𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃𝖃: 𝖁𝖎𝖘𝖎ó𝖓.
Como era de costumbre, Sophie descansaba en su cama, pero ante la tormenta que azotaba el exterior del navío, despertó alarmada. Además, las goteras que la acompañaban la hicieron sentir incómoda en su lecho.
El barco se balanceaba de un lado a otro sin cesar, y aunque la mujer intentara levantarse, terminaba cayendo al suelo. Por ende, Sophie optó por sujetarse de las paredes y de todo lo que encontraba a su alrededor para salir de su camarote y contemplar el cambio brusco de clima.
Los truenos resonaban, el océano sacudía el navío, las personas estaban empapadas y el suelo era peligroso si temías caer. Pero a Sophie no le importó y decidió seguir paseando por el barco en busca de Jack Sparrow, quien controlaba el timón con gran destreza para salir pronto de aquella tormenta.
Sophie sabía que era imprudente salir en ese clima, pero lo que la animaba era el extraño sueño que había tenido, que consideraba importante compartir con Jack, dado lo real que le había parecido. Además, aunque lo negara, le atraía la idea de aventurarse en una tormenta. Pero volviendo al sueño, había soñado con el incidente de la piedra rompiéndose con su grito, aquel suceso que la dejó desmayada durante días. Hasta ese momento, no lo recordaba.
El frío comenzó a invadir a Sophie, junto con el pesar de que su vestuario se adhería a su cuerpo debido a la lluvia, dejando al descubierto más de lo que prefería. Aunque los piratas parecían no prestarle atención, ella siguió su camino hacia el capitán.
Por un momento, a Sophie le pareció divertido molestar un poco al hombre, a pesar de la situación. Una pequeña broma siempre era necesaria.
—¡Jack! —gritó, tratando de acercarse a él, aunque temía soltar las escaleras y caer al mar.
—¡No es buen momento! —gritó él con fuerza, luchando con el timón.
—¡Necesito mejorías en mi camarote! —aclaró ella alzando la voz, sonriendo con dulzura ante la reacción esperada del hombre.
—¡Hay problemas más importantes, Sophie!
Ella sonrió de lado y decidió hablar con él. Era consciente de que no era el mejor momento, pero ya estaba allí, y aunque lo negara, otra razón por la cual había huido con los piratas era porque tenía miedo de perder más hombres y, quizás, como en otras ocasiones, ella podría ayudar de una manera milagrosa.
—Jack, tuve un sueño extraño —comentó, acercándose a él y sujetándolo del brazo.
—¡¿No me lo puedes contar en otro momento?! —preguntó él apretando los dientes mientras maniobraba bruscamente con el timón.
Sophie lo ignoró y comenzó a contarle su sueño al pirata. Al finalizar, Jack trató de sonreír, pero por la fuerza con la que estaba con el timón, más pareció una mueca.
—Eso sí ocurrió y después te desmayaste —contestó Jack después de unos minutos de silencio.
La tormenta había disminuido un poco mientras la mente de Sophie era un caos, sin poder creer cómo había olvidado por completo ese detalle tan importante.
—No te lo conté ayer porque te alejaste al ver a Pintel —aclaró soltando levemente el timón al ver que todo estaba más tranquilo.
Los piratas celebraron el haber sobrevivido a aquel mal clima, y había un aura de felicidad total. Pero Sophie, a pesar de las buenas vibraciones, de repente se sintió llena de miedo y tristeza.
Entonces, la mujer cerró los ojos y se vio dentro de una prisión en un barco, llena de moluscos y otros animales marinos. Abrió los ojos y volvió a encontrarse en el Perla. La confusión la invadió y se apartó de su capitán, con una mano en el pecho mientras se dirigía a su camarote en silencio, esperando procesar esa experiencia tan extraña. Nadie se dio cuenta de su cambio de humor, excepto Jack, pero decidió no hacer nada, ya que sabía que probablemente poco a poco, ella sentía todo lo que pasaba en el mar como su madre. Sophie había sentido la presencia de la familia Turner en cualquier parte del océano.
Cuando estuvo sola en su camarote, cerró los ojos y se recostó en su cama, dejándose llevar a ese lugar nuevo y extraño.
"La mujer estaba agachada mientras se asomaba entre las rejas de la prisión que la rodeaba. Aún estaba empapada por la gotera que caía sobre ella, pero no mostraba intenciones de moverse.
—Mamá —dijo el muchacho que estaba con ella, poniendo la mano en su hombro—. Deberías alejarte de ahí, podrías enfermar —insistió, pero ella no hizo caso.
La mujer parecía perdida y no miraba nada en particular. Cerró los ojos con fuerza y pareció que comenzaba a llorar, aunque sus lágrimas se confundían con el agua que caía.
A pesar del descuido que mostraba, era una mujer hermosa. Las prendas que llevaba, su cabello desaliñado y sus ojeras pronunciadas la hacían parecer mayor, mientras que el joven a su lado parecía tener la edad de Sophie o unos años menos, con un rostro aún infantil, aunque marcado por la suciedad, los rasguños y los golpes.
De repente, un hombre de aspecto descuidado y horrible descendió las escaleras con un plato en la mano. Tenía una mirada inquietante y daba mala espina.
—La comida está servida —dijo, acercándose a su celda.
Tomó el pan que llevaba en el plato y lo arrojó dentro de la celda para luego retirarse. El muchacho se acercó de inmediato al pan y lo partió en dos para comenzar a comer con rapidez y desesperación.
—Deberías comer —insistió el muchacho a su madre con la boca llena.
—No entiendo por qué nos tienen aquí en esta prisión —murmuró la mujer con fastidio—. ¿Dónde está Will?
Inmediatamente, se puso de pie frente a su hijo y este dejó de comer para mirarla.
—Necesitamos escapar, Henry —dijo ella, mientras su hijo sonreía a medias.
—Lo hemos intentado tantas veces —susurró el joven, resignado—. ¿Qué cambiaría en este momento? —cuestionó en un susurro, provocando que su madre volviera a sentarse en el suelo, enojada.
La mujer estaba harta y cansada de estar allí, mientras que el joven permanecía sin esperanza."
Sophie abrió los ojos y estaba completamente sudada. Ragetti y Pintel la observaban, ya que estaban cerca de su camarote cuando escucharon sus gritos.
—¿Por qué tanto alboroto, cariño?
Sophie se sintió avergonzada ante los piratas y trató de ser lo más indiferente posible.
—Solo tuve una pesadilla —susurró, asqueada por el pirata y por el recuerdo de la mujer en su visión—. Creo que me afectó demasiado.
—No te preocupes, tus gritos no fueron tan fuertes, o si no, tu camarote estaría lleno de piratas ahora mismo —comentó Ragetti, sentándose junto a Sophie.
—Vinimos corriendo cuando te escuchamos gritar. Aunque solo gritaste una vez y luego estuviste revolviéndote en tu cama —explicó el pirata, sin dejar de sonreír, mientras Sophie simplemente escuchaba en silencio.
—Pero no solo vinimos por tus gritos —agregó Pintel, sentándose al otro lado de Sophie—. Jack quiere darte algo.
—¿Jack quiere darme algo? —preguntó Sophie, confundida.
—Quiere que te sientas cómoda y te veas bien para donde vamos —dijo Pintel.
—¿Jack quiere darme ropa?
Pintel rodó los ojos, fastidiado por la pregunta, y le arrebató la caja blanca de las manos a Ragetti con brusquedad. Sophie se sintió mal y colocó la mano en el hombro de Ragetti, tratando de brindarle apoyo por la actitud de su compañero. Pintel abrió la caja blanca y sacó su contenido, mostrando con una sonrisa el magnífico vestido anaranjado que tenía en sus manos.
Aunque no era tan fino como los que estaba acostumbrada a usar Sophie, parecía hermoso, y para ella, ese gesto fue tan significativo, ya que no esperaba que Jack tuviera un regalo así para ella, especialmente después de los comentarios que había hecho antes.
—Pensé que no tenía nada en su camarote —aclaró Sophie, abrazando el vestido y tratando de ocultar la gran sonrisa que se asomaba en sus labios, aunque no pudo evitarlo.
—Lo consiguieron en Tortuga cuando desapareciste —mencionó Ragetti—. Creo que Will lo consiguió, o algo así, pero no te lo habíamos dado.
Sophie sonrió ante la amabilidad de los hombres, pero entonces se dio cuenta de algo importante y no dudó en preguntar.
—¿A dónde nos dirigimos? —cuestionó.
—Al oeste —contestó Pintel—. A la isla Naufragio.
En el horizonte, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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