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O22.

𝐒𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐋𝐊𝐒 𝐈𝐍
𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐎𝐎𝐌
𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓𝐒 𝐔𝐏

             Ophelia notó al muchacho algo bloqueado. Había estado algo perdido desde que Ophelia había llegado.

              —¿Te parece si empiezo? —Le dijo Ophelia. Thomas asintió cediendole la palabra. Esperaba eso lo haga sentir más cómodo.

               La castaña tomó un respiro.

              —Pues, yo te admiro mucho. —Decía con una sonrisa. —Eres muy inteligente, tienes una memoria que me sorprende. Sabes de todo un poco, y haces de todo un poco, eres interesante y honesto. —Describió. —Lo que más me agrada de ti es que aunque no parezca a primera vista, es cuanto te preocupas por los demás, te importa su bienestar y buena salud, lo que hiciste con Maya, y cuando me llamaste mientras estuve enferma. También me gusta que eres capaz de reconocer tus errores y pedir disculpas, no mucha gente hace eso ahora. —Hizo una pausa. —Eres divertido y tranquilo... Y  muy valiente para tomar iniciativa y perseverancia, además de ser fiel a tu compromiso con tu terapia, que espero no dejes. —Comentaba con dulzura. —Eres un buen chico, el orgullo de tu familia y un ejemplo para muchos, incluyendome a mi, por eso te admiro.

              Thomas parecía avergonzado. Pero tomó la palabra.

               —Lo que yo admiro de ti es tu capacidad de ver lo bonito en todo. —Confesó serio, cosa que hacia su honestidad mas notoria. —Todo parece lindo para ti, cualquier tipo de música, un simple "hola", un paseo, un juego, las flores, un gorro, un peluche...—Mencionaba. —Puedes ver la belleza en cosas que para muchos pasan ignoradas o que para mi lo hacían... Ves al mundo con ojos y un espíritu alegre, emanas una dulzura de la que sólo se pueden ver en libros, y hay algo tan amable y noble en tu ser que es difícil ignorar...—Decía. Tomándose un tiempo para continuar. —Me agrada la forma en la que sonríes, porque se te ilumina absolutamente todo el rostro. Me agrada la forma en la escondes los labios antes de mandar un chiste malo o una broma...y también cuándo te quedas pensando para hacer un movimiento de ajedrez y cierras solo un ojo. Tu rostro es expresivo, y es divertido que a veces no te des cuenta de eso. —Mencionó. —Me agrada lo sensible que eres y no me parece que eso te haga débil, eres amable con un mundo que muchas veces puede ser grosero contigo. Tienes esperanza donde otros no, y eso hace que puedas contagiar alegría en un lugar que antes no lo tenía... y aun así te sigue sobrando alegría por dar ...—Decía, pero pareció sentir que había hablado mucho. Lo que lo avergonzó de nuevo. —...Eso admiro. —Concluyó de repente.

[•••]

               Thomas fue tomado de sorpresa por un repentino abrazo de la castaña. Que se había emocionado por sus palabras.

               Ophelia no pensó su reacción, solo se acercó a abrazarlo porque la emoción la embargó. Era lo más bonito que alguna vez un muchacho o un amigo le había dicho. No tenía idea de que el rubio pensara tantas cosas bonitas de ella.

                Notó a Thomas rígido por la sorpresa, y pensó en separarse rápidamente antes de molestarlo más con un tipo de contacto físico que posiblemente no quería mantener.

              Pero la sorpresa de aquel día fue sentir a Thomas corresponder su abrazo, con leves palmaditas de consuelo en la espalda. Eso la alegró aún más, decidiendo quedarse en el abrazo unos segundos más.

              —Es lo más bonito que he escuchado. —Susurró al estar cerca del oído del joven por el abrazo.

               —Solo es la verdad. —Anunció el joven, animandose a sobar la espalda de la muchacha con una de sus manos.

               Se separaron justo después de eso. Ahí Ophelia se dio cuenta lo llorosos que traía los ojos, estaba sensible. No podía evitarlo, así era ella. Era lo que también formaba parte de la dulzura que poseía.

               Iba a buscar o pedir algún pañuelo para secarse los ojos de las amenazantes lagrimas, pero el rubio se le adelantó. Pasando delicadamente  uno de sus índices por las pestañas de la muchacha para recoger esas dos lágrimas que habían llenado sus ojos.

             El gesto le pareció muy tierno. Lo dejo hacerlo, el tacto de su mano con su rostro se sintió frío, pero agradable.

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             —¡Atención a todos por favor! —Interrumpió la enfermera de repente. —Ya es hora de terminar esta actividad. —Dijo, mientras todos volvían a guardar silencio. —Veo que muchos se han puesto algo sensibles, y no pasa nada. Es parte de la dinámica ...

            Ophelia miró a su alrededor, y pudo notar a varios de sus compañeros y a algunos pacientes con los ojos llororosos también, había sido una actividad emotiva al fin y al cabo.

             La enfermera volvió a tomar palabra. —Ahora, todos los que están de pie vuelvan a sentarse por favor. —Dijo mientras todos iban obedeciendo. Thomas y Ophelia volvieron a sus asientos.

[•••]

           —Bien ahora con todos atentos, escúchenme bien. —Seguía la mujer dando sus indicaciones. —Disfruten y coman un poco, aprovechen para ir al baño o hacer algo, porque nuestra siguiente actividad empieza en 15 minutos, y harán equipo con su pareja. —Anunciaba. —Participarán solo los voluntarios en representación de su equipo... Jugaremos a las sillas musicales. —Anunció. Se oyeron divertidos vítores. —Así que prepárense, mientras las demás enfermeras y yo acomodamos las cosas para el juego. —Dijo cómica, mientras coincidentemente al mismo tiempo que pronunciaba las últimas palabras, dos enfermeras más entraban con más sillas de plástico apiladas, las cuales eran obviamente para  acomodar el juego. —El ganador se lleva una manta con el logo del hospital de regalo, así que prepárense. Armen su estrategia...—Decía riendo con ternura.

[•••]

             Durante los minutos libres Ophelia comió un poco más de lo que había traído Dylan, Thomas en cambio no deseaba probar más por el momento, ya que solo había probado algo del yogurt, estaba inapetente. Posiblemente porque también había tomado el desayuno pocas horas antes.

             De repente el pequeño Dylan volvió a hablarle a Ophelia.

             —Oye... Mi mamá dice que algunos universitarios viven en sus universidades. —Le dijo. La castaña le prestó atención. —Dylan me acaba de decir que los de su universidad no ¿Por qué?

           —No es una universidad muy grande a comparación de otras. Creo que es eso. —Respondió amable la castaña.

           —Sí además los que estamos en esa universidad estamos ahí por eso, para ir a donde vivamos después de clases, con nuestras familias y eso. —Le explicaba. —Eso no quita que haya alumnos que alquilan habitaciones cerca. Pero la mayoría no. —Seguia explicando mientras se llevaba algo de fruta a la boca. —En universidades inmensas como Oxford si hay habitaciones dentro del campus, porque esta lejos y muchos alumnos también vienen de todas partes ahí... Los mejores del mundo.

               —Yo quiero estudiar en Oxford. —Decía el niño animado.

               —Eso suena bien ¿Qué quieres ser cuando seas grande? —Le preguntó Ophelia con una sonrisa.

               —¡Quiero ser Doctor! —Decía el niño feliz.

                Dylan adulto parecía algo conmovido.

               —¿En serio? —Preguntaba Ophelia interesada. El niño asintió.—Porque te cuento que yo conozco a un estudiante de Oxford que coincidentemente será doctor también...

              —¿Quién? —Preguntaron los dos Dylan al mismo tiempo.

              Ophelia señaló a Thomas con la cabeza. El joven pareció aturdido por la repentina inclusión en la conversación.

              La expresión de sorpresa de los dos Dylan, fue cómica.

               —No te creo... —Decía el Dylan adulto mirando a Thomas. —¿Saldrás como médico de Oxford? —Preguntaba incrédulo. Thomas asintió.

               —Y no solo eso, Thomas será neurólogo...—Dijo Ophelia contenta.

              El joven parecía algo avergonzado por la atención puesta en el de repente. —No es la gran cosa...

              —¿No es la gran cosa? —Decía Dylan adulto. —Mi hermano, estudias en una de las mejores universidades del mundo, y una de las carreras más difíciles...y una de las especialidades más difíciles... Soy un bruto a tu lado. —Rió.

              —Eso le dije yo. —Rio Ophelia también.

             —Nadie es bruto. —Decía Thomas. —Ophelia es campeona regional de ajedrez ...

             —¿Qué? —Decía Dylan aún sorprendido esta vez mirando a la castaña. —Eso es sorprendente. —Suspiró. —Eres una celebridad técnicamente. —Rió. —Ahora me siento más tonto, rodeado de tanta gente inteligente. —Bromeó.

          El niño se rió con ganas.

            —El ajedrez no es difícil. —Decía Ophelia consolando a su amigo. 

             —Pero ser campeón regional sí. —Recalcaba el joven castaño.

             —Yo no se jugar...—Decía el niño. —¿Me puedes enseñar? —Le pidió tiernamente a Ophelia.

             La castaña asintió. —Mañana traeré mi tablero y te visitaremos con Thomas. Él también sabe jugar. —Le dijo animada.

            El niño asintió emocionado.

             —¿También juegas ajedrez? —Preguntaba el Dylan adulto al rubio. Thomas asintió. —¿Estás soltero? —Preguntó, causando risas en Ophelia y el niño. —No, no me malinterpreten. —Se corrigió riéndose también. —Lo digo por mi hermana, ella también esta soltera, es dos años mayor que yo.

             —Sí estoy soltero. —Aseguró Thomas riendo un poco también.

              —¿Cuando te sanes ya podrás regresar y vivir en la universidad? —Le preguntó el niño inocentemente.

             Thomas no tuvo corazón para decirle que no pensaba que podía sanarse—Sí, aunque ahora estoy estudiando en línea. —Terminó por decir.

            —Pues espero que te sanes pronto, así tendré un amigo doctor, y eso es genial. Porque luego yo también seré doctor, y seremos colegas—Dijo el niño emocionado.

             Thomas guardó silencio mientras asentía con una leve sonrisa. Parecía algo conmocionado.

[•••]

             Poco después de la conversación, la dinámica de las sillas musicales empezó. Tanto Ophelia, Dylan adulto y los demás voluntarios se pusieron de pie.

            Las sillas ya estaban acomodadas al centro del salón para bailar al rededor. Habían doce, porque eran trece voluntarios.

           Los únicos voluntarios que acompañaban a pacientes mayores eran Ophelia, John (el voluntario de Maya) y un chico que se llamaba Paul, que acompañaba al señor Norris.

            Los diez sobrantes acompañaban a los niños y adolescentes. Y eran los que competían con más esfuerzo, para no dejar caer la ilusión de los menores.

            La música empezó y en una ronda los voluntarios bailaron al rededor de las sillas. La música estaba buena, así que Ophelia disfruto el juego.

              La castaña y su amigo Dylan sobrevivieron varias rondas. Pero Ophelia perdió justo cuando quedaban 5 sillas y 6 voluntarios.

             Dylan seguía en el juego.

[•••]

             Ophelia regresó a su asiento al lado de Thomas con la respiración algo agitada mientras reía por la diversión.

              La pareja de jóvenes junto al pequeño Dylan miraron atentos el juego. Las rondas seguían avanzando, y Dylan adulto seguía sobreviviendo a mas rondas.

[•••]

             Pronto la ronda final llegó entre Dylan y Javiera, el salón se llenó de vítores y risas de los niños.

              La música empezó de nuevo, los dos jóvenes parecían nerviosos. Y la enfermera encargada de parar la música la dejo sonando más tiempo para ponerlos más nerviosos aún, lo que hacía reír aun más a los niños.

             De repente, cuando paro la música, la batalla por la silla fue la más graciosa que Ophelia alguna vez había visto.

              Todo indicaba que por la posición Dylan ganaría, pero Javiera quitó la silla antes de que Dylan se siente, provocando que de un sentanazo en el suelo. El joven se levantó rápido, mientras evitaba a toda costa que sea Javiera quien se siente.

              Las risas de todo el salón, incluyendo enfermeras, pacientes y voluntarios debían escucharse en todo el hospital.

               Dylan ganó después de cargar a Javiera a un costado y sentarse en la silla. Nadie lo considero trampa, porque Javiera le había quitado la silla al inicio. Los aplausos al muchacho no se hicieron esperar.

              El joven recibió el premio de la  manta como si fuera un trofeo. Y regresó a su asiento contento de darle el premio a su pequeño tocayo.

[•••]

             Hubieron tres dinámicas más, bastante cortas.

            La primera era una de memoria donde todos debían mencionar a un animal, y recordar el de los demás, se preguntaba al azar a una persona por el animal de cualquier otro presente, el que no recuerde perdía. Thomas ganó ese juego.

           El otro era el juego del espejo, donde nuevamente frente a frente debían imitar al otro, como un espejo. Por lo que uno pretendería ser el reflejo. Thomas fue el reflejo de Ophelia en esa dinámica.

           La última dinámica, era darse las gracias entre todos por ese día, y juntarse para tomarse una foto todos juntos.

           Thomas y Ophelia llegaron casi al medio de la foto, el rubio acomodó a Ophelia delante de él, para que nadie la tape ni taparla él. Posó sus manos encima de los hombros de la chica, pero parecía algo inseguro al hacerlo. A Ophelia no le molestaba, Thomas estaba tomando soporte en ella, y no era incómodo.

             Una vez tomada la foto, todos podían volver a sus habitaciones. Los bocadillos se habían acabado, por lo que la limpieza no sería tan difícil para las enfermeras.

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            Ophelia llevó el plato con bocadillos de Thomas (Los cuales no había terminado) podía que le de hambre más tarde, además dejarlo ahí en el salón de terapia física sería de mala educación.

            Así ambos con los brazos entrelazados, para que Thomas no pierda equilibrio, regresaron a paso lento a la habitación del muchacho.

[•••]

           Ya ahí, Ophelia dejó el platillo en el mueble que le servía como mesa de noche. Y ayudó a Thomas a sentarse en su camilla, cubriéndolo con las sábanas hasta la cintura y acomodando las sábanas para que le den apoyo a su espalda.

            Vio la hora, y era medio día.

            Tenía que despedirse.

[•••]

           —Hoy fue divertido. —Dijo dulcemente mientras se colocaba su chaqueta para abrigarse.

           —¿Ya te vas?

           —Sí, ya son las doce...—Dijo la muchacha señalando la hora.

           —Oh...—Thomas pareció darse cuenta recién. —¿Tienes mucho que hacer en la tarde?

           —No lo sé, iré a almorzar y tengo una cita con mi psicologa a las 3:00. No es tan ocupado pero definitivamente más ocupado que otras tardes de sábado. —Rio, mientras sacaba de su mochila su bufanda, para ponérsela también.

            —Claro, anda tranquila...

            —Pero puedo quedarme más tiempo los otros sábados si quieres, o bueno, si es que ya no te molesta mi presencia como antes. —Dijo, algo avergonzada.

            Thomas se aclaró la garganta, avergonzado también —Como desees. —Dijo, evitándole la mirada. —Puedes venir entre semana... si quieres visitarme...

            —Lo haré. —Ophelia sonrió feliz mientras se colocaba la mochila a la espalda. —Hasta mañana. —Le dijo amable mientras se dirigía a la puerta.

           —Ophelia —Thomas llamó  de repente.

            La castaña giro prestándole atención.

            —Sé que me puse extraño cuando llegaste. —Dijo. —Estaba nervioso... Todos ya te lo dijeron, pero te ves muy bonita hoy.—Le dijo—No es que no te veas bonita los otros días. —Se empezó a explicar pensando que había dicho algo malo. —Tu eres bonita...Solo que hoy...

           Ophelia lo interrumpió acercándose nuevamente a la camilla, donde con mucho coraje se atrevió a dejarle un beso en la mejilla, dejando mudo al joven otra vez.

            —Sí te entendí. Que lindo cumplido —Le dijo riendo. —Nos vemos. —Se despidió nuevamente con amabilidad, esta vez sí saliendo de la habitación.        

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