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Nadie habló en el transcurso al restaurante donde se reunirían, estaban envueltos en un entorno incómodo, tenso. Sana sabía que Taehyung estaba pensando en algo, lo sabía porque estaba con la mano libre jugando con sus labios y sabía que, aunque quisiera hablarle, no le prestaría atención por estar tan perdido en su mente.
Taehyung no se sacaba de la mente lo mismo, Jungkook. La cagó, definitivamente. Dejó al chico hablando solo, entró en pánico al escuchar a Sana cerca de ellos y solamente pudo huir.
Aparcó en el estacionamiento, no veía el coche de sus padres pero si el de los padres de Sana. Suspiró con pesadez y salió de su auto para rodearlo y ayudar a Sana, la chica tomó su mano y le sonrió ligeramente en agradecimiento.
Sana no soltó la mano de Taehyung en ningún momento, ignorando que él trato de hacerlo, solo afianzó el toque. El chico no opuso más resistencia, metió la mano libre en el bolsillo de su pantalón y entraron juntos.
Estaba rezando por qué no hubiera algún periodista cerca y que no les tomaran fotografías.
Al entrar, dieron sus nombres y de inmediato los acompañaron a la sala que había reservada para ellos, estaban en el segundo piso donde era más privado, la empleada les indicó el lugar donde se reunirían y después de una reverencia, se fue.
Taehyung tomó aire una vez más, Sana lo miró esperando que estuviera listo, un asentimiento del castaño y abrió la puerta.
Vio a Sana correr hacia sus padres con emoción, la mayor la recibió con los brazos abiertos y el hombre no tardó en envolver a ambas. Taehyung miró a Sana con una sonrisa satisfecha, le alegraba ver a la castaña con esa gran felicidad y emoción.
En cuanto se separaron, Taehyung entró a la sala y les sonrió para después hacer una reverencia.
— Es un gusto verlos de nuevos, señores Minatozaki. — Se irguió de nuevo, mirando a los mayores.
— Oh, Taehyung. El gusto es nuestro, siéntense. — Le habló la madre de Sana. — ¿Y tus padres?
— No tardan en llegar. — Respondió, con una leve sonrisa.
Hablaron por un momento más, en mayor parte, preguntándole a Sana sobre su estadía en París.
Minatozaki Ibuki y Kim Doyun se conocieron en la universidad, a pesar de sus diferentes carreras llegaron a ser unidos hasta conocer a sus respectivas parejas y fundar sus propios negocios, a pesar de la amistad de años, nunca habían hecho negocios juntos, hasta que sus hijos se comprometieron.
Pero, para su desgracia, ese compromiso se rompió de un día para otro y ellos no sabían porque había pasado, Taehyung se veía tan enojado cuando hablaron con ellos y, a pesar de no estar de acuerdo, los dejaron con el tema.
Sabían que ellos volverían tarde o temprano, y Kaori, madre de Sana, lo confirmó en cuanto los vio tomados de la mano desde el estacionamiento.
Dos toques en la puerta desvió la atención de las anécdotas que Sana estaba contando, seguido de eso, la puerta se abrió. Taehyung se levantó y corrió cuál niño pequeño a los brazos de sus padres, quienes sonrieron en grande.
— ¡Los extrañé tanto! — Confesó con los ojitos llorosos. No los veía desde que había entrado a la universidad, de eso ya habían pasado tres años, casi cuatro, pues estaba a punto de graduarse.
— Mi Taehyungie, lamentamos tardar tanto en venir. — Hana acarició el cabello de su hijo, fue cuando notó lo mucho que había crecido, pues ahora su cabeza quedaba a la altura de su pecho. — ¡Oh, ya no eres más un bebé!
— ¿Cómo lo sería? Mi muchacho tiene veintitrés años, es todo un adulto. — Alardió Doyun, palmeando la espalda de Taehyung.
— Los Kim. Por fin nos vemos de nuevo. — Habló Ibuki, Doyun se acercó a él y se dieron un corto abrazo.
— Todos unos señores. — Murmuró Taehyung, su madre rió un poco. — ¿Cómo están mis hermanos? ¿Y mi princesa?
— Yeonjun sigue en Estados Unidos, regresará en las vacaciones largas. — O sea, un par de meses más. — Y Dahyun... — Miró a su esposo por unos segundos. — Ella está bien, saldrá de viaje en representación de la agencia a Japón en unos días. La pequeña está excelente, te extraña mucho.
Una vez se pusieron al día, siguieron conversando sobre los negocios exitosos que ambas familias habían generado en esos tres años, siguieron con Sana y sus cursos de nuevo y después cayeron en Taehyung, preguntándole que haría después de la universidad, aunque, eso era algo que todos sabían, sabían que el futuro de Taehyung estaba en los negocios familiares, pues era el primer hijo del matrimonio.
Por otro lado, Sana era hija única, y a pesar de estar estudiando diseño de modas, sabía que, al menos por unos años, tendría que dedicarse de lleno al bufete de abogados de su familia en cuanto su padre se retirara.
Taehyung decidió estudiar arquitectura para poder diseñar el nuevo edificio de la agencia, pues en cuanto tomara el puesto de CEO, quería quedarse en Seúl, amaba Daegu, es su ciudad natal, sin embargo, sabía que tenía mejor oportunidad estando en la capital.
Taehyung a diferencia de Sana, le agradaba -al menos- un poco heredar la agencia en específico, los demás negocios y corporaciones eran solo algo más a su lista de que haceres en un futuro.
— Y bien... — La sala se quedó en silencio ante la voz de Ibuki, quien miraba a Sana y Taehyung mientras tomaba de su copa de vino. — ¿Ustedes están juntos de nuevo? — Sana negó con la cabeza, sin levantar la mirada, el hombre alzó una ceja.
— No llevamos mucho tiempo desde que nos volvimos a ver. — Confesó Sana, casi en un susurro.
— Sé que no deberíamos presionar, pero... — Doyun miró a Taehyung, quien evitaba verlo. — ¿Van a volver a comprometerse?
— Piensen en lo mucho que nos ayudarían. — Volvió a hablar Ibuki, Taehyung apretó la mandíbula. — Además, ustedes esperaban casarse con mucha ilusión, los sentimientos deben de seguir en sus corazones, ¿O simplemente fue una mentira, Taehyung? — El chico respiró hondo, no debía perder la postura.
— Creo que todos en esta sala sabemos lo mucho que quería contraer matrimonio con su hija. — Le respondió con seriedad. — Pero supongo que, ella no lo veía como yo. En todo caso, debería cuestionar los sentimientos de Sana, señor Ibuki, no los míos.
— Taehyung. — Lo llamó su madre en un susurro para que no hablara de más.
Ibuki miró con confusión a Sana, ¿De qué hablaba Taehyung? ¿Porqué decía eso? Su hija se veía tan emocionada como él cuando estaban comprometidos.
Hana salió un momento, llevando a Taehyung con ella para poder hacer que se relajara dejando a los demás en la sala.
— Mamá. — La llamó, viendo como tomaba un cigarro y lo ponía sobre sus labios. — Uhm... Pensé que habías dejado de fumar. — Su madre asintió, prendiendo el cigarro.
— Si, bueno. La verdad que Ibuki me pone de nervios, hoy es necesario. — Taehyung sonrió asintiendo, le pasa lo mismo. — ¿Qué me quieres preguntar? — El menor soltó un suspiró, mirando el piso como si fuera lo más interesante.
— ¿De verdad... sería una ayuda que Sana y yo nos casemos? — Hana soltó el humo del cigarro, y miró a su hijo por unos segundos.
— El trato de fusión de empresas sería más sólido de ese modo. — Eso Taehyung lo sabía. — Sin contar todas las ganancias que aumentarían después de eso, la fama... Si, sería una grandísima ayuda, sin duda. — Tiró la colilla del cigarro para después pisarla, después se puso frente a Taehyung y tomó sus manos. — Sin embargo, eso nos da igual a tu padre y a mi, cariño. Solo queremos que seas feliz, no te obligaremos a casarte por algo como "beneficio para los negocios", antes de la empresa y el dinero, estas tú y tus hermanos.
Taehyung le sonrió, amaba a sus padres. Agradecía que no fueran de esas familias complejas que arreglaban los matrimonios y los obligaban a estudiar lo que les beneficia para ganar más dinero. No, sus padres siempre les dieron libertad de escoger lo que quisieran hacer, porque "Para eso trabajaban" para hacerlos felices, no para generar dinero.
La sonrisa flaqueó un poco, de cualquier forma.
— ¿Trajiste lo que te pedí, mamá? — La mujer suspiró, asintió.
Sacó la pequeña cajita de su bolso y se lo entregó a Taehyung. Dejó un largo y sonoro beso en su mejilla, y el dejó uno en la frente de su madre.
Hana enredó su brazo en el de Taehyung y entraron nuevamente, llegando a la puerta de la sala.
— Suerte, cielo. — Susurró y entraron nuevamente.
— Pensé que me iban a dejar aquí abandonado. — Bromeó Doyun, Hana sonrió hasta sentarse a su lado de nuevo.
Taehyung caminó hasta la mesa, justo en el lugar donde Sana estaba sentada y la chica lo miró algo confundida, confusión que creció más al ver que Taehyung le ofreció su mano haciendo que se levantara.
El chico solo se quedó viendo a Sana fijamente, recorriendo su rostro por completo. Ahora tenía facciones más maduras y más femeninas, sin duda alguna, Sana era la chica más preciosa que había visto alguna vez. Bueno, la tercera después de su madre y su hermana.
Se hincó de un momento a otro, Sana tapó su boca con ambas manos, los padres de ella también se sorprendieron, a diferencia de ellos, Doyun lo miró con el ceño completamente fruncido, mirando a su esposa quien sólo negó con la cabeza.
— Ambos somos adultos ahora, Sana. — Le habló, viendo como los ojos contrarios se llevaban de lágrimas una vez más. — Sé que los errores de hace unos años no volverán a cometerse, confío en eso y finalmente, puedo perdonar y olvidar. — Sacó la cajita que le dieron hace unos minutos y la abrió, las primeras lágrimas escaparon de los ojos de Sana y Taehyung lo miró con una hermosa sonrisa. — Sana, ¿Quieres casarte conmigo?
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