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━ three: only the beginnin

TAN SOLO EL PRINCIPIO
❨ capítulo tres ❩










Sábado por la tarde, un día completamente normal para Valeska, y demasiado tranquilo también.

Aquel día se había ofrecido a cubrir a una de sus compañeras de trabajo, pues su hija había enfermado y debía llevarla al doctor. Además, no quería quedarse encerrada en su departamento. Tampoco podía ir a ver a Bucky, pues este no era precisamente fan de su presencia, y entendía que algunas veces -más bien siempre- quería estar solo.

Así que ahora se encontraba de regreso al departamento.

El día era soleado y caluroso. Valeska odiaba el calor, aunque tampoco era muy fan del frío. De hecho, no tenía ninguna preferencia.

Mientras caminaba por las calles, su mirada se desviaba cada tanto hacia las parejas que pasaban a su lado tomadas de la mano. Cuando pasó por una heladería, vio en esta una pareja junto a una niña pequeña y un bebé recién nacido. Valeska sonrió. Aquella familia se veía tan feliz por algo tan simple como lo era un helado. Pero ella sabía que no era solo eso, sino el hecho de estar junto a las personas que amabas. A veces, Valeska se preguntaba si algún día tal vez podría...

Apartó esos pensamientos de su mente tan rápido como llegaron. No, que estupidez. Ella no podía pensar en eso. No podía permitirse fantasear con una familia. Su vida romántica era nula, ni siquiera había estado con alguien en toda su vida. Y ni hablar de los niños. Ella no podría tener hijos, no soportaría ver a una niña todas las mañanas y recordar que había tenido la mala suerte de tener una madre que había asesinado a muchas personas.

Valeska masculló una maldición y siguió caminando, mirando al frente y sin girarse a las personas que pasaban a su lado.

Una cuadra antes de llegar al edificio, al pasar por una tienda de televisores, Valeska se detuvo en seco al ver las palabras "Bombardeo" y "Soldado del Invierno". Al leer mejor la noticia, comprendió que acusaban a Bucky de ser el encargado del bombardeo en Viena que mató al rey T'Chaka de Wakanda durante una conferencia, junto a esta una foto de unas cámaras de seguridad que revelaban el rostro de Bucky.

No. No era cierto.

Bucky había estado con ella toda la semana, y si, en todo caso, se hubiese ido alguno de esos días, ella se habría dado cuenta. Aquello era imposible. Lo estaban inculpando por algo que no había hecho.

Y como si la vida estuviese en su contra aquel día, Valeska vio a lo lejos un grupo de agentes armados.

—Mierda.

No esperó más para salir corriendo. Cruzó la calle, sin detenerse a pensar en los autos que pasaban, así que tuvo que saltar por el capó de uno cuando casi la atropellan. Ni siquiera se detuvo a disculparse cuando el hombre salió furioso a gritarle. Entró al edificio y subió las escaleras corriendo. Apenas llegó al piso, abrió la puerta del departamento de Bucky y entró.

—¡Mierda, Bucky! Tenemos que irnos, hay-

Pero se detuvo de golpe al verlo de pie junto al famoso Capitán América.

—¿Quien es ella? —el hombre pregunta apenas la ve. Pero Valeska no confía, así que saca uno de los cuchillos de doble filo que siempre lleva con ella, y lo apunta.

—¿Qué haces aquí? —sisea—. Mira, de una vez te advierto que si vienes por Bucky porque piensas que él fue el causante del bombardeo, mejor vete antes de que te clave un cuchillo en los ojos y-

—Se que él no lo hizo —interrumpió el rubio—. Pero hay personas que creen que si, y vienen para acá.

—Si, tus amiguitos —dijo con sarcasmo—. Los miré de camino aquí.

—Quiero ayudarte —dijo Steve a Bucky, luego miró a la castaña que estaba muy cerca del hombre y lo miraba a él con desconfianza—. Ayudarlos.

Valeska se quedó en su lugar, aún apuntándolo como el cuchillo.

—Ten cuidado con lo que intentes —advirtió, antes de salir del departamento y dirigirse al suyo. Abrió la puerta de una patada y entró a este, buscó debajo de la cama su mochila, y una vez que la tuvo se asomó por la ventana viendo a los hombres armados entrar al edificio.

Se apresuró a regresar con los dos hombres, presenciando su pequeña discusión.

—Bucky, tenemos que irnos —llamó, y el mencionado asintió sin mirarla.

—Esto no tiene que terminar en pelea, Buck —habló el rubio, tratando de persuadirlo.

Bucky suspiró: —Siempre termina en pelea.

—Tú me salvaste del río, Bucky, ¿por qué?

—No lo sé

—Si, claro que si.

Luego todo sucedió demasiado rápido. Mientras Valeska se terminaba de abrochar en las muñecas unos disparadores, la ventana se rompió y un explosivo entró por esta. El Capitán lo golpeó con su escudo, haciéndolo explotar en otro lado. La otra ventana se rompió y nuevamente un explosivo cayó, pero esta vez a los pies de la castaña. Bucky lo pateó rápidamente y Steve lo cubrió con su escudo, haciendo que explotara dentro de este.

Hubo un golpe en la puerta y luego disparos en la ventana. Bucky usó el colchón para cubrirlos, y luego lanzó la mesa hacia la puerta, evitando que entraran. Dos hombres entraron por la ventana y uno más por la puerta que da al balcón. Bucky golpeó al primero lanzándolo contra la pared y luego se dirigió al de la puerta, mientras Valeska se encargaba del segundo. Solamente bastó un golpe en el cuello para dejarlo inconsciente.

—¡No, espera! —gritó Steve cuando Bucky tuvo intenciones de irse contra el tercer hombre—, o alguien va a morir.

Bucky lanzó a Steve al piso, golpeando el piso al lado de la cabeza de él. La madera se rompió y sacó de esta una mochila. El hombre detrás de ellos se levantó nuevamente y los apuntó con su arma, pero antes de que pudiera siquiera disparar, Valeska lanzó un cuchillo, el cual se fue derecho y antes de llegar a la pared giró y bajó, clavándose justo en la pierna del hombre.

—¡He dicho que no lastimaremos a nadie!

—Tú y yo no somos equipo —Valeska hizo un mohín—. Además, es solo una herida, no se va a morir —resopló—. En todo caso, puede perder mucha sangre hasta quedar inconsciente o la movilidad de la pierna por algunos meses.

Bucky lanzó su mochila por la ventana, y, mientras otro de los hombres armados entraba, Valeska se acercó al que había atacado recientemente.

—Oye, esto no es personal —sonrió, mientras el hombre se quejaba del dolor—. He sido piadosa. Créeme, si hubiese querido matarte lo habría hecho.

El hombre estiró el brazo, tomando su arma que había caído junto a él, sin que Valeska se diera cuenta. Luego, apuntó a su rostro y disparó.

Al escuchar aquello y ver cómo Valeska caía hacia atrás, Bucky y Steve se detuvieron de la pelea con el otro hombre que había entrado.

—¿Valeska? —Bucky iba a acercarse, temeroso.

Pero la castaña se levantó, con la boca abierta de la sorpresa. Tenía un corte en la mejilla derecha, casi en el ojo, donde caía sangre. Por suerte había desviado la bala a tiempo.

—¡Pero que grosero! —y sin esperar más golpeó a su atacante en el rostro, dejándolo inconsciente—. Y luego se quejan de que la gente ya no es amable. Dales la mano y te disparan a la cara.

Luego tomó el cuchillo que el hombre tenía clavado en la pierna, quitándoselo y limpiándole la sangre en el uniforme del mismo.

Bucky suspiró con alivio al verla viva, y enseguida lanzó a Steve contra otro de los hombres armados, golpeó a otro contra la pared y al último le lanzó un ladrillo.

—Valeska —la llamó, haciéndole una seña con la cabeza de que se acercara. Valeska obedeció y enseguida Bucky atravesó la pared con su brazo de metal y lanzó la puerta a los agentes que estaban fuera—. Ve abajo.

Mientras Bucky se libraba de los hombres, Valeska bajó las escaleras corriendo. Hasta que una fila de agentes armados llegó y la apuntaron.

—Tranquilos —sonrió, alzando las manos. Uno de ellos miró su mano izquierda, que estaba llena de sangre y con el cuchillo en esta—. Oh, no se preocupe, no es mía.

Entonces, lanzó el cuchillo y este giró en el aire, golpeando todas las armas de los agentes y obligándolos a soltarlas, antes de volver a la mano de Valeska. Guardó el cuchillo y corrió contra los hombres, golpeó al primero y lo lanzó contra la pared, repitió lo mismo con otro, pero a este lo lanzó contra los demás. Casi enseguida Bucky saltó, cayendo frente a ella y golpeando a los agentes.

Sin que Valeska pudiera reaccionar, Bucky le rodea la cintura con un brazo y se lanzó fuera de las escaleras. Los detuvo de seguir cayendo, sosteniéndose del barandal. Luego, con un movimiento, lanzó a Valeska al otro lado y luego él pasó.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó cuando él derribó una puerta de una patada.

Bucky no respondió y, en cambio, la tomó en brazos y corrió hacia la orilla. Valeska se aferró a sus hombros mientras él saltaba. Cayeron en el techo del edificio siguiente.

—Arriba —ordenó Barnes levantándose y corriendo hacia su mochila. Valeska obedeció, levantándose y acomodando su propia mochila en sus hombros.

Mientras corrían, una sombra pasó sobre ellos y luego ambos cayeron al piso. Al levantarse, divisaron a un hombre con un traje que parecía de gato, de pie frente a ellos y adoptando una pose de pelea.

—No me jodas —bufó la castaña, antes de que Bucky la empujara a un lado y le lanzara su mochila cuando el hombre gato se fue contra él.

Mientras ambos peleaban, Valeska se abrochó la mochila de Bucky a la suya con una correa. El hombre gato se lanzó contra Bucky, sacando unas garras y acercándolas a su rostro. Valeska corrió hacia él, derribándolo. Ambos rodaron por el piso, pero antes de que el desconocido se fuera contra ella, un helicóptero llegó y comenzó a dispara, pero rápidamente se desvió. Valeska aprovechó aquella distracción para golpear al hombre en las piernas y lanzarlo a un lado. Bucky pasó junto a ella, la tomó nuevamente en brazos y luego se lanzó del techo. Apenas tocar el piso, Bucky la bajó y siguieron corriendo, con el hombre gato pisándoles los talones.

El helicóptero regresó y no tardó en volver a disparar. Bucky tomó a la castaña de la mano y luego la obligó a saltar con él hacia una calle subterránea. Las rodillas de Valeska se doblaron por el repentino impacto, pero rápidamente se recuperó.

—Sigue corriendo.

Valeska asintió, sin detenerse. Volteó hacia atrás viendo como un auto se ponía frente a Bucky, obligándolo a detenerse. Ella siguió corriendo, esquivando los autos y saltando otros.

Las sirenas de la policía se escuchaban, combinadas con el sonido de los autos al desviarse. Valeska siguió corriendo sin detenerse, hasta que escuchó el sonido de una motocicleta acercándose peligrosamente a ella. Aceleró el paso, creyendo que era uno de esos agentes, pero entonces la motocicleta pasó a su lado a toda velocidad, sintió como la tomaban de la cintura y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba sentada en esta, detrás de Bucky.

—Se que no es el momento —lo rodeó con ambos brazos, para no caer debido a la velocidad que iban—, pero eso si que fue cool.

Bucky la ignoró y siguió conduciendo. Entonces el hombre gato regresó y se lanzó contra ellos, pero Barnes lo detuvo con un brazo. La motocicleta se hizo a un lado y Valeska se aferró a Bucky para no llegar a la acera o de lo contrario terminaría sin rostro.

Cuando pudieron deshacerse del desconocido, Bucky siguió conduciendo y le dio a Valeska un objeto redondo con una luz parpadeante de color rojo.

—Lánzala —dijo y Valeska se apresuró a hacerlo. El objeto terminó pegándose al puente detrás de ellos y, casi enseguida explotó.

—Mierda.

Pero aquello no los libró, pues el hombre gato volvió a lanzarse y golpeó la parte trasera de la motocicleta haciéndolos caer. Valeska se quejó, mientras el hombre gato se ponía de pie sobre Bucky dispuesto a atacarlo nuevamente, pero el Capitán llegó, derribándolo.

Un montón de patrullas llegaron enseguida y los rodearon. Valeska se puso de pie de un salto junto a Bucky. Un hombre con armadura gris llegó y los apuntó al igual que los policías.

—Ríndanse, ahora.

Valeska miró a su alrededor, mientras los policías se acercaban gritando cosas.

—Felicidades Cap. Eres un criminal.

—Bucky —Valeska dio un paso hacia él cuando los policías lo obligaron bruscamente a arrodillarse, pero enseguida la tomaron de ambos brazos y la tiraron al piso.

Bueno, adiós vida tranquila.







Habían puesto a Bucky dentro de una jaula de cristal blindado, y lo metieron a un camión. A Valeska, por otro lado, le habían puesto algo en el cuello que le impedía usar sus poderes.

Parecía que ya sabían de ella, de lo contrario no habrían llevado eso. O tal vez sólo fue suerte.

—Yo no haría eso si fuera tu —advirtió Sam Wilson a su lado, al verla tratar de deshacerse del collar de metal—. Produce electroshocks que hacen sentir como si te estuviesen quemando viva.

—He sentido cosas peores —masculló molesta.

La habían puesto en otro auto junto a Steve, el hombre gato que resultó ser un rey, y Sam Wilson quien todo el tiempo estuvo con ellos.

El silencio reinó después de aquel pequeño intercambio de palabras, hasta ser roto nuevamente por el moreno.

—¿Te gustan los gatos? —se dirigió al rey.

—Sam.

—¿Que? Apareció disfrazado de gato, ¿no quieres saber más?

—Yo quiero saber por qué estaba tratando de matar a Bucky —dijo entre dientes la castaña, recibiendo una mirada de desaprobación por parte del Capitán.

—Tú traje... ¿es de vibranium?

Finalmente, el rey T'Challa se dignó a hablar.

—La Pantera Negra ha sido el protector de Wakanda por generaciones —respondió sin mirar a ninguno—. Un manto que pasa de guerrero a guerrero. Y ahora debido a que tu amigo mató a mi padre, también cargo el manto de rey. Ahora contesta, como guerrero, y rey, ¿cuanto tiempo crees que podrás tener a tu amigo a salvo de mi?

—Él no lo hizo —Valeska se recargó del asiento de ellos, mirándolo—. Oye, siento mucho lo de tu padre, de verdad. Se lo que se siente, yo perdí a los míos. Pero estás siguiendo al hombre equivocado. Recapacita antes de cometer una locura, porque te juro... Te juro que no cambiará nada después de eso, excepto el cargo en tu conciencia.

—Las pruebas no mienten —se giró a ella—. Y lo siento mucho, pero tú amigo tendrá que pagar. Y si te pones en el medio, no me importará pasar sobre ti.

Y con eso se dio por finalizada la charla. Valeska suspiró, recargándose nuevamente del asiento y cerrando los ojos. Todo era una locura. Estaban culpando a Bucky de algo que no había hecho, lo tenían encerrado en una jaula como si fuese un animal, y ahora un hombre había jurado asesinarlo. Pero antes muerta que permitir que le hicieran daño a Bucky.

Al llegar al destino, el auto de detuvo dentro del edificio. Un oficial les abrió la puerta y ambos bajaron. Valeska miró a su alrededor, hasta notar cómo llevaban a Bucky aún en esa jaula. Intentó acercarse, pero no dio ni un paso cuando la tomaron del brazo y la llevaron junto a los otros tres.

—¿Y a él que le pasará? —preguntó Rogers cuando se acercaron a un hombre que estaba junto a una rubia y algunos oficiales.

—Lo que debería pasarte a ti. Evaluación psicológica y extradición.

La rubia suspiró, mirándolos.

—Él es Everett Ross. Comandante Adjunto de las Fuerzas Conjuntas —presentó.

—Y un abogado, ¿no?

—Eso es gracioso, un abogado —Ross bufó—. Quiero que sus armas sean retenidas. Les firmaremos un recibo —se giró para irse—. Ah, y lleven a la chica a la sala de interrogación.

Valeska le dio la peor de sus miradas. Dos hombres se acercaron y la tomaron de ambos brazos.

—Puedo caminar sola —masculló y se soltó del agarre, caminando detrás de los otros. Antes de irse, se giró a Bucky, notando que él también la veía a ella.

La guiaron hasta una sala vacía solo con una mesa y dos sillas. Valeska se sentó en una de estas, mientras Ross entraba detrás de ella. No dijo nada, solo puso una carpeta negra en la mesa y se la acercó. Valeska le dio una mirada al hombre, tomando la carpeta y abriéndola. Se tensó al ver que era un archivo con fotos e información suya.

—Valeska Valentine —Ross se sentó frente a ella—. Veintiocho años, británica. Huérfana desde los ocho, madre adoptiva muerta y asesina a sueldo desde los trece años.

—Ex —corrigió, cerrando la carpeta y dejándola nuevamente en la mesa—. Ex asesina.

—El haber dejado eso hace dos años no quita que aún lo seas. Además, atentaste contra la vida de uno de mis hombres.

Valeska alzó una ceja y le dedicó una sonrisa socarrona.

—Señor, si yo hubiese querido matar a ese hombre, créame que lo habría hecho. Pero soy piadosa. No como él —señaló la herida en su mejilla, la cual ya tenía sangre seca—. ¿Acaso no tenían algo mejor que hacer que buscar información sobre mi?

—Mis hombres tuvieron tiempo mientras los traían hacia aquí —Ross entrelazó sus manos por encima de la mesa y la miró—. Dígame, señorita Valentine, ¿como terminó viviendo con un asesino?

—Somos vecinos, no vivimos juntos. Hay una gran diferencia entre eso. Y Bucky no es un asesino.

—¿Es consciente de sus antecedentes, señorita Valentine?

—¿Los míos o los de él? —alzó una ceja.

—Ambos. James Barnes es un criminal, y usted se ha ocultado muy bien. No quiere ir a prisión, ¿verdad? —la castaña negó—. Entonces hagamos un trato, nos cuenta todo lo que sabe sobre estos últimos años que Barnes estuvo prófugo y sobre el bombardeo, y nosotros dejamos que se vaya libre.

Valeska lo pensó un momento. Luego sonrió y se inclinó en la mesa.

—¿Su cabello es rubio o son canas?







Luego de una -nada- amistosa charla con Everett Ross, dos agentes escoltaron a Valeska fuera de la sala de interrogatorios y la llevaron a las oficinas, no sin antes quitarle el collar metálico después de considerar que no era una amenaza.

—¿Donde está él? —preguntó apenas cruzar la puerta.

Había una larga mesa con sillas en esta, donde Wilson estaba sentado revisando unos papeles. Steve estaba de pie junto a una rubia, mirando hacia la oficina del frente, que era más bien la sala de vigilancias, con muchas computadoras que mostraban las imágenes de la sala donde estaba Bucky.

La rubia señaló la pantalla apagada de la oficina, luego apretó un botón y esta se encendió, mostrando también la grabación de Bucky. Valeska se acercó para ver mejor.

—No nos has dicho tu nombre —dijo Sam, llamando la atención de la castaña, pero ella no lo miró.

—Valeska —respondió simplemente, sin despegar la mirada de la pantalla.

—¿Nombre o apellido?

—Nombre.

—¿Cómo lo conoces? —esta vez fue Steve quien preguntó.

—Somos vecinos —suspiró, girándose al rubio. El asintió y no preguntó nada más.

Rogers tomó una carpeta que estaba en la mesa y revisó. Eran las supuestas fotos de Bucky en el atentado. Suspiró, volviendo a dejarlas en su lugar.

—¿Por qué la Unidad Especial difundió la fotografía?

—¿Para involucrar a tantos testigos como se pueda? —la rubia, Sharon Carter, sugirió.

—Claro, es una buena manera de hallar a alguien. Detonas una bomba y te toman una foto, y siete mil millones buscan al Soldado del Invierno.

—Crees que alguien lo inculpó para dar con él, ¿verdad?

—Steve, pasamos dos años buscándolo sin encontrarlo.

—No bombardéanos la ONU. Eso llama la atención.

—Si, pero eso no garantiza que quien lo haya culpado lo atrapara. Garantizó que nosotros si.

Entonces todos parecen caer en cuenta al escuchar las palabras de la rubia. Valeska se puso de pie, mirando a la pantalla con atención.

Y enseguida las luces se fueron.



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