𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃𝖃𝕴𝕴: 𝕿𝖊𝖆𝖌𝖚𝖊.
—¡Sophie! —exclamó Jack detrás de la pelirroja, provocando que ella se detuviera—. ¿A dónde piensas ir? Este es un lugar enorme, sería fácil perderse —comentó el pirata burlonamente.
La mujer tapó su rostro con sus manos, tan avergonzada que podía sentir sus mejillas arder al darse cuenta de que el pirata tenía razón. Además de la poca iluminación y de que el lugar era un laberinto, ella nunca había estado ahí y cuando se adentró al lugar, fue llevada por tantos pasillos que ya no sabía ni qué tan lejos estaba del puerto. Jack por eso había hecho eso, pues, aunque no lo pareciera, la mayoría de las veces sus decisiones siempre eran las correctas y las más acordes a la situación.
Sophie, aún un poco avergonzada, dio la vuelta para encontrarse con su capitán, pero, al hacerlo, se dio cuenta de que había otro hombre más que lo acompañaba.
Ni Jack ni Sophie se habían dado cuenta de la presencia de Teague, ya que él había sido tan sigiloso.
La mujer, al darse cuenta de la presencia del hombre adicional, se paralizó, ya que ella aún no sabía a ciencia cierta quién era, pero por el parecido que había entre ambos piratas, ella suponía que eran familia. Sin contar que Teague llamaba a Jack "Jackie", cosa que se le hacía extremadamente tierno a la fémina.
—Sophie...
Fue lo único que salió de los labios de Jack, ya que al observar la mirada de la mujer atenta a algo que había detrás de él, se dio cuenta de que tenían compañía. Y Sparrow sabía que su padre era el único que podía quebrantar aquella privacidad que necesitaba con la mujer en un momento así. Así que, con notable cansancio y desesperación, dio la vuelta el capitán, dándose cuenta de que su teoría era cierta.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó con fastidio.
—Asegurarme de que se lo digas.
La seguridad con la que dijo esas palabras hizo que Sophie se estremeciera ante el poder que ejercía. No sabía si esa era el aura que tenía el hombre con cualquier persona, pero ver que un hombre mayor mandaba a Sparrow la hizo comprender un poco más quién era el hombre, llegando a la conclusión de que era el padre de Jack o la persona que lo había criado, o simplemente tenía mucha influencia en él como para hablarle así.
Ante el silencio de los piratas, Sophie decidió meterse, siendo cuidadosa al hacerlo.
—¿Qué cosa tiene que decirme? —preguntó acercándose a ellos, aunque ninguno se dignó a contestar, entonces, ella los miró enojada y aclaró su garganta: —¡Jack! —gritó tratando de llamar su atención, pero este seguía sin contestarle.
Teague y Jack no paraban de intercambiar miradas, parecía que ninguno quería ceder y entonces Teague aprovechó que la curiosa mirada de la mujer estaba presente para soltar aquella revelación que haría que la mujer insistiera más a su hijo en saber sobre ella misma. Pues el pirata conocía tan bien a su pequeño, que sentía que quizá, aquella muchacha de cabellos rebeldes haría que por fin su hijo sentara cabeza y tuviera hijos, hiciera una familia y continuara con el apellido Sparrow.
—Ella debe saber su verdad. Debe saber de sus vidas y de sus familias.
Jack tragó saliva de inmediato, sabiendo que ahora en adelante, tendría a una pelirroja detrás de él esperando saber la verdad. Sophie, por otra parte, se quedó estática. La palabra "sus" la había dejado tan perpleja que no creía que fueran ciertas aquellas palabras del padre de Jack, mientras que el pirata que había soltado aquella revelación decidió aprovechar la posición en la que estaba la mujer para poder ayudar a su hijo a no negar lo que vendría en unos días más.
—Jack. —Teague llamó con voz demandante—. Necesito hablar contigo. A solas.
En ese instante se apartaron solo unos cuantos pasos de la mujer y aunque la curiosidad de la mujer era tanta, no tenía cabeza para ello. Además, los hombres decidieron hablar en claves.
—Jack, recuerda lo que te enseñé —aclaró Teague con seriedad.
—Yo sé lo que hago.
—No parece —aclaró Teague—. Recuerda que no todos los tesoros son de oro y plata.
—¿A qué te refieres con eso? —cuestionó Jack alzando un poco la voz, pero ante la mirada penetrante de su padre comprendió lo que le estaba insinuando. Y aunque Jack sabía que su padre no estaba del todo mal, él aún quería negarse a lo inevitable—. ¡No! Estoy consciente de lo valiosa que puede ser, pero no es un tesoro que me gustaría tener por siempre.
Jack constantemente se convencía de ello, se convencía de que cuando apareciera la familia de Turner, podría dejar a Sophie en cualquier parte para que hiciera su vida y él la olvidaría con mujeres y ron, pero conforme cada día pasaba, cada vez más se repetía la idea en su cabeza y cada vez más se negaba a dejar la inocencia de la mujer en manos de cualquier persona. Y su padre lo sabía, ya que pudo haberla ofrecido, hacer un negocio con la hermandad, pero no lo hizo. Además, Jack estaba haciendo cada vez más larga la revelación de la vida de la mujer porque temía que se alejara pronto de ella.
—Los mejores tesoros son aquellos que no se pueden obtener y compartir con quien desees —aclaró Teague—. Piensa bien sobre eso.
Y como cualquier padre, Teague se alejó dejando a su hijo con la mente llena de pensamientos que lo hicieron sentir tan perdido. Resignado a dejar ir a la mujer que amaba, decidió finalmente contarle todo a Sophie lo más pronto posible; por mientras, la tenía que llevar al Perla, ya que como se escuchaba en su entorno, la reunión había finalizado y era claro que la hermandad no se había interesado en ellos, ya que Sophie no había demostrado sus dones.
Jack se alejó del lugar esperando que la mujer voluntariamente se acercara a él, pues esa era una de las tantas técnicas que Sparrow estaba usando para apartarse de ella. La pelirroja, por otra parte, se molestó mucho cuando se percató de que su capitán la estaba abandonando y corrió hacia él, notando como poco a poco había más luz en el lugar en donde estaban, ya que finalmente habían llegado al puerto.
Cuando Sophie estuvo al lado de él, Jack se encontraba con su mano acariciando su barbilla, pensativo. La mujer lo observó extrañada, hasta que él habló.
—¿Tienes visiones? —preguntó de repente y Sophie se quedó petrificada, y aunque no había nadie cerca de ellos, ella temía decir la verdad y que la aventura acabara. Era claro que ambos no querían dejar esta historia—. Es importante que lo confirmes, Sophie. —volvió a insistir Jack.
Sophie estaba contra la pared básicamente y aunque temía lo que vendría después, ella había decidido no hablar de la familia de Turner, pero decir la verdad. Podía tomar en cuenta sus sueños que había tenido antes de subir al Perla, porque cada uno de ellos, se estaban volviendo realidad.
—No estoy muy segura —aclaró la mujer—. Cuando era pequeña y dormía, tenía sueños muy extraños de piratas. Por un momento creí que era porque todas las noches mi padre hablaba de ellos, pero ahora, no sé qué creer...
La respuesta no convenció a Jack y este permaneció frente a ella atento, hasta que entendió que ella no diría nada más y se alejó de la mujer con rapidez, dejándola sola. Poco a poco los piratas invadieron el lugar y cada uno de ellos se subió a su debido barco para irse; Sophie se subió al Perla y al hacerlo, notó que Jack ya estaba sobre este, aún muy pensativo, pues el hombre no sabía si decirle todo a Sophie o guardarse el secreto unos días más. No sabía qué hacer, pero quizá, si Sophie ya había tenido visiones de la familia Turner, esa era una señal de que era el momento.
Él recordaba haber visto a la pelirroja llorar entre sueños, pero no entendía por qué no le tenía confianza para contárselo. Por eso, una vez más, se acercó a la mujer, esperando que Sophie confiara en él.
—¿Últimamente las has tenido?
La mujer, sintiéndose aprisionada, asintió y Jack esperó que ella le diera detalles, pero no lo hizo. Jack soltó un suspiro y cerró levemente los ojos, dándose cuenta de que era el momento de dejar sus anhelos atrás y hacer que la leyenda se cumpla.
Gibbs, que apenas había llegado al navío, contempló la escena curioso y se acercó a la pareja en busca de respuestas.
—Capitán, ¿cuál es nuestro rumbo? —preguntó Gibbs con una sonrisa.
—¿Qué sucedió allá adentro? —cuestionó el capitán, ignorando la pregunta de su mano derecha.
—Lo que presentíamos, capitán.
Jack hizo una mueca de desagrado y, a pesar de sus dudas, confesó a Gibbs lo que tanto había tratado de evitar.
—Tenemos que ir con Calypso —confesó el pirata y después se puso serio, corriendo hacia su camarote; y cuando estaba a punto de cerrar la puerta detrás de él, observó a Gibbs y le guiñó el ojo.
En ese instante, Gibbs volteó a ver a Sophie con una sonrisa enorme, ansioso de lo que vendría.
—Descendiente, ¿está cansada? —preguntó de repente Gibbs y Sophie negó al instante—. Le recomiendo que descanse en su camarote hasta que Ragetti la llame para la cena —aclaró empujándola hacia el lugar—. Faltan solo unas dos o tres horas, aproximadamente.
—Prefiero cenar en mi camarote —aclaró la mujer, abriendo la puerta, y Gibbs negó divertido.
—Por supuesto que no —dijo el hombre antes de darse la vuelta para dar órdenes a los piratas, entre ellos William, quien observaba la situación con complicidad.
En el horizonte, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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