━━━━𝕮𝖆𝖕 𝟏𝟎
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A Dione le costaba bastante realizar algún hechizo de la clase de Transformaciones. El arte de transformar un objeto en otro no era algo que se le diera especialmente bien. Si bien no era de las peores de la clase tampoco era de las mejores.
Llevaba media clase intentando transformar (para su desgracia), su color de cabello y cejas frente a un espejo. El hechizo que estaban realizando era más complicado de lo que aparentaba y por eso solo se enseñaba en las clases de sexto y séptimo curso.
El conjuro crinus muto era un hechizo complicado pero muy útil en determinadas ocasiones.
Para su suerte en este no tenía la oportunidad de dañar el físico de otro ser vivo. Le daban escalofríos solo de pensar en cómo en vez de transformar un adorable conejo en un zapato bonito y limpio, transformó al pequeño animal en una chancla de playa desgastada con dos orejas blancas que se movían de un lado a otro. Por muy divertida que fuera la escena, nadie se atrevió a reírse de la torpeza de Dione con ese hechizo por la mirada que ella les lanzó. Ni siquiera la profesora McGonagall se atrevió siquiera a sonreír.
Porque a pesar de que era solo una alumna, no sólo su mirada intimidaba a cualquiera, si no que además, la jefa de la casa de los leones sabía que ese día era luna llena y que el humor de la slytherin era muy frágil. En cualquier momento podía explotar e insultar a cualquiera; incluso a un superior.
Salió de su clase y se dirigió al comedor con cara de pocos amigos y se sentó frente a James, Hydra y Remus y entre Peter y Sirius. Dejó caer de golpe el libro de Transformaciones que llevaba consigo en la mesa, asustando a los que estaban a su alrededor. Desde que envió aquellas cartas los Merodeadores le invitaron a pasar las comidas con ellos, (sobre todo por insistencia de su mejor amiga Hydra). A pesar de que ellos todavía no le tenían la total confianza, poco a poco se estaba integrando más en el grupo, incluso dio alguna idea para un par de bromas a sus antiguos amigos, exceptuando claramente a Regulus.
—¿Qué sucede rubia? —desde que empezó a sentarse con ellos, para su desgracia, James había cogido la costumbre de llamarle por ese apodo. Lo había intentado intimidar para que parara, sin embargo, al ver que eso le molestaba comenzó a hacerlo más seguido. Para él (a pesar de que ahora se lleven mejor) le era divertido y satisfactorio molestar a Dione; no sabía el porqué.
—Transformaciones. —no era sorpresa para ninguno del grupo que Dione saliera siempre de mal humor de esa clase.
Remus le dijo que si no fuera porque ya da clase a otra alumna, aceptaría enseñarle a ella. Dione miró con complicidad a Hydra sabiendo que aquella alumna era Crystal. Entre ellas y Estela, habían ideado un plan para que su amiga se acercara más a Remus. Y dado que Crystal y Lupin ya se conocían de clases anteriores, y se llevaban bastante bien, no fue tarea difícil conseguir que él aceptara darle clases de pociones a la chica, dado que no era un secreto para nadie lo pésima que era la hufflepuff en esa materia.
—¿Por qué no te ayuda James? Es de los mejores de la clase. —propuso Hydra.
Apoyó su codo sobre la mesa y su barbilla sobre la palma de su mano. Desde que contó lo del casi beso con James, a pesar de haber insistido en que realmente no significó nada, la mediana de los Black no había parado de molestarla delante de él en cualquier oportunidad que se le presentaba. Para su suerte, ningún merodeador lograba saber qué era lo que sucedía entre ellas cuando se retaban con la mirada.
Dione imitó el gesto de su amiga— A mi me parece bien, siempre y cuando él esté de acuerdo. —respondió, indispuesta a que notara que eso le molestaba, pero para su mala suerte su mejor amiga la conocía muy bien.
Se recompuso de inmediato y miró a James, quien las miraba con la boca ligeramente abierta y su mano a medio camino de llevar una galleta a su boca. Él dejó la galleta en el plato a la vez que pestañeaba y carraspeaba ligeramente. Asintió frunciendo el ceño. Para él todo había pasado demasiado rápido. Estaba intentando comer una deliciosa galleta con chispas de chocolate, cuando de repente le ofrecieron, en su lugar, una tutoría particular de Transformaciones a Dione De Armas. No es que no le agradase la idea, al contrario, no le molestaba hacerle unas clases sobre esa materia a la chica porque le caía bien, sin embargo todo ese tema lo había pillado desprevenido.
—Claro, no veo problema —contestó comiendo finalmente esa deliciosa galleta a la vez que subía y bajaba sus hombros—. Ya me dirás cuando te viene bien. —Dione asintió y cogió una de las galletas que había en el plato que centraba esa parte de la mesa.
Jamás se hubiera imaginado que el chico al cual consideraba uno de los más idiotas de la escuela, terminaría siendo su tutor personal. Era un giro dramático de los acontecimientos, pero como Dione estaba experimentando tantos, la verdad era que se estaba acostumbrando a ellos y era completamente consciente de que no se habían acabado.
• . ·• 🐍 • . ·•
Dione caminaba firmemente hacia una dirección en concreto: la biblioteca. Ese era el punto de encuentro con donde había quedado con James para su clase extra de Transformaciones. Estaba mejorando progresivamente. No lograba transformar los objetos a la primera, pero lo terminaba consiguiendo y tardaba menos que antes. Para su sorpresa, James era un buen profesor. Comentarios innecesarios y burlas hacia ella adornaban las clases, pero aún así sabía explicar bastante bien lo que debía hacer para transformar las cosas correctamente.
Tan sigilosa como siempre, se sentó al lado del chico logrando que saltara ligeramente sobre su asiento por el susto.
—¿Puedes dejar de hacer eso? —se quejó James con una mano sobre su pecho.
—Te acabarás acostumbrando. —esa fue su única respuesta antes de abrir el libro de Transformaciones Avanzadas.
Él negó con la cabeza y observó la página que Dione había seleccionado. El conjuro que debían practicar hoy era bastante complejo porque era un hechizo que debía realizarse no verbalmente para llegar al éxtasis; aún así no era imposible de realizarlo. Así que se pusieron manos a la obra, dispuestos a salir de la biblioteca con Dione habiendo aprendido a transformar sin pronunciar siquiera una palabra aquel hechizo.
• . ·• 🐍 • . ·•
Después de esa clase extra, Dione y James se encaminaron hacia uno de los árboles del jardín interior de Hogwarts, donde habían quedado en diez minutos en aquel lugar con los demás Merodeadores.
Dione comenzó a escalar el tronco hasta subir a la rama más baja. James no se quedó atrás y subió junto a ella. Él se apoyó en el tronco y ella dejó que sus piernas colgaran.
Desde ese ángulo James podía apreciar la cicatriz que cruzaba el pómulo derecho. Siempre la había visto, pero solo le comenzó a causar curiosidad cuando ella se unió a ellos. No se había atrevido a preguntar sabiendo que ella no le respondería por el poco tiempo que llevaban conociéndose, pero ahora que habían comenzado a entablar lo que podía comenzar a llamarse una amistad, decidió que quería saciar su curiosidad. Esperaba esta vez no recibir una respuesta negativa.
—¿Cómo te hiciste esa cicatriz?
—Tienes la sutileza de un ogro. —le respondió con una sonrisa ladeada.
—No has respondido a mi pregunta. —James inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado alzando ambas cejas.
—No tengo que responderte. —dijo encogiéndose de hombros.
—¿Por qué no?
—¿Y por qué sí? —preguntó de vuelta conectando su mirada con la del muchacho. Él sacó ligeramente su labio inferior, formando un tierno puchero.
—Pues para saciar mi curiosidad.
—Tengo bastante paciencia así que insiste lo que quieras que no te responderé. —James se carcajeó sin gracia.
—Mi convivencia contigo no dice lo mismo. —se burló apoyando su brazo sobre la rodilla de la pierna que había subido a la rama.
Dione ensombreció su mirada, borró su sonrisa y entrecerró sus ojos, como si fuera un basilisco que intentaba asesinar a su víctima con su vista. James la señaló con obviedad como si ese gesto estuviera verificando sus palabras. Dione rodó los ojos desviando su mirada a las personas que se acercaban al árbol.
—Ya estaban tardando. —murmuró Dione siendo escuchada por su acompañante.
Lucius, Severus, Narcissa y Evan se acercaban hacia ellos, y como era de costumbre, portando su clásica mirada de superioridad hacia los demás.
—James, sé que eres muy impulsivo pero trata de contenerte —él le miró confuso y ella se dispuso a aclararle sus dudas—. Los conozco. Ignóralos. No caigas en su juego y se irán en un pestañeo. No vale la pena gastar saliva con esta gente.
Él asintió y se volvió a recostar contra el tronco del árbol. Dione abrió su libro de Transformaciones para que ignorarlos fuera más fácil. Escribió en un pergamino y se lo pasó a James para que no se quedara mirándola como distracción. Él se dispuso a leer el papel. Y sonrió al ver lo que tenía escrito.
'Deja de mirarme y haz como si estuvieras leyendo. No les mires ni les hables, si no la maldición irá para ti.'
—De Armas, baja del árbol, queremos hablar contigo. —le ordenó Lucius con una mueca de desprecio. James tensó su mandíbula, pero decidió no decir nada al releer la nota de Dione.
—Baja ahora mismo, traidora. —ordenó esta vez Evan.
Ninguno de los dos dijo nada. Como si aquel grupo no estuviera frente a ellos. Eso mosqueó bastante al trío de chicos. En cambio Narcissa se dio cuenta de lo que trataban de hacer y rodó los ojos, sabiendo lo que se avecinaba.
—¿Sabías un dato curioso, James? —él levantó su mirada del pergamino para mirar a Dione a la vez que negaba con la cabeza— La ignorancia se mide en la cantidad de insultos que usan cuando no tienen argumentos para defenderse. Lo leí el otro día en un libro muggle, pienso que son unas palabras muy certeras. ¿No crees? —James se mordió el labio para no reír estruendosamente. Emitió un sonido afirmativo indicando que estaba de acuerdo con aquella frase.
Evan, con la sangre hirviendo por sus venas, murmuró unas palabras con la varita en alto y Dione terminó cayendo del árbol. James bajó inmediatamente para ayudar a Dione a reincorporarse, quién para su suerte estaba en una rama baja y no logró fracturarse nada.
—¿¡Qué coño te pasa, imbécil!? —gritó el azabache con intención de acercarse al slytherin.
Dione le cogió de la mano inmediatamente para evitar que iniciara una pelea absurda. Lucius silbó con burla al ver que la provocación de Evan había surtido efecto.
—¿Amanecimos con el pie izquierdo, eh? —dijo Severus con una pequeña sonrisa.
—Amanecimos perfectamente, pero vuestra presencia, o siquiera la mención de vuestros nombres amarga el día de cualquiera. —respondió James siendo arrastrado por Dione, quien lo único que hacía era ignorarlos por completo.
Evan agarró de manera agresiva la muñeca de la primogénita De Armas logrando que ella girara su rostro hacia él. Se soltó abruptamente de su agarre.
—No me toques.
—Pues no me ignores cuando estoy hablando contigo. —James intentó acercarse, pero ella puso una mano sobre su pecho y lo miró indicando que no necesitaba su ayuda.
Se giró de nuevo hacia su antiguo mejor amigo. —Lo que tu me digas me importa una mierda. ¿Te ha quedado claro o tengo que dibujarte un mapa? —su mirada indiferente solo molestó más a Evan.
—A mi no me faltes al respeto, sucia traidora. —con una mueca de disgusto, Dione empujó su pecho con un dedo para que se apartara. Pero él le agarró la muñeca bruscamente y apretando el agarre logrando hacerle daño, aún así ella no se deshizo de la seriedad que mostraba su cara por ninguna circunstancia—. Tu traición no quedará impune, zorra de mierda.
—Y el plan de Quién-no-debe-ser-nombrado jamás se cumplirá. No mientras Dumbledore y yo estemos vivos, gilipollas. —le susurró con una sonrisa ladeada.
Se zafó de su agarre y dio media vuelta. James la esperaba y cuando llegó a su lado le entregó el libro que se le había caído cuando Evan la tiró del árbol. Ella entrelazó su brazo con el del chico y ambos caminaron hacia el pasillo que conectaba con el jardín.
Una vez fuera de la vista de aquel grupo, Dione se frotó la muñeca que comenzaba a tener los dedos de Evan marcados de color morado. James se dio cuenta de ese gesto y frenó su caminata apartando la manga del uniforme de la chica. Se escuchó un pequeño susurro por parte del azabache: mierda. Ella apartó su brazo de su alcance pero él volvió a agarrar su mano y tiró de ella sin decir ni una palabra.
Dione preguntó a dónde iban pero no recibió respuesta alguna. Decidió no insistir y ver hacia donde le llevaba. Reconoció el cuadro del bol de frutas y vio como el gryffindor le hacía cosquillas a la pera. El cuadro se movió para dejarles pasar al interior de las cocinas de Hogwarts. La sentó en una silla y le dijo que le esperara. Él dedujo que ella no querría ir a la enfermería para que le pusieran hielo, así que la llevó hasta las cocinas para conseguir un trapo para envolver el agua congelada. Se lo pidió a un elfo y se lo entregaron. Después pronunció unas palabras con la varita apuntando hacia la tela y un par de cubitos de hielos se formaron sobre el trapo. Lo selló para que el hielo no se deshiciera y fue hacia Dione para entregárselo.
Ella le dedicó una sonrisa con los labios apretados después de agradecerle. Posteriormente se levantó y con una mano de James sobre la parte alta de su espalda, ambos salieron de las cocinas. Durante el camino Dione envolvió, con ayuda de James, el trapo con hielo alrededor de su muñeca para que no tuviera que sujetarlo todo el rato.
Se encontraron con los demás Merodeadores durante el camino y al ver lo que ella llevaba en su brazo izquierdo no se abstuvieron de preguntar. Obviamente, después de explicarles lo que había sucedido, algunos quisieron ir a darle su merecido, pero Remus y Dione, quienes eran los que sí pensaban con la cabeza, se lo prohibieron terminantemente. Porque eso sería darles la victoria a aquel grupo, y ante ese argumento pararon de insistir, indispuestos a otorgarles esa satisfacción.
dejo un par de memes sobre el cap xq quiero y xq puedo aunque den completo cringe 😀
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