Capítulo 4 - Menta y frutas.
Narra Gwen:
Son gemelos, ellos son los niños de las fotos... Trevor tiene dos hermanos gemelos, repetidos, eso debe ser extraño, él es extraño.
—Conocí a Gwen en el pasillo, cuando Trevor con sus buenos modales la dejo sola —dice Finn entrando a la habitación.
—¿Entonces... ella... tu...? —Ethan frunce el ceño confundido—. Haber, es bella y no es tu novia, si no que la trajiste a casa para hacer una tarea, ¿no? —Trevor asiente, yo en mi lugar me estremezco sonrojándome—. ¿Eres estúpido?
—Sólo un poco. Ahora me gustaría que ambos salieran de mi habitación, tengo tarea que hacer —contesta, algo en mi quiere empezar a hacer la tarea, pero otra cosa me golpea queriendo que no se vayan y me dejen sola en este cuarto con el señor sonrisas.
Ambos salen del cuarto con miradas divertidas e incrédulas, ni ellos creen que haremos tarea. Sinceramente ni yo lo creo.
Saca su libreta y algunos lápices, se sienta en un escritorio ubicado al lado de su cama indicándome que me siente frente a él, sólo que yo en la silla de rueditas y él en la cama. Su cama, huele bien, menta y frutas, parece ser su olor natural. ¿Quién demonios transpira menta y frutas? Frunzo el ceño y me niego a mi misma, él me mira.
—¿Qué pasa? —pregunta con una sonrisa divertida, niego con la cabeza y me enfocó en mis pocos apuntes, obviamente no entendí nada de la clase.
Me explica los ejercicios luego de que avergonzada le dijera que no entendía nada, me sorprende lo mucho que sabe de esto, es inteligente aunque aveces es algo irritante, sin embargo, es divertido. Su habilidad con las matemáticas y los números es terriblemente mejor que la mía. Son las 5:18pm y ya hemos terminado todo, lo he entendido así que todo salió perfectamente. Inclino mi mano para recoger mis apuntes y me choco con la suya, su piel es fría pero suave y tentadora, mis dedos se paralizan al roce de los suyos, tímido pasa sus dedos lentamente por los míos tocándolos como una caricia, mi mente colapsa. ¿Está coqueteando? abro mis ojos y me niego a la posibilidad, ¿Por qué lo haría? Bueno... no soy tan fea, me digo por los comentarios de los chicos hacia mi, aun así, Trevor no coquetea conmigo. Sus ojos están plantados en los míos, no sonríe dulce, sus ojos están en blanco, luce conmovido y un poco asustado pero no retira sus dedos de los míos, sigue allí su caricia... Me pongo nerviosa, y pienso en retirar mi mano pero no lo hago, empiezo a transpirar y no precisamente menta y frutas, me calmo cuando me sonríe tranquilo de nuevo.
Lentamente retira su mano, tomo mis apuntes y los guardo, eso fue raro. ¿Por qué me puse así? Sólo fue un roce entre ambos. Debo salir de casa más seguido.
Ambos permanecemos en silencio, no es uno incómodo es como si tratáramos de entender lo que acababa de pasar. Por Dios... sólo nos tocamos y no de una manera pervertida, es normal.
—¿Te gusta? —pregunta, frunzo el ceño hasta que entiendo a que se refiere, a su casa, o a el dinero que posee, sé que sólo trata de hacer conversación.
—Es lindo. —murmuro observando todo de nuevo. Es como si preguntará para averiguar si soy una casa fortunas o algo, es ridículo.
—¿Lindo?
—No te ofendas pero no sé si tus amigos están contigo por tu dinero, que al parecer posees de mucho, pero yo no soy así, todo esto me parece un tanto abrumador —admito.
—¿A qué te refieres con "abrumador"?
—Cuando tienes mucho y te acostumbras a tenerlo todo sin mínimo esfuerzo, llega un momento donde hay algo que no puedes tener, simplemente no puedes entonces colapsas y en un abrir y cerrar de ojos lo pierdes todo, y al no saber nada de lo que es la vida real te quiebras, y es así como todos tus amigos por riqueza se alejan de ti, se te va todo —explico mi punto de vista, él sonríe sorprendido—. No sé si pensaste que tal vez yo fuera una amante de ricos, pero claramente no lo soy.
—No lo hice —admite.
—Tanto dinero me resulta agobiante —digo frunciendo los labios mientras él sigue sonriendo orgulloso.
—Me di cuenta, Gwen. Pero mis padres trabajan muy duro y yo tampoco me considero un niño rico presumido que no es capaz de hacer algo por si sólo, es una de las razones por la cual no tenemos sirvientes en casa, o amas de llave como quieras llamarlas —hay gracia en sus palabras.
—Obviamente no nos conocemos bien —murmuro, asiente de acuerdo—. ¿No sueles traer chicas aquí, cierto? —pregunto curiosa, todos se sorprendieron al verme, él niega.
—No me gusta hacerlo —contesta, ¿Y cómo es qué hizo que viniera si no le gusta hacerlo?—. Las chicas son muy oportunistas, Gwen —continúa, lo escucho atenta—. Me he dado cuenta de eso a lo largo de los años, la mayoría sólo quiere dinero.
Eso tal vez explique su pregunta, pero... ¿Me trajo para probar si yo soy así? ¿O es algo más?
—¿Si no te gusta traer chicas y enseñarles tu...—miro alrededor buscando la palabra adecuada a su dinero—. Enseñarles tu fortuna, como sabes que sólo quieren tu dinero? No puedes saber lo que quieren de ti con sólo mirarlas y presentarteles —digo, me mira sorprendido como si yo estuviera escarbando dentro de sí, como si buscara sacarle información.
Ni siquiera lo veo de esa forma.
—Sólo lo sé, es todo —contesta cortante levantándose de su cama, decido no decir más del tema, parece nervioso.
Camina por su habitación desconcertado como si mi presencia empezará a incomodarlo, ¿Qué dije para ponerlo así? Sólo le pregunté algo, ¿Acaso piensa que puede saber lo que nosotras las chicas pensamos con sólo mirarnos? Es ridículo y completamente machista.
Permanecemos en silencio y esta vez si es incómodo, me siento ignorada, supongo que es una manera de decirme: "Ya terminamos la tarea, puedes irte..." es descortés. Se voltea y me ve, escaneándome otra vez, no me ruborizo por su mirada si no por la indignación. Veo mi teléfono ¡5:42pm! Diablos la hora se ha ido volando y yo ya debería estar llendome a casa. Me levanto recogiendo todas mis cosas con cuidado de no dejar nada me encamino hacia la puerta.
—¿Ya tienes que irte? —pregunta, siento que está siendo sarcástico pero por su expresión sé que no lo es, asiento sin mirarle y abro la puerta de su habitación—. Puedo llevarte —ofrece, lo miro y arqueo una ceja, ¿para ir incómodos? no gracias...
—Puedo caminar, hasta luego...—salgo de la habitación y me dirijo a la puerta principal, me pierdo un poco pero me encuentro con Finn.
—¿Buscas la salida? —me pregunta con una gran sonrisa, asiento y me señala una puerta al final del pasillo, como no perderse en una casa tan exageradamente enorme—. Fue un gusto conocerte, espero volver a verte.
—Igualmente —le ofrezco una gran sonrisa y salgo de la casa, por suerte no tuve que lidiar con los padres de Trevor sorprendidos porque me vaya así; agitada, incómoda y despistada.
Afuera hay frío, mucho. Meto mis manos en los bolsillos de mis jeans y camino con prisa por llegar a casa rápido.
En casa, todo está tranquilo, saludo y abrazo a mi padre, estoy un tanto acostumbrada a sus viajes así que no es algo muy emotivo. Contesto cortante a las preguntas de mamá evadiéndola.
—¿Resulto todo bien?
—Sí mamá.
—¿Tienes hambre, te dieron de comer algo?
—No mamá y no tengo hambre.
—¿No se te insinuó verdad? —pregunta papá esta vez.
Recuerdo cuando rozamos, algo insignificante y aunque significará algo no se lo diría a mi padre.
—No papá, él fue respetuoso —hasta que me hizo sentir incómoda con su machismo—. Todo salió bien por dios...
—Sólo intentamos cuidarte —dice.
—Lo sé y lo agradezco, pero estoy creciendo y tienen que dejar que aprenda de mis errores, pero si nunca me dejan equivocarme ¿como quieren que aprenda?
Es frustrante que me protejan tanto, que no me den mi espacio, sé que hay cosas a las que debo acostumbrarme y no reprocharlas pero deben aceptar que deje de tener siete años.
—Está bien, Gwen, sé que no siempre tomamos las mejores decisiones pero debes saber que te queremos mucho y no sabríamos que hacer si algo te pasará —dice tranquilamente, sonrío a medias, se acerca y me besa la frente—. Estoy cansado así que iré a dormir, fue un largo viaje.
Papá desaparece por las escaleras dejándome sola con mamá, la cual me mira con una especie de mirada de dolor y enojo, le sonrió cálidamente sin discutirle y me voy por el mismo camino que papá.
(...)
Estoy en el auto de Liz junto a Michael que parece estar enojado con ella. ¿Otra vez lo del pene pequeño? Ni idea... No me ha preguntado por Trevor y yo no lo he mencionado y espero que eso siga así, por lo menos hasta que Michael baje del auto.
Llegamos a la universidad, Michael me sonríe y se va con sus amigos mientras que Liz me mira impaciente.
—¿Qué? —digo arqueando una ceja, ella ríe.
—¿Cómo te fue con Trevor? —pregunta enérgica.
Le cuento brevemente, realmente no paso nada de lo que vaya a sorprenderse pero de alguna forma se ve sorprendida, frunzo el ceño y habla:
—¿No paso más nada? ¡Por dios debe de ser gay! —exclama frustrada, rió—. Por dios Gwen, ¿qué chico lleva a alguien como tú a su casa y se limita a solo "hablar y estudiar"?
—¿Alguien como yo? —arqueo una ceja sonriente.
—Gwen eres hermosa y él debió de estar muy empalmado contigo en la misma habitación ¡En su cuarto! ¿Cómo hizo para no abalanzarse sobre ti y quitarte toda la ropa?
Rió por su ironía y frustración en el tema, no es para tanto, yo no tenía intenciones de tener sexo con él, ni siquiera lo había pensado mientras estuvimos en su habitación, solos.
—Liz yo no fui a su casa a tener sexo —le digo, me mira como si tuviera tres cabezas, incrédula.
—¿Cómo hiciste tú parta no querer quitarle toda la ropa? Debes enseñarme ese truco, porque definitivamente yo no me resistiría a tal creación de Dios —sonrió y niego, esta loca.
La campana suena y entramos, llego al aula e informan que el profesor Baldesarra no podrá llegar por inconvenientes familiares, me encojo de hombros y salgo de nuevo dirigiéndome a mi locker, antes de llegar me encuentro con Michael dando vueltas por allí.
—Hola —dice con una sonrisa.
—Hola.
Sigo caminando y abro mi locker guardo y saco unas cosas, cuando lo cierro él sigue ahí.
—¿Hoy luego de clases vendrás a casa, no? Liz te invito, ¿cierto?—asiento y él sonríe, pasa una mano por su cabello despeinándolo—. ¿Qué harán exactamente?—me encojo de hombros.
—Pasar el rato supongo —contesto—. ¿Por qué?
—Me gustaría pasar el rato con ustedes, o contigo. ¿Te gustaría salir?—pregunta, sus ojos brillan, me sonrojo.
Oh no...
Liz me hablo de esto, Michael es realmente lindo pero no sé si salir con él, sería extraño, me siento incómoda en mi propio silencio. No quiero salir con el hermano de mi mejor amiga, no creo que sea buena idea.
—Yo...
—Está bien, Gwen, podemos dejarlo para después —dice derrotado, pero con una gran sonrisa—. Se aproxima una fiesta y sería bueno que fueras, podríamos pasarla bien —asiento con una pequeña sonrisa.
—Suena bien.
—Bueno, debo irme, adiós Gwen. Nos vemos cuando vayas a casa —le sonrió y se retira por el pasillo.
Fue raro e incómodo, Michael es lindo, sí, lo es, pero no quiero salir con él. Me atrae, pero creo que con él no pasaré el límite de amigos.
—¿Vas de casa en casa ahora o qué? —una voz grave me sobresalta, volteo y me encuentro con Trevor frunciendo la ceja, sus labios están apretados en una fina línea, su postura es firme y se puede decir que me intimida.
—¿Qué?
Confundida, mantengo nuestras miradas; la suya es fría pero a la vez sigue siendo tan cálida. Sus ojos cafés me hacen estremecerme en mi lugar. No sé a lo que se refiere ni que hace aquí, ahora.
—¿Ahora irás a visitar a Michael? —me pregunta sarcástico, arqueo la ceja, ¿esos son celos?—. No estoy celoso, no lo pienses —afirma.
Claro que sí son celos, además no tiene ningún tipo de derecho a reclamarme, pero ¿Por qué esta celoso?
—No estoy celoso, Gwen —repite.
—¿Cuál es tu problema con que vaya a su casa? —pregunto arqueando la ceja.
—Ninguno. Sólo te pregunte si vas de casa en casa ahora —dice sencillo, frunzo el ceño.
—¿Algún problema con eso?
—Ninguno.
Sus palabras son cortantes y bajas, lo miro y niego confundida, ¿Está celoso, o no? ¿Tiene problemas, o no? ¿Acaso vino hasta aquí para incomodarme, de nuevo?
—Mi intención no es incomodarte, Gwen —murmura.
—Eso es lo que siempre haces —susurro más para mí misma.
—Lo siento si eso hago —responde, pensé que no me había escuchado—. A veces digo cosas estúpidas, cosas que no me incumben.
¿Es eso una disculpa por disimuladamente haberme dicho zorra?
Vas de casa en casa ahora...
—Jamás te diría zorra —susurra pero logró escucharlo.
¿Qué?
—¿Cómo sabes...? —eso fue un pensamiento, no lo dije en voz alta, ¿o sí?
—Olvídalo —añade—. Ya tengo que irme.
Da un paso apresurado yéndose, pero lo detengo, con la mente nublada, me abro paso a mí misma y le digo:
—No voy a la casa de Michael, voy a la casa de Liz, es irónico porque son hermanos y obviamente viven juntos, pero... No iré a ver a Michael, sí eso pensaste —explico, él asiente y sonríe.
—Está bien, no tienes porque explicarme.
—Quería hacerlo.
Sonríe y se va, hasta su musculosa y definida espalda yéndose me hace sonrojarme.
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Los hermanos Liz y Michael en multimedia.
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