Imagina Steve
Ahí estaba él otra vez.
El rubio de ojos azules. Siempre bien vestido. Llevaba unos vaqueros negros y una camisa de cuadros verdes. Su pelo, perfectamente peinado y una sonrisa amable adornaba su cara.
Siempre se sentaba en la última mesa junto a la ventana. Miraba el periódico del día y desayunaba todos los días lo mismo; un café con leche y un donut de crema.
Luego, se entretenía mirando por la ventana viendo a la gente corriendo de aquí para allá.
- T/n, ahí está ese joven otra vez. - Dice Darline, mi jefa, una señora ya entrada en los cincuenta - Vamos, ve a atenderle, sabes que te prefiere a ti antes que a mi. - Cierto, el joven le había dicho amablemente a Darline si podía ser yo quien le atendiese siempre. De eso hace ya casi un mes, desde entonces, hemos hablado un par de veces, sé que se llama Steve y hace poco llegó a la ciudad.
- ¿ Sabes? Deberías cambiar de café, nuestra máquina hace algo más que café con leche - sonrío mientras me acerco a él con la libreta y bolígrafo en mano. Él me mira con una sonrisa.
- Bueno, soy un hombre de costumbres - parece pensarse mi propuesta mientras mira la carta - cambiaré mi pedido si aceptas cenar conmigo, esta noche, ¿ que dices ?
- El capuccino está delicioso y el donut relleno de fresa es de los mejores de la ciudad - él se queda mirándome mientras asiente - Ah! Steve puedes pasar a buscarme cuando termine mi turno; a eso de las nueve.
- Excelente - sonríe el rubio.
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