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O11.

𝐈 𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐋𝐄𝐓 𝐁𝐀𝐃
𝐓𝐇𝐎𝐔𝐆𝐇𝐓𝐒
𝐋𝐈𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐅𝐎𝐑 𝐅𝐀𝐑
𝐓𝐎𝐎 𝐋𝐎𝐍𝐆 ...

                 Esa noche Ophelia planeó varias cosas en casa para el día siguiente. Tomó palillos de tejer y decidió el proyecto que había mencionado, que podía tejerle un gorro de lana a Thomas (ya sabía cual podía ser el resultado del detalle, viendo como Thomas reaccionó con el peluche del oso, pero de todas formas quería intentarlo )

                  Su madre la ayudó a buscar ovillos de lana gruesa en casa, uno de los que tenían guardados y podía darle uso. Escogió uno plomo, parecía un color serio, y uno que podía gustarle a Thomas.

                   Avanzaría en sus tiempos libres en casa, no había de demorar mucho. Era solo un gorro.

[•••]

              Esa noche también se animó a buscar a Thomas en Instagram, ya que la curiosidad le ganó. Lo encontró gracias al perfil de Ava, con el cual ya se seguían mutuamente.

              Pero no tenía ni foto de perfil, ni publicaciones. Las había borrado. Aún así, sus seguidos y seguidores seguían ahí.

                Decidió apretar el botón de seguir, no perdía nada. Además, era una de las formas de socializar que proporcionaba la actualidad, había que aprovecharla. Es decir, ya tenía su número y todo, pero seguirlo en otras redes sociales demostraba que estaba interesada en mejorar su conexión con él.

               Dejó el teléfono a un lado mientras avanzaba unas cuantas líneas del tejido antes de dormir. El teléfono vibró de vuelta poco tiempo después.

thomass1605 empezó a seguirte

               Ophelia sonrió con la notificación. Y prestó atención al nombre de usuario. '1605' debía significar 16 de Mayo, fecha de su cumpleaños, y tenía sentido, porque Thomas había dicho que era Tauro. Decidió recordarlo bien, anotandolo en el calendario de su teléfono.

[•••]

               Quedó casi hasta la media noche tejiendo. Había avanzado un poco, pero al volver a tejer después de tiempo, la memoria muscular recién estaba haciendo efecto.

                El reloj marcó las 00:00 de repente, Ophelia con ilusión tomó su teléfono, buscando el número de Thomas para enviarle un mensaje. Lo más  probable era que ni lo vea, y mucho menos responda (porque ya debía estar dormido, y porque bueno...había dicho que no era probable que conteste)

                Aun así el optimismo de Ophelia estaba presente esa noche.

¡Ya es otro día!,
Nos vemos en unas horas.
Todo estará mejor.

Enviado 00:00
✓✓Visto 00:03

              No hubo  ninguna respuesta.

              Pero al menos sí lo había visto, e incluso rápido. Ophelia estuvo feliz por eso.

[•••]

             A pesar del sueño en la mañana por haberse quedado hasta tarde despierta. Llegó temprano al hospital ese día.

               Tomó la rutina del ascensor hasta el cuarto piso, llegó al cuarto piso, a la habitación 405, que estaba con la puerta abierta.

              Pero al entrar no había nadie.

               Esperaba encontrarse al menos con la hermana y madre de Thomas, pero tampoco estaban.

              Quedó extrañada.

                La puerta del baño de la habitación estaba abierta, y no había nadie tampoco.

                Pensó entonces que lo más seguro era que estén dando un paseo por el hospital. O que hayan ido a ver al médico que atendía a Thomas.

                Se tranquilizó con aquel pensamiento. Y decidió esperar tranquilamente.

                Fue al sillón, dejó su mochila a un lado, se sentó y volvió a colocarse los audífonos que traía puestos en el bus que la trajo. Volviendo a escuchar música mientras esperaba dentro de aquella habitación.

[•••]

                  
                 Un tiempo después Thomas entró junto a una enfermera. Traía ya una pijama diferente con un suéter cerrado encima por el frío y unas pantuflas abrigadoras. Ambos venían caminando, la enfermera lo traía del brazo. No traía gorro y se le veía el cabello, bastante delgado y bastante corto, pero aún presente.

               Ophelia guardó sus audífonos rápidamente, levantándose del sillón para ir al encuentro de Thomas y la enfermera en la puerta.

                —Estuvimos en el chequeo medico. —Dijo la enfermera con amabilidad. —ojalá no hayas tenido que esperar mucho. —Decía la mujer amable, mientras ayudaba a Thomas a entrar a la habitación.

                Ophelia negó amable, y miró a Thomas, era la primera vez que lo veía de pie. Era del tamaño que Ophelia había calculado, un muchacho alto al que le llegaba exactamente al hombro.

                   —¿Qué tengo en el rostro? —Le preguntó Thomas, sacando a Ophelia de su propia mente.

                   —No, nada perdón. —Ophelia rió reaccionando.

                   Thomas rodó los ojos mientras la enfermera lo terminaba de ayudar a llegar hasta el sillón, donde se sentó.

                —Dentro de unos minutos vendrá mi compañera a instalar la vía en sus venas. Que se quede sentado un momento, estar recostado todo el día en la camilla puede ser estresante. —Dijo la enfermera mientras se despedía. Ophelia asintió comprendiendo las indicaciones de la misma. Y así la licenciada se fue.

[•••]

              Ophelia decidió tomarse el atrevimiento de sentarse al lado de Thomas en el sillón. El muchacho la miró extrañado unos segundos.

               —¿Y tu mami y Ava? —Preguntó curiosa.

              —Ava tiene un campamento escolar hoy, se va hasta el martes. Mi madre fue a dejarla en el punto de encuentro de los estudiantes para que después viajen. Mi madre vendrá después de almorzar ... ¿No te dijeron nada? —Le contestó.

             Ophelia negó.

              —Bueno. —Dijo Thomas. —Seguro esperaban que yo te avise entonces.

              —Oh no pasa nada, espero que Ava se la pase muy bien. Los campamentos escolares son experiencias muy lindas. —Dijo con ternura.

              —Supongo...—Decía Thomas.

              Ophelia suspiró. —¿Quieres que busque o traiga alguna mantita para tus rodillas? —Le preguntó dulcemente.

                Thomas parecía aturdido. —No, no...Estoy bien.

               —Bueno...Me alegra. —Hizo una pausa, empezando a sentir esos silencios incómodos que les solía a pasar a ambos. Así que decidió cortarlo. —¿Qué desayunaste hoy? ¿Avena otra vez?

               Thomas asintió.

                Ophelia pensó que decir. —Yo hoy solo tome yogurt, no tenía mucha hambre. —Contó mirando al rededor, hasta que su vista chocó con el armario que tenía la habitación. No era muy grande, debido a que los pacientes solían traer y llevar ropa de tanto en tanto. Aún así, arriba del mismo estaba el peluche que trajo Ophelia para Thomas el día anterior.

              La castaña se sorprendió, juraba que Thomas lo había tirado al final.

[•••]

               —Pensé que odiabas al peluche. —Confesó mirando aún a donde estaba el regalo.

             Thomas siguió la mirada de Ophelia hasta el peluche. —Las enfermeras lo pusieron ahí, a ellas les pareció una ternura. Me prohibieron tirarlo.

                Ophelia rio. —Bueno, algo es algo...Se ve bien ahí, parece como si viera y vigilara la habitación. —Dijo para luego mirar a Thomas. Que miraba a cualquier lado menos a la castaña. —Ya algún día podré atinar en traer un regalo que te guste...—la típica dulzura de la muchacha era presente. (Llegó a su mente el gorro de lana que estaba avanzando, esperaba tener buena suerte con eso)

[•••]

               Efectivamente ese día se sentía diferente. Ambos muchachos podían hablar de manera decente, sin que Thomas sea grosero, sin que Ophelia sea la única que se esfuerce por mantener o tener una conversación.

               Incluso Thomas se veía diferente. Tenía otra expresión, que su bien seguía siendo sería, no traía esa especie de odio contra todos que solía tener.

               Y aunque pareciese poco, para Ophelia era magnífico. Porque era el mejor comienzo que podía imaginar.

[•••]

               Era también la primera vez que estaba tan cerca físicamente a Thomas. Estaban sentados uno al lado del otro, ya no hablando desde el sillón a la camilla.

               Thomas olía a jabón para bebé. Era una esencia reconocible. Posiblemente usaba aquellos productos para ayudar a la pérdida de cabello.

                —¿Por qué me estas mirando tanto hoy día? ¿Qué tienes? —Dijo Thomas algo fastidiado, sacándola de su mente otra vez.

                —No sé, estoy feliz supongo. —Contestó Ophelia sonriendo. —Es un día importante después de todo ¿No crees?

               —Si tu lo dices...—Thomas dijo algo resignado.


              —Claro que sí, estamos hablando con tranquilidad. Al menos podemos conversar de algo... Ya no me miras feo. —Dijo Ophelia con una risa.
 

               Thomas soltó aire por la nariz torciendo los labios hacia un lado. Una risa nasal es lo que había tenido.

                La mirada de Ophelia se iluminó de repente, era la primera vez que lo escuchaba reírse (o de hecho tener algo lo más cercano a una risa)

                Thomas se dignó a girar la cabeza para mirarla de vuelta. Sus ojos eran marrones, tristemente sin mucho brillo, la castaña no les pudo prestar mucha atención, porque tan rápido como se encontraron con los de ella, también volvieron a desviarse hacia otra dirección.

              Aunque en esos segundos, si pudo notar que Thomas traía una pestaña suelta debajo del ojo  izquierdo y pegada a la ojera. Decidió avisarle.

              —Se te cayó una pestaña. —Le señaló de repente.

              Thomas paso los dedos para frotarse el ojo que le habían señalado, pero sin atinarle a donde estaba la pequeña pestaña.

             —Espera...—Dijo animandose a quitarle la mano de la cara al joven. —Mira arriba, yo la saco. —Le indico. Thomas parecía incómodo pero obedeció.

              Ophelia extendió el dedo para cubrir y sacar la pestaña que terminó pegándose en el índice de la muchacha.

               Thomas volvió a parpadear después de aquello.

                Ophelia al tener la pestaña en el dedo, lo tendió a Thomas. Este la miró con el ceño fruncido.

                 —¿Qué? —Preguntó el rubio extrañado.

                 —Pon tu dedo encima...

                 —¿Por qué?

                 —¿No sabes?

                 —¿No se qué...?

                 —Pon tu dedo encima del mio, ambos pediremos un deseo mentalmente, contamos hasta tres y pues la pestaña va a pegarse en el dedo de alguno. Eso significa que es tu deseo o el mío el que se cumplirá... luego se sopla la pestaña y listo...—Le explicó Ophelia con obviedad mientras tendía el dedo con la pestaña una vez más.

                    —Es lo más tonto que he escuchado. —Dijo Thomas, pero por alguna razón de todas formas colocó el índice encima del de Ophelia.

                  La castaña cerró los ojos con fuerza pensando en su deseo. Pasó por dos opciones eligiendo la segunda al final "Que Thomas pueda sanarse"

                  Sabía que esas supersticiones, y esos deseos no eran algo real. Pero decidió mantener esa ilusión. Hay veces en las que uno termina queriendo algo tanto que termina pasando.

                  No perdía nada teniendo ilusión.

                  Segundos después escucho a Thomas aclarar su garganta. Ophelia abrió los ojos, se disculpó con el y contó hasta tres.

                   Separaron sus dedos, quien se quedo con la pestaña fue el muchacho.

                   Ophelia se sintió feliz a pesae de no ganar esa especie de juego, dando pequeños aplausos para celebrar ¿Cuál habría sido el deseo de Thomas? No podía preguntarle, era de mala suerte, supuestamente.

[•••]

               —Ahora sopla...—Le dijo al rubio emocionada.

               Thomas rodando los ojos disimuladamente, sopló la pestaña hasta que desapareció del dedo del joven. Volando a quien sabe que parte de la habitación.

               El rubio iba a decir algo, viéndose interrumpido por una nueva enfermera que entró a la habitación. Justo de la que hablaba la que había traído a Thomas a la habitación después de su chequeo.

[•••]

              —Hola chicos buenos días. —Saludaba la mujer con muy buenos ánimos. Ambos respondieron al saludo de la misma forma. —Veo que todo esta bien, los veo conversando, eso me alegra. —Declaró amablemente. Para luego tomar aire. —Thomas necesito cambiarte la vía, ven a la camilla por favor ¿Ya estuviste sentado un buen momento?

             El joven asintió tomando impulso para levantarse del sillón. Ophelia también se levantó al instante, para tomarlo del brazo como la enfermera anterior y ayudarlo a mantener equilibrio.

             A pesar de todo, Thomas estaba  débil. Sostenerlo para ayudarlo era necesario a pesar de que el pueda caminar tranquilamente.

              Thomas logró recostarse en la camilla, con las sábanas hasta la cintura y el torso enderezado y apoyado en la pila de almohadas que usaba para poder sentarse mejor.

              La enfermera lo ayudó a elevar su manga. Busco sus venas mientras preparaba la aguja de la vía. En poco tiempo la instaló. Conectándola al largo tubo que llevaba las medicinas a su torrente sanguíneo.

              —Ahora descansa un poco Thomas, quédate así al menos una media hora. Hasta que lo que te estamos aplicando haya hecho efecto en unos 20 minutos. —Le indicaba. —Después puedo conseguir una de las sillas de ruedas para que puedas dar un paseo ¿Qué te parece? Vayan por el patio con tu voluntaria mientras esperas a tu madre. Las flores han crecido a pesar del frío, te haría bien un poco de aire...

                  Thomas parecía fastidiado. Pero ante la dulzura de la enfermera suspiró. —Está bien.

                   La mujer sonrió. —Perfecto. —Dijo. —Cariño. —Se dirigió a Ophelia quien le prestó atención. —Después de la media hora vienes al mostrador del cuarto piso, te entregaré la silla, cuando terminen el paseo también me la dejas a mi. Diviértanse, hablen... no sé...ustedes son jóvenes. —Río contagiando a la muchacha.

                  —Claro señora, yo la busco en unos minutos. Muchísimas gracias.—Le dijo con agradecimiento y alegría.

                   La mujer se despidió con amabilidad, saliendo de la habitación poco después.

[•••]


                 —¿Escuchaste? Iremos a dar un paseo. Así que nada de que solo le dijiste que sí a la enfermera  para complacerla y luego que no a mí —Le dijo con comicidad a Thomas.

                    Thomas rodó los ojos irritado, posiblemente porque Ophelia se dio cuenta de su plan. —Está bien...—Terminó declarando.

                  —Más te vale.—Rio la muchacha, volviendo a sentarse en el sillón, mientras  se disponia a esperar aquella media hora que había indicado la amable enfermera.    

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