Tweek se la pasaba el día entero cuidando de Richard Tweak, su amado padre ya que el estaba enfermo y necesitaba de cuidados aunque el no quisiera.
Tweek había dedicado desde hace ya varios años a cuidar de su padre, teniendole Amor, confianza y sobre todo, cariño, pero las pocas veces en las que se ausentaba era para ir por las compras, pero no lo dejaba solo, sino que se lo encargaba a una de sus vecinas, la cual, era muy amiga de su padre, y con mucho gusto aceptaba cuidarlo el tiempo en el que estaba afuera.

Pero en el tiempo en el que Tweek regresaba ya con las compras, alguien
llevaba un enorme ramo de rosas para el ya mencionado, el cual no sabía quién era el que las enviaba. La vecina tampoco sabía quién las llevaba, pues el "mensajero" llamaba al timbre y dejaba las rosas en la puerta antes de que la vecina abriera.

Un día Tweek, mientras preparaba algunos bocadillos, escuchó por la radio que muchos vecinos habían denunciado el robo de las rosas de sus rosales. A la mayoría no les importaba que les agarraran alguna rosa, incluso las regalaban encantados cuando alguien se las pedía. Pero lo que no estaban dispuestos a consentir es que se las robaran indiscriminadamente.

Pasaron los días y la radio seguía informando del robo de las rosas. Vecinos y policías habían organizado patrullas para vigilar las casas donde aún quedaban rosas en los rosales. Pero las rosas seguían desapareciendo. Nadie sabía cómo se las ingeniaba el ladrón, pero lo hacía. Mientras tanto, Tweek seguía recibiendo su ramo de rosas todos los días.

-padre, estoy preocupado por esos robos de los que informa la radio -dio Tweek con cierta preocupación-. ¿No tendrá que ver con ese ramo que recibes a diario?

-No sé, Tweek -dijo Richard con un tono calmado mientras daba un sorbo a su café-. Ni siquiera sé quién las envía.

-¿No sospechas de nadie? -preguntó Tweek.

-No, hijo. No sé nada.

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Días después la policía llamó a la puerta de los Tweak.

-Nos han informado de que en esta casa llegan muchas rosas -dijo el inspector de policía-. Venimos a investigar. Sabrá usted que ha había muchos robos últimamente.

-Lo sé, inspector, pero no sabemos nada -dijo-. Puede usted entrar e investigar lo que quiera, pero ni siquiera sé quién trae las rosas. Son quizá para mi enfermo padre, pasen-

La policía no pudo descubrir nada, pero puso vigilancia encubierta a ver si lograban dar con la persona que llevaba las rosas.

La vigilancia no tardó en dar resultado. Al día siguiente detuvieron a un hombre no tan mayor de los 19 justo en la puerta de la familia del café, nada más llamar al timbre y justo cuando la vecina abrió y vio cómo arrestaban a aquel Joven, se quedó muda.

Ya en comisaría, el chico confesó:

-Me llamó Craig y le llevo flores al que es, ha sido y será el amor de mi vida. ¿Desde cuándo es delito llevar flores?

-tanto como al joven Tweek como a su padre, le es un tanto sospechoso e incómodo, como para un chico que está al cargo de su padre -dijo el inspector-. ¿Qué tiene usted con el?

-¿Richard? -preguntó el adolescente-. No, las flores son para Tweek. Fuimos novios de jóvenes, pero un día desaparecí en unas pruebas para llegar a ser Astronauta en la NASA. Me dieron por muerto por un "accidente automovilístico", hace apenas unos meses que vine de vuelta solo por el, Pensaba que Tweek vivía allí, y no estuve mal, pero las flores son para Tweek, nadie más que para tweek, no ese tal "Richard".

-Muy bonito, sí. Pero es el hijo del hombre que acabas de mencionar, Tweek, pues claro que vive ahí. Aunque eso no es lo que importa ahora. Diga, ¿por qué roba las rosas, en vez de comprarlas o pedirlas? -preguntó el inspector.

-No robo nada -dijo el hombre-. Son de mi jardín. La casa de mi familia está en el pueblo de al lado.

-espere, entonces, ¡usted no es el ladrón! -dijo el inspector-

Cuando lo soltaron, Craig salió a la calle. Y allí estaba Tweek, el cual había salido de una tienda con fertilizante orgánico para sus flores, pero volteo a verlo, y ahí es cuando tanto el corazón de Tweek como el de craig, latian al mismo ritmo, al mismo tiempo, se volvieron a encontrar después de un largo tiempo-

-Llevo años esperándote -dijo un Tweek sonriente y con los ojos con pequeños brillos- Te reconocí en cuanto te ví.

-Yo igual, Honey-

Ambos se abrazaron y se fueron juntos dando un paseo. Tenían mucho de lo que hablar.

-Inspector, ¿qué hacemos ahora? -preguntaron los agentes, tras contemplar la bella escena del reencuentro por la ventana.

-Esperar a que los rosales vuelvan a dar rosas -dijo el inspector-. No queda una sola rosa en los rosales de toda la ciudad.

-¿Cree que ha dicho la verdad? -preguntó uno de los agentes.

-Tal vez sí, tal vez no -dijo el inspector-. Pero poco importa ya. Los rosales siguen ahí, y darán más flores.

Pero a casa de los Tweak seguían llegando flores todos los días. Pero esta vez llegaban dos ramos: uno para Richard y otro para Tweek. Quién robó las rosas continúa siendo un misterio.

❀ーArtista1999