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"You'll never know de Renée Fleming"
Después de aquella gélida noche, todos creyeron que había sido una terrible tormenta a la cual sobrevivieron, pero en realidad había sido algo grave entre los guardianes. Y, sucedido aquello, Jamie y yo volvimos a formalizar nuestra relación. Mi familia se sintió feliz por nosotros, en cambio, para la familia de Jamie fue más difícil de soportar todo esto, pero al final terminaron de aceptarlo.
Al poco tiempo en que se formalizó nuestra relación, Jamie me pidió matrimonio. Nos casamos y con ello, ya no pude estudiar la universidad, pero tuve pequeños empleos como cuidar niños, trabajar en tiendas como vendedora, mientras Jamie ejercía su carrera y escribía libros. Y aunque mi vida sonara aburrida, yo la amaba, y más cuando logré conseguir un empleo en un orfanato.
Había tantos niños que me encantaba leerles los cuentos de Jamie y ellos creían en todos los guardianes. Muchas veces ellos me decían que habían jugado con Jack, pero yo no estaba segura, pues después de aquella tormentosa noche, no volví a ver a Jack en mi vida.
Conforme pasaron los años, terminé embarazada. Tuvimos al final dos hijos hermosos a los cuales llamamos Jackson Edward y Mary Katherine. Nuestra hija, Mary Katherine, murió a los 18 años de edad, y aquello fue un golpe muy duro para nosotros, algo demasiado doloroso y que rompió un poco nuestra familia ante la pérdida de un ser importante. Pasé por una enorme depresión que logré superar gracias a mi esposo y a mi pequeño Jack, que, era un buen hijo. Sin embargo, cada vez que lo veía recordaba al otro Jack, a Jack Frost, que, conforme pasaban los años, él seguía sin volver.
Logré soportarlo, pero ante que mi esposo me contaba que Jack lo visitaba en ocasiones, me deprimía. Pues él aparecía sólo cuando yo no estaba; me evitaba. Y eso era doloroso. En ocasiones, lograba escuchar la escarcha, pero no lo miraba. Era como cuando no creía en él, pero yo estaba segura que yo creía en Jack Frost, que nunca había dejado de creer, sin embargo, aquello no era suficiente, pues no lograba verlo.
Los años pasaron y mis padres fallecieron, junto a la mamá de Jamie, pero logré despedirme de ellos. Mis hermanos y la hermana de Jamie crecieron, hicieron su familia y vivieron en diversos partes del país, mientras Jamie y yo seguíamos aquí, disfrutando de nuestras vidas, pues eran hermosas.
Cuando Jamie se jubiló, decidí yo también hacerlo. Ambos permanecimos en nuestros hogares; él escribiendo y publicando sus obras, como también vendiendo las pinturas que hacía, y yo tomé de nuevo el pasatiempo de la jardinería, y entre los vecinos me contrataban para cuidar sus patios. Los quehaceres del hogar los hacíamos juntos, y en la noche, ambos cenábamos juntos, mirábamos una película, charlábamos, bebíamos vino, o cualquier otra cosa, juntos. Pues nuestro Jackson ya no vivía con nosotros, ya que claramente él hizo su vida lejos de aquí, conoció una mujer y nos dio nietos. Él nos visitaba lo más seguido que podía, por la distancia y su trabajo.
A veces nos sentíamos tristes, pero cuando pasaba, íbamos al panteón a visitar a nuestra hija.
Todo era bueno, era una excelente y pacifica vida. Hasta que, la muerte vino por Jamie. De manera natural, Jamie murió a la edad de 70 años.
Cuando perdí a mi amor, tuve una enorme depresión. Mi jardín se marchito, las cosas de Jamie se mantuvieron en su lugar. No dormía, no me bañaba, no comía... lloraba todos los días sin parar y me acostaba en nuestra cama todo el tiempo.
Creí estar a punto de morir, cuando mi hijo vino a visitarme. Me sentí tan avergonzada por la manera en que me encontró; pero él me levantó, me llevo con ayuda y me recuperé.
Él me invitó a vivir con su familia o comprarme una casa en la ciudad en donde vivía, pero yo no quería dejar Burgess. Así que, iba al psiquiatra y tomaba mis pastillas, y poco a poco recupere mi vida. Y hoy, hace dos años, había muerto Jamie. Yo ya tenía 71 años, casi 72, y estaba cortando flores de mi jardín para colocarlas en la tumba de mi esposo, cuando, sin importar que el invierno aún no llegara, escuché escarcha cerca de mí.
Quedé helada y volteé a todos lados, dándome cuenta que todos a mi alrededor estaba solo. Mis vecinos estaban trabajando o quizá encerrados en sus casas, y yo era la única en mi patio.
—¿Jack? —llamé con un dije de esperanza, volteando a todas partes, hasta que,apareció. Jack estaba frente a mí, luciendo como la última vez que lo vi—. ¡Jack!
—Hola, Violet.
No lo podía creer. Él estaba allí, con una tierna sonrisa, mientras yo lo miraba con los ojos llorosos.
—¿Estás bien? —preguntó, pero yo tenía una mejor pregunta.
—¿Por qué nunca volviste? —cuestioné a lo que él desvió la mirada avergonzado, permaneciendo en silencio—. Jack... ¿por qué no volviste? —inquirí de nuevo, acercándome a él, que trago saliva, aun evitando verme.
—Lo hice.
—Pero no para verme.
—Lo siento —respondió viéndome a los ojos al fin, notándose su arrepentimiento—. Fue lo mejor.
—¿Lo mejor? —inquirí, molesta.
—Temía... —susurró casi inaudible, haciendo que me acercara a él para escucharlo mejor—, tenía miedo. Tuviste una hermosa vida con Jamie, lograste mucho... —murmuró con una enorme sonrisa, aún con su mirada tierna, recorriéndome—, yo... nunca tuve una vida. No quería que pasarás lo mismo que yo.
—No me arrepiento de mi tiempo con Jamie —aclaré con firmeza, viendo como él, sin importar los años y que cambio físicamente después de aliarse con Pitch, aún seguía pareciendo un niño—. Él me amó, yo lo amo, pero me duele que me hayas desterrado de tu vida de esta manera.
—La Luna...
—¿La Luna te lo dijo? —cuestioné con burla, pues para Jack esa era su mejor respuesta para todo. O eso me había demostrado cuando nos vimos por última vez.
—Sí —afirmó sin darse cuenta de mi indiferencia—. Me dijo que tenías dos caminos, tú podías elegir. Elegiste Jamie —comentó viéndome directamente los ojos haciendo que evitara la vista, pues, quizá, aunque no se lo haya dicho en voz alta a la Luna, mi corazón y mi mente me encaminaban a él—. Pudiste seguir eligiendo una vez más, en tal vez... un año o dos... —dijo, a lo cual cerré los ojos—, pero entonces, hablé con la Luna. Le pedí que no te llevara, pero dijo que eso dependía de mí, y por eso no volví.
—¿No... me querías? —cuestioné dirigiendo mi vista a sus ojos, sin entender porque siempre hubo esa repulsión hacia mí, pero Jack me miró con dulzura y se acercó a mí, acariciando mi mejilla izquierda con aprecio.
—Claro que sí —respondió, y quizá tenía razón—. Igual a como Jamie te quería.
Y al momento en que dijo eso, trague duro, cerrando los ojos al notar que Jack se acercaba a mí y colocaba un dulce beso en mi frente, dejándome helada. Alcé la vista y lo miré cuando dejé de sentir sus labios en mí, mirando como Jack aún mantenía su dulce mirada.
—Pero aprendí qué, yo nunca había amado a nadie, y ser un guardián es una enorme responsabilidad, y sí el estar conmigo significaba morir, no lo deseaba para ti.
—Iba a vivir.
—No —aclaró negando la cabeza con diversión—. Nadie me vio durante años, fui invisible y me hicieron a un lado. Sufrí tanto... y yo no quería eso para ti —dijo apartándose un poco de mí, mientras yo asentía a sus palabras—. Igual, Jamie era mi amigo, mi familia... nunca le haría eso. Aparte, comprendí, qué desde que te vi llegar a Burgess, antes de qué hablarás con Jamie, sabía que tenías algo que me llamaba, pero, ante todo, sabía qué... tenías tantos sueños, tantas metas, que lograste cumplir a tu manera.
—En un par de años no importará, porqué estaré muerta.
—Pero ahora... tu tiempo es perfecto —señaló Jack tiernamente—. Gozaste tu vida, soñaste, viviste, te enamoraste, sufriste, te desvelaste, cumpliste tu vida, tus metas....
Y Jack tenía razón. Había tenido una hermosa vida, a pesar que hubo muchas lágrimas, sufrimiento, amaba mi vida. Tuve tantas situaciones y sentimientos humanos que, aunque me doliera, Jack nunca me daría, porque él nunca los tuvo. Y quizá, tenía razón, él me amaba como Jamie, y por ese amor, me dejó ir, y yo lo amaba, pero sabía que, era demasiado dolor para mucha gente si lo elegía. Por ese terminé en un mar de lágrimas que él terminó consolando con un enorme abrazo, mientras seguía hablando, manteniéndome en sus brazos.
—Estuviste con Jamie hasta su último aliento. Lo amaste, viviste tantas cosas con él... que yo nunca te iba a poder dar —articulo separándose de mí, pasando sus manos a mi rostro y sosteniéndolo de tal manera, que lo viera los ojos: —Violet, yo soy un espíritu. Nunca te daría nada de lo que te dio él.
—¿Me amas? —pregunté, entristecida.
—Violet...
Solté un gemido y las lágrimas cayeron de mis mejillas. Aparté la mirada de Jack y me limpié las lágrimas con desesperación.
—Amo a Jamie, te juró que lo amo. No me arrepiento de estar con él, de haber vivido con él, pero sí me duele saber que toda mi vida me evitaste, pero sentías algo por mí —dije entre sollozos—. ¿Por qué no lo dejaste ser?
—Era lo mejor...
Y volví a derramar más lágrimas, por lo frío que podía ser.
—¿A qué viniste? —desafié con la mirada al sentirme libre de lágrimas y sufrimiento, apretando los dientes y viéndolo con odio. Harta que, después de años, apareciera.
Jack suspiro y se alejó de mí un poco, dándome la espalda, para huir de mí.
—Hoy, hace dos años...
—Murió Jamie —recordé sintiendo como las lágrimas querían bajar de mis ojos. Después, Jack volteo a verme con seriedad.
—Y le hice una promesa qué no había podido cumplir.
—¿Qué? —inquirí, manteniéndome dura.
—Cuidarte y protegerte, pero no vine en este tiempo porqué tenía que pensar.
—Eres un niño para mí... —dije con una sonrisa, a lo cual él rio entendiéndome.
Jamie quería que fuera feliz, que hiciera mi vida, pero yo ya era demasiado grande y Jack muy joven para eso. Era absurdo.
—Yo no crezco —confirmó lo obvio el espíritu haciendo que me sintiera frustrada.
—Yo sí —dije—. Envejezco. Como lo estoy ahora: vieja.
—Creces... —susurró recorriéndome con la mirada y acercándose a mí, entre cerrando sus ojos—. Y yo te acompañaré a terminar de crecer.
Y nos miramos, por mi parte, juntando las cejas confundida con sus palabras, sin entender a lo que iba Jack Frost.
—¿Quién dijo que no podemos tener una gran amistad como la que pudimos tener? —preguntó confundiendo un poco con sus palabras—. ¿No te encantaría? Quizá podría enseñarte más de mi mundo y... nos divertiremos... —aseguró tratando de convencerme, y ahí entendí porque tardo dos años en buscarme; él también quería saber que podíamos hacer juntos—. Nunca te sentirás sola otra vez, como lo has estado haciendo estos dos años.
Y, también entendí, que Jack estuvo en mi periodo de depresión, quizá espero a que sanara para buscarme, quizá... no lo sabía, pero no me importaba, porque decidí entonces ser feliz. Y salté a abrazarlo, sintiendo como mis mejillas se llenaban de lágrimas que él limpió y alegro por los años que me quedaban de vida.
Fin.
Nota: Por favor, sé que es el final. Pero aún queda los agradecimientos y eso. Espero lo disfruten.
En compañía del hombre de la luna, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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