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Capítulo 6.






—Oh, Kitty.—Agust negó con la cabeza cuando su mirada captó el desastre que era el pelirosa.

Las sabanas arrugadas, su camisa manchada, parte de su cuerpo todavía desnudo, sus mechones adheridos a su frente, pero ahora, su respiración completamente tranquila y sus ojos cerrados, señal de que estaba durmiendo.

Agust había llegado con un tazón de Ramen, que dejó sobre la mesa, y se sentó de un salto sobre el colchón. Kitty despertó exaltado por el movimiento, y cuando sus ojos observaron al causante, solo suspiró, y volvió a recostar su cabeza.

—Eres muy molesto, ¿Ni siquiera vas a dejarme dormir?—Jimin elevó sus cejas en un gesto lastimero, su rostro aún somnoliento. Y según lo que reflejaba la poca luz que traspasaba las cortinas, ya había anochecido.

—No has comido.—Dijo, y Kitty rió débilmente.

—¿Qué hace el famoso Agust D preocupado por Kitty Gang? ¿Eh?—Agust no respondió, tan solo sonrió desviando su mirada.—Uh, no me digas que de verdad le he gustado.—Dijo con burla.—¡¿Quién diría?! Agust D alimentando a su rehén.

Agust frunció el ceño y lo miró.—No digas estupideces, mi deber es mantenerte vivo hasta cumplir con la orden de mi jefe. Además, tú, ¿Por qué no has intentado escapar las veces que te he llevado hasta el baño de nuevo? Creí que eras lo suficientemente hábil para arrebatarme el arma.

Kitty Gang había intentado una vez huir, ya con la piernas liberadas, pero solo se había ganado otro severo golpe en la cabeza.

—No voy a dejar que me apuñales la cabeza cada que intento derribarte. No serviría de nada intentarlo sabiendo que no voy a tomarte desprevenido.—Jimin sonrió, abultando sus mejillas y entrecerrando sus ojos. El sueño lo estaba venciendo, y estuvo a punto de perder la consciencia nuevamente, de no ser porque el cuerpo de Agust se movió, caminando hasta la puerta del baño, y regresando un minuto después con un pañuelo humedecido.

—Intenta luchar, Kitty, nunca había tenido un rehén tan débil.—Mencionó, acercándose para limpiar la suciedad sobre él sin ninguna verguenza.

—Ni uno tan sexy.—Kitty meneó sus cejas, y Agust solo rió terminando de limpiar lo poco que había quedado impregnado sobre la tela.

—Eres un asco.—Arrugó la nariz, subiendo de nuevo la ropa para cubrirlo.—Apestas, y además, has dejado mi cama sucia.

—¿De quién ha sido la culpa?—Enarcó una ceja, pero Agust ni siquiera le estaba mirando ya. Se había dirigido hasta la mesa donde aguardaba el tazón de comida, y sumergía los palillos para luego llevarlos a la boca de Kitty.—Esto es humillante.—Dijo, para después abrir su boca y esperar a que la comida ingresara en su boca.

—Luces como un niño.—Dijo entre risas, tomando un poco más.—Nadie pensaría que un niño tan adorable como tú, amante del color rosa, y con rostro infantil, sería un delincuente. Y mucho menos con esa actitud de mierda que te traes encima.

—Uhm, con este infantil rostro y actitud de mierda conquisto a muchas mujeres.—Sonrió orgulloso antes de recibir otro bocado.

—Me parece poco creíble que las mujeres se fijen en alguien tan afeminado.—Opinó.

La boca de Kitty Gang se abrió ofendido, estaba decidido a contestarle, a replicar el hecho que detrás de su cabellera rosada y labios rellenos, había un hombre realmente seductor, pero los palillos le interrumpieron abruptamente. Cerró la boca de inmediato para evitar derramar la comida, y se la tragó, mirándolo con recelo.

—Idiota.—Refunfuñó, escuchando la carcajada que brotó desde el fondo de su garganta.

Terminó con todo el contenido del tazón, y se puso de pie.

—¿Y?—Ladeó su boca, como si esperara alguna respuesta. Kitty lo miró desorientado.

—¿Qué?

—¿Algo que quieras decirme antes de que te envíe con mi jefe? Te estoy dando tiempo, y aún no quiero deshacerme de ti.

—No te preocupes, no tienes por qué deshacerte de mí, este colchón es bastante cómodo, y tú cocinas de maravilla.

Agust salió de la habitación sonriendo inconcientemente, y cuando se percató de esta, la borró al instante, sacudiendo su cabeza para poder centrarse en lo que realmente importaba: su trabajo.

Por otro lado, Kitty Gang se había quedado pensativo. Su mente viajaba desde el recuerdo de la risa escandalosa que haría Seokjin después de que él dijera algún chiste con poca gracia, y los papeles regados sobre el suelo gracias a los tropiezos de Namjoon, que luego tendría que recoger y organizar antes de que Seokjin le gritase por perder alguno de nuestros tan preciados documentos.

Los extrañaba mucho.

Resopló, acomodándose como pudo, sintiendo sus muñecas sumamente adoloridas, y su cuerpo exhausto. A pesar de haber estado tres días tirado sobre una cama, se sentía cansado, tanto física como emocionalmente. Su cuerpo le pedía movimiento, alimento, las ansias por volver a rondar por las calles incrementaba, y su mente, estaba hecha un cáos. Extrañaba a sus hermanos, y se cuestionaba cuándo sería que podría volver a verlos. Y para convertirse en el colmo de todos los colmos, Agust D le estaba frustrando aún más, y cada minuto se lamentaba el que su única misión fuese asesinarlo.

Porque aún no había olvidado aquello. Estaba allí, en esa ciudad bajo un techo con la sola y única condición de acabar con la vida del peligroso Agust D, y su compañero.

Y si lograba salir con vida de allí, tendría que cumplir, pero le estaba costando trabajo aceptar aquello.

Decidió descansar, porque darle más vueltas al asunto, solo terminaría llevándolo a la desesperación. Y prefería un millar de veces pretender ser fuerte y confiado, a parecer un cobarde aterrorizado y sentimental.

A la mañana siguiente, fue un toque sobre su hombro el que lo hizo abrir los ojos. Tuvo que entrecerrar y parpadear varias veces hasta que pudo enfocar, y cuando lo hizo, se topó con la enorme sonrisa de Agust D, mirándolo directamente.

—¿Y a ti qué te pasa?—Preguntó, arrugando el entrecejo mientras intentaba restregar su rostro contra su brazo.

—Feliz cumpleaños.—Musitó. Kitty alzó una ceja, antes de dibujar una sonrisa sobre su rostro, y reír ligeramente, esperando alguna burla u ofensa de parte del mayor.—Tengo una sorpresa para ti.—El pelirosa siguió con la mirada a Agust, hasta llegar a la mesa de madera junto a su cama, y sobre esta, había una botella de lo que supuso, era alcohol.

—¿Es en serio?—Se vio realmente sorprendido, pues a su lado, había dos vasos, ambos de vidrio, y lo suficientemente grandes.

—Claro que si, ¿Esto te parece un juego? Soy un criminal, pero tengo un corazón.—Jimin rió con un bufido.—Lamento no tener copas y Champagne para ti, pero en esta casa no tenemos tales lujos, nos gusta más lo rustico, y por lo general, soy solo yo y la botella, así que, en realidad eres un privilegiado en probar mi alcohol.

—Entonces no necesitamos vasos.

En cuanto terminó de escucharlo, los ojos de Agust brillaron y sonrió de oreja a oreja antes de llevar el pico de la botella a sus labios y tomar un sorbo.

—Hoy tengo todo el día libre, así que eres todo un afortunado.—Comentó, alzando la botella para luego tomar asiento junto al cuerpo de Kitty, y llevarla al borde de sus labios de inclinándola para que también tomara un poco.

—¿Afortunado? ¿Por qué? ¿Por que mi secuestrador ha hecho espacio en su agenda para pasar tiempo conmigo en mi cumpleaños?—Soltó una risa amarga.—Oh si, definitivamente soy afortunado.

—Es mejor que estar solo.—Se encogió de hombros, mientras repetía el proceso para que ambos tomaran.

—Pues, la verdad, aunque quisiera estar con mis amigos, prefiero estar contigo a que con cualquier maniático que intente perforar mi piel para sacarme información.

—Que no te haya hecho daño no significa que no sea un maniático.—Kitty sonrió divertido, antes de recibir de nuevo la botella, y beber otro trago.

—Que buena noticia, porque no me compadezco de los que están casi tan locos como yo.

—¿Y eso qué significa?—Inquirió Agust, alzando una ceja.—¿Vas a matarme? ¿O cuando te liberes piensas llevarme con tus amigos?

—No soy tan tonto como para correr el riesgo de llevarte hasta allá.—Negó con su cabeza.—Soy lo suficientemente apto para matarte yo mismo.

—Entonces, esperaré ansioso el momento.—Sonrió ladinamente.—Quizás seas mucho más ágil, y finalmente acabes con mi miserable vida.

Kitty apretó sus labios, se limitó pidiendo otro trago más.

Después de unos cuantos más, la botella estaba por terminarse, y ellos un poco ebrios, pero aún concientes de lo que hacían. Cuando Agust dejó que Kitty tomara hasta la última gota, se levantó para ir por otra botella.

—No creí que aguantaras tanto.—Comentó Agust riendo, y tomando asiento nuevamente para destapar la nueva botella.

—Si no estuviera preso, podría estar tumbado sobre la silla de un bar, posiblemente drogado.

—Mmm.—Agust tarareó con sus labios.—Eso no suena mejor que pasar tu cumpleaños conmigo.

Una hora más tarde, entre tragos y una buena charla, que para ambos fue bastante inesperada, ya que, Kitty Gang nunca creyó que el fuese a cumplir lo que había dicho, y Agust D, nunca se imaginaría teniendo una platica tan amena con Kitty Gang.

—Ni siquiera sé por qué pensé en matarte.—Dijo Jimin, arrastrando las palabras.—Mi nuevo jefe temporal había dado la orden de eliminarte, pero si lo hubiese hecho, no estaría pasando mi cumpleaños con el asombroso Agust D.—Se carcajeó, y Agust le siguió, ladeando su cabeza.

Y aunque no estaba en sus cinco sentidos, era capaz de sentir ese leve pinchazo de culpa cuando su mente le recordaba que dentro de poco tendría que llevarlo a donde debía haberlo hecho en un principio. Sabía que teniéndolo allí no estaba logrando nada. Y si, lo había intentado, tal vez no como debería, pero lo había hecho. Sin embargo, V no estaría orgulloso de ver como pasaba tiempo amigablemente con Kitty Gang sin amenazarle de muerte.

El juego absurdo que utilizaban todos aquellos hombres como V, locos por el poder. Al final de todo, terminaban con la vida de una persona solo con un chasquido de dedos, aún cuando aquella persona hubiese hecho todo lo pedido.

Para Agust, siempre fue un juego divertido y fácil de manejar, pero esta vez quiso cambiar ligeramente las reglas, y utilizarlo a su favor.

Y todo estaba saliendo como lo planeado, en cuanto, en su inconciencia por la cantidad de alcohol que había ingerido, se había acercado demasiado al cuerpo del menor.

Sus ojos se clavaron en un punto fijo, los carnosos y rosados labios entreabiertos de los que brotaban leves risas y oraciones no muy coherentes. Y entonces, cuando sus deseos se intensificaron al ver la húmeda y tentadora lengua lamer su labio inferior, se abalanzó contra él, uniendo sus bocas, y abriéndose paso sin esperar a que el contrario reaccionara. La botella cayó causando un estallido cuando el cristal se rompió contra el suelo, y él se subió sobre la cama, acorralando el cuerpo inmóvil de Kitty Gang.

Kitty sonrió, correspondiendo el beso con la misma intensidad, moviendo su lengua del mismo modo para rozarla contra la del rubio. Agust se apoyó con sus manos a los lados de Kitty, inclinando su cabeza y separándose por segundos para buscar aire. Una de sus manos viajó por todo su torso, llegando hasta el borde de su camisa para introducirla dentro , y acariciar su piel.

El sabor a alcohol se mezcló entre ambas bocas, disfrutando de la combinación de sus salivas y los chasquidos que causaban.

Tan pronto como sus piernas se unieron, Kitty sintió el bulto de Agust contra el suyo, soltando un gemido en medio del beso.

—Agust, suéltame, por favor.—Suplicó con voz ronca.—Quiero tocarte.

Y por el estado de ebriedad en el que se encontraba, y el anhelo por que el menor le tocara de la misma manera, obedeció. Después tendría tiempo para arrepentimientos.

Se levantó a toda velocidad para salir de la habitación y adentrarse a otra, con pasos tambaleantes y sintiéndose algo mareado por el movimiento brusco, rebuscó entre sus cajones hasta encontrar la llave. Volvió a la habitación donde estaba Kitty, introduciendo la llave en las esposas y desbloqueándolas de inmdiato, dejando por fin libres las muñecas del pelirosa.

Una enorme sonrisa se extendió por su rostro cuando las manos de Kitty tomaron el cuello de su camisa, obligándolo a volver a la cama sobre él, y continuar el beso que habían pausado segundos atrás.

—¿Has estado con un hombre antes?—Preguntó Agust, tomando el dobladillo de su camisa y deshaciéndose de ella lo más rápido posible.

—Una sola vez, pero la verdad, ese hombre no sabía lo que hacía. Prefiero a las mujeres.—Contestó entre risas, sus dedos torpes incapaces de quitar el cinturón del contrario.

Agust le ayudó, a pesar de estar en el mismo estado, sus manos trabajaban por sí solas para poder liberar la dolorosa erección oculta bajo la apretada tela.

—Esta vez no saldrás decepcionado.—Musitó, encargándose del cinturón de Kitty para bajar los pantalones y aventarlos a cualquier otra parte de la habitación. Las manos de Kitty tomaron sus mejillas para unir su boca en un profundo beso, alzando sus piernas sin pudor alguno para que Agust le desnudara por completo.

Ambos fueron despojados de sus prendas. El cuerpo de Kitty, desnudo, exponiendo cada una de sus curvas y cicatrices, desde sus gruesos muslos que se separaban para dejarle el camino libre, hasta su torso bien trabajado, era una maravilla para los ojos de Agust, los cuales no les dio el tiempo suficiente para recorrerlo, pues Kitty se había acercado a su cuello para besarlo, mordisquearlo, y larmerlo, sacando gemidos del rubio. Demasiado extasiado por el placer de la escurridiza lengua del menor y la fricción de sus miembros.

Kitty dejó su cuerpo completamente a su merced, confiando en que Agust sabría complacerlo como nunca antes. No le importaba que fuese otra vez un hombre el que lo estuviese tocando, y que se estuviese comportando como toda una mujer caliente y urgida porque la enorme masculinidad del otro se hundiera en lo más profundo de su ser. Porque sí lo deseaba.

Gimoteó necesitado, ansioso, hasta que finalmente Agust se introdujo, de un solo golpe en su entrada, sin estimulación previa, porque ambos estaban deseosos de más. Y Kitty Gang jadeó ante la satisfactoria sensación de las caderas del mayor chocando contra las suyas adoloridas, mientras sus paredes se abrían al miembro palpitante que entraba y salía de él. El dolor solo lo hacía más excitante.

—Puedes ir más rápido que eso.—Dijo entre dientes, conteniendo la respiración cuando Agust lo embistió con fuerza, haciendo callar sus palabras, suplantándolas por agudos gemidos que complacieron los oídos de Agust.

No escogió el mejor momento para tener sexo con el niño, ya que los días anteriores, no había descansado bien, y no tenía suficientes energías. Pero, joder, contemplar el momento en que Kitty inclinaba su cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados y el sudor corriendo por su frente, solo lo incitaba a seguir. Sus piernas no dolían, y el sueño se esfumaba cuando salía, y escuchaba los sonidos obscenos que escapaban de los labios de Kitty, e incrementaban su volumen, acompañados del de sus pieles chocando.

Su vista se nubló en cuanto sintió el orgasmo aproximarse. Se sentía tan malditamente bien, incluso con las uñas del pelirosa enterradas en la blanquecina piel de su espalda, y los sus dientes repasando su mandíbula, que casi olvida que tenía que deshacerse de él pronto.

Quizás podría sugerirle a V que lo ingresara en el club de prostitución, y Agust podría comprarle de vez en cuando. Kitty Gang le calentaba más que las prostitutas con las que había tenido que lidiar antes.

Las embestidas se hicieron cada vez más fuertes, y Kitty tuvo que sujetarse y respirar hondo para no quedarse sin aire, el placer consumiendo el poco sentido que le quedaba.

Con un par de embestidas más, tocando su punto más dulce, y haciendo que ambos gimieran alto, el orgasmo no tardó en atacarlos casi al mismo tiempo. En cuanto Agust sintió el líquido vizcoso impactar contra su abdomen, con la imagen de los labios de Kitty abriendo sus labios y estremeciéndose, no pudo evitar correrse dentro de él, liberando todo el contenido en su interior.

Cuando el orgasmo lo abandonó, y finalmente recuperó el aliento, salió de él, y se dejó caer a su lado, con la respiración agitada y su sudorosa piel en contacto con la ajena.

—¿Otra vez?—Escuchó el murmullo de Kitty Gang contra su oreja, seguido de su lengua traviesa jugueteando con esta.

—Creo que será la próxima.—Resopló exhausto, con la cabeza dándole vueltas por su falta de sobriedad, la falta de sueño los últimos días, sumado al reciente orgasmo que lo había atacado con intensidad, solo cerró sus ojos y se dejó llevar por el cansancio, ignorando el lejano quejido proveniente del pelirosa.









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