mismo, preparado para dar un paso adelante.

Mientras tanto, a unos metros de él, un chico venía caminando con tranquilidad, sin embargo, se quedó unos segundos ahí parado, le dio curiosidad ver a ese chico castaño parado al borde de la banqueta.

Pero todas sus alarmas se activaron en cuanto vio que el chico estaba a punto de dar un paso hacia adelante y un auto estaba apunto de pasar.

Corrió con el corazón en la mano y la desesperación a flor de piel, lo tomó del hombro y lo jaló tal lejos del pavimento como le fue posible, haciendo que ambos cayeran al piso.

- ¡Idiota! - Le gritó, notando al chico contraerse, haciéndolo pararse en tres segundos, copió su acción. - ¡Ten más cuidado por donde vas! Si no hubiese estado aquí, probablemente ahora estuvieras embarrado contra el pavimento. - El contrario, quien se veía unos años mayor que él.

- L-Lo siento... - Murmuró. - Gracias por ayudarme, de verdad que no se como pagarte. - Y el chico se enderezó de nuevo.

Quedó anonadado.

Tenía un rostro hermoso, su cabello era castaño, estaba con un conjunto deportivo negro y jugaba con sus dedos, nervioso. Pero, eso no fue lo que capturó si atención.

Los ojos del chico.

Parecía que había una espesa neblina en ellos, su ojo izquierdo estaba casi completamente cubierto, solo dejando una línea delgada color avellana al rededor de ella mientras que el derecho se notaba algo menos de ese color grisáceo. Rascó su nuca.

- Oh... - Murmuró, viendo a otro lado. - Lo lamento, no quise hablarte así. No me había percatado de... - Carraspeó, después le habló con tono suave a comparación del regaño de hace un minuto. - ¿Necesitas ayuda? - El menor apretó los labios.

- Yo... - Respondió cabizbajo. - S-Si... por favor.

- ¿A dónde quieres ir? - Preguntó, acercándose un paso a él.

- Me dirigía al parque... Uhm... ¿Si hay uno cercano por aquí? Es el único camino que puedo recorrer solo, pero, me distraje y ya no supe por dónde caminé.

- Hay un parque cerca, te faltó caminar una cuadra más hacia adelante. Pero, ¿Estás seguro de ir y quedarte solo? ¿No prefieres que te acompañe a casa? - El mayor frunció el ceño.

- ¡Ey! - Alzó un poco la voz, haciendo al contrario dar un respingo. - ¡Qué sea ciego no me hace tan vulnerable como crees! ¡¿Porqué me quieres llevar a mi casa?! - Preguntó alterado, caminado hacia atrás y sacando su bastón por si necesitaba golpear a él desconocido.

- Wow, tranquilo. - Le pidió. - Es solo que, si estás tan perdido ahora no me sentiría bien dejarte solo en la calle. No es por tener alguna mala intención. - El mayor iba a hablar, pero el menor siguió. - Ya. Ya se que no tendrías porque confiar en mí, pero... - Se inundó en los ojos contrarios. - Yo... prometo no hacerte daño.

Okay... No comprendió porque de repente su voz se escuchó... ¿Qué era ese tono? Jamás lo había escuchando en alguien.

- Uhm... - Rascó su nuca con duda. - Bueno, mi celular no tiene pila después de todo. - Aceptó, sonriéndole.

- ¿En dónde vives? - Preguntó posicionándose al lado del chico.

Después de recibir la dirección del mayor, emprendieron camino. Iba con cuidado, no sabía como tratar con personas con tal condición así que, tal vez iba cuidándolo más de lo necesario, advirtiéndole cada pequeño borde que debía saltar, si una persona estaba por chocar con él o simplemente trataba de tomarlo del brazo. No sabía por qué, pero le ponía nervioso que el chico fuera solo.

- Mmm... ¿Cuántos años tienes? Tal vez eres mayor que yo y estoy hablándote con confianza.

- Uhm... Tengo 23, ¿Y tú? - El menor lo miró.

- Ah, hyung. Lamento haberte hablado tan mal. - El mayor se encogió de hombros, restándole importancia.

El menor lo miró, demonios, ¿Él vivía solo? ¿Qué hacía en la calle? ¡¿Porqué no eran capaces de cuidar bien de él?!

Llegaron a la cuadra y comenzó a buscar el número de casa que el mayor le brindó pero, para su mala suerte, las casas no estaban numeradas. ¡Genial! ¿Ahora como le haría?

- Ya llegamos. - Avisó el castaño, el contrario frunció el ceño.

- ¿Cómo lo sabes? - Alzó una ceja volteando hacia el lado donde escuchó su voz.

- Porqué acabamos de subir un pequeño escalón al entrar a la calle, después de eso son, exactamente, treinta y dos pasos hacia adelante. - Le explicó. - Y, si no conté mal, debemos estar frente a una casa lila.

Wow. Definitivamente lo subestimó.

- Increíble. - Murmuró fascinado comenzando a caminar hacia la entrada.

- La ceguera me ha a ayudado a desarrollar mis otros sentidos. - Le habló, caminando seguro. - Incluso, se cuantos pasos y giros dar para moverme libremente por la universidad sin depender de nadie. No me gusta sentirme una carga. - Se detuvo por un momento.

- Bueno, entonces ya está aquí, hyung. Sano y salvo... Uhm... ¿Cuál es su nombre?

- Taehyung. Kim Taehyung. - Le respondió alzando la mano.

- Mucho gusto, Taehyung hyung. Soy Jeon Jungkook. - El mayor le sonrió con algo se pena.

Jungkook lo miró fijamente, algo en su interior se removió, se hundió en aquellos ojos nublados...

¿Esto es...?

- Uhm... Gracias por traerme, Jungkook. - Agradeció. - Y gracias por no ser un secuestrador. - El menor rió.

Y de un momento a otro, salió de la casa una mujer más bajita que ellos, con el cabello castaño. Salió regañando al mayor por haberse escapado (otra vez) de casa y después de un chiste algo cruel hacia su persona, se prestó como la madre de Taehyung, le agradeció y lo invitó a merendar. No teniendo más opción que aceptar en cuanto la mayor casi lo fulmina con la mirada cuando estaba por decir que no.

La madre y Taehyung entraron a casa, Jungkook se quedó un momento parado en la acera, mirando al castaño con desdén... Una gran sonrisa surgió en sus labios y unas cuantas lágrimas en sus ojos.

Por una eternidad, hyung.

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