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O18.

𝐍𝐎, 𝐈'𝐌 𝐍𝐎𝐓
𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓 𝐁𝐔𝐓
𝐈 𝐇𝐎𝐏𝐄 𝐘𝐎𝐔
𝐒𝐄𝐄 𝐌𝐘 𝐖𝐎𝐑𝐓𝐇

              Se adentró en el hospital con un nuevo ánimo. A veces uno solo necesitaba un descanso, un tiempo a solas o hablar con alguien. 

             Ya estaba mejor. Solo necesitaba un tiempo.

[•••]

             Se dirigió al ascensor mientras planeaba que hacer al llegar, hablar directamente del tema o esperar un poco. Tal vez Thomas tenía algo que decir, o tal vez había vuelto a dormir. Estaba muy débil, y posiblemente ese malestar lo ponía irritable.

              Sacudió el cuerpo mientras iba  caminando por los pasillos, terminando de liberar los restos de tensión de su cuerpo, caminaba mirando al suelo, aún pensando en la mejor manera de mejorar su comunicación con Thomas, como Maya había aconsejado.

[•••]

              Aun así al elevar la mirada para seguir avanzando a la habitación del rubio, se pegó uno de los peores sustos de sus cortos 22 años.

              Thomas parado a medio pasillo, a varios pasos al frente de ella. Soltó un grito pegando un salto. La sorpresa la hizo pensar por un segundo que se trataba de un fantasma. 

              Se había quitado el oxígeno y el delgado tubo de la vía, ya que aún permanecía con la aguja y su adaptador en el brazo. El aparato del pulso también estaba desaparecido.

             Ophelia no sabía ni como estaba parado, ya que tenía el aspecto se que se iba a desmayar en cualquier momento.

              Corrió hacia él a penas reaccionó. Haciendo que el joven rodee el brazo al rededor de su hombro para que se apoye en ella, así mismo ella rodeo su cintura para poder sostenerlo mejor.

              —¿Qué es lo que ocurre contigo? —Le recriminó mientras lo llevaba casi a rastras de regreso a su habitación.

              —Pensé que te fuiste del hospital, quería buscarte. —Respondió como pudo, la fuerza que debió hacer para levantarse había incrementado su debilidad.

             —¿Y así dices que la loca soy yo? —Le respondió. —Si te dije que ya venía, además dejé mi mochila dentro. Si me hubiera ido me hubiera llevado mi mochila ¿No crees?

             —No pensé en eso...—Decía dándose cuenta. Estaba algo desorientado, parpadeando lento. Con un malestar notable.

[•••]

              Ophelia logró entrar a la habitación junto al muchacho. Su caminar era y debía ser muy lento para no hacerlo excederse en esfuerzo, la castaña tenía miedo en que vaya a desplomarse, por lo que estaba el triple de atenta.

             Lo sentó en la camilla primero y luego lo ayudó a recostarse y cubrirse con las sábanas. Thomas quedó totalmente echado, solo ahí pareció más relajado. Le acomodó las almohadas y decidió colocarse el medidor de pulso en el dedo (Ya que era el único de los dispositivos de los que estaba segura como colocar)

            —No llames a la enfermera. —Thomas pidió en voz baja.

            —Pues que pena, la voy a llamar igual. —Lo regañó.

             Thomas pareció frustrado, pero se resigno al final.

            Ophelia llamó a la enfermera y la misma llegó casí al instante, volviendo a conectar la vía, y a colocar el oxígeno en Thomas. Además de quedarse unos buenos minutos a regañarlo y revisar sus signos vitales para verificar que todo esté en orden.

             Ophelia de acuerdo con la enfermera en que lo que Thomas hizo fue una tontería demasiado arriesgada, permanecía de brazos cruzados durante el regaño de la enfermera.

            La mujer se fue dejándole una advertencia, de que iban a darle pastillas para dormir si volvía a tener una actitud así, y que de hecho le avisaría a los familiares lo que había pasado.

            Thomas permaneció callado.

             Quedaron solos los dos nuevamente.

              ¿Por qué le importaba tanto si Ophelia volvería o no, hasta el punto de salir al pasillo exponiéndose a cualquier peligro?

[•••]

              Ophelia seguía de brazos cruzados. —Espero tengas una mejor explicación que decir que solo me estabas buscando. —Recriminó. —Lo que acabas de hacer es muy peligroso.

            —Solo quería buscarte.

         —Pero si sabías que iba a volver. —Ophelia volvió a reclamar molesta.

            —Quería explicarte mejor lo que te dije. No quería ser cruel con lo último que te dije...No pude terminar de hablar cuando te fuiste.

[•••]

            Ophelia entonces sintió su corazón suavizarse y suspiró, dejando de cruzar los brazos. No podía seguir molesta. Después de esas palabras, fue imposible.

            —No pasa nada, Thomas. Fuiste honesto, eso es todo. —Dijo entonces, más tranquila y con una leve sonrisa.

            —Pero mi honestidad te dolió.—Declaró.

           —Bueno, no parece que los efectos de tu honestidad con los demás te importen mucho ¿Por qué ahora sí?—Bromeó.
           
            —Porque eres tú... —La confesión avergonzo a Ophelia. —Me confiaste cosas y mis últimas palabras lo hicieron ver como si las use en tu contra —Respondió de repente mirándola.  — Al decir lo de tu abuela no quise herirte. Solo quise decir que yo sé y entiendo que a ti la enfermedad te genera mucho miedo, pero que buscar un resultado diferente ahora, conmigo, no va a cambiar el hecho de lo que pasó antes. —Se explicó.

          Ophelia suspiró.

            —Sí Thomas, si lo entendí, y tienes razón. Yo trabajaré en eso, lo necesito. Pude darme cuenta de eso en el tiempo que me ausenté. Yo también mejoraré mi relación con ese tema—Le dijo Ophelia. —Ahora solo necesitaba un momento para pensar a solas. Incluso me encontré a Maya, y me dio muy buenos consejos. Tranquilo.

             —No tuve tacto al querer decirlo de manera correcta. Estaba molesto. —Siguió el rubio.

            La castaña se encontraba enternecida. —Bueno, es cierto que la honestidad sin empatía es crueldad...Pero ya pasó. —Suspiró de nuevo. —Discutimos un poco y ya. Lo bueno es que estamos hablando. Es parte de llevarnos mejor. Todos decimos cosas que a veces no queremos cuándo nos enojamos.—Dijo y se acercó más a la camilla, llegando al costado de la misma, agachándose un poco para poder ver a Thomas de manera más directa y apoyando su mano encima de la del muchacho.

             El rubio pareció sorprendido por el gesto pero no se quitó.

            Ophelia tomó aire para poder hablar de nuevo —Sólo no vuelvas a salir así, es muy peligroso. Ya has escuchado a la enfermera. Estás debil ahora. No puedes hacer esfuerzos.—Le pidió haciendo una pausa. —Te juro que pensé que estaba viendo tu fantasma. —Confesó sincera.

            La última oración causó risa en el muchacho.

           —¿Y encima te ríes? —Ophelia recriminó de manera graciosa.

          —¿Crees en los fantasmas? —Preguntó el joven algo incrédulo y divertido.

           —Sí ¿Y? —Ophelia se defendió con gracia.

           —Nada. —Respondió Thomas. 

          Hubo silencio.

[•••]

          —Y entonces....—Volvía a decir el rubio con un tono algo indeciso. —¿Todo está bien entre nosotros?

          Ophelia rió enternecida. —Sí Thomas, todo esta bien entre nosotros.

[•••]

           —Sobre lo de la médula... —Thomas quiso insertar el tema suavemente. —¿Te parece si evitamos el tema? Por ahora al menos. No es algo que me traiga comodidad, que pase un tiempo, para que estés más segura de tu opinión no lo sé.

            —No suena mal, tienes razón, pude sonar atolondrada. De todas formas pediré la información necesaria.

              —Solo te aclaro que sea lo que sea, yo no estoy de acuerdo en que tomes ese riesgo, pero no te lo puedo impedir al fin y al cabo. —Comentó resignado.


            —Bueno, parece que no llegaremos a ningún acuerdo al respecto. —Decía. —Así que hay que darle un tiempo, tal vez hablaremos de eso en otro momento.

            Thomas asintió.

[•••]

               —...Puedes soltar mi mano si deseas. —Dijo Thomas de repente, volviendo a cambiar de tema. Ophelia se dio cuenta entonces que no había dejado de apoyar su mano en la del muchacho, retirandola rápido y con vergüenza mientras aclaraba su garganta.

             —Perdón. —Dijo avergonzada. Buscando algún tema para cambiar la conversación. Hasta que recordó el regalo de su mochila.

             Fue rápidamente hasta el sillón,  donde abrio su mochila y sacó el regalo envuelto de la misma. Revisó que no se haya arrugado, y regresó a la camilla con el mismo entre manos.

[•••]

              —Antes de olvidarlo. —Mencionó. — Te traje algo. —Dijo, mostrando el regalo. Thomas pareció algo aburrido, pero quiso ocultar su expresión. —Lo sé, lo sé. No es que te emocione mucho. —Ophelia agregaba como leyéndole la mente al muchacho. —Pero. —Enfatizó. —espero que este te agrade más que el anterior. —Dijo con dulzura. —Lo abriré por ti, ya que debes estar en total reposo, más ahora con lo que hiciste en el pasillo. Se te terminó de ir la poca fuerza que te quedaba—Dijo algo cómica, mientras rasgaba la envoltura para poder sacar la prenda tejida.

[•••]

            Al hacerlo, le mostró el gorro, algo ilusionada.

            Algo que aumentó su ilusión fue que Thomas parecía sorprendido por el regalo. Levantó las cejas, y su mueca no mostró desagrado.

           —De hecho no se ve mal. —Decía el chico despues de unos segundos. —¿Donde lo compraste?

           —Lo tejí. —Decía Ophelia orgullosa.

          —¿En serio? —Preguntó incrédulo.

           Ophelia asintió. —En realidad estuve pensando en tejerte un gorrito hace tiempo, pero empecé hace poco y  justo lo terminé ayer en la noche. Mi abuelita sabía tejer muy bien, y mi madre también teje bien, así que yo aprendí cuando estaba más jovencita. Y bueno, quise hacerte algo.

            —Gracias. —Declaró el joven con tranquilidad.

            —¿Te lo quisieras poner tal vez? Para ver si te queda bien —Preguntó Ophelia con ilusión.

            Thomas pareció dudar. —No es que hoy tenga frío en la cabeza, además mi frente estuvo sudando un poco desde anoche...

            Ophelia entendió la negativa, y se dispuso a guardar la prenda en el armario. Hasta que el rubio interrumpió de nuevo.

           —...Pero puedo usarlo. —Dijo, y la castaña se iluminó. —Aunque me lo tendrías que poner tú, no puedo encoger los brazos.

            Ophelia asintió. Volviendo a quedar cerca a la camilla.

             Pasó delicadamente una de sus manos detrás el cuello de Thomas para poder elevar su cabeza, y así con la otra colocar el gorro, el cual acomodó para que quede bien.

            Encajaba casi perfecto. No era muy grande ni muy pequeño. Ophelia se alegro de que las medidas que decidió usar sean correctas.

              Pequeños saltos de felicidad invadieron su cuerpo.

               —Supongo que me queda bien. —Decía Thomas viendo la reacción de Ophelia.

               La chica asintió y sacó su teléfono abriendo la cámara, para luego activar el modo "selfie" y enfocar a Thomas, haciendo la función de un espejo. —Mírate. Te ves bien. —Decía, aún sosteniendo el teléfono delante del muchacho para que su rostro pueda enfocarse.

              Thomas asintió con una leve sonrisa. —Gracias.

               —De nada. —Ophelia volvió a guardar su teléfono.

[•••]

               De repente Thomas se le quedó mirando. Ophelia se sintió extraña, pero no le desvió la mirada.

                —¿Qué? —Preguntó, su voz salió más suave de lo que esperaba.

                 —¿No puedo mirarte? —Preguntaba tranquilo.

                 —Sí puedes. Solo que tu mirada es intensa. —Le dijo honesta. —Después voy a pensar que tengo algo en la cara, o los dientes. —Lo molestó.

                 —No creo, que no estés acostumbrada a que te miren. —Le dijo.

                —¿A qué te refieres? —Ophelia preguntó curiosa.

                —A lo que hayas querido entender. —Thomas desvió.

               —Eres bien raro a veces ... —Ophelia Bromeó.

               —Por eso debo gustarte.—Le respondió.

              —¿Qué? —Ophelia respondió sorprendida.

              —So... —Thomas se burló.

              La castaña rodó los ojos.

[•••]

            —Sabes, también traje mi tablero de ajedrez pensando que podíamos jugar. —Cambió de tema sacudiendo la cabeza. —Pero ya será en otra ocasión, tienes que recuperar fuerzas.

             —Yo creo que si podemos jugar. —Decía Thomas en respuesta. —Puedes retirar lo que está encima del mueble al lado de la camilla, guardarlo en los cajones del mismo... y bueno, el espacio libre sirve como mesa. Yo puedo decirte que ficha quiero mover, así no hago esfuerzo y técnicamente sigo jugando...Sería injusto que hayas traído el tablero por nada. Además, necesito una revancha.

               —Qué solución tan creativa. —Agregó Ophelia. —Acepto. —Dijo poniéndose en marcha.

                Fue retirando poco a poco cosas de aquel mueble que cumplía la función de mesa de noche. Todo menos la lámpara.

                 Quitó algunas medicinas que permanecían es sus cajas y paquetes, guardandolas en los cajones de los muebles.

                 Ya con el espacio libre, saco el tablero de su mochila y lo armó poco a poco. Le dio a Thomas la ventaja de escoger las fichas con las que quería jugar, y el rubio escogió las negras.

[•••]

               No podía negar que estaba sorprendida con las actitudes de Thomas. Aunque más que pensar que era un cambio neta y estrictamente, estaba empezando a pensar que en realidad solo lo estaba conociendo mejor.

               Agradecía el tema de la terapia del joven, y sobretodo y ante todo pronóstico lo que había pasado ese día.

                Esa confrontación tal vez fue necesaria, Ophelia necesitaba escuchar algunas verdades de manera directa y Thomas necesitaba sacar cosas de su mente, expresar sus preocupaciones y emociones.

                Entendía su preocupación y le parecía dulce que también se preocupe por ella. Pero eso no quitaba que tenga voluntad en estar en aquel registro, y lo haría a pesar del desacuerdo de Thomas.

                Estaba sorprendida también por el gran avance en comunicación de ambos. Podía darse cuenta que Thomas era consciente, decidido y abierto a admitir sus errores.

               Maya no se equivocaba, Thomas tenía un lado muy tierno y amable.

                 Y definitivamente era el muchacho más interesante que había conocido en bastante tiempo.

[•••]            

                 —Bueno. —Dijo Ophelia de repente cuando ya tenía todo listo.
—Prepárate para perder.     

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