Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

O3O.

𝐈'𝐌 𝐒𝐎 𝐈𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄
𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐘𝐎𝐔,
𝐀𝐍𝐃 𝐈 𝐇𝐎𝐏𝐄 𝐘𝐎𝐔
𝐊𝐍𝐎𝐖

               Ophelia asintió aun conmovida y ambos fueron a sentarse al sillón, la castaña dejó su mochila a un lado y Thomas colocó algo de música desde su ordenador, y disfrutaron aquel helado, que Thomas sí podía comer porque era de fruta, y el señor Schumacher los hacía de forma natural.

             Definitivamente Ophelia sintió la nostalgia al comer el helado, no probaba nada de ahí hace bastante tiempo. Recordó a su abuela con mucho cariño, mientras le contaba a Thomas de que tenia la teoría de que a su abuela le gustaba el señor Schumacher y que por eso iba tan seguido.

             Echaron los pequeños recipientes vacíos al basurero después de terminar.

              La sorpresa definitivamente era preciosa, su madre había disimulado perfectamente que Thomas había hablado con ella para colaborar con la misma, y la idea de que Thomas recordara detalles tan pequeños la llenaba de ternura. Era definitivamente una persona asombrosa.

[•••]

            —¿Cómo colgaste lo del techo? —Preguntó Ophelia curiosa.

             —Yo no me subí, claro esta. —Bromeó. —Me ayudó mi hermana y nos prestamos una escalera de uno de los empleados de limpieza para poder ponerle cinta. —Explicó el rubio.

               Hubo silencio entre ambos unos segundos. Thomas parecía algo perdido.

[•••]

                —¿No me sacarás a bailar?—Preguntó Ophelia bromeando, aguantando una risa.

                Thomas pareció reaccionar. —Sí, claro. Que torpe, lo siento —Dijo disculpándose mientras se ponía de pie del sillón al mismo tiempo que extendía su mano hacia la muchacha.

                 —Es broma...No lo hagas si no quieres. —La castaña rio.

                 —No, no...Si quiero, ven. —Decía Thomas rapidamente.

                Ophelia se levantó del sillón tomando la mano del chico, que la atrajo hacia él lentamente.

                 La castaña rodeó el cuello del muchacho y este rodeó la cintura de la chica, no sin antes poner una canción desde su teléfono para que la misma suene de la laptop, ya que la misma contaba con un mejor sonido.

                Puso una canción lenta, familiar para Ophelia, de un cantante llamado James Arthur, 'Say you won't let go'

                —Oh... esa es una canción muy romántica. —Molestó a Thomas mientras comenzaban a balancearse lentamente.

              —¿Te gusta? —Preguntó Thomas algo nervioso, parecía que no había captado la broma.

              Ophelia asintió con ternura, decidiendo dejar la broma de lado.

[•••]

               Estaba algo nerviosa, bailaba lentamente con Thomas, el muchacho tenía las manos en su cintura y su contacto se sentía muy cercano.

              Cuando a Ophelia se ponía nerviosa solía retener el aire sin querer, por lo que intentó que no suceda.

               De pronto, sintió un pequeño beso en los labios, el cual la hizo sonreír.

              Entonces decidió devolverle el beso, dándole uno pequeño también.

             Thomas volvió a devolverle el beso corto. Y Ophelia hizo lo mismo otra vez.

             Aquello guió inevitablemente a que se terminen dando un beso largo.

             El primero de ese tipo que compartían.

              Las manos de Thomas acariciaron su cintura y espalda. Pegándola más a él en aquella especie de abrazo que habían formado.

              Las manos de Ophelia viajaban entre la nuca del joven hasta acariciar sus mejillas.

              Sus labios eran suaves, su tacto se sentía abrumador y envolvente. Ophelia sentía sus mejillas demasiado calientes, la cantidad de sentimientos que experimentaba al mismo tiempo hacían todo aquello casi irreal.

               No era un contacto desesperado, pero sí muy deseado. Volvían a besarse incluso después de tener milésimas de segundo para poder respirar.

[•••]

              De todas formas el contacto llegó a su fin. Pero aquella especie de abrazo continuó.

               La castaña se animó a abrir los ojos y al aun tener a Thomas bastante cerca, y a pesar de que no se quiso reír por lo que vio, no lo lo pudo evitar.

              Thomas estaba todo manchado de labial, en los labios, al rededor de la boca y hasta en la nariz.

              Se veía gracioso. La risa simplemente se le salió.

              —Tienes toda la boca con labial. —Dijo entre risas pasando los dedos por al rededor de la boca y nariz del chico para poder limpiar un poco.

              Thomas, se contagio de la risa prestandole atención al rostro de Ophelia. —Tú también. —Confesó.

               Ophelia se rió más.

                Thomas se alejó para buscar pañuelos para que pudiesen limpiarse. Buscó entre sus cajones y los encontró, tendiéndole uno a la castaña mientras el también usaba otro.

                Ambos se limpiaron las manchas de labial entre risas.

[•••]

               —Tengo que comprarme otro labial. —Decía Ophelia con gracia. —De esos mate, que no se transfieren... Lo malo es que suelen secarme los labios... —Contaba.

               Thomas pareció recordar algo de repente. Volviendo a buscar entre sus cajones, esta vez algo desesperado.

               —Casi me olvido. —Decía. Hasta que sacó algo.

                Era una corona de papel, una manualidad muy simple hecha con una hoja de color amarilla.

                —Sé que no tiene nada que ver con lo que estabas diciendo. —Se disculpó con una risa. —Pero estuve a punto de olvidarlo. —Dijo acercándose con la corona, colocándola de repente en la cabeza de Ophelia con cuidado de no doblar las puntas de la hoja. —Es la corona por la Reina del Baile...—Explicó. —Iba a hacer la banda de tela que lo diga, pero soy muy malo con las manualidades.—Dijo apenado. —Así que espero la corona sea suficiente.

               Ophelia quedó muy conmovida, y no quiso ni tocar por curiosidad la corona de papel en su cabeza, no quería arruinarla.

               Los detalles de ese día eran increíbles. Y se aseguró de agradecérselo una vez más.

[•••]

                 —¿Y no deberías tener corona también tu? —Preguntó con dulzura.

                 —¿Por qué lo dices? —Preguntó confundido el muchacho.

                 —Pues, si yo soy la Reina del baile, tu deberías ser el Rey... ¿No te parece?

                 Thomas rió. —No pensé en eso. —Confesó.

                  —Entonces seremos Rey y Reina del Baile de todas formas... —Dijo Ophelia riendo con ternura.

                  La mirada de Thomas se sintió diferente en el momento que Ophelia volvió a chocar su mirada con el después de aquellas palabras. No sabia como describirlo, parecía conmovido pero no triste.

                  —¿Qué pasó? —Preguntó Ophelia ante el repentino silencio.

                 Thomas sacudió la cabeza, trayendo su mente a la tierra de nuevo.

                 —Nada, perdón. —Se disculpó. —Sólo...—Tomó aire algo preocupado, como si fuese a confesar algo muy importante. —Solo que yo...Yo...yo estoy muy enamorado de tí. —Dijo con la voz algo temblorosa. —Eso me bloquea a veces. —Sus nervios eran demasiado notables. —No te puedo decir que no entiendo por qué, porque si entiendo. —Seguia diciendo nervioso. —Siento que me quema el pecho cuando te veo... o cuando hablo de ti. Debes saberlo, aunque no te lo haya dicho explícitamente. —Suspiró. —No puedo si quiera decirte que me gustas porque estoy seguro que la palabra no es suficiente... No quiero alarmarte, ni abrumarte, por eso no lo he dicho en voz alta.

                 El rostro de Ophelia estaba totalmente rojo. Intentó tomar aire, pero sabia que iba a fallar, aun así quiso que sus nervios no sean tan notorios.

                Thomas volvió a tomar un respiro para seguir hablando mientras se llevaba una mano al pecho. —Ophelia yo no tengo idea si siquiera tu sientes la mitad de lo intenso que yo siento por ti, pero no me importa...puedo sentir lo suficiente por los dos...

               —No, Thomas. —Respondió Ophelia. Viendo como el rostro del muchacho se caía por una milésima de segundo. —Yo siento mil veces más. —Le confesó. Sintiendo un ligero picor en los ojos de repente.

              Thomas había quedado pasmado y callado.

              Los sentimientos tan intensos en los corazones de ambos muchachos daban incluso una falsa sensación de nauseas.

              —¿Puedo darte un beso? —Preguntó Thomas cuando le volvió la voz.

              —Cuántos tú quieras. —Contestó Ophelia en un suspiro. Thomas se fue acercando. —Espera. —lo detuvo unos segundos. —Me voy a quitar la coronita, no la quiero arrugar. —Dijo, haciendo reír al muchacho.

              Ophelia se retiró la corona de papel para ponerla encima del mueble que le servía a Thomas como mesa de noche. Para luego acercarse al muchacho con emoción, abrazarlo de nuevo rodeando su cuello y volver a darle un beso.

[•••]

              Muy fácilmente aquel día pudo ser el más bonito de toda su vida.

              Se sentía flotando. Su familia estaba feliz de verla feliz. Su madre había quedado convencida de que Thomas era un muchacho muy bueno, y ante todo pronóstico y por el gran amor que le tenía a su preciosa hija, se animó a unirse al registro de médula osea.

               Lo mismo hizo el padre de Ophelia.

               Si la posibilidad de salvarle la vida al chico haría feliz a su hija, sus padres lo intentarían.

               Fue una sorpresa tan grata, que ni siquiera el mismo Thomas se la pudo creer.

              La familia de Ophelia visitó a Thomas en el hospital. El padre y los hermanos fueron los únicos que lo vieron por primera vez en persona.

               Los niños, aún menores de edad también habían querido ser parte del registro, pero para ellos estaba prohibido, porque aún eran solo niños.

                Aún así Jacob y Andrew no perdieron la oportunidad de hacerse amigos de Thomas, hablando de fútbol, de autos, y de Marvel.

               La madre de Ophelia habló con la madre de Thomas, diciéndole que si le interesaba el jardín de niños en el que trabajaba abriría una actividad extracurricular de ballet, y que buscaban docente para el mismo, que sabía que la señora Tasha era bailarina y profesora, que podía hablar con la directora para que la consideren si estaba interesada. La paga era muy buena.

                Las dos familias, se hicieron amigas muy rápido. Por sus hijos, quienes vivían merecidamente la ilusión e intensidad del enamoramiento.

                Las dos madres se iban a tomar té y a hablar. La señora Roxanne incluso acompañaba de vez en cuando a su hija a visitar al muchacho cuando el mismo sufría de alguna infección o descompensación.

                Las cosas cambiaban para bien.

                 Aun así, el día que los resultados del registro, volvieron a salir negativos para los dos padres de Ophelia, fue un nuevo día de desánimo.

                La familia de Thomas y el mismo Thomas lo tomaron con tranquilidad y agradecieron profundamente la intención.

                 Aun así, debido a la justificada frustración, Ophelia trataba de buscar respuestas en todos lados.

               ¿Por qué es tan difícil encontrar  donantes de médula compatibles con el paciente?

                Lo que Thomas, los doctores, y el Internet decían era lo siguiente.

                La clave de esta cuestión radica en nuestro sistema inmunológico. su función consiste en proteger al cuerpo de amenazas externas, con lo que es un experto en reconocer todo aquello que no pertenece a nuestro organismo. Se trata de una habilidad muy útil a la hora de combatir enfermedades infecciosas, pero puede ser un problema cuando se trata de realizar trasplantes de material orgánico exógeno.

                Este reconocimiento lo hace, en buena parte, a partir de la información genética  que denominamos sistema HLA, o antígenos leucocitarios humanos. Cuando el sistema inmune encuentra células con un sistema HLA demasiado diferente al propio, las reconoce como ajenas y las rechaza.

                  Esto, de por si, ya dificulta cualquier trasplante; pero en el caso de los trasplantes de médula ósea la dificultad se dobla ya que, al tratarse de células madre, son también parte del sistema inmune y por tanto también pueden rechazar al receptor. Por eso, el nivel de compatibilidad HLA tenga que ser aún más alto que en el caso de cualquier otro trasplante.

                    Para reconocer si dos sistemas HLA de individuos diferentes son compatibles, es necesario estudiar las cadenas de aminoácidos de los genes presentes en el HLA y denominadas alelos. Concretamente, se trata de los llamados A, B, C y DR, de los que cada paciente posee dos expresiones (una proveniente del padre y otra de la madre, lo que explica que la probabilidad ¡de compatibilidad se multiplique entre hermanos). Es decir, que se comparan 8 alelos de cada paciente.

                    Y es que existen en el mundo 5.907 alelos A diferentes, 7.126 alelos B, 5.709 alelos C, 29 alelos DRA y 3.331 alelos DRB, según explican desde la Fundación. Por ello, las probabilidades de encontrar dos combinaciones coincidentes son tan bajas.

[•••]

                 Claro que todos estaban preocupados. Más cuando el tiempo avanzaba.

                  Thomas había sufrido dos infecciones respiratorias seguidas. Y la fuerte cantidad de antibióticos, más todos los tratamientos que ya seguía, habían traído su pobre cuerpo y sistema abajo.

                    En los últimos días había vuelto a usar aquel aparato de oxígeno con tubitos en la nariz. (Se había llamado cánula, Ophelia lo aprendió)

                    Si bien, el muchacho ponía su mejor semblante con su adorada castaña. No era difícil notar que se estaba debilitando, y que se sentía más enfermo. Más por lo que le había pasado recientemente.

                   Ophelia solo esperaba que todo sea como las otras veces, Thomas estaba más débil por un tiempo, pero se recuperaba. Y técnicamente así era un ciclo.

                   Ahora solo eran unas tontas infecciones respiratorias, Thomas estaría mejor. Tenía que estarlo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro