EPÍLOGO
Los días y semanas habían pasado desde aquella noche maravillosa para Jeon Jungkook. Estuvo fantaseando con el rubio durante los primeros días, pensando en que se pondría en contacto con él para seguir viéndose, sin embargo, nada de eso sucedió. Vio vídeos y más vídeos de la continuación de la gira que estaba realizando y aquello le hacía sentir mal.
¿Y si solo era una noche de sexo más para el cantante?
Posiblemente, sería así, pero era algo que Jeon se negaba a aceptar. Y si Kim quisiera saber de Jungkook, ¿cómo demonios se pondría en contacto si solo sabían sus nombres?
— Kookie. — Jimin trató de llamar su atención. — ¿Qué sucede? Llevas así un tiempo, pareces decaído.
— No sé... El concierto me dejó mal.
— Me dijiste que lo pasaste en grande, a demás... Estabas viendo a tu cantante favorito y encima te subió al escenario.
— Sí, fue increíble, pero después del concierto me fui con un chico...
Park abrió los ojos, sorprendido.
— ¿Con un chico? ¿Quién?
— No lo conoces... Pero pasé la noche con él.
— ¿Perdiste tu virginidad con él y no me habías dicho nada? — Preguntó ofendido. — ¿Cómo fue?
— Bien. Muy bien, pero ese no es problema, lo que pasa es que no he vuelto a hablar con él desde aquella noche.
...
La noche después del encuentro...
La luz entraba por los grandes ventanales de aquella habitación de hotel, haciendo despertar a Jungkook, quien se encontró a un Taehyung dormido de cara. Pensó en lo que había pasado confuso, su mente no estaba procesando que acababa de pasar una noche con el artista con el que había fantaseado durante años.
El rostro de Taehyung parecía totalmente angelical, las mechas rubias caían sobre su cara. Todas las partes de su cara estaban relajadas, pareciendo totalmente distintas a cuando lo veía en pantalla o sobre un escenario.
Aquel era el verdadero Kim Taehyung.
Dormía con los ojos entre abiertos, al igual que sus labios. Sus respiraciones eran profundas, pero no llegaba a roncar.
El pelinegro sonrió ante esa imagen, era afortunado de poder verlo así.
Todo era muy feliz, hasta que trató de levantarse de la cama, su trasero dolía como el demonio. Se quejó en voz baja y fue en busca de su ropa para marchar, porque según el contrato, debía irse a la mañana siguiente.
Sin esperarlo, encontró su ropa del día anterior limpia, doblada sobre un mueble de la habitación. No supo quién fue, pero agradeció mentalmente y fue al baño para darse una ducha y después salir rápidamente.
Cuando ya estaba listo para marchar, vio al mayor tumbado en la cama, seguía dormido. Se acercó y lo volvió a observar, no volvería a verlo así nunca más.
Suspiró y se le ocurrió algo que no debería, sin embargo, no le importó. Agarró un papel que encontró y un bolígrafo, para apuntar su número de teléfono.
Nunca estaría de más. Pensó.
Dejó el papel en la mesita de noche y salió con cuidado para no hacer ningún ruido y despertar a Taehyung, seguramente estaba cansado del concierto y de la noche anterior.
Tuvo esperanzas de que el cantante le escribiera, pero aquel fue su error, ya que jamás le escribió.
...
— Le di mi teléfono, pero no se puso en contacto.
Jimin lo abrazó.
— Esas cosas suelen ser de una noche, Kookie. Así que no deberías esperar mucho, ¿sabes? He estado en tu situación, pero es mejor que te quites la idea de la cabeza por mucho que duela.
Jeon negó con la cabeza, Park no entendía la situación. Había perdido la virginidad con el mismísimo Kim Taehyung, el rubio lo había escogido para pasar la noche, le había hecho firmar un contrato de confidencialidad.
— Es que, la persona con la que estuve... No es la misma situación, Jiminie.
— ¿Entonces? Cuéntame, si no, no puedo aconsejarte.
— ¿Prometes que no se lo contarás a nadie?
— Te lo prometo por Snoopy. — Pronunció el mayor y Jungkook rio.
— Vale... Me fui con Taehyung.
— ¡¿Qué?! Imposible.
— ¡Te lo juro!
Sacó el móvil del bolsillo para enseñarle un vídeo publicado por los fans, el cual mostraba a Taehyung saliendo del estadio y atrás del cantante, todo su personal, junto a él, quien estaba tapado con la chaqueta del rubio.
— A ver... — Se acercó Park con entusiasmo. Jungkook le señaló quién era y su amigo abrió la boca. — ¡Sí que eres tú! ¡Eres tú Kookie, esos eran tus pantalones y se te reconoce por los ojos!
— Supongo... — Contestó avergonzado.
El sonido de un teléfono interrumpió a los dos jóvenes y miraron en dirección de dónde provenía el sonido. El móvil de Jeon vibraba sobre la mesa, el pelinegro se levantó en su busca y después de ver que se trataba de un número desconocido lo dejó en su sitio.
— ¿Quién era?
— Propaganda, un número desconocido, ya sabes, llaman para estafar.
— Jungkook... Contesta, podría ser tu amado. — Park explicó mientras rodaba por la cama como una croqueta.
— Es imposible. — Dijo agarrando el teléfono y contestando a la vez que ponía el altavoz. — ¿Diga?
— Buenos días, ¿habla Jungkook? — Preguntó una voz seria.
— Sí, claro, ¿qué necesita?
— Le hablo desde la empresa de Hybe Labels. — Jeon abrió la boca de inmediato. — Necesitaba ponerme en contacto debido a un tema importante, ¿tiene tiempo?
— ¡Claro! Claro, dígame.
— Verá... Soy mánager de Kim Taehyung. Me ponía en contacto porque él quiere tener una reunión privada con usted.
Jimin abrió la boca e hizo que gritaba, estaba emocionado por su amigo, debido a que de repente sus ojos se habían iluminado como siempre lo habían estado, al igual que había salido aquella sonrisa de conejito.
Después de una larga charla por teléfono con temas legales de por medio, habían quedado en tener una reunión en las oficinas de la empresa de Taehyung unos días después.
Jimin lo puso más ansioso de lo que ya estaba durante los siguientes días, pero pudo tranquilizarse en su soledad.
Cuando llegó el día le pidió a su amigo que no lo acompañase o se pondría mucho más nervioso. Una vez llegó a aquel gran edificio se adentró, allí le hicieron muchas preguntas antes de dejarlo entrar, algo que lo abrumó mucho más.
Se adentró al ascensor, el cual era el triple de grande que el de su edificio, por lo menos entrarían 15 personas en este.
Un hombre lo esperaba en aquel piso y lo llevó a una especie de despacho en el cual no había nadie, aunque no mucho después el rubio apareció, ahora bien teñido, sin verse sus raíces.
— No pensé contactarte. — Fue lo primero que dijo, sin saludar. — Pero no he parado de pensar en lo de aquella noche.
Jeon se puso rojo al instante, algo que hizo reír al mayor.
— Yo tampoco he podido parar de pensar en lo de... Aquella noche. — Tragó saliva.
— ¿No te gustaría repetirlo? — Preguntó y seguidamente negó con la cabeza. — Por supuesto que quieres, por algo me dejaste tu número.
Jungkook asintió, confirmando las palabras que acababa de pronunciar Taehyung.
— Me ha costado un poco convencer a mi mánager que se pusiera en contacto contigo, yo no podía hacerlo directamente... Si ven que llamaba a un número desconocido sería peor y quizás no podríamos habernos visto.
— ¿No te dejan llamar a quien quieras?
— De hecho sí, pero no te iba a llamar con mi teléfono personal... Solo me quedaba el de la empresa y ese sí que está controlado.
El pelinegro comprendió que por mucho que hubiera tenido sexo con él, Kim no podría confiar en un fan a la ligera y arriesgarse a que su número de teléfono personal terminara por las redes en cuestión de segundos.
— Puedes confiar en mí... — Dijo sin pensar, sacando una sonrisa al mayor.
— Lo sé, pero todavía no nos conocemos lo suficiente como para que pueda confiar plenamente.
Asintió a la vez que se disculpaba, pero justo al instante asimiló las palabras que acababa de decir el rubio.
¿Confiar plenamente?
— ¿Quieres confiar en mí?
— Supongo que sí. — Kim se acercó al pelinegro. — Pensé que sería otra noche de sexo, pero sentí una conexión que no me ha dejado estar en paz estas semanas. Me causas mucha curiosidad, Jungkook, quiero conocerte.
— ¿A mí? Pero solo soy un fanático.
— Siento que eres diferente al resto, a demás, eres el único que verdaderamente se ha preocupado por mí y no solo quería una foto, eres... especial. — Mantuvo silencio durante casi un minuto eterno. — Entonces, ¿dejarías que te conozca?
Los ojos del parecido a un conejo brillaron con emoción y ternura.
— Claro que sí.
Ambas sonrisas enseñando dientes provocaron que se acercaran y besaran, felices por aquella nueva experiencia que iba a comenzar.
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